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Invierno y Primavera por Hefestion

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Notas Preliminares: En primer lugar, siento mucho el espacio tan profundo entre el prólogo y el primer capítulo, esperanzadamente el resto vendrá más periódicamente.

Esta tercera parte de la Serie que comenzó con Lazos Rojos, consta de nueve capítulos incluyendo el prólogo y el epílogo del cual en su momento tendré una anécdota que contar. Habrá capítulos que como éste, son suficientemente largos para hacerme decidir dividirlos en partes.

 

Como siempre, mi cariño y estima a mi querida Anonima_z, Gracias por siempre estar allí.

Y también mi agradecimiento a Isilros... Muchas gracias por tu comentario, espero que continúes disfrutando de esta serie.

 

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Invierno y Primavera

By. Kari no Chiryu.

 

Continuación a: La Próxima vez que te enamores

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Capítulo I

Tánatos. Dios de la Muerte

[I parte]

------------------------* 1 *------------------------

El grito infantil atravesó sus sueños helando su corazón. Se sobresaltó encontrándose despierto y completamente empapado de sudor. La respiración se atrajo a sus pulmones con una boqueada de necesidad desesperada, asió las sábanas en puños intentando tranquilizarse.

"¿Usabi?". Ikki, volviéndose hacia Shun, murmuró medio dormido. "¿Una pesadilla?".

El menor de los hermanos suspiró limpiando su rostro con una mano pálida. Estaba a punto de decir, Sí. Pero el grito reverberó aún en sus oídos y profundo en su cerebro. "No sé". Contestó completamente desconcertado.

Ikki frunció el ceño sentándose. "¿Cuéntame?".

Shun suspiró apoyándose en los brazos consoladores. "No sé explicarlo, Oniichan... es una sensación extraña. No recuerdo nada más que un grito, alguien me estaba llamando, un niño... pero... no sé... fue una sensación... extraña". Dijo, impotente de explicarse mejor.

Ikki miró lo fijamente, Shun descansaba la cabeza en su hombro. "Quizás es el cansancio". Besó la cima de la cabeza castaña. "Ven, acostémonos". Ikki trajo a Shun consigo bajo las sábanas echando una mirada ligera al reloj sobre la mesa de noche. Eran sólo las once, no habían sido dos horas desde que ambos se acostaron a dormir.

Shun accedió fácilmente, convergiendo en los brazos de su hermano, aún estaba intentando ponerse cómodo cuando el teléfono repicó.

Un escalofrío recorrió la espina de Shun, odiaba recibir llamadas nocturnas, y después de ese sueño, su aversión se había magnificado.

"No contestes". Dijo Ikki abrazándolo más firme. El teléfono repicó un par de veces más antes que Shun comenzara a esforzarse en su asimiento. "Puede ser una emergencia, Niisan". Susurró temblorosamente al atender la llamada.

Ikki resopló sentándose de nuevo.

Miró el rostro de su hermano y cómo su expresión cambió de miedo a horror y rápidamente en urgencia. "De acuerdo, salgo enseguida". Fue lo único que dijo antes de colgar para comenzar a levantarse. Ikki lo sucedió en sus acciones. "¿Qué ocurrió?".

"Un accidente". Shun graznó cambiándose de ropa y buscando una chaqueta.

"¿Es Seiya?". Ikki jadeó con temor. "¡Oh Dios!, ¿es Seiya?, ¿es Shiryu o Hyoga, qué pasó?, ¿quién era?". La desesperación y miedo en la voz de Ikki parecían alcanzar a Shun. Por primera vez, Shun parecía verlo. "No. Oh Dios, no, no". Caminó a Ikki y lo abrazó. "No, mi amor, no son ellos, ellos están bien, ellos están bien". Ikki tembló en sus brazos pero se relajó con un suspiro. "Gracias a Dios". Le oyó decir.

"Es Makoto". Shun murmuró. "Sus padres tuvieron un accidente, él sólo atinó a darle mi número al asistente social". Ikki abrazó a Shun firmemente cuando el marco ligeramente más delgado se estremeció en sus brazos. "Está solo, sus padres tuvieron el accidente temprano, a las seis. Oh Dios, y yo lo dejé solo en la escuela. Lo dejé solo". Shun comenzó a llorar e Ikki lo consoló frotando su espalda.

Esa tarde, cuando recogió a Shun, vio al infante de pie a su lado, el niño puso mala cara, pero cuando Shun ofreció llevarlo a casa o quedarse con él, el pequeño simplemente había sonreído con dulzura en un cambio notorio de actitud, él abrazó a Shun y le dijo que sus padres debían llegar en cualquier momento. Shun esperó un momento más sin embargo y era sólo hasta que la directora ofreciera esperar con el niño cuando Shun accedió a marcharse.

Ikki mordió su labio inferior. Él supo que ese niño de once años era nada menos que la Muerte, el hijo de Shun. Su hermano había amado a ese niño siendo Makoto. Hades había amado a ese niño siendo Tánatos. Y él... por alguna razón extraña se encontró preocupado por la criatura de su hermano. Agitó los hombros de Shun de repente. "De acuerdo, Conejito. Termina de cambiarte, haré lo mismo, ¿tienes la dirección?".

Sollozando, Shun asintió. "Bien, entonces vamos". Besó la frente pálida antes de apartarse y ocuparse de su preparación personal. Cinco minutos después, Ikki estaba calentando el auto mientras Hipnos, después de haber insistido en ir, terminaba de cambiarse en ropas más presentables.

 

Después de preguntar en recepción, Ikki y Shun fueron dirigidos hacia la sección de asistencia social del hospital. Hipnos caminó silenciosamente detrás de ellos.

