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El Sembrador de Orquídeas por katzel

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Notas del fanfic:

El nombre del protagonista Edward Leeford proviene de la obra "Oliver Twist" de Charles Dickens... sin embargo la historia no está relacionada en modo alguno con ésta... ni en su argumento ni en el resto de personajes....

Espero que disfruten este nuevo drama...

 

Notas del capitulo:

Aquel amor que amenazaba con ser real

fue solo una quimera...

Desde que era niño tenía una idea bastante romántica del amor.

Siempre he necesitado momentos especiales, miradas, casualidades, marcas...

Todo aquello que excite mi imaginación y me haga despegar del suelo hacia un mundo ideal y perfecto.

Por eso cuidé mi corazón de los amores vulgares y pasajeros, de los que se anuncian como reales pero al desvanecerse nos dejan la bruma de la decepción y el engaño.

Mi pobre cuna no daba lugar a semejantes desplantes, pero no era yo una persona que se fijase sólamente en quien podía sacarme de la miseria.

Yo era exigente, terriblemente exigente.

Deseaba un hombre bello, joven, un príncipe... eso era lo que quería para mí.

Pero hasta entonces nadie me había conmovido hasta tal punto de llenar mis expectativas.

Nadie... hasta que conocía a Lionel.

Yo vendía flores con mi hermana menor, Leah cerca de la catedral...

Y cada jueves aparecía un muchacho con un clavel rojo en la solapa de su traje.

Los cabellos negros de mediano tamaño susurraban en el aire.

Sus ojos eran los de un gato, claros y brillantes de un color almendrado penetrante.

La piel muy blanca me hacía soñar con los ángeles...

Iba, escuchaba misa, cruzaba la calle y subía a su carruaje para desaparecer hasta la otra semana.

Sé bien que él nunca se fijo en mí.

Fui yo quien se atrevió a seguirle, a ofrecerle una rosa, a girar alrededor suyo fascinado.

De nuestros padres muertos, Leah y yo aprendimos el arte de las flores... podíamos hacer crecer narcisos entre cardos...

En el huerto del corralón cultivábamos esas flores que luego ofrecíamos al público.

Yo había separado las más bellas para él...

Atraído por fin por la lozanía de mis presentes, Lionel empezó una pequeña amistad conmigo.

¡Cómo le aguardaba esos días interminables!

No me interesaba que lloviese o hiciese un clima terrible, ahí estaba esperándolo.

Mi hermana tiritaba y se abrazaba a sí misma bajo el cobertizo rogándome retirarnos...

Pero cómo era de egoísta mi amor que ni siquiera las súplicas de mi pequeño canario me disuadían de verle.

¡Qué tipo de monstruo ignora las mejillas pálidas y el cuerpo helado de una niña tan bella!

Yo... solamente, yo y mis deseos de ver a Lionel.

Ese jueves estaba solo en la plazuela...

Lionel llegó muy triste... muy, muy triste...

Ver a mi ángel así me partía el corazón.

- Venga, venga - le dije apenas tomando su mano y llevándolo a la taberna - conversemos allí... dígame lo que le apena...

Lionel pidió una botella de vino.

- Pequeño Edward - me dijo - ... en estas tormentas sólo tú tiendes tu mano a este pobre miserable...

- No diga eso, Lionel... no lo diga... el cielo ha derramado tantas bendiciones sobre usted...

Sonrió con el fuego en sus ojos.

- ... ¿Bendiciones?... ¿lo dices por mi dinero?... ¿lo dices por mi belleza?

Me sonrojé... mi príncipe a contraluz se veía tan divino que apenas podía yo seguir el hilo de nuestra conversación.

El vino subía por mi cuerpo y sus vapores ya causaban efecto en mí.

Lionel, advirtiendo el estado en el que me hallaba, me ayudó a salir amablemente.

Estábamos tan cerca que mi deseo aumentó...

