Prologo:
>>…Era una sutil sortija con detalles demasiado delicados como para no ser codiciada, se decía que el rubí rojo que llevaba incrustado era un obsequio de un Dios como muestra de un gran amor por la humana a la que se lo obsequio, gracias a el rubí ella consiguió ver siempre que quisiera a este dios que le profesaba su amor, a pesar de que no sentir nada por él el simple orgullo femenino le hacía aceptar sus visitas, hasta que un día quedó embarazada de este, la sortija quedó como promesa a sus descendientes de que siempre que su sangre la llevase existiría alguien que le protegería y cumpliría todos sus deseos sin importar cuales fueran estos…entonces ocurrió lo que todo el mundo temía, uno de los descendientes de este dios que heredo la sabiduría infinita y con su sangre engendro futuras generaciones de gran poder deseó poseer el mundo, entonces inició lo que en esa época se conoció como la dictadura, un gran imperio consumido por la ambición de un solo hombre que murió gracias a su propio pueblo.
>>Tras esto, generaciones conscientes custodiaron el rubí siendo conscientes del poder que tenían en sus manos y supieron emplear con sabiduría y desempeño su labor, pero las generaciones se hacían cada vez mas poderosas hasta el punto de que algunos de los poderes del dios se vieron representados en ellos, a unos la habilidad de crear, otros de destruir, unos de controlar y otros de crear agitación, con lo singular de la vida el conocimiento del secreto se fue perdiendo, hasta que el anillo pasó a ser para sus dueños un simple ornamento…
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Se escuchaba el sonido de las bocinas de los coches sonando en las calles alrededor suyo mientras caminaba con la mirada perdida entre las letras de un libro que leía con suma atención ignorando todo lo que estaba a su alrededor que pudiera causarle cualquier clase de distracción, caminaba con la agilidad de quien conocía el camino de memoria, se detuvo un instante y levantó la mirada al cielo cerrando los ojos azul cielo profundo (con cierto alo turquesa pero mas azul que verde) con fuerza en un intento por descansar la vista obsequiando a todo transeúnte una vista de su sutil perfil, tenía las facciones finas al igual que el rostro, de una delicadeza tal que resultaba femenina hasta el punto de llegar a confundirlo.
Con el cuerpo delgado pero agradable a la vista, el pelo rubio claro algo corto con dos mechones en la parte delantera de la cara que caían hasta el inicio de su cuello, sin duda quien lo mirase de frente le confundiría con una linda chica mas llamativa por su aspecto inocente que por un físico despampanante, pero en realidad Christian no era ninguna chica.
Continuó su caminata con el libro de tapa gruesa en la mano mientras ahora llevaba los ojos clavados al frente y su rostro tenía la linda expresión de un niño que va a donde le obligan, dejó escapar un suspiro de resignación mientras era consiente de que estaba a medio camino de llegar al aula de clases, era estudiante de la universidad de Ámsterdam y la verdad era que, muy a su pesar tenía que admitir que lo que había empezado como una divertida aventura terminaba de manera muy poco normal, su personalidad era voluble, a veces introvertido y tímido, otras veces muy sociable, la verdad era que la mitad de la universidad lo conocía aunque el podía recordar los nombres de muy pocos.
Distinguió la entrada a la facultad de ciencias y agradeció no estar tomando medicinas como algunos de esos locos que estaban allí abriendo cadáveres e inyectándoles formol, o no, el estudiaba algo que amaba y que realmente le sentaba de maravilla, ingeniería en sistemas (ignoro si dan eso en esa universidad pero por ahora digamos que si) subía las escaleras mientras repasaba el material grabado en su memory usb, llegó a la puerta del aula y constató que esta estaba totalmente bacía, sonrió para si, era uno de esos momentos en los que era introvertido y realmente quería estar leyendo un ejemplar de un libro bastante bueno, dejó su bolso de cuadernos sobre la mesa y se sentó en su lugar mientras abría el libro perdiéndose nuevamente en la gama de palabras y frases profundas mientras una sortija se dejaba entrever en su dedo meñique, una sortija con un pequeño rubí incrustado.
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-aún no estoy de acuerdo- dijo una voz masculina que parecía molesta.