Un abogado del hospital los atendió de inmediato y explicó lo mas sucintamente la situación. Les dijo que en estos casos se llamó o se puso bajo la custodia de un familiar al menor de edad, pero al parecer el niño no tenía más familia que sus padres. Según los informes de tránsito y lo confirmaron los médicos, el padre había muerto casi inmediatamente en la colisión, mientras la madre aún estaba en la unidad de cuidados intensivos. El niño estaba en shock desde que le informaron del accidente y si alguien no se encargara de él, mañana en la mañana se pondría en custodia de los trabajadores sociales. Si la madre muriera, que era lo que pasaría con seguridad por la gravedad de sus lesiones, el niño entraría de inmediato en el sistema de adopción y se pondría en una institución estatal.

Aún a los ojos del extraño, Shun parecía aterrado, y lo estaba. Aterrado más allá de la creencia a las oscuras expectativas del destino de su niño.

No podía permitir ese giro del destino, no aún cuando fue el deseo de las moiras. Shun asintió al abogado y se apartó de inmediato para llamar a Shiryu. Una hora más tarde, Shun e Ikki habían convencido al médico de guardia para que le permitiera a Shun pasar la noche cerca de Makoto. Shun no quiso que el niño se despertara solo en un cuarto de hospital.

Ikki, acompañado de Hipnos (muy a su pesar) requirió información sobre el estado de salud de la madre de Makoto. Él ofreció poner todos los recursos económicos que fuesen necesarios si había alguna oportunidad que en otra clínica, o quizás traer especialistas de otros países... todo cuanto fuese necesario para preservar la vida de la mujer. Pero los médicos eran inexorables en su diagnostico, si algo salvaba a esta mujer sería un milagro y no dinero.

 

Shiryu encontró a Ikki en la cafetería del hospital, a Hipnos con él e Ikki parecía muy incómodo por la compañía. Ikki le explicó brevemente a Shiryu lo que había ocurrido y éste asintió entendiendo cada de vez en cuando. Al final, Shiryu dejó a Ikki prometiendo conseguir para Shun una orden del juez de menores de custodia temporal.

 

Shun observó con pesar al niño en la cama. De vez en cuando, Makoto sollozaría ahogando un hipo lastimero que rompía su corazón. Un milagro podría salvar a la madre mortal de Tánatos. La mujer que puso en el rostro de la muerte una sonrisa inocente.

Shun no la conoció íntimamente, pero sí lo suficiente para agradecer a los destinos su elección. Ahora, Tánatos debía sufrir por primera vez en carne propia la agonía de perder a un ser amado. Sus padres amorosos. Shun acarició suavemente la frente febril deseando que en su poder estuviera la decisión de cambiar lo sucedido.

Suspiró. Aún cuando su voto fue el más pesado en el tribunal divino, aún cuando pudo salvar el alma de ambos mortales... no había un cuerpo al cual restituirlas. El daño había sido demasiado severo y mientras él fue omnipotente en el destino de las almas, su poder no se extendía a la materia donde ellas residieron.

Las limitaciones en los dominios divinos habían sido la única garantía del equilibrio entre los olímpicos y los mortales. Incluso los dioses debían observar ciertas reglas y ser castigados si ellas se quebrantaban.

Shun cerró los ojos. Se sentía cansado y sus hombros ardieron de la posición tiesa en la silla de metal. Sentía dolor por la muerte de las personas que habían abrigado a su hijo, que le habían dado un sabor dulce de lo que realmente significó pertenecer a una familia. Su Makoto dulce había perdido hoy a sus padres. Dos buenas personas, como muy pocos que Shun había conocido. Lamentaba la muerte de esos dos seres maravillosos, pero lamentó más aún la perdida que sufría su niño.

Agitó la cabeza. Lo único que podría hacer ahora era asegurarse que ambos pasarían la eternidad, juntos y dichosos como lo habían ganado.

En cuanto a Makoto... abrió sus ojos azules y miró con fiereza asesina a quien era su sangre, su carne y su alma. Nadie, nadie iba a apartar a Makoto de su lado, aún cuando no pudo utilizar sus gracias divinas para conseguirlo, compraría la conciencia de quien fuera necesario para mantener a Makoto cerca de él... y el mortal que se atreviera a interferir conocería de primera mano por qué se les llamó mortales.

Observando el rostro bonito, Shun tuvo un pensamiento para su hermano y sus hombros se quejaron a la nueva tensión. ¿Cómo interferiría Makoto en sus vidas?. Sobre todo ahora que el mismo Hipnos ya estaba en casa --- sin mencionar que Ikki no era feliz por esto---. ¿Cómo convencería a Ikki para aceptar esta nueva presencia?. ¿Qué demonios iba a hacer?.

 

Ikki abrió un ojo para encontrar la mirada inquisitiva de Hipnos. Gruñó volviéndose a un lado para que Hipnos sólo pudiera observar su perfil. Hipnos lo exasperaba sinceramente, e Ikki no lo deseó cerca de él. Pronto amanecería sin embargo y entonces pasaría lo que tuviera que pasar.

Ikki había aceptado durante la noche la idea de tener una nueva presencia en casa. ¿Dónde iba a ir ese niño después de todo?.

Por alguna razón, la decisión de Ikki estaba un poco más allá de la simple lógica. Él sentía una extraña conexión con el pequeño, aunque éste lo aborrecía claramente. Oh sí, aún recordaba el día que los padres de Makoto los habían invitado a cenar.

La Señora Ikari hacía unas galletas de leche escarchadas que Shun amó, y para ser sincero, también él. De vez en cuando, Makoto le regalaría más de esas galletas y Shun siempre trajo a casa para compartir con él. Extrañaría las galletas de la Señora Ikari.

Agitando la cabeza, sus pensamientos volvieron a ese día en cuestión. Recordó cómo Makoto se esforzó en atraer más y más la atención de Shun hacia él y las miradas de soslayo lanzadas en su dirección. Ahora, sabiendo que ese niño era la muerte, entendió los celos y aversión que había visto en esos ojos infantiles. Confundido, cansado y hambriento, Ikki se preguntó si acaso Makoto lo odió más de lo que Tánatos había odiado a Persephone.

