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Las Alas del deseo por Yui_3000

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“LAS ALAS DEL DESEO”

 

 

*+*+*+*+*+*

 

Nunca he rezado en mi vida...

 

Nunca he creído en un Dios verdadero...

 

Pero...

 

Si es que de verdad existes...

 

Ayuda a mi hija...

 

Y creeré en ti por siempre...

 

 

*+*+*+*+*+*

 

 

Estos eran los pensamientos de una joven madre que le tomaba la temperatura a su hija...

 

- “41 grados... santo cielo...” – Le acomodó el cabello y se levantó de la cama – “Tengo que tranquilizarme, tengo que llamar al médico, tengo que...” – Sus nervios la estaban destrozando por lo que dejó caer inconscientemente el termómetro al piso – “¡Maldición!” –

 

- “¿Qué pasa mami?” – Preguntó una pequeña niña de 6 años desde la cama –

 

- “No... nada Sussan... ya regreso...” –

 

Sussan cerró los ojos, su mejillas estaban teñidas de rojo, y copiosas gotas de sudor recorrían su rostro, giró levemente la cabeza  entre abriendo los ojos -

 

- “¿Tu sabes por qué está tan nerviosa?” – Preguntó al parecer al aire... pero ella podía ver a su lado a un hombre joven, de piel morena que vestía de negro con una cinta roja atada a la frente... sonreírle tiernamente -

 

- “Es por que está preocupada por ti” –

 

 - “No tiene por que estarlo...” –

 

- “No, no tiene por que...” –

 

*+*+*+*+*+*

 

HOSPITAL DE LOS ANGELES

 

- “A un lado ¡Quítense!” –

 

Tres paramédicos empujaban una camilla lo más rápido posible a la sala de emergencias, a ellos se les unen algunas enfermeras y uno de los médicos en turno

 

- “¿Qué tenemos?” –

 

- “¡Doctor Wilde! ¡Temperatura de 41 grados, insuficiencia respiratoria, movimientos involuntarios!” –

 

- “¡A la sala 4! ¡De inmediato!” –

 

Los paramédicos y las enfermeras obedecen al acto, junto con ellos iba la joven madre...

 

- “Te pondrás bien Sussan... ya lo verás” –

 

Pero Sussan no respondió, tenía la mirada fija en alguien más

 

- “¿Te quedarás conmigo?” –

 

- “Todo el tiempo que sea necesario”-

 

La niña sonrió y cayó en un estado de inconciencia

 

- “¿Sussan?...” – Preguntó su madre – “¡Sussan di algo!” –

 

- “¡Hay que intubar!” – Ordenó Wilde, tomando los instrumentos necesarios –

 

- “No hay respuesta” – Dijo una enfermera – “Comenzando resucitación” – Dijo al poner sus manos en el pecho de la niña, y oprimiendo constantemente –

 

- “¡¡¿Qué hacen?!! ¡¡¿Por qué no habré los ojos?!!” – Gritó desesperada la madre que permanecía en la sala –

 

- “Mi mami esta llorando mucho... ¿Por qué?” –

 

- “Por que le duele el alma...” –

 

Es espíritu de Sussan se encontraba afuera de la sala, al lado del joven que la acompañara durante las ultimas horas de su vida... tomó la mano de él mientras volvía a observar la escena, donde estaba su cuerpo siendo auxiliado por diferentes médicos, desgraciadamente ya no había nada que pudieran hacer...

 

- “¿Mamá vendrá con nosotros?”-

 

- “No, aún no, ella se tiene que quedar... pero la verás dentro de muy poco...”–

 

 - “La voy a extrañar...” –

 

- “Y ella a ti...” –

 

- “¡¡SUSSAN!!” – Gritó la mujer dentro de la sala –

 

Sussan miró el rostro del joven

 

- “¿A dónde vamos?” –

 

- “A casa” –

 

La niña ladeó la cabeza curiosa

 

- “...... ¿Eres Dios?” –

 

- “No” -  Sonrió y se arrodillo hasta quedar a la altura de la niña - “Pero pronto lo conocerás” – La cargó entre brazos -

 

- “¿Cómo te llamas?” –

 

- “Todos siempre me han dicho Aioros...” – Contestó sin dejar de caminar, frente a ellos el pasillo empezaba a iluminarse -

 

- “Es un bonito nombre...” –

 

- “Gracias... eres la primera persona que me dice eso” –

 

- “Jijiji” –

 

Sussan se abrazó mas fuerte a Aioros, mirando como enfrente suyo la luminosidad a la que poco a poco se iba acercando crecía de intensidad...

