La habitación envenenada por una mezcla de sexo y sudor. El aire como cortina espesa que se ciñe sobre los 2 cuerpos temblorosos oprimiendo las cansadas gargantas de las que no broto ni una sola palabra. Ambiente caluroso a pesar de que la agresiva tormenta que arreciaba afuera del colegio.
A su lado, Dracco soltó un suspiro resignado. Permanecía de espaldas, los ojos cerrados fijos en el techo oscuro de la habitación. Gotas de sudor corrían por sus pálidas mejillas, dándoles un brillo inusitado a los marcados pómulos para después recorrer traviesas la linea firme de su mandíbula.
Suspiro una ves mas y volvió a medias el rostro para mirar a su acompañante. El chico temblaba sin control, sus ojos, fuertemente cerrados, no permitían ver su vello color esmeralda. Es por ello que destrozo los lentes de montura redonda que el tanto cuidaba, pero ahora ya nada de eso havia valido la pena. Y no es que tuviera la menor importancia solo le gustaba ver el terror en los ojos de sus victimas.
--A un no e terminado con tigo Potter, dijo Dracco.
Los hombros de Harry se sacudían sin control al pausado ritmo de su llanto. Dracco lo observaba entre satisfecho y confuso, sin poder decidir cual emoción era la mas adecuada. Desesperación era lo que sentía Harry. Satisfacción, si, era la mas adecuada a juzgar por la situación. Con cierta persa, Dracco se levanto de la cama y la rodeo hasta llegar frente a Harry, alquilado para su enfermiza diversión. Haciendo caso omiso a los sollozos desgarradores y dolorosos, aparto las sabanas de seda azul cielo que cubrían el cuerpo mancillado de Potter. Observó con ojos aliviados la inocencia de su compañero de clase y sonrió al mismo tiempo que apartaba con un movimiento casual pero sutil el fino cabello negro que le cubría los ojos.
Draco fue capaz de robar la pureza del alma de ese niño y la rompió como una muñeca de porcelana cuando se toma con demasiada fuerza. Pero Harry aun no pedía clemencia, aun no imploraba piedad, que Dracco no estaba dispuesto a darle. A un faltaba a su juego un detalle insignificante, y el no tiene por costumbre dejar las cosas a medias.
El cuello de Harry es taba marcado con finos mordiscos, y alguno que otro hilo de sangre brotando de su piel tersa y suave. Fluido que se esparcía por las ropas de cama manchando el débil cuerpo de Dracco. Sangre que bañaba apasionada mente los muslos blancos y la piel secreta de la entrada de Potter.
Dracco deseaba destrozarlo hasta que Potter clamara un poco de piedad, hasta que deseara morir en sus brazos, tenerlo a le como su última visión, matarlo lentamente torturarlo: algo placentero. Con fuerza atrapo los labios temerosos en un beso muy violento, hasta que esa tierna y dulce boca sangro. Mordió débilmente el labio inferior, escudando a lo lejos, como un recuerdo los gemidos de Harry.
--Te devorare, te desgarrare y soñaras con migo día y noche, para que te lo vuelva a hacer, mi príncipe encantador.
Su vos resonó por toda la alcoba, sus burlas eran mas, infecciosas que sus acciones, su risa parecía cada ves mas tenebrosa, cada ves mas diabólica.
Con la rodilla forzó a Harry a abrir las piernas, mientas se retorcía tratando de soltarse de aquel cuerpo, consiguiendo una brusca bofetada que marco de rojo su rostro. Dracco se acomodo entre sus piernas, dejando oír una exclamación de afectada excitación. Harry apretó los dientes para evitar gritar, sabiendo el dolor de la penetración que venia. Después de todo, la primera vez había sido mas violento, atado ala cabecera de su cama y con la ropa desgarrada, pero había muchas formas de tortura y Draccolas conocía todas.
El dolor de su compañero en una depurada forma de excitación, necesitaba de los gemidos lastimeros de los alaridos de dolor para poder llegar a su propia cumbre, y Harry quería ayudarle a juzgar por las lágrimas desesperadas que recorrían sus mejillas sonrosadas.
DOLOR, primitivo sentimiento, más antiguo que el miedo, mas profundo que el AMOR y más temible que el ODIO.
