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Manual de supervivencia en la selva de la vida por Ayumi

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Notas del capitulo:

Gracias a las personas que dejaron reviews y a l@s que leen. ^^

Espero que os gusteee

Cuando de verdad deseas algo, cuando lo ansías con toda tú alma, si el tiempo ya de por si va lento cuando más se le necesita, en esos momentos aun más. Sobre todo para él, con una niña gritona y con las hormonas en ebullición constante, un anfibio que casi nunca se dejaba ver y que lo mandaba de camarero, una madre que tiene escondida una botella de alcohol debajo de su cama para que si se le olvidaba cerrar el armario con llave pudiera quemar su ropa negra y un padre que le había forrado el cuarto de póster de tías desnudas. Más que una casa eso era una tortura constante en la cual lo mismo se despertaba a media noche un ronquido de su padre que con Anne saltando encima de él a saber por qué o incluso la rana que tenía ataques de sonambulismo. Al cabo de tres días estaba con unas ojeras de medio metro y atrancando la puerta con la silla de caoba, que como era la cara y la preferida de su madre si alguien osaba intentar abrir la puerta y la rayaba sería matado en el momento por ella.

Solo se alegró de vivir al levantarse hoy ya que esa noche era el concierto. Su alegría no disminuyo ni al ser llamado mapache por la rana, traidor asqueroso por la hermana de este (seguía sin saber la razón), monstruo de la naturaleza por sus compañeros de clase o cosa rara por sus padres. En vez de lo típico de llegar a su pupitre, tirar las cosas sobre este y resoplar hizo como el resto de los mortales y colocó el bloc en la rejilla, la mochila en el respaldo de la silla y se sentó con la misma cara de felicidad que el niño del anuncio de los Kinder Sorpresa.

-         ¿Te estás automedicando?- le preguntó Alan –o simplemente te ha poseído algo-ante esto último se puso a hacer con los dedos la señal de la cruz.

-         Que no idiota, es que por si no lo sabes hoy a las siete tienes que venir por mí para ir al concierto.

-         Anda, es verdad. Por si no fuera patético ir a un sitio de los que a ti te gustan encima tenemos que ir en autobús, en coche sería mucho mejor…

-         Ni muerto me monto contigo en algo con ruedas siendo tú el conductor. Todavía me acuerdo cuando hace tres años me dijiste que me llevabas en bici a casa y acabamos empotrados contra un naranjo.

-         Shh-le dijo tapándole la boca-no hables de mi era oscura.

-         Oye, que porque fueras mi amigo y no creas que Host Club es una marca de papel higiénico o que Kakashi es un teleñeco no quiere decir que fueras el anticristo.

-         Tú cállate que estás más guapo.-le contestó mirando de reojo a unas chicas que los señalaban y cuchicheaban-mierda, he hablado mucho contigo.

-         Si me das una colleja sería normal, pero como me des muy fuerte te tragas el libro de matemáticas.

-         No creo que tuvieras la fuerza suficiente para hacérmelo tragar-le dijo burlón y haciendo lo que el otro le aconsejo.

-         Pero tengo mis mañas-sobándose el cuello- hoy es el día libre del bar, así que por cada minuto que te tardes más de la hora publico en Internet una foto de cuando éramos pequeños.

-         Eso es chantaje.

-         No, solo es un aviso.

 

La verdad es que desde que Michael no estaba y Alan le hablaba la vida no le parecía tan mala. Lo malo es que al recordar que solo quedaba un día para que saliera del hospital, que el lunes estaría de nuevo dando la lata y que su compañero dejaría de hablarle como personas civilizadas le entraban ganas de coger la escopeta de cacería de su padre y hacer que Michael tuviera una bella estancia en el tanatorio.

Al acabar las clases se fue corriendo a su casa aun arriesgándose a internarse en la marabunta de estudiantes que gritaban “viernes, viernes” y que si te descuidabas un poco te daban un empujón y te hacían comerte el extintor. Cuando llegó a esta lo recibieron sus padres con el clásico “prepárate algo comestible que como es viernes nos vamos a ver a tus abuelos”. Él les contestó con que para cuando volvieran ya no estaría y se fue a la cocina a preparase un sándwich, que era el nivel máximo de preparación alimenticia al que llegaba. Mientras se lo comía y con botella de refresco en mano se dirigió a su cuarto. Como imaginaba en su cama estaba de nuevo Anne.

