Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Odio el Rosa por Kanela_Chan

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esta historia es un desafío propio, ya que es mi primer yuri. Además, en sus capítulos encontrarán situaciones que realmente han sucedido, mezcladas con fantasía e irrealidad.
Cualquier semejanza con la realidad NO es mera coincidencia, si no que está hecho con premeditación y alevosía XD.


Le dedico este fic a mis amigos del “CLAN MARYOKU” (grupo de cosplays), al cual pertenezco, ya que en ellos están basados algunos de los personajes. También se lo dedico a la chica que me inspiró para escribir esta historia… Raven <3…

Notas del capitulo: En este prologo podemos conocer un poquitín de la manera de pensar del personaje principal, especialmente su relación con el tema central y título del fic “el color rosa”…

 

Prologo: Odiado color rosa

 

Algunos dicen que los colores reflejan nuestro estado de ánimo, otros que la elección de los mismos es parte de nuestra personalidad, hasta se piensa que es posible comprender en que situación nos encontramos al ver los colores que usamos en nuestra ropa.
Hace un tiempo, gracias a algún comentario simpático de uno de mis compañeros de grupo, despertó mi curiosidad por conocer el significado de mi extrema repugnancia por un color, que de pequeña, me encantaba: El rosa, color algo indeciso, mezcla de rojo y blanco, que despierta en mí sentimientos algo confusos y a la vez desagradables.
Ni siquiera noté el momento en que, de mi armario, toda prenda de aquel color había desapareciendo sin remedio, para ser reemplazadas por ropa negra, azul y alguna que otra en tonos rojos.
Si ahora lo pienso, varios incidentes han llegado a provocar mi ira más profunda, por situaciones asociadas con ese color tan nauseabundo para mí. Ni siquiera puedo comer algún dulce o chocolate con el relleno de ese color, aunque ese manjar de dioses sea una de mis mayores adicciones.
Aun recuerdo cuando una de mis compañeras de carrera se tiñó un mechón de cabello rosa. En aquel tiempo no entendía por que me costaba tanto hablar con ella después de que lo hiciera, hasta tal punto que dejé de dirigirle la palabra por completo. Ni tampoco comprendí como es que me fue tan fácil volver a hablarle, una vez que su cabello volvió a ser negro. Ahora, debo admitir, que lo entiendo a la perfección.
Aunque antes no mi importaba, mi curiosidad se despertó un día cualquiera, empujándome a pedirle ayuda a un amigo que estudia psicología, en un intento por encontrar alguna respuesta a mi dilema. Para mi mala suerte, se encontraba más que estresado por los exámenes, así que solo conseguí que me pidiera disculpas por su escasa ayuda y me entregara un libro que hablaba del significado de los colores de un test psicológico, de esos que ellos aplican.
Terminé por pasarme una noche en vela sin dejar de leer, repasando una y mil veces la página donde se explicaba el significado del rosa, delineando las letras que conformaban su interpretación, llevándome a comprender todos y cada uno de los sucesos de mi infancia relacionados con aquellas frases, por lo que mi mente no dejó de procesar en ningún momento, logrando que el insomnio se hiciera presente.
No sé si será algo enfermizo, o algún tipo de trauma infantil, pero la verdad es que a pesar de que me preocupe el tema, ya lo he asumido como una parte de mí, de la que nunca pienso desprenderme.

 

  • ¡ALINA! – escucho gritar desde el otro extremo del pasillo, sacándome por completo de mi ensimismamiento favorito.
  • Mhnp – me volteo sin decir ni media palabra, para escabullirme en un intento por escapar de mi peor pesadilla.
  • ¡ALINA! – vuelve a repetir más cerca, creo que esta vez no corrí con suerte y tendré que aguantarme algún cuento aburrido.
  • ¡Dios! – exclamo para mí cuando ya está a escasos pasos.
  • ¿No me oías? – me pregunta con esa cara de idiota que no aguanto.
  • Lo siento Pía, estaba concentrada en la flotación astral de las pelusas – digo con sarcasmo, aunque ella nunca se entera de mis frases irónicas.
  • Oh – guarda silencio - ¿dónde está Matías?, es raro verte sin él – me mira, pestañeando repetidas veces.
  • Fue a comprar – camino hacia las bancas que reposan en el pasillo, siendo seguida por ella – es mi mejor amigo, pero no soy su sombra, así que dejé que fuera sólo – digo con indiferencia, mientras me dejo caer sobre la banca más cercana.

 

Miro el techo, preguntándome él por que Matías se demora tanto en comprarse un mísero paquete de galletas, cuando debería estar aquí, salvándome de mi acosadora personal. Siempre me hace lo mismo, dice que se va a comprar algo para comer, que por demás siempre tiene hambre, para demorarse una eternidad, haciendo paradas a cada momento, ya que conoce a medio mundo y medio mundo tiene algo importante que contarle. Por eso nunca dejo que vaya solo a comprar, pero hoy hice una excepción, por que mi sistema inmunológico está actuando contra la gripe que llevo encima, manteniéndome en un estado de molestia constante.

