Muy bien, ahora estaba metido en un buen lío, que de ser un friki había pasado a estar en búsqueda y captura. Tenía que pensar un buen plan defensivo, por ahora tenía dos armas, el siempre útil móvil-ladrillo que como le cayera a alguien en un pie se lo dejaba plano y su despertador del mismo, con el siempre armonioso grito de su madre “estate quieto cosa rara” que rompía el tímpano en un minuto o dejaba daños auditorios irreversibles. La cosa es que aunque estos fueran eficaces como lo cogieran entre los siete, a falta de Michael, lo iban a hacer papilla. Maldita la hora en que había ido por el asqueroso libro.
La luz que entraba por las cortinas lo medio despertó, se había quedado dormido y ni siquiera había podido dar con un plan, vamos, que linchamiento seguro. Bajó a desayunas arrastrando los pies y la mochila, al llegar a la cocina se dirigió al microondas, saludo a Anne y a la rana, puso el tazón de leche a calentar…¿Anne y la rana?¿Qué hacían esos dos ahí sentados y comiendo sus cereales?
- Para sacarlo se cargaron la escalera y nos hemos quedado sin casa hasta que todos los vecinos paguen una nueva, y ahí a una a la que hasta le persigue el cobrador del frac, así que va para largo- le informó la castaña.
- Tu madre nos ofreció quedarnos-completó el otro.
- Por cierto, toma, te he traído un casco, unas rodilleras y unas coderas, para que duela menos. Es que hoy no podré ir contigo, ya sabes, que a ver si me dan y luego me nace el niño tonto.
- Gracias por la preocupación-le contestó bostezando colocándoselas- pero si lo de tonto ya lo tiene en los genes.-susurró para sí mismo.
- Son de mi hermano, de cuando montaba en bicicleta.
- ¿No te resbalabas con la piel húmeda rana?
- Ten cuidado mapache, que todo el polvo de la casa lo estas recogiendo con el pelaje.
No sabía a que viene tanto jaleo de esos dos, vale que al principio se asustó un poco, pero tampoco creo que sea tan malo, total, llevo desde tiempos inmemoriales aguantando de todo. Además, lo más peligroso sería el camino e iba en coche, ni que fueran a estarlo esperando en la puerta.
Una broma del destino, fue lo que pensó al verlos a los siete, para una vez que pisaban el instituto, en la misma entrada y con caras de psicópatas. Sus pupilas se dilataron levemente de terror.
- Papá…creo que no me siento bien… ¿me acompañas hasta la clase?- es que su padre era respetado entre las pandillas, vete tú a saber por qué.
- Amariconado perdido que estás, te llevo pero porque tu madre quiere hacer limpieza que si no…
Una paliza menos, gracias a los ácaros, lindos ácaros, y a que su casa no se limpiaba desde que él dijo que no iría el día del orgullo gay a la manifestación a apalearlos, porque esto le creo un profundo trauma a su padre. Se sentó en su sitio, las horas pasaban normal, lo malo es que esta era la última antes del recreo y haber como escapaba allí. Su tutora, una mujer con más años que el hilo negro, los pelos a lo afro y una pronunciación difícil de comprender se sentó en el sillón, los maestros tenían uno, y sacó una lista.
- Cambios de sitio, para que todo el mundo se socialice- dijo mirándolo fijamente- Christian se sentará con Alan que hoy ha decidido honrarnos con su presencia.
- Maestra…seguro que yo desde atrás no veo, mejor me pongo solito delante del todo-tenía que intentar escabullirse, que ese era el mejor amigo de Michael, tenía ganas de partirle la cara desde que lo vio y era un armario ropero.
- No, te aguantas como todo el mundo, si no ves ponte gafas.
- Ya tengo lentillas.
- Pues gradúate de nuevo la vista, y siéntate ahora mismo si no quieres que te ponga un parte.
- Eres friki muerto-le susurró Alan cuando se sentó tronándose los dedos.
El resto de la clase se puede resumir en la caída de una botella de agua helada sobre el “accidentalmente” por parte de su nuevo compañero y la que su mano se quedara cogida entre las dos mesas, Esperaba que lo que crujió no fueran sus huesos, porque esa era su mano buena. Al tocar el timbre salió corriendo y se encerró en una clase vacía que antes ocuparan los alumnos de cursos superiores pero que hoy en día no se utilizaba. Lo mejor era estar ahí encerradito hasta que acabara el maldito recreo y escapar de allí antes de que a la salida lo cogieran. A parte no sentía la mano y eso lo ponía en aun más desigualdad de condiciones que antes. Se sentó sobre el suelo y rompió un trozo de su camisa para vendarla.
- Si haces más presión se cura antes.
- Gracias Anne-había aprendido a no asustarse por las súbitas llegadas de la chica- ¿cómo lo sabías?
- Me lo dijo mi hermano, también me ha dado un kit de primeros auxilios, por si te dejan peor de lo normal.
- ¿Qué le pasa ahora a la rana?
- Estaba estudiando medicina, pero tuvo que dejarlo, pero me ha dicho que con tu patosidad y la mala suerte que te persigue eres un muñeco de prácticas viviente.
- Que bien, siempre quise serlo-dijo con ironía- ¿lo dejo por ti?
- Supongo.
- Entonces eso del uke de tu hermano lo utilizas simplemente porque piensas que si consigue pareja podrás aplacar tu sentimiento de culpa.
- Tú has leído demasiados libros de autoayuda. Lo decía porque si te juntas con él dejaran de tratare mal y a él le servirías para desfogarse.
- Eres demasiado perversa niña.
- Opina lo que quieras, pero mueve ese culo de ahí y ve a enfrentarte, si no nunca te respetaran. Antes de que pongas una excusa saben que estás aquí porque se lo dijo una chica, yo solo vine a avisarte, pero con la cháchara has perdido tiempo de huida.
- ¿Qué?- preguntó casi al mismo tiempo que la puerta se abría mostrando a Alan.
- Quita de en medio Anne-anda que también iba a protegerlo, salió corriendo de allí.- No necesito a nadie más para partirte la cara niñato.
- ¿No podríamos hablarlo?
- No-acercándose peligrosamente.
- Peor para ti-le dijo tirándole el móvil-ladrillo a la cabeza, K.O. instantáneo, y corriendo a la salida. Que si las cámaras lo pillaban y lo expulsaban le importaba poco, pero no se quedaba ahí ni un minuto más. Pero en la puerta estaban el resto de la banda y de esa si que no escapaba.
- Dejadlo ya- les dijo Vincent que estaba apoyado en la columna que sujetaba esta- es una orden.- Como si lo hubiera dicho el mismísimo presidente del gobierno los seis matones se dispersaron renegando.
- Vaya, gracias.
- Esta semana estaré en el hospital con Michael, así que trabajarás por mí en “El estanque”, el dueño ya está informado.
- ¿Pero, qué?
- No pensarías que le iba a salvar el pellejo a un mapache como tú por nada, ¿no?