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Manual de supervivencia en la selva de la vida por Ayumi

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Notas del capitulo: Wiiiiii, agradezco mucho a las bellas personas que me han dejado sus bellos reviews ^^(cuanto bello ^^UU). Espero que os gusteeeeeeeeeeee
 

Se iba refregando los ojos con la manga de la chaqueta intentando así aminorar el sueño que tenía. Se había llevado toda la noche estudiando para un examen, por la tarde no podía porque su padre se ponía a ver  fútbol a un volumen que todavía se preguntaba como es que no había venido la policía por contaminación acústica.

Ahora estaba en el coche rumbo al instituto, con la cabeza apoyada en el cristal de la ventanilla y dormitando, hasta que de un frenazo brusco, seña inequívoca de que ya estaba en la puerta del centro estudiantil, dejó la mitad de la cara contra el parabrisas.  Tras esto aparte del dolor también se llevó una reprimenda de su padre y una de sus terminaciones favoritas “tu hermano nunca haría eso”. Antes de empezar una discusión sin sentido, más que nada porque el llegaba temprano allí precisamente para no toparse con nadie y estaba perdiendo tiempo de soledad, cogió la mochila, se la colgó al hombro y bajó del auto corriendo.

Como supuso los gamberrillos de cuarta solo se levantaban temprano para amargarle la existencia, pues nada más llegar, en el tablón que veía todo el mundo al entrar estaba el monísimo con su fregona, su trapo-gorro y su cubito. De un manotazo lo arranco y haciéndolo pedazos, porque si lo arrugaba lo volvían a poner, y lo tiró al cubo de reciclaje de papel, que él estaba concienciado con el medio ambiente aunque no lo pareciera. Asquerosos bastardillos, ahora tendría que hacer el tour aula por aula para verificar que no fuera la comidilla de los demás. No es que le importara demasiado, solo que estaba seguro que a la segunda vez que le soltaran algo del tema les pegaría un bofetón que la cara se les pondría del revés, y eso equivale a parte y paliza al salir, que a su vez equivale a estancia en el hospital y universidad cutre. Vamos, a suicidio seguro, o en todo caso que se volviera loco y fuera un día con una metralleta a cargarse a todo ser viviente.

Después de veinte minutos, cuatro zancadillas, diez empujones, varios insultos y un mapa mental perfecto de la organización de todas las clases. Por fin pudo decir que nadie vería jamás su “lado limpiador”, bueno, o eso pensó. Pero el destino es cruel, y el suyo se divertía a su costa de lo lindo, al llegar a su clase, en toda la pizarra un póster de él y su mocho.

-         ¿Te gusta?-l preguntó Michael riendo a carcajada limpia- Es un regalito de mi hermano, para que lo cuelgues en tu cuarto.

-         Agradécele de mi parte.-hombre, ya que había que hacer el ridículo no le daría el gusto de que supiera que tan mal le sentaba. Así que con toda su dignidad lo cogió y enrolló susurrando algo así como “para que no se ensucie” y se fue a sentar en su silla, no sin antes apartar el chicle que había pegado en esta.

 

La clase que tocaba era religión, vamos no hacer nada más que decir “presente” cuando el maestro te nombrara y el tiempo restante libre. Una cosa muy útil y divertida cuando tienes amiguitos, una hora mortal e infernal para Christian, más que nada porque los pesados se ponían en torno a él para meterse con él, arrearle a corta distancia o cualquier otra  cosa que se les ocurriera y el idiota del maestro solo se ponía a leer el periódico. Pero extrañamente esta vez las que se le acercaron fueron un grupo de chicas.

-         ¿Conoces al hermano de Michael?- le pregunto una bajita.

-         De vista.

-         No te acerques a él-le ordeno una.

-         Primera cosa, yo haré lo que quiera, segunda, no te preocupes que no es que me fascine y tercera ¿por qué?- no iba a decirle que le carcomía la curiosidad de saber porque esas niñatas de tres al cuarto se atrevían a estar cerca de él, con la fama de hasta poseído que tenía.

-         Porque tiene mejor cosas que hacer, seguro que ni sabes por qué ha vuelto, ¿a que sí monstruito?

-         Pues…déjame pensar…ni lo se ni me importa.-le espetó malhumorado.

-         Te lo decíamos por tu bien-le volvió a hablar la bajita-para que no te pasara nada…

-         Creo que soy mayorcito como para saber cuidarme-le aclaró dando por acabada la conversación. Prefería mil veces estar como blanco de burlas que cerca de esas arpías.

 

Después de eso todo volvió a la normalidad, vamos, que volvían a darle tizazos, y demás cosas de la vida cotidiana.

Por la tarde decidió salir a dar una vuelta, excusa inventada porque su padre no dejaba de fumar y con el asquito que a él le daba el olor del humo del tabaco no aguantaba más. Hacía bastante calor, en momentos así se lamentaba de usar solo ropa negra, pues con ella sentía más calor aun. Se acercó a la heladería del pueblo con la intención de comprarse algo fresquito, cual fue su sorpresa al encontrarse allí a la pandilla de Michael al completo, con cara de haberse comido una naranja agria. Lo pero fue cuando los vio avanzar hacia él y sonriendo macabramente. Así que como el Correcaminos en sus mejores años empezó a correr a un bar cercano. De más está decir que los otros no se quedaron parados y se pusieron a perseguirlo. Pero Christian contaba con años de práctica y perfeccionamiento en el arte de huir de palizas, lo malo es que con las prisas fue a refugiarse en el baño de señoras pensando que era el de caballeros.

-         Desvergonzado-rugió una anciana y le pego una cachetada antes de salir por la puerta.

-         Vaya con la tercera edad, y luego se quejan de que las abandonan en las gasolineras.-se asomó cautelosamente por una pequeña rendija de la puerta, esos ya habían asumido que tenían para largo porque estaban sentados y pidiendo bebidas en la barra. Para evitar futuros golpes de parte de otras “indefensas ancianitas” salió rápidamente e ingreso ahora sí en el de caballeros. En él vio entre otras cosas al famosísimo hermano de su principal agresor- Tuuuuu-le dijo apuntándolo con el dedo- dile a tu bandita de matones que me dejen en paz.

-         ¿Por qué?

-         Porque eres el supuesto líder, si se lo dices se irán, yo me iré y todos tan felices.

-         No creo ser capaz, porque como tú bien dijiste tengo menos capacidad mental que una rana- en momentos como estos desearía haber perdido las cuerdas vocales al nacer o haberse metido la lengüita en algún lado. Sus propias palabras le habían traicionado.

-         Yo no me refería a esto, todo el mundo puede ser capaz de decir una frase.

-         Ya, pero como las ranas croamos, no me entenderán.-le contestó antes de salir.

 

Resultado, se quedó encerrado allí hasta que el dueño del bar lo sacó para cerrar, afortunadamente sus perseguidores ya no estaban, no tendrían tanto dinero como para amantar cuatro horas pidiendo tapitas y bebidas. Lo malo fue que hoy volvía su madre, y al verlo llegar tan tarde quedó castigado hasta que la muerte lo separara de la vida o hasta que a esta se le olvidara.

Notas finales: Dejad reviews, que son gratis y animan mucho ^^

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