 

  • No te ves muy bien, estás un poco pálida– escucho que dice preocupada.
  • Creo que es gripe – toco mi frente – de seguro es el turno de mi faringitis anual – palpo mi garganta.
  • Yo siempre me resfrío en estas fechas – asevera convencida.
  • Pues deberías alejarte de mí – suelto como quien no quiere la cosa – digo, puedo contagiarte -
  • Claro que no, no podría – agarra mi brazo – por cierto, tengo celular nuevo – saca un aparato, adornado con aquel nauseabundo color al que tanto odio – así que guarda mi nuevo número -
  • Lo siento, se me quedó el móvil en casa – espero que nadie me llame en este momento o descubrirá mi pequeña mentira.
  • Te lo anoto entonces – saca su agenda, de la cual arranca una hoja donde comienza a escribir – no te conté lo que le pasó al otro móvil – expresa con un tono que me exaspera, para luego sonreír como tonta – es que vino a visitarme mi sobrinito y el muy maldadoso lo tiró al baño – pongo los ojos en blanco – así que mamá me dio dinero para que me comprara otro, él que quisiera. En cuanto vi éste me enamoré, no pude resistirme a comprarlo, su color me encantó – me golpeo la frente.
  • ¿Sólo lo compraste por su color? – la miro incrédula de que pueda ser tan idiota como para llegar hasta ese punto.
  • Si – sonríe, mientras guarda el papel con su número en el bolsillo de mi chaqueta.
  • ¿No preguntaste por las funciones, cantidad de memoria, ni las demás especificaciones del aparato? – pregunto más para confirmar el supuesto.
  • Nop, sabes que eso de la tecnología no me va – saca la lengua en un gesto infantil.
  • Mejor no digo nada – tapo mi cara con ambas manos.
  • Tú sabes como soy – recarga su cabeza en mi hombro – incluso el otro día, cuando fui de compras con…. –

 

Sin que pueda remediarlo, mi síndrome de perdida de atención a las sandeces sin sentido hace acto de presencia, ya que mi mente no puede enfocarse en lo absoluto en lo que ella me dice. Hay veces que me ha pasado en momentos importantes, pero logro remediarlo, aunque ahora dejo que fluya por gusto propio.
Me quedo mirando la nada, intentando resolver los problemas del mundo, cuando me cruzo con la figura de Maty, quien me hace señas desde el final del pasillo, intentando darme a entender que quiere que me acerque.

 

  • … y después de eso – me levanto de golpe, dejándola sorprendida - ¿a dónde vas? – tira de mi mano.
  • Lo siento, Maty me llama – me alejo.
  • Espera – se levanta de improviso, aferrándose a mi espalda – despídete como se debe – sin que logre reaccionar, me da vuelta y me abraza de frente, enterrando su rostro en mi cuello, besando de forma sugerente la zona justo debajo de mi oreja – nos vemos el lunes – se aleja como si nada.
  • ¡Demonios! – toco la zona afectada por sus labios – como te odio – espeto cuando ya ha desaparecido de mi campo visual.
  • Pues ya deberías decírselo para que te deje en paz – pronuncia Maty, que se ha acercado sin que me diera cuenta, a veces puede moverse tan rápido y sigiloso como un gato, eso sí, solo cuando quiere, por que normalmente todo el mundo se entera de su inconfundible presencia – así solo lograrás que cada vez te haga más la vida imposible -
  • Ya se aburrirá – acomodo el tirante de mi bolso – en cuanto a ti – lo miro con odio – esta vez fue tu culpa por dejarme con esa loca – lo empujo - ¿fuiste a comprar galletas o a fabricarlas? –
  • Emmm… - se hace el leso – por cierto – caminamos por el pasillo, en dirección a las escaleras – acaban de avisarme que la próxima semana llegan los alumnos de intercambio – sonríe.
  • ¿Y a mí qué? – miro al frente.
  • Pues… no sé, solo pensé que te interesaría. ¿Por qué de pronto te pones tan pesada? – me mira feo – Alina - me llama, pero no le contesto; de pronto tengo la imperiosa necesidad de aferrarme a algo, por lo que me acerco a la pared.

 

Camino hacia un costado, sintiendo como el mundo comienza moverse más rápido de lo normal. Agarro mi cabeza con ambas manos, intentando parar la sensación de vértigo, mientras un dolor agudo se posa en mis sienes y en mis oídos.

 

  • Tienes fiebre – asevera Maty, tocando mi frente – mejor te vas a casa –
  • No es para tanto – entrecierro un ojo al sentir una nueva puntada en mi oído derecho – es gripe –
  • Y después andas diciendo que eres como un roble y que nada te afecta. ¡Qué majadera! - pasa su brazo por sobre mi hombro – vamos, bajemos por el ascensor, antes de que te precipites por las escaleras en alguno de tus ataques suicidas – tira de mí, manejándome cual muñeca, ya que de pronto me siento en estado zombi.

 

Nos paramos frente al cubículo metálico al que todos llaman ascensor, pero que a mi me da por decirle “lata de sardinas”, especialmente a las ocho de la mañana, o también “el dispensador de olores”, sobre todo después de que se suben los de kinesiología luego de una clase de deportes, dejando su inconfundible perfume
Creo que esta vez hemos corrido con mejor suerte, ya que han echado algún tipo de desodorante ambiental, o al menos eso me parece al no aguantar mi propio peso y caer de frente dentro del ascensor, cuando se abren sus puertas.

 

  • ¡ALINA! – escucho gritar a Maty, pero ya no reacciono, todo se ha puesto negro.

 

Notas finales: Espero que les haya gustado esta pequeña introducción a esta nueva historia que no me he resistido en escribir.
Para aquellos que (aun) leen mi otra historia “Watashi no Omocha Ecchi”, les digo que he tenido dificultades de inspiración con eso, pero que ya se viene el final ^^.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).