-esta discusión es inútil, Kamus irá a cumplir con lo prometido en el debido caso de que el chico descubra como llamarle por primera vez, no tienes que estar de acuerdo, pero por lo menos yo pienso cumplir mi promesa- le dijo una voz calmada, el dueño de esta se puso de pie y salió de la sala hasta llegar a otra ya invadida por un personaje especial, le sonrió al sujeto que despedía una ligera luz azul de su cuerpo y le miró atento un minuto- escucha Kamus, debes estar atento, en cualquier momento podría ocurrir, quiero que sea lo que sea que el desee se lo des sin importar lo que represente.
-por supuesto-aseguró el otro con su mirada clavada en el dios, una mirada fría y vacía de toda emoción, sin duda aquel era su mejor elección, una creación capaz de amar y odiar infinitamente, el chico se dio la vuelta caminando en silencio en dirección contraria provocando que su silueta desapareciera poco a poco.
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-¡¡al fin terminó esa clase!!!-expresó Estephen en voz alta dejándose caer en el banco junto a su rubio amigo quien tan solo le miró irritado unos segundos.
-si tan mal te cae la clase entonces ¿por que no te matriculas para otra carrera?-le preguntó algo desafiante, mas como un consejo que como un regaño a lo cual su amigo suspiró, ya lo había entendido hace mucho tiempo, su amigo odiaba aquella carrera, solo la había escogido por que él estaba allí.
-eso no importa ahora Christian-le dijo Estephen colocando las manos detrás de su nuca- tienes dos días leyendo ese libro y al parecer no puedes despegar los ojos de el, es tan bueno?
-así es-se limitó a contestar mientras enterraba su mirada en el libro de nueva cuenta, luego reparó en la hora y se puso de pie-lo siento, tengo que irme a casa, nos vemos después-terminó alejándose del lugar con los ojos clavados en el ejemplar mientras su amigo lo contemplaba alejarse con un suspiro.
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Miraba distraído la sortija en su dedo, en el mismo instante en el que llegó se dejó caer en la cama boca arriba y había levantado la mano derecha contemplando ensimismado la sortija, no sabía por que pero ese rubí siempre tenía el mismo efecto sobre él, no podía apartar los ojos de aquella piedra, conocía perfectamente la historia familiar de aquella sortija, que había pasado a todo primogénito de la familia cumplida cierta edad.
Había algo de su vida que realmente nunca le había contado a nadie, a medida que fue creciendo, algo creció con él, un poder que no podía explicar, por eso siempre se mantenía distraído, le asustaba lo que podía llegar a hacer, entrar en la mente de los demás y hacer que hicieran lo que él quisiera, ver sus recuerdos y usarlos en su contra, había algunas cosas que era mejor no descubrir.
Suspiró, era algo que no podía controlar, cuando sucedía perdía energía, se sentía mas cansado de lo que debería estar, con un suspiro se puso de pie y se acercó a la pc, la encendió y puso música mientras se desnudaba para entrar al baño, una ducha caliente después de un examen de PHP siempre ayudaba, y mas si su maestro no es ningún estúpido a quien poder engañar con facilidad.
Con parsimonia se encaminó al baño dejando el rastro de su ropa tirada en suelo con descuido, llegó al baño y miró el reflejo de su propio rostro en el espejo para luego abrir la puerta de la bañera y entrar a ella, abrió la ducha y se metió de lleno bajo el caño sintiendo como las gotas de agua tibia caían por sobre su pálida piel, dejó escapar un suspiro, se sentía realmente relajado, el día le había parecido realmente largo y pesado desde el momento en el que entregó su proyecto hasta el instante en el que le tocó explicar absolutamente todo a pesar de formar parte de un grupo, suspiró, realmente ya no valía la pena pensar en ello.
Salió del baño con una toalla enrollada en la cintura y se dispuso a cambiarse con un sweater negro de mangas que cubrían hasta la mitad de su palma y unos jeans con agujeros intencionados rematado con una cadena colgando de su cintura, se sentó en la cama y miró el monitor de su pc que reproducía una canción de simple plan que le encantaba, tarareó las notas de la melodía mientras repasaba sus actividades para esa noche, lo más relevante hasta ahora parecía ser el proyecto que tenía que terminar, saldría un instante a la calle, esperaría que oscureciera leyendo el libro en el parque y después regresaría a casa.