Al voltear la calleja que llevaba a mi hogar, aproveché su descuido y le di un beso...

Lionel, excitado también por la bebida respondió a mi beso con gran pasión.

Mi cintura tensada entre sus manos, mi rostro echado hacia atrás, sus labios recorriéndome...

Emociones fugaces de esa noche de invierno.

Cuando nos detuvimos ya estaba por dar la madrugada.

- Ve a casa... - dijo dándome un beso en la mejilla

Mis ojos lo buscaban... esperaba algo más...

- Edward... a partir de hoy... eres de mi propiedad... - susurró yéndose tranquilamente.

Desperté a Leah para contárselo... no podía contener mi felicidad... sentía que estaba tocando las estrellas.

Mi canario al verme feliz sonreía también.

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Con el pasar de los días mi amor por Lionel no hizo más que aumentar...

A veces estaba lejano... otras cercano...

Y en las noches ensayábamos juegos pasionales alejados de la luz de los faroles...

Los prolegómenos estaban completos... yo deseaba ser suyo...

Lionel con esos ojos que me desnudaban por completo se dio cuenta de mi deseo.

Se inclinó en el oído y me dijo:

- Te voy a poseer

Esas simples palabras marcaban mi destino.

Fue en una pensión indecorosa, destartalada, sombría...

Pero para mí era un palacio...

Dejé que me desnudase poco a poco...

Que sus besos llenaran mi cuerpo...

Y me entregué a él por completo, locamente, para siempre...

Entre sus brazos sentía mi sueño hacerse realidad...

Amaba a mi príncipe y era amado por él...

En el reflejo de sus ojos sólo estaba yo... sólo estaba yo...

Sentirlo dentro de mí, escuchar su respiración, significaba el milagro de estar vivo.

Apretaba mis manos a la suyas mientras ambos conocíamos el placer juntos.

Grité su nombre en el momento en que nuestro acto llegaba a su clímax.

Y luego... poco a poco me quedé dormido.

Mi cabeza sobre su pecho... observaba su cuerpo espléndido...

Pero su mirada estaba perdida en las nubes...

- Estoy enamorado... - dijo a media voz - ... es un amor no correspondido... él es el hermano de mi mejor amigo... le pedí que nos casáramos... pero él se ha negado... su familia considera que no soy digno de su gracia...

Fue una puñalada.

Allí, en el lecho donde le había entregado mi vida entera, Lionel acababa de decirme que amaba a otro... que la causa de su tristeza era ese desconocido...

Me mordí los labios para no llorar...

- Le he amado desde siempre...

Cubrí mis ojos con las manos.

- Quizá... no haya sido hecho para mí... quizá tú seas quien me haga olvidarlo...

Su voz era tan frágil y temblorosa...

Esas lágrimas colgaban también de sus ojos...

Le abracé casi gritando:

- Te daré todo lo que desees, seré todo lo que quieras, te juro que a mi lado lo olvidarás... cada día juntos será increíble, maravilloso, te daré tanto, tanto amor que nunca más volverás a sentirte solo...

Lionel sonrió.

- Que así sea...

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Su rostro era serio... la nieve caía...

Había algo que él deseaba decirme...

Yo no quería escucharlo...

- Lionel... pronto será primavera... entonces podremos ir a la campiña... hay un secreto lugar que deseo mostrarte...

Soltaba mis manos...

- No creo que pueda verlo...

- Por qué... ¿no estarás aquí para primavera? ¿Te envía tu famila a algún lugar lejano?

Temblaba.

Él se pasó las manos por los cabellos.

- Esto es un desastre...

Desastre... desastre... los meses más hermosos de toda mi exitencia eran un desastre para él...

- Lionel...

- No podemos continuar de esta manera... no lo soporto...

Las lágrimas aparecieron en mis ojos.

No lo creía.

- Yo no te amo...

Lo dijo tan claramente que mi memoria no pudo, años más tarde, disimular aquellas palabras.