Harry no sabía como había terminado ahí. La persona en la que confiaba le había vendido a su peor enemigo. En un colegio como Hogwarts, no se podía esperar otra cosa que la desenfrenada idea de una locura pasional. Era como un oasis en medio del desierto para un chico con dinero de sobra para pagar. Harry era el chico más tontuelo de toda su clase, el mas lindo y sumiso. Sé prestaba a las fantasías perversas y ocultas de sus demás compañeros, que constante mente lo molestaban. A Dracco el chico más poderoso de todo el colegio al que no le faltaba nada se le había ocurrido la idea de tener a Potter a la fuerza, valiéndose de su poder y dinero, le ofreció a Roon Weasle dinero para comprar a su amigo, Roon no pudo resistirse al ver la plata en sus manos. Potter, después de todo, jamás decía nada.
En cima de el friccionando sus sexos, oprimiendo con su peso, una ves mas la sangre inundo todo junto con gritos de dolor intenso, seguido por sollozos entrecortados del placer de Dracco que, sentía como a su paso tocaba cada pared de su estrecha entrada, rompiéndola, enterrándose en ese cuerpo delicado hasta tocar los puntos erógenos de su victima. Sus unas se perdieron en la piel cálida y vulnerable de sus caderas, marcando la carne como propia, etiquetando al chico como suyo. Propiedad: mío. Harry disfrutando el placer que su verdugo proporcionaba, sabiendo que solo era para lastimarlo. Hubiera querido que su primera vez fuera con su amigo Roon.
Sin embargo sentir el sudor de su compañero, sé sentía embriagado de éxtasis dejándose llevar al final por el placer, extraño y enfermizo.
Dracco se movía más y mas rápido, buscando los puntos aun vírgenes, tratando de infectar a ese compañero suyo de sus propios males, dolor, sangre, las envestidas no se detenían y aumentaban cada vez más. Los gritos menguaron, cuando Harry perdió fuerzas, placer, un sentimiento efímero, pasa y no te das cuenta, depende del dolor, vive en la muerte y emana de la sangre. Fue capaz de viajar entre emociones, desde el más intenso dolor pasando por el miedo la angustia hasta las profundidades del placer. Tenia control sobre el, era suyo.
Y jamás se olvidaría de el, seria un recuerdo, quería borrarlo, pero también quería repetir ese dolor.
--¿Quieres saber por que? Harry...Mi dulce niño, decía su verdugo en un tono muy dulce.
--Eres demasiado dulce como para dejarte ir.
--Pero si yo... yo... tartamudeaba al hablar como siempre que estaba nervioso.
--Eres un completo idiota, que no te das cuenta, me gusta verte sufrir, siempre me a gustado verte sufrir y retorcerte de dolor cuando los demás chicos te golpean por mandato mío.
--Pe... pero... yo...
--Todo lo que quieras saber pregúntaselo a Roon, ya te lo dije solo quería estar con tigo.
-¿Pero por que yo?
-- Ya te lo dije quería estar con tigo no importa cuanto me costara pero tenias que ser mío antes que de alguien más.
--¿Cu... cuanto... le diste... a Roon...?
--Pregúntaselo a el, Petit.
Dicho esto se puso su bata de noche y salió de la habitación, dejando a ese chico lindo y tierno, destruido y solo, Solo como siempre ha estado.
Harry, se levanto con un poco de dificultad y mirándose al espejo se encontró con un hombre muerto, ya no quedaba nada, solo fue la muñeca inflable del niño rico del colegio, y la mina de oro de su mejor amigo... su mejor amigo. Saberse traicionado por el ser mas cercano a el y usado por el ser del cual el estaba locamente enamorado. La traición solo es un paso más a la muerte.
El viento soplaba y acariciaba su rostro rozado, su cabello negro enmarañado de agitaba, quería huir, nadie le recordaría. Solo el al que mas amo seria el culpable de su sueño eterno, ha decidido correr la vida, desaparecer por su bien, mil veces hubiera preferido que se siguieran burlado de el que haber sido humillado y torturado de aquella manera.
Cae como caen las hojas, rápido como el tiempo que se a llevado su juventud, se derrama la sangre, el alma teñida de rojo, sus ojos apagados, llenos de dolor y sin vida derraman una ul tima lagrima, por no volver a ver a quien mas amo. Su cuerpo regado como cristales, nadie lo notara, nadie va a saber que paso, nadie se acordara de el.