Ikki cerró los ojos apoyando su frente contra la pared fría. Dioses. Así como Atena y Poseidón habían pactado finalmente sobre Grecia y el mediterráneo. Hipnos y Tánatos, de alguna manera se habían reunido de nuevo al lado de Hades. Era como si la historia se forzara en repetirse. Y la consolidación a todos sus temores se encarnó en una muchacha de ojos verdes y cabello castaño. La hermana de Sorrento. La mujer joven encantadora que vibró con alegría simplemente al respirar. Cómo no iba a amarla Hades.

Ikki recordó una tarde cuando vino por Shun al colegio mucho más temprano que de costumbre. Pensó darle una sorpresa y sin esperarlo, bajó del auto y entró al colegio con una sonrisa corva a la voces que de los salones llenaron los pasillos amplios. La mueca se borró de su rostro al dar la vuelta en un pasillo y observar desde la esquina donde sus piernas se habían helado, a la mujer atractiva que sonrió alegremente a algo que Shun dijo. Su propio hermano, en la puerta de su aula, parecía indisputablemente feliz y el corazón de Ikki cayó a su estómago dolorosamente al contemplar el cuadro perfecto que ambos hicieron.

Salió sin una palabra, quiso subir al auto y correr, desaparecer, consumirse. Pero por alguna razón, se quedó allí esperando la hora de salida. No le dijo a Shun lo que había visto, o cómo esa tarde se había muerto un poquito. O cómo esa mujer, al salir del colegio alzó sus lentes oscuros para verlo y asegurarse que él supo que ella lo había visto, entonces sonrió suavemente y subió a su auto para marcharse sin una palabra o un gesto más.

Desde ese día, a pesar de las muchas inquisiciones de parte de Shun a su comportamiento abstraído, Ikki se negó a contestar, embaucándolo siempre en otra conversación, desviando su interés o simplemente siendo gruñón y obcecado.

Como amantes, Ikki saboreó con dolor cada toque de Shun sobre su cuerpo, lo bebió sedientamente y trató de sellarlos con llave para los tiempos que vendrían cuando esas manos ya no querrían acariciarlo y hacerle el amor.

Ikki mordió su labio inferior. No había aceptado la derrota aún. Aún permaneció al lado de Shun por cualquier oportunidad que pudiera tener para conservarlo. Si la había, se asiría a ella con todas sus fuerzas. Si no...

No quiso pensar en la otra probabilidad, porque más allá de su esperanza no había nada más guardado para él.

 

------------------------* 2 *------------------------

No eran aún las siete de la mañana cuando Shiryu y Seiya se presentaron ante Ikki. Seiya sonrió a la figura durmiente de Ikki, su cabeza apoyada en el hombro de Hipnos.

Hipnos inclinó su cabeza suavemente en reconocimiento a su presencia. "Ikki-sama". Susurró despertando al otro hombre.

"¿Hmm?". Ikki abrió sus ojos y pestañeó a la sonrisa suave de Shiryu quien estaba hincado ante él. El dragón puso sus manos en las rodillas de Ikki y sonrió. "Tengo el permiso del Fiscal de Menores, es temporal, pero nos dará tiempo. ¿Cómo está la madre de Makoto?". Ikki se estiró dolorosamente y si se dio cuenta que había estado apoyándose en Hipnos, no le dio importancia o lo ignoró simplemente.

"No sé". Ikki parecía desconcertado y pequeño. Shiryu, su contemporáneo en el grupo, sintió una gran ola de simpatía. Ikki parecía ‘Lindo'... que no era una palabra que se pudiera usar en la misma oración con el nombre del hombre... pero rizado, cansado y desconcertado, Ikki parecía simplemente demasiado tierno y precioso.

Hasta que bostezara como un oso justo en la cara de Shiryu. "No sé". Repitió. "No nos han dicho nada desde la madrugada. Shun se quedó con Makoto".

"Les traje algunas cosas, Ikki, vamos al baño para que puedas lavarte". Seiya sugirió asiendo su brazo. Ikki asintió rápidamente marchándose con Seiya.

Shiryu suspiró tomando el asiento de Ikki.

Aún era temprano, pero ya el pasillo del hospital comenzaba a llenarse de médicos y enfermeras... para no mencionar a los pacientes y familiares.

"Shiryu-sama, agradezco mucho lo que hace por mi hermano". Hipnos habló como caído del cielo.

Shiryu parecía sorprendido. "Lo hago por Shun". Dijo sin la intención de ser rudo.

Hipnos se encogió de hombros. "De cualquier manera, le agradezco".

"De nada". Shiryu asintió con una sonrisa suave. "Debes estar cansado también". Shiryu se puso de pie. "Por qué no me acompañas a la cafetería, le traeremos algo a los muchachos".

Hipnos no contestó, pero se puso de pie y caminó detrás de Shiryu.

Makoto había comenzado a sollozar en sus sueños, Shun trató de aliviarlo y hacerlo dormir de nuevo, pero el analgésico que le habían suministrado la noche antes había perdido su efecto, y con el llanto y el dolor, vino la conciencia. Cuando Makoto abrió los ojos estaba prácticamente en los brazos de Shun. Ambos llorando amargamente. Uno por sus padres. El otro por su hijo.

 

Shun se reunió con su hermano y amigos en el pasillo, Makoto junto a él asido fuertemente a su cintura. El niño no reconoció la presencia de ninguno de los amigos de Shun.

Shun más tranquilo ahora, bebió a sorbos el jugo de naranja que Ikki le dio e incluso logró que Makoto tomara un poco. Seiya se marchó un momento y regresó diez minutos después con un médico detrás de él. El hombre tendría alrededor de unos cuarenta años y parecía cansado. "Lo siento, no sabía que había familiares". Dijo monótonamente.

"¿Como está ella?". Shun preguntó suavemente, Makoto apretó su asimiento en él.

