Las mañanas en las casa de Barcelona eran bastante agradables, como las mujeres se levantaban temprano vete a saber por qué podían dormir sin contaminación acústica de tres a cuatro horas. Bueno, siempre que un peso extra y rubio para más señas no te despierte al lanzársete encima. Eso era lo que por estos momentos pasaba por la cabeza, todavía en estado inactiva de un pelirrojo que se refregaba los ojos.
- ¿Ángel?-le preguntó al bulto que estaba sobre él.
- El mismo. Primito, levántate ya que pareces una marmota-dijo removiendo a Chris que en el mismo estado que su amigo se sentó en la cama-colchón en el suelo que compartía con el pelirrojo.
- En todo caso un mapache perezoso-le contestó el pelinegro bostezando, pero al ver la cara de incredulidad de su primo añadió- Vincent me dice así.
- Ese es el qué según lo que he podido escuchar de tu hermano te gusta y es tu novio aunque no oficialmente, ¿no?
- See, pero el muy estúpido se ha ido a vivir…
- ¡¿Queréis dejar los cotilleos para otro día y explicarme por qué maldita razón tu primo actúa tan familiarmente conmigo?!-le cortó Alan.
- Creí que ya te habrías dado cuenta.
- ¿Eh?
- Es una especie de plan para celar tanto a mi hermano que caiga por su propio peso. ¿o es que creías que me tiro sobre todos mis primos? Estaba claro que lo hice para hablar con él sin que nadie lo oyera.
- Pero…eso no es muy ético que digamos.
- Claaro, porque meterte mano y a saber que más sino llego yo mientras después irá a intentar tirarse a una niñata si lo es, ¿verdad?-la cara del pelirrojo paso a una mueca siniestra acompañada de una risita casi metálica.
- La vida es muy dura, y la ético es muy bonita en una idea, pero en la realidad carece de sentido-comentó acercándose al rubio- Gracias-le susurró al oído aprovechando que Darcy iba para el baño y los veía.
Por votación hoy irían a ver el Parque Güell que se encontraba bastante a las afueras de la ciudad por lo que tuvieron que ir en coche. Un conducido por el tío de los pelinegros en el que iba este, su esposa, la abuela y la madre; y otro manejado por Ángel en el que iban los hermanos y Alan en el asiento del copiloto. Lo que los pobres inocentes no sabían es que montarse en un coche con su primo era mortal para alguien con marcapasos, por la sencilla razón de que cada dos por tres aminoraba o aumentaba la velocidad porque según el así era más entretenido. A punto estuvieron en más de una ocasión en comprobar que tan bueno era el airbag del vehículo.
Cuando por fin llegaron se dieron cuenta de que no eran los únicos que habían pensado que ese era un buen sitio a visitar, más de diez autobuses soltaban allí a turistas o bien chinos o rubios más colorados que una gamba, lo que su primo les dijo que eran “guiris de toda la vida”.
A la abuela tuvieron que dejarla en un banco de la entrada, ya que nada más ver que estaba lleno de escaleras y que lo mismo se subía un escalón casi sin levantar el pie que teniendo que escalar dijo que a sus años no estaba para esos trotes, y como era de esperar las otras dos mujeres se quedaron a mitad de camino también, junto con el padre de Ángel que se quedó observando un partido de fútbol(es que en una de las veces que se perdieron entre escalera y escalera vieron que pegado al parque había un campo de fútbol en el que jugaban dos equipos juveniles).
Después de hartarse de subir tanto pedrusco decidieron ir a ver la lagartija simplemente, que por algo era el mayor reclamo turístico del parque.
- Pues…verla-verla lo que se dice ver para mí que no vamos a poder-dijo Chris asombrado por el gran cúmulo de turistas alrededor de ambos reptiles de piedra, vamos, que solo veía gorros con visera.
- Podemos ir a la tienda de recuerdos que siempre están las típicas postales en las que aparece-recomendó su primo.
Al entrar en esta tuvieron que empujar a varias personas para poder acercarse al mostrador donde estaban las postales, eso sí, costaban cada una 5 euros.
- Mirad-comentó el pelirrojo señalando un lagarto de peluche gigante que ocupaba casi toda la parte trasera de la pequeña tienda de souvenirs.
- Que monada-le secundo su amigo.
- Suelta eso hermano, que vale 50 euros, haber si le descoses un punto y tenemos que pagarlo.
- Alan, si te gusta te la regalo-coqueteó el rubio. Recibiendo como respuesta un gruñido procedente de Darcy.
- Vaya, un día te me declaras y al otro ya mueves el culo para mi primo-comentó Darcy enfadado.
- Yo haré lo que me de la gana, maldito imbécil.
- Esto…ya que con la de verdad no nos podremos hacer una foto…¿qué tal si la hacemos con esta?-dijo como quien no quiere la cosa el mapache para así evitar que su amigo le hiciera tragarse el peluche a su hermano mayor. Pero se extrañó bastante de que a todos les pareciera bien.
- Decid ¡patata!-ese era el mayor de todos con la cámara en la mano.
- Patata-corearon los otros.
En el camino de vuelta fueron recogiendo los bultos, más conocidos como sus familiares para volver a la casa donde los esperaba la comida que había sobrado del día anterior y una botella de refresco por si estaba un poco pasada y tenían que tragarla como los pollos sin masticar ni nada.
Por cosas de la vida y perder el piedra, papel, tijeras les tocó sacar la basura al pelinegro mayor y a Alan, aunque Ángel se ofreció a ayudarles ya que eran bastantes bolsas y se podrían perder con las indicaciones de su madre.
Después de recorrer la calle de un extremo a otro porque en cada uno de estos había un contenedor de reciclaje distinto por fin llegaron a la puerta de entrada al bloque de pisos.
- Anda, os dejo aquí a que habléis un rato que eso de veros enfadados no es divertido-comentó el rubio ingresando él y cerrando tras de si la puerta.
- ¿Qué…qué tiene esa chica que no tenga yo?-preguntó el pelirrojo intentando contener las ganas de golpear a Darcy que tenía- ¿Es solo por el físico? ¿Por qué ella es una chica y yo no? Yo…nunca he pedido que me ames, ni siquiera pedía que me aceptaras. Yo era feliz siendo tu amigo, corriendo detrás tuya cuando era niño con la excusa de preguntar por qué tu hermano no había ido a clase aunque este ya me lo había contado. Pero… ¡no puedo permitir que te vayas con esa! Aceptaría a cualquiera que tu amaras si te mereciera, pero no lo hace.
- Deja de meterte en mi vida-cortó su discurso el pelinegro.
- No, no dejaré de hacerlo porque tú mismo no me lo permites ¿por qué me celas? ¿por qué mantienes viva la ilusión de que te importe si no lo es? Eres…¡eres un bastardo egoísta!-casi le gritó dándose media vuelta y entrando al portal donde el pelirrubio lo esperaba abriendo de nuevo el portón.