-         ¿A qué hora te vas?

-         A las siete.

-         Mi hermano dice que también va, pero que él ya estará en la parada.

-         Con un poco de suerte tal vez se pierda y todo.

-         ¿Cuándo vas a decirme de que os conocéis ese tal Alan y tú?

-         ¿Y a ti que te importa? Estás más rara de lo normal, así que hasta vuelvas a ser como antes tienes prohibido entrar a mi cuarto.

-         Eres un dictador-refunfuñó saliendo.

 

Después de comer se fue a bañarse, a las seis empezó a vestirse con una camiseta negra pegada de cuello alto y con el centro adornado con correas pegadas. Unos pantalones negros sueltos y por último por dentro de estos unas botas de cuero imitado, el sueldo de su padre no llega para el bueno, y un colgante que siempre llevaba pero que solía ocultar bajo sus camisetas, más que nada para que su madre no lo tirara a la basura, de un pentáculo. Aunque no lo parezca en todo esto echó tres cuartos de hora así que los últimos quince minutos los utilizó para pintarse una raya negra en cada ojo y cepillarse el cabello. Metió la mano debajo de la mesilla y sacó el mapa para llegar a la sala donde se llevaría a cabo el concierto, estaba observándolo cuando el “dulcísimo” grito de su compañero le informó de que había llegado.

Por el camino hacia la parada tuvo que aguantar los “¿tenías que ir así?”, “mira que eres raro” y demás frases de Alan. Pero lo que nunca esperó fuera que al llegar estuvieran allí toda la pandilla de Michael sentados en la parada y hablando con Vincent.

-         ¿Se pueda saber qué es esto?- le preguntó al pelirrojo.

-         Los invitó Vincent, a mí no me digas nada-le contestó cogiéndolo del brazo y arrastrándolo con los otros.

-         Anda, te has arreglado para la ocasión mapache.

-         Si, no como tú ranucha- le dijo mirándolo, llevaba un pantalón blanco de esos que tienen muchos bolsillos y una camisa marrón oscura. Después paseó la mirada entre los otros viendo algo que lo hizo esconderse detrás de Alan- ese tipo, el calvo, ¿lleva unos puños americanos?-le susurró al oído.

-         Si, los lleva siempre-le contestó quitándole importancia.

 

El autobús llegó y antes de que Christian pudiera agarrarse a su amigo o incluso a la rana el asqueroso anfibio agarró al pelirrojo y lo sentó a su lado. El se colocó detrás de esos dos rogando porque a ninguno de los matones s4e le ocurriera compartir su espacio vital. Casi llora cuando el calvo se sentó junto a él.

-         Vincent, cámbiame el sitio-le pidió en voz baja.

-         Ni lo sueñes.

-         Alan…

-         Lo siento, pero es que con el que te ha tocado no lo hacía ni muerto. Ten cuidado que es de los que están tan tranquilos y ven mucho movimiento a su alrededor y empieza a dar puñetazos.- se puso más tieso que una vela decidiendo que solo se movería lo necesario para respirar.

Estaba él tan tranquilo pesando en la inmortalidad del cangrejo y en que su estrella estaría de vacaciones permanentes desde su nacimiento cuando su compañero de asiento se acercó hasta él. Resultado, un gritó que resonó un minuto, Christian que había pegado un salto y había pasado a los asientos delanteros, pera más señas encima de la rana y del pelirrojo y un calvo mirándolo como si estuviera loco.

-         ¿Quieres un chicle?-le dijo el primo de Don Limpio cuando ya había recuperado el ritmo cardiaco normal.

-         No gracias….

-         No es por nada pero ¿podrías quitarte de encima?- le dijeron los otros dos a coro.

-         Lo siento-volvió a colocarse en su asiento.

-         No están envenenados-le dijo Alan que se había comido medio chicle y dándole la otra mitad-así que puedes comértelo gallina.

-         Gracias-le contestó hundiéndose en el asiento.

-         Toma-le dijo la rana metiéndole otra mitad en la boca-para que tengas uno entero.

-         Gracias mamitas, si queréis cuando lleguemos me pongo el babero y me dais el potito.

Después de media hora de trayecto llegaron a la ciudad y cinco minutos antes de que el concierto empezara, por fin llegaron a la sala.

   
Notas finales: Dejad reviews plis.

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