El joven médico sonrió mansamente. "Quizás no deba decirlo, pero creo que el milagro que no estábamos esperando sucedió". Makoto levantó su rostro por fin y miró al Doctor. El médico miró al niño esperanzado y sonrió sólo para él. "No quiero ilusionarlos". Dijo indulgentemente. "Pero la fe obra milagros grandiosos. Tengan fe, ella tiene fuerzas para lograrlo".

 

------------------------* 3 *------------------------

Shun intentó enviar a Ikki a casa con Hipnos, pero su hermano no se movió o dijo palabra alguna de negativa o afirmación, Shun suspiró sabiendo que su hermano había asumido su trasformación favorita: Bloque de hielo.

Después de un breve acuerdo, Shiryu se marchó con Seiya e Hipnos con la orden de cuidar a Eros y alimentarlo.

Shiryu por otra parte debió procesar desde ahora un juicio de tutela en caso que la madre del niño muriera, mas rogó que no fuera así.

Shun sentía su brazo derecho dormido donde la cabeza soñolienta de Makoto reposó, sin embargo, no tuvo el corazón para cambiarlo y mortificar su letargo, a su lado Ikki parecía una estatua de bronce y Shun podía sentir la tensión emanando de él.

"¿Oniisan, por qué no vas a comer algo?".

"...".

Bien, para toda su mortificación, Ikki lo recompensó con mucha ternura. Su hermano algunas veces lo sacaba de quicio.

El niño en sus brazos suspiró y Shun hizo una mueca de dolor a las punzadas en su brazo dormido.

Eran las tres de la tarde cuando un rubio coronó el pasillo y varias enfermeras y pacientes se detuvieron para verlo pasar. ¡Maldición!. Algunos doctores (mujeres y hombres) se detuvieron para verlo pasar.

Hyoga parecía olvidado de la atención recibida y con aire confiado caminó en dirección a ellos. Al ver a los hermanos Hanekawa, Hyoga sonrió y varias mujeres (y hombres) se estremecieron a la belleza deslumbrante.

Shun e Ikki no sólo notaron el acercamiento de Hyoga, sino también la ola de expansión (y víctimas) que la bomba rubia dejó a su estela. Ambos hermanos sonrieron interiormente con el pensamiento compartido de que Hyoga haría una gran carrera como actor de cine o algo...

Hyoga trajo para ambos una nueva ola de alivio y frescura después de casi veinte horas de espera y tensión. Makoto había sido tomado de nuevo al área de pediatría para comer y descansar e Ikki y Shun pudieron, junto a su amigo, relajarse tanto como era posible considerando las circunstancias.

No eran aún las cuatro cuando Ikki tragó una respiración pesada, dentro de su pecho su corazón dió un salto irregular. Se contuvo no obstante para no llevar la mano a su pecho y preocupar a su hermano más aún.

"Shun". Una voz femenina lo llamó. Ikki mordió su labio inferior al ver a Shun sonreír y levantarse para abrazar a la mujer recién llegada.

"Trem". Shun la besó en la mejilla. "¿Cómo es que estás aquí, cómo supiste?".

--¿Trem?-- Ikki gruñó e Hyoga sonrió furtivamente. Oh Cristo, Ikki está celoso.

"¿Qué es lo que yo no sé de ti, Shun?". Ella pestañeó un ojo verde pícaro. Ikki tragó la bilis amarga.

La mirada en el rostro de Tremaine cambió de risueña a seria antes de que Shun pudiera parpadear. "Lo siento mucho". Dijo y frotó el brazo superior de Shun, éste suspiró e Ikki se puso de pie para enfrentarla.

"¡Ella sabe!". Dijo incrédulamente y miró a su hermano mientras Hyoga, tan desconcertado como preocupado se puso de pie tras él.

Shun miraba a su hermano con culpa y dolor. "Ikki, escúchame, este no es el momento, ¿de acuerdo?". Los ojos de Ikki nadaron en dolor y traición.

"Sí, Shun, ahora ya nunca es un momento". Dijo calladamente, sintiendo de nuevo la presión dentro de su pecho, le hizo sentirse mareado y nauseabundo, pero moriría más bien antes de mostrar debilidad ante la mujer que se estaba intentando robarle su alma.

Shun, mientras enfrentando a Ikki, no vio la sonrisa satisfecha que la muchacha le dio a su hermano, pero sí el fuego de la ira en los ojos azules de éste. ---Irracional--- Shun pensó, Ikki era irracional como siempre, comenzó a molestarlo su terquedad.

Ikki deseó palmotear el rostro sonriente de esa mujer y borrarle esa sonrisa de triunfo, no estuvo consciente de haber tomado un paso hacia ella hasta sentir la mano de Shun en su pecho, se volvió hacia Shun para encontrar los gemelos de sus ojos y se enfrió al hueso al ver hastío en ellos, para él. "Ya basta, Ikki. No ahora". Le dijo cansadamente. Ikki sintió que su mundo estrelló y comenzó a caerse a pedazos. Shun estaba cansado de él. Finalmente. Cansado de sus celos y su incapacidad emocional y... de todo.

Shun estaba de pie entre él y esta mujer y él la eligió, se puso de su lado, la protegió... de él. La ola de nausea lo atormentó de nuevo e Ikki tragó el dolor y las lágrimas antes de asentir con orgullo. "Claro, Shun. Entiendo". Dijo suavemente y se alejó. Shun suspiró de nuevo e Hyoga parecía atónito.

Estaba esperando que Shun comprendiera lo que acababa de hacer, había preferido estar de pie junto a esta mujer que era cerca de desconocida para ellos, él prefirió tomar su defensa que explicar a Ikki. De hecho, Shun había despachado a Ikki sin tanto como una mirada. Y esa mujer tras él, Hyoga agitó la cabeza, él había notado las miradas intercambiadas con Ikki.

"¿Shun?". Hyoga parecía dudoso. "¿No vas a seguirlo?"