 

*+*+*+*+*+*

 

Una suave brisa recorre la playa.

 

Tranquila

 

Relajante

 

- “Fresca...” –

 

La brisa se combina con el ruido de las olas, con el ruido del mar al chocar con las rocas y más allá... se combina con el canto de Dios...

 

Una dulce melodía impregna el aire, aligerándolo, endulzándolo... y llegando hasta lo mas profundo de los corazones de aquellos seres vestidos de negro que observan el amanecer como lo han hecho desde siempre... desde la misma eternidad... seres que una vez más, están atentos a la voz del señor, quien les pide amablemente que prosigan con su labor original y que siempre den fuerzas y fe al hombre.

 

Para que nunca se olviden ni de él ni de sus Mensajeros

 

El amanecer culminó quietamente, todos los seres sonrieron contentos, la vista al mar los alegraba

 

Así de sencilla y perfecta era la creación del señor.

 

Todos los seres partieron a sus respectivas misiones, hoy sería un día agitado como muchos otros, pero eso no les impedía a dos de ellos ‘distraerse’, aunque fuera por un momento

 

- “... Y entonces le pregunté que es lo mas le había gustado” –

 

- “¿Y que respondió?” –

 

- “Helados” –

 

- “¡¿Helados?!” –

 

- “Si” –

 

- “Jajajaja! Muy sabia decisión” –

 

- “Pienso igual Shura...” –

 

- “¿Y que mas viste Aioros?” –

 

- “Pues...” – Se quedó pensando unos segundos – “Estuve un tiempo en el parque y hubo algo que me llamó poderosamente la atención” –

 

- “¿Qué cosa?”–

 

- “Una pareja, ambos ciegos, los estaba observando... justo en el momento que ella tomó una flor de entre el pasto y al olerla supo exactamente cuál era su nombre... violetas recuerdo que susurró...” –

 

- “Eso no es extraño, los ciegos tienen más desarrollados los sentidos” –

 

- “Si, pero lo que me impresionó fue que ella tomó la flor y sin decir ni una sola palabra, cogió la mano de su ‘amigo’ para poder dársela, ¿Cómo supo donde estaba la mano, si no puede ver? Era.... era como si ella sintiera la presencia de la otra persona, como si pudiera tocar al ser a su lado sin al mismo tiempo tener que hacerlo ¿Entiendes a lo que me refiero Shura?” -

 

 - “Mmm...” – Su amigo se llevó una mano al mentón meditativo  -

 

- “¿Me estas tomando por un loco?” -

 

- “No, aún no” – Aioros movió la cabeza negativamente ante tal respuesta, bufó ligeramente y levantó la vista al cielo, quedándose en silencio momentáneamente -

 

- “¿Has pensado como se sentiría poder tocar?” –  Shura volteó sorprendido a la pregunta –

 

- “No. Nunca” –

 

- “¿De verdad?” –

 

- “¡De verdad!” – Aioros entrecerró los ojos –

 

- “No es cierto” –

 

- “¿Por qué estas tan seguro?” –

 

- “Por que te conozco” – Sonrió -

 

- “Rayos... Bueno, esta bien lo confieso... si lo he pensado... a veces... ” –

 

- “¡Lo sabía! ¡No puedes engañarme!” –

 

- “¡Hey!” –

 

- “Jajajaja” -

 

Aioros comenzó a reír como un niño pequeño y meció sus pies al aire, debajo de él una larga avenida desfilaba, por que él y su mejor amigo se encontraban sentados sobre un “anuncio espectacular” sin que nadie pareciera tomarlos en cuenta...

 

*+*+*+*+*+*

 

Nunca he rezado en mi vida...

 

Por que nunca he creído en Dios...

 

Alguien que deja morir a seres inocentes...

 

No es digno de ser venerado...

 

*+*+*+*+*+*

 

El trafico de la cuidad...

 

Pesado, aburrido...

 

Frustrante...

 

Dentro de este tráfico, un auto estaba atrapado, su dueño gruñó molesto, llegaría tarde, por primera vez en su vida llegaría tarde...

 

Inconcebible.