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La calle estaba atestada de personas hasta mas no poder, no entendía como era posible que a las 12:30 del medio día hubiera tanta gente en la calle, suspiró con resignación haciéndose a la idea de que el silencio del cual creía iba a disfrutar realmente iba a ser menor que nunca, llegó a su ubicación favorita, una alfombra de verde hierva con un banco cobijado por un árbol lo bastante alto como para hacerte poderte entre su copa.
Tomó asiento en el sin percatarse de la cantidad de ojos que se fijaban en él, o mas bien sin prestarles atención, estaba acostumbrado a aquella clase de atención, suspiró por ultima vez antes de despedirse de Londres y de sus habitantes y viajar momentáneamente hasta Paris, al Louvre y a ayudar a Robert Langdom con el código para hallar al santo grial (NA: ¿se nota tanto que soy admiradora de Dan Brown? ^_^), sus ojos se movían con velocidad por sobre las palabras ignorando todo cuanto le rodeaba.
Ya estaba muy metido en su lectura cuando se percató de la presencia de alguien mas ante él, se decidió a hacer lo mismo que hacía cada vez que sucedía algo como aquello, ignorarle hasta que el sujeto se hartara y se largara, aún no conseguía entender si es que le han visto cara de fácil abordaje, ¡que nadie se daba cuenta que solo deseaba estar solo! tras unos instantes de leer el mismo párrafo repetidas veces sabiendo que no conseguía entenderlo decidió levantar la mirada y la clavó en el sujeto ante él, al instante se dio cuenta de que había cometido un error al ignorarle.
Le examinó con la mirada manteniendo el rostro sereno con la expresión seria y hasta un tanto infantil que siempre e acompañaba, el sujeto tenía la típica pinta de un vulgar ladrón o violador o acosador o todas juntas, con pantalones de tela y un abrigo negro, la mirada de psicópata suelto y el pelo con corte militar, un par de arcillos en las orejas y un horrible aro rematando su nariz para colmo el pelo lo levaba teñido de verde fuerte tan llamativo que era imposible no verlo, con respecto a su rostro no había nada en particular a parte de la sádica sonrisa pintada en sus labios.
-¿Qué tal?-le escuchó decir con voz rasposa- ¿me acompañas a dar un paseo?-le preguntó con la sonrisa mas ancha que antes.
-no gracias- contestó fríamente clavándole los ojos con una obvia amenaza en ellos, “o te alejas o eres hombre muerto”
-no creo que tengas alternativa- exclamó el otro mostrando un arma por debajo del abrigo, una magnum negra capaz de asustar al mas valiente de los hombres, un brillo infame apareció en los ojos del peli verde mientras veía como el rubio se ponía de pie resignado, su rostro no mostró miedo en lo mas mínimo, mas sin embargo le acompañó sin una queja.
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Sus ojos se clavaron en las figuras masculinas que caminaban una junto a la otra, escrutó ambas figuras con evidente atención tratando de descubrir que era lo que no concordaba, sabía que aún no era tiempo de meterse en la vida del rubio, que aún no le había llamado como se suponía que tenía que hacerlo, pero algo le decía que no estaba del todo a gusto con aquel sujeto de cabello verde, si había adquirido suficiente información del muchacho entonces sabía perfectamente que este no pediría ayuda, ni siquiera lo intentaría, trataría de salir del lio él solo.
Cerró los ojos debatiéndose que hacer, de aparecer sin ser llamado estaría rompiendo las reglas y pagaría de alguna manera por ello, pero sería peor si dejaba morir al muchacho, a pesar de la distancia a la que estaba de ambos y de la poca conexión (casi inexistente) que existía entre ambos podía sentir su miedo, aún seguía siendo un crio con ganas de creerse hombre.
Los vio desaparecer entre las sombras de un callejón aún dudando de si aparecer o esperar, aparecer significaría romper las reglas y esperar significaría correr el riesgo de que sucediera lo peor, entornó sus orbes grises consiguiendo divisar la silueta de ambos y con un suspiro se puso en camino, no estaba dispuesto a perder a su protegido, no ahora.