Shun levantó la mirada y la fijó firmemente en los topacios claros de Hyoga, el rubio vio en ellos el cansancio sí, pero también culpa, arrepentimiento y el dolor que parecía tan... sin edad. "¿Para qué?". Shun dijo finalmente y se sentó, Tremaine se sentó a su lado tomando una mano suya y confortándolo, Shun le sonrió mansamente e Hyoga sintió una prisa irracional de rabia contra la mujer.

"¿Para qué, Shun?, él es tu..." Tragó la última palabra, había estado a punto de invocar el automático: ‘amante', pero no pudo, no frente a la mujer... aunque Hyoga tuvo cada presentimiento al contrario. ¿Shun le había confiado algo así también?. "Él es tu hermano, Shun". Shun no parecía inmutarse a la pasión en su voz e Hyoga resopló. "Discúlpenme" Dijo con aplomo y se marchó en la dirección que Ikki había seguido.

Inhalando suavemente, Tremaine acarició sus dedos por el cabello castaño claro de Shun, entonces asiendo la cabeza castaña, la mujer joven lo atrajo impelentemente para descansar en su hombro, con un suspiro, Shun parecía contento de ceder.

"Quizás debiste ir a buscarlo". Ella dijo sin dejar de acariciar sus cabellos.

"Quizás". Shun estaba de acuerdo en un tono monótono.

"¿No le habías dicho?"

"No, nunca se dio la oportunidad".

"Uhu". Ella asintió. "Debiste buscar un momento".

"Quizás". Shun dijo y ella rió suavemente.

"¿Oh, Shun, dónde está el muchacho dulce y preocupado del que me enamoré?". Preguntó risueñamente. Shun se tensó un momento e intentó incorporarse pero ella lo afianzó.

"No desafíes a una Diosa". Lo reprendió recordándole su fuerza sobrehumana.

Él sonrió también fuera de su vista, y su sonrisa no tenía nada que ver con el humor. "No desafíes a un Dios". Le dijo, su voz clavada en amenaza y poder. Ella tembló ligeramente pero lo dejó ir de inmediato y Shun la miraba con ojos más oscuros que sus profundidades marinas usuales. "Es Ikki ahora". dijo. "Es Ikki y siempre será Ikki". Ella rodó sus ojos pero no antes de que él viera la herida.

"Sí, sí, Ikki, ya habíamos aclarado eso".

Los ojos casi índigos brillaron nuevamente en azul y el parecía apenado. "Trem,...". Se detuvo sin saber qué decir, pero ella sonrió no obstante, una sonrisa auténtica. "No te disculpes, no es como si tuvieras que decir algo al respecto, yo llegué tarde, ¿eh?".

Shun sonrió, una sonrisa dulce, aficionada. "Cuando el alma de Ikki se engendró ya era demasiado tarde para cualquier otra.

"¡Ah! y romántico también". Rió tontamente, aunque Shun supo que no había una iota de tontería en ella. "Pero todavía, tu hermano se fue y tú estás aquí conmigo y...".

"Y esta noche él dormirá en mis brazos". Su voz era grave nuevamente y la mujer hizo una pausa. Finalmente suspiró vaporosamente. "De acuerdo, bien. Sin embargo, coméntame qué ha pasado con el niño y su madre".

Shun se relajó. "Makoto ha estado muy callado y desconcertado, pero eso es de esperarse, su madre sin embargo muestra señales de recuperación y los doctores tienen sus esperanzas en alto". Sonrió suavemente. "Ella se recuperará, yo espero".

"¿También yo, pero qué pasará si no?".

"¿A qué te refieres exactamente?".

"A Makoto, ¿qué pasará si el niño pierde a su madre?, sin familiares él irá derechito al sistema gubernamental de protección y sabes cómo debe ser".

Shun se estremeció a los recuerdos de sus años en el orfanato. "No permitiré que eso suceda, por él y por nosotros, él es el dios de la muerte, no puede simplemente dejarse al cuidado de cualquiera".

"Uhu, eso lo sabemos tú y yo y el resto de los tuyos, ¿pero cómo se lo dirás al Juez?".

"Shiryu se está ocupando de los trámites legales".

Ella soltó una risa sarcástica. "Sí, Shun, y Shiryu es tan inocente como para pensar que algún Tribunal de menores le dará la tutela de un niño de once años a su maestro de primaria quien vive con otros dos hombres en circunstancias dudosas que no puede explicar".

Shun hirvió. "Supongo que tendrás una mejor idea".

"De hecho, sí". Ella sonrió. Shun pestañeó pero aún parecía dudoso. "¿Cuál?"

"¡Ah Shun!, dejemos que nuestro amigo el dinero sea nuestro abogado".

¡Oh!... A Shiryu no iba a gustarle eso pero él mismo había considerado la opción si llegaba a eso.

"Somos dioses, no tenemos por qué someternos a las leyes humanas".

"Pero nosotros pretendemos ser, no es justo imponer nuestra superioridad en ellos".

"Justicia nuevamente. ¿Shun es justo que esas ratas en el campo se alcen en las garras de las águilas, o que las águilas mueran de hambre si ellas no estuvieran en el campo?".

"No es lo mismo, las ratas no tienen conciencia de existir". Shun sonrió, amaba estas discusiones con ella, por eso ambos se habían hecho tan íntimos, ambos eran muy similares y él hablaba con ella lo que no pudía decirle a nadie más, ella no lo juzgaría sino que al contrario lo halagaría a hundirse en su lado oscuro y luego lo acompañaría a resurgir.

Ella sonrió también. "Sí, ¿pero acaso si las capturas no le duele?, y si las cortas ¿no sangran y chillan?".

"Ajá, y las otras ratas en el campo lloran su muerte pero continúan con su vida. Trem, tengo al infierno lleno de ratas". Ambos rieron pero después de un rato, Shun suspiró surgiendo de su lapsus pequeño.