 

Saga Cromwell nunca había llegado tarde a su trabajo

 

Recargó su brazo en una de las ventanas que había bajado, algo tendría que hacer, tenía que salir de aquel infernal tráfico como fuera

 

- “¿Mh?” – Volteó a su derecha, donde estaba un edifico en construcción, con el suficiente espacio para pasar a través de el –

 

Y hoy no sería la excepción

 

- “Perfecto” - Pisó el acelerador, haciendo rugir al motor y dio un volantazo dirigiendo el auto dentro de la construcción y con poco interés hacia sonar el claxon a manera de “aviso” para que se quitaran de su camino los trabajadores –

 

- “¡Idiota!” – Gritó uno de ellos, casi siendo arrollado  – “¡No se puede pasar por aquí estúpido!” –

 

- “¿Ah no? ¿Entonces que es lo que acabo de hacer?” – Se dijo a sí mismo con una sonrisa de satisfacción al salir de nuevo a otra avenida, que daba directamente a su lugar de trabajo -

 

HOSPITAL DE LOS ANGELES

 

- “Bienvenido Doctor Cromwell, que tenga un muy buen día” – Le dijo el guardia de seguridad al ver llegar aquel deportivo rojo –

 

 Saga era extravagante en cuanto a gustos se refería

 

- “Si, como sea” – Respondió pasando al estacionamiento del lugar –

 

Una vez ahí, bajo y se dirigió al elevador, oprimió el botón del quinto piso, su objetivo:

 

“Cardiología”

 

Y las puertas se abrieron, exponiendo todo el movimiento de aquel piso, gente iba y venía, familiares, enfermeras, aprendices, doctores...

 

- “Doctor Cromwell” – Saludó la recepcionista – “Aquí tiene una lista de las cirugías programadas para usted el día de hoy” – Dijo mostrándole varias carpetas -

 

- “...” – Saga tomó los papeles indiferente, ojeó unos cuantos enfilando rumbo a la sala de descanso, tenia que prepararse para su cirugía por que eso era él...

 

Un cirujano de cardiología

 

SALA PRE-OPERATORIA

 

- “¡¡Saga, ya era hora que llegarás!!” – Exclamó un joven pelirrojo, de pecas y alegre sonrisa, al ver que por fin su ‘compañero’ de trabajo se dignaba a llegar -

 

- “No me fastidies Druker” –

 

- “¿Cuántas veces más tendré tengo que decirte que no me llames por mi apellido? Me llamo Damiel.... Da-mi-el” –

 

- “Es lo mismo” –

 

- “¿Te he dicho que eres un odioso?” –

 

Saga se limitó a ignorarlo, dirigiéndose a lavarse las manos, había veces que sentía que Damiel se comportaba más como un niño pequeño que como un futuro Doctor... a su juicio él se había equivocado de carrera

 

- “Debiste haber sido payaso” – Pensó –

 

- “Ah por cierto Saga, casi se me olvida, tu paciente quiere conocerte” –

 

- “¿Qué?, ¿Para que quiere eso?” –

 

- “No se... solo me dijo que quería conocer a su cirujano” –

 

- “¡Pero que tontería!” –

 

- “Tontería o no, fue su petición, tu decides” –

 

Saga observó la sala de operaciones, ahí había varias enfermeras que preparaban a su paciente, una joven. No pudo evitar preguntarse ¿Para qué demonios quería conocerlo?

 

Suspiró derrotado, cerró la llave del agua  y tomó un cubre bocas

 

- “¿Cómo se llama?” –

 

- “Saori Kido” – Contestó el pelirrojo -

 

- “Bien” -

 

Cubrió parte de su rostro y entró a la sala, se acercó hasta la mesa cautelosamente, ahí Saori dormitaba por efecto de la anestesia.

 

- “¿Kido?” – Preguntó Saga al acercarse, ella abrió los ojos lo más que pudo–  

 

- “¿Quién...?” –

 

- “Doctor Cromwell, soy quien la intervendrá” –

 

- “Ah!...” – Se quejó débilmente – “Gra... gracias por acceder a mi petición de presentarse un poco antes de... esto” – Cerró los ojos – “Yo... yo solo quería decirle que.... tengo miedo... no se, pero simplemente tengo miedo de morir” –

 

Saga frunció el ceño molesto con tan estúpida, a su juicio, confesión

 

- “No morirás, de eso me encargaré personalmente” –

 

Kido volvió a quedarse dormida con un leve quejido y Saga regresó a preparar todo, para minutos mas tarde tener ya un bisturí en la mano

 

- “Vigilen la presión” – Ordenó Cromwell a una de las enfermeras -

 

Así pasaron varias horas, todo marchando a la perfección, solo faltaba suturar y todo habría terminado...

 

- “Muy bien echo Saga” – Dijo Damiel viendo el electrocardiograma - “Pulsos fuertes y estables... Otro éxito para ti” –

 

- “¿Pues con quien crees que estas trabajando?” –

 

- “Modestia Saga, te falta mucha modestia” –

 

- “Bah!” –

 

Saga terminó de coser, retirándose de la mesa

 

- “Revisen sus pulsos durante 10 minutos si no hay fibrilación pueden pasarla