"Yo no te amo"

Marcadas con un hierro en mi pecho.

Abracé su cintura negándome a aceptarlo.

- Lionel... pero qué cosas dices...

Dio un paso separándose de mí.

- Por favor... no te vayas... quédate a mi lado... si me he equivocado te pido perdón... pero no...

Apartó mis brazos y rechazó todas mis súplicas.

- Es inútil, Edward... no vale la pena intentarlo... estoy enamorado de otro... y eso no cambiará...

Arrodillado delante suyo, vencido, derrotado, apenas podía hablar.

- Lionel... aunque le ames a él... quédate conmigo...

Me estaba humillando más allá de toda lógica.

Qué frialdad cuando me miró desde la otra orilla del mundo...

Que indiferencia...

Porque yo era un juego... sólo un juego para aplacar sus ansias mientras guardaba la esperanza de conquistar a su amado.

Dolía...

Ardía...

Mi corazón sangrante...

- Edward... se ha terminado...

Me levanté poco a poco.

Ni siquiera volteé a verlo.

Estaba en shock.

Antes de desaparecer mi príncipe se detuvo:

- Edward...quizás necesites algo de dinero... si algún día en el futuro yo regreso a esta campiña... y te busco...

- ¡No! - le dije.

Me estaba insultando con esos billetes marcados en filigrana de oro.

Dentro de mí los celos, el odio, el despecho se encendían.

- No vuelvas nunca - murmuré - ¡NO vuelvas nunca! Te odio... TE ODIO...

Y corrí llorando hasta llegar a casa.

Leah no se encontraba.

Las viejas del corralón me dijeron que se había desmayado en plena calle.

Fui al hospicio de pobres...

El viejo doctor me guió hasta su cama.

Mi canario tenía fiebre muy alta y se sacudía a cada ráfaga de viento frío que entraba por las rendijas de la ventana.

Embebido en mi amor, no me di cuenta... no me di cuenta...

Leah se estaba muriendo delante de mis ojos...

Me arrodillé y cogí sus manitas congeladas.

"Dios... si es cierto que tú existes... por favor salva a mi hermana... no me dejes solo..."

Repetí la oración tres veces con todas mis fuerzas.

Ella abrió los ojos.

- Edward...

- ¡Leah!

- Edward... me voy al cielo... con mamá y papá...

- Leah... mi canario...por favor...

- Lo siento Ed... ellos me llaman con una voz tan dulce... y me dicen cosas tan hermosas... ahí donde están no hay dolor ni sufrimiento... todo es perfecto... sólo que no quiero separarme de ti...

- Mi pequeña...

- Cuando yo vuele de este mundo, prométeme que serás un hombre bueno...

- Leah...

La jaula del cuerpo se abría y Leah, mi dulce canario subía al cielo.

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Su cadáver fue llevado a una fosa común...

Ni siquiera pude darle un lecho de rosas para recordarla tal y como la veía en mis pensamientos...

La tierra burda fue su última morada junto a cuerpos ya putrefactos y deformes.

Un cura medio ebrio le dijo las palabras que Dios daba para el consuelo de los inocentes.

Pero yo ya no los escuchaba.

Para mí Él no existía más.

Todo era una mentira.

Me arrodillé y apreté la tierra entre mis manos.

Esa tierra que al deslizarse en el viento se llevaba lo que yo había sido...

Y le juré a Leah que nunca más volvería a llorar por nada ni por nadie... que jamás volvería a ser herido en mi vida... porque iba a ser poderoso... muy poderoso...

Levantado frente a su sepulcro en medio de la lluvia decidí que Edward Leeford iba a tener el mundo en sus manos.

"Regresaré, mi canario... y cuando lo haga seré un hombre nuevo... habrán rosas y azucenas para ti... un lugar digno donde tu espíritu pueda reposar"

Al amanecer del día siguiente tomé mis pertenencias y me dirigí hacia la capital...


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