"Me gustaría intentar primero por las vías convencionales, si no se puede, entonces...".

"Si no se puede, sólo déjame el resto a mi, ¿de acuerdo?, sólo tienes que llamarme y ese niño será legalmente tu hijo antes de que puedas chasquear tus dedos". Y ella chasqueó los suyos para el efecto.

 

Hyoga no encontró a Ikki, su mirada viajó a lo largo de los pasillos, revisó los baños, la cafetería, la calle, la recepción, y los patios... Ikki no estaba en el hospital. Hyoga suspiró y levantó la mirada al cielo claro de la tarde, una brisa fría sacudió sus cabellos largos y sonrió a pesar de su preocupación. Pronto vendría el invierno, su época favorita del año. Hyoga abrió los ojos y sonrió nuevamente al correr al hospital.

---¿Cómo no se me ocurrió antes?---

 

Ikki estaba sentado contra una pared en la azotea, sus rodillas se alzaron contra su pecho y entre ellas Ikki acunó fuertemente su brazo izquierdo. Hyoga caminó a él en silencio y así silenciosamente se sentó a su lado.

Ikki levantó el rostro hacia él, sus ojos estaban llenos de herida y dolor, pero tan ecuánimes como siempre, secos y duros, retándolo a decir algo o tratar siquiera de consolarlo.

Mordiendo su labio inferior Hyoga volvió su mirada al cielo nuevamente.

Recordó de repente un momento hace tiempo cuando en la lucha contra Poseidón y su particular caída contra Leunades, Ikki había evitado mirarlo para evitarle la vergüenza de su debilidad, fue en ese momento que había comprendido el valor de la amistad de un hombre como Ikki y había jurado resarcirlo algún día, y parecía que finalmente ese día había llegado.

Ikki no fue físicamente expresivo, incluso no verbalmente expresivo, sobre todo cuando se trató de sus propios sentimientos, en eso, ambos fueron iguales. Hyoga no pudo darle un abrazo o una palabra de consuelo, él no sabría cómo e Ikki probablemente lo mataría para todo su problema. En cambio, le dio silencio en su compañía, silencio en el que Ikki parecía relajarse, incluso ese asimiento en su brazo.

El silencio era a veces la mejor palabra de consuelo.

 

------------------------* 4 *------------------------

 

Hyoga e Ikki caminaron lado a lado hacia el pasillo que durante el día los había alojado. No encontraron a Tremaine con Shun, en su lugar estaban Seiya y Shiryu. Ikki parecía relajarse una ínfima fracción más, pero en la equivalencia Hyoga parecía vacilarse en sus pasos. Aún ahora... todavía dolía verlos juntos...

Shun los notó acercándose antes que los otros dos, sus ojos se clavaron en el rostro de Ikki, rostro tan expresivo como el de un busto de mármol, sus ojos llevaban una suplica en ellos pero Ikki no cedió ni una iota de su espacio. La atención de Seiya se volvió a ellos y él sonrió alcanzando a Hyoga e Ikki antes de que estos unieran al grupo.

"Ikki-sempai, Makoto podrá irse con ustedes esta noche". Seiya sonrió asiendo un brazo de Ikki. "Esta noche dormirán en su propia cama".

Ikki levantó una ceja e intentó no resoplar a las extravagancias de Seiya.

"Buenas tardes, Ikki, Hyoga". Shiryu saludó y ambos cabecearon en su dirección.

"¿Puede salir?". Hyoga preguntó refiriéndose a Makoto.

"¡Oi!". Seiya se quejó dándole un golpe juguetón en el pecho. "¿Qué no crees en mi palabra?".

"Honestamente no, Seiya". Hyoga dijo al sonreír y tomar la mano pequeña cuando Seiya repitió su golpe. Él nunca dejó de sorprenderse al contraste en color, en textura, en tamaño, Seiya era tan pequeño y suave y sencillamente lindo... De repente Shiryu aclaró su garganta e Hyoga comprendió que aún sostenía esa mano pequeñita. Seiya parecía haber estado bajo el mismo hechizo porque apartó su mano como si se hubiese quemado y se acercó a Shiryu furtivamente, su rostro bajo para ocultar su rubor.

Ikki pestañeó un par de veces antes de encogerse de hombros sutilmente y acercarse a Shun. "¿Cuándo puede salir?".

"Ahora mismo podemos recogerlo, sólo te esperaba". Su voz era suave y suplicante pero Ikki aún se negó a dejarlo entrar a través de las nuevas paredes que había construido en su corazón.

"Vamos entonces".

 

Mokoto había estado antes en esta casa, pero ahora no tuvo el corazón para disfrutarse en la visita.

Durante la cena se sentó a la mesa sólo pellizcando de vez en cuando su comida. Las miradas hostiles enviadas en dirección a Ikki tampoco estaban allí. Y no notó a Hipnos en absoluto.

Cuando Eros se acercó a él en un momento dado, emocionado y agitando la cola, Makoto simplemente lo ignoró y el perrito bajó la cabeza con un lamento ínfimo. Shun mordió su labio cuando el niño pidió acostarse, su voz se rasgó y comenzó a llorar.

Ellos habían preparado la habitación contigua a la alcoba principal. Shun abrazó al niño que por segunda noche lloró hasta quedar rendido del agotamiento.

Con un alma afligida, Shun caminó a su habitación. Ikki ya se había acostado y estaba leyendo un libro que Shun aún no podía recordar de qué se trataba. Ikki lo ignoró por completo cuando Shun atendió sus abluciones nocturnas, y cuando regresó del baño en sus pijamas y se metió a la cama, Ikki continuaba con sus ojos fijos en el libro.

Diez minutos después Shun suspiró, porque en todo ese tiempo, Ikki no había pasado una sola página.

"¿Ikki?". Shun probó las aguas.

"Dite". Ikki gruñó cerrando de golpe el libro y brillando con furia apenas contenida.

Shun casi brincó fuera de la cama por el poder asesino que exudó su hermano, pero algo más lo había congelado al hueso.

"¿Cómo me llamaste?".

"¿Qué?".

"¿Cómo me llamaste?".

"¿Cómo que cómo te llamé?, SHUN, te llamas Shun ¿o ya te cambiaste el nombre?". Ikki salió de la cama y estaba a punto de arrojar el libro contra la pared de la alcoba pero recordó de inmediato al niño al otro lado. Inhaló profundamente y en cambio lo dejó caer en su escritorio.

"Me llamaste Dite". La voz de Shun dijo íntimamente detrás de él e Ikki se dio la vuelta. Los ojos de Shun eran salvajes y oscuros.

"¿Dite?, ¿por qué mierda iba a llamarte así?".

"No sé, Ikki, tú dime". Shun vibró con ira, algo salvaje y original lo poseyó al asir los hombros de su hermano sacudiéndolo. "¿De dónde lo sacaste?, ¿dónde lo has oído?".

Las uñas se clavaron en la piel morena, la respiración de Ikki se acortó y su pecho hirió al odio líquido en los ojos de Shun. "No sé de qué hablas". Ikki apeló intentando calmarlo. "Por qué te llamaría así, nunca he oído ese nombre antes".

"Yo sí". Shun gruñó. "No vuelvas a repetirlo. Nunca".

"Shun". Ikki tragó. "Me estás hiriendo, Shun". Dijo tratando de razonar con él.

Parecía funcionar porque los ojos de Shun fluctuaron y de nuevo eran azules. Sus manos dejaron los hombros de su hermano y pudo ver por fin las manchas pequeñas de sangre y las rasgaduras diminutas en la camisa blanca de algodón.

"Ikki". Shun chupó en su respiración, aterrado por haber lastimado a su hermano. "Déjame sanarte". Sus manos fueron de nuevo a los hombros de Ikki, pero esta vez el toque era manso. Ikki parpadeó, desconcertado por las palabras, pero entonces, energía dorada surgió de las manos de Shun y hacia su piel; caliente y poderosa, debió quemar y quemó, pero no había dolor, había consuelo y... amor... y...

No era Shun, era Hades. Hades sanándolo con su poder divino, Hades quien lo había herido. Porque Shun nunca lo haría y Shun quedó cada vez más atrapado en el alma del dios. Shun estaba agonizando en él y él estaba perdiéndolo... y su amor.

Ikki gimió y palmoteó las manos lejos de él.

"Ikki!". Shun susurró dolido.

"No me pongas las manos encima".

"Ikki!". Los ojos de Shun ensancharon.

"Eres Hades ahora, antes, qué estás esperando, por qué no acabas de tomar a tus niños y regresar al infierno. Tú puedes hacerlo, eres un dios. Ya deja de atormentarme".

"Yo soy Shun".

"Hades. Mi Shun... él, él ya casi no se ve en tus ojos... él...

"Yo". Shun dijo firmemente recogiendo una mano de Ikki y apretándola contra su propio pecho. "Yo, mi amor". Susurró, sus ojos llenos de lágrimas y su voz cortada y suplicante.

La mirada azul océano, la suplica y el arrepentimiento fue impoluto a través de ese contacto, el calor bajo su mano y el latir del pecho de su hermano. Su hermano, su hermano antes que nada más. Y él no quiso, no pudo perderlo.

Ikki lo abrazó desesperadamente. Sentía perder la razón.

Mucho antes que Shun, él supo que su hermano era Hades y así lo aceptó y amó. Pero ahora los celos estaban comiendo su alma a pedazos. Él podía perder a su amante.

Pero no pudo perder a su hermano. No.

"No...". Por favor, no, Dios...

"Shhh...". Shun acarició su cabello. "Está bien, Ikki, está bien".

Shun halagó a Ikki a la cama, le hizo cambiar de camisa, y notó, los rasguños habían sido sanados antes de que Ikki lo hubiera empujado, él dio un agradecimiento silencioso por ello.

Ikki se apoyó en su hombro cuando ambos se abrazaron para dormir, piernas y brazos se enredaron y Shun dio un pequeño suspiro en su cabello al acariciar su espalda.

"Te amo".

"Sí". Ikki dijo suavemente pero parecía incrédulo.

"Te amo". Shun repitió.

"Uhu". Ikki bostezó buscando más calor bajo las sábanas y en Shun.

"Te amo".

Ikki frunció en entrecejo y se levantó para ver el rostro de Shun. "¿Algo que estés tratando decirme?".

"Te amo". Shun lo miró con devoción imperturbable.

"Y continuarás diciéndolo...". Ikki incitó.

"Hasta que me creas, porque te amo".

Una sonrisa diminuta adornó el rostro moreno, bajó para darle un picotazo a Shun en sus labios y establecerse de nuevo para dormir. Shun todavía le debió, y muy caro, por lo que había pasado más temprano, pero ya habría tiempo para eso.

 

------------------------* 5 *------------------------

Los días siguientes transcurrieron en un borrón de sucesos.

Ikki estaba a punto de dejar la oficina para pasar recogiendo a Shun por el colegio cuando éste abrió la puerta y corrió a él abrazándolo. Ikki casi se desmayó de la impresión cuando Shun le informó uniformemente que había abandonado su cargo como maestro.

El cuerpo del padre de Makoto continuaba en la morgue del hospital, esperando por la recuperación de la Señora Ikari que agradecidamente mejoraba con los días. Shun se pasó mucho tiempo en el hospital aunque nunca llevó a Makoto porque el niño no sería admitido en la unidad de cuidados intensivos.

Hipnos demostró ser capaz de cuidar de su hermano aún cuando éste no lo recordaba. Lo que Shun no pudo explicarse fue el recelo obvio de Makoto hacia Hipnos, a veces parecía como si Makoto prefería estar con Ikki que con su hermano, y esas eran palabras mayores. Los gemelos habían sido inseparables y la química entre ellos no parecía estar fluyendo, sin embargo, Shun no le dio mucha importancia debido a las circunstancias actuales.

Shiryu le dedicó mucho tiempo al caso de la custodia de Makoto aunque no siempre con buenos resultados. Ya los trabajadores sociales estaban haciendo muchas preguntas por la relación de Hipnos con los hermanos Hanekawa y su lugar en la casa de éstos.

Shiryu movió algunas influencias y dinero y proveyó de una nueva identidad civil e historial de una vida ordinaria a Hipnos. El tribunal no parecía satisfecho, pero era suficiente por los momentos.

El jueves en la mañana, Shun recibió una llamada urgente en la casa y tras ella, salió al hospital. A las nueve de la mañana de ese día, la señora Ikari Michiru salió del coma y dos horas más tarde se trasladó a una habitación privada.

Shun entró en la habitación y encontró a la mujer pequeña y extremadamente frágil sollozando por la muerte de su esposo, cuando ella lo vió, sonrió trémulamente extendiendo una mano. Él la abrazó cuando ella lloró amargamente la perdida de su consorte y Shun simplemente acarició su cabello.

No tuvo ni siquiera que imaginar cómo se sentía para ella, él supo, pero el tiempo sanaría las heridas... aunque siempre quedaron las cicatrices.

El rostro de la mujer aún golpeado y triste conservaba toda su dulzura y belleza, ella, con los mismos ojos castaños de Makoto le agradeció por cuidar de su hijo, insistió en repetir que nunca tendría cómo pagarle y que ella sabía que Makoto estaba en buenas manos con él.

Los médicos lo sacaron de la habitación diez minutos pasadas las doce del día. El médico de cabecera insistió severamente que Ikari-san debía descansar para recuperarse prontamente, pero autorizó a Shun, aunque renuentemente, para traer al niño de la mujer a verla esa misma tarde.

La sonrisa de Makoto iluminó la tarde fría de comienzos de noviembre. Él estaba un poco nervioso e inquieto, pero Shun frotó los hombros pequeños y su sonrisa ensanchó.

Shun entró al hospital llevando de la mano a Makoto y a su lado caminó Ikki. Él le pidió a Ikki sostener a Makoto mientras intentaba localizar al médico para que autorizara el permiso por escrito. Sorprendentemente, Makoto tomó una mano de Ikki, cuyas cejas se elevaron ligeramente en asombro. Shun sonrió al alejarse por el pasillo. No diez minutos mas tarde, Shun regresó con el médico y los cuatro caminaron juntos a la habitación de Ikari Michiru.

Shun fue el primero en entrar, su sonrisa se vaciló un momento al encontrar a Shiryu en la habitación, pero el Dragón le sonrió y se apartó para que la Señora Ikari pudiera ver a sus visitantes. Makoto entró de la mano de Ikki, al ver a su madre sus ojos se llenaron de lágrimas y exclamó alegremente su felicidad. Shiryu recogió su maletín y un par de papeles al apartarse para que el muchacho pequeño tuviera su lugar al lado de la cama de su madre.

La Señora Ikari extendió sus brazos con alegría para él, el niño que contra todo pronóstico había vivido dándole a ella y su esposo el regalo más precioso de sus existencias.

Makoto, mansamente, recogió a su madre en brazos mientras ambos lloraron, él era ahora casi de su estatura y ella se sentía tan pequeña y frágil en su abrazo.

Sobre el hombro de Makoto, ella miró a Shun e Ikki, los orbes castaños estaban serenos yermamente... aterradoramente apacibles. Ella apretó el sostenimiento en su hijo, legando la fuerza a sus músculos débiles.

"¿Mamá?". Makoto preguntó temblorosamente sintiéndola desvanecerse en sus brazos. Ella se apartó y lo miró a los ojos con amor imperturbable.

"Te amo". Susurró y sólo él la oyó.

"¿Mamá?".

Ella cerró los ojos con un suspiro dulce y una sonrisa en sus labios, Makoto la sostuvo esperando que sus ojos se abrieran de nuevo para que explicara si se sentía mal.

Pero sus ojos no volvieron a abrirse.

El médico detrás de Ikki corrió a la cama ya preparando su estetoscopio, Shun abrazó a Makoto que se esforzó por quedarse con ella pero no prevaleció sobre la fuerza física de Shun. El médico tomó el teléfono de repente y marcó un sólo número, la charla técnica se chorreó a cualquiera que contestó al otro lado de la línea y al colgar, se volvió a ellos como un huracán y los despidió de la habitación.

Shun se esforzó con Makoto para sacarlo, Shiryu e Ikki ya habían salido y ayudaron a Shun con el muchacho cuando un grupo de médicos y enfermeras entraron en la habitación acarreando unos aparatos consigo. La puerta de madera se cerró detrás de ellos y Makoto, cuyos ojos estaban fijos en esa puerta amarillenta, clamó dolorosamente llamando a su madre.

Partió el corazón de Shun oírlo e incluso Shiryu tragó el nudo en su garganta.

Makoto dejó de esforzarse de repente y sorprendiéndolo de nuevo, se deshizo de su abrazo para afianzarse a la cintura de Ikki.

"Mamá". El niño lloró. Ikki cerró los ojos abrazándolo firmemente. Makoto procedió simplemente a hacer eso, llorar en su hombro... porque supo que detrás de esa puerta su madre estaba muerta.

A las diez de la mañana del sábado, el Señor y la Señora Ikari fueron enterrados juntos.

------------------------* t.b.c *------------------------

 

© Kari no Chiryu. Marzo 2003.- Marzo 2008.

Atena y Poseidón pactaron, después de muchas guerras, sobre el mar mediterráneo [Ellos incluso se disputaron a Teseo como su héroe... si desean saber más al respecto, pueden preguntar o buscarlo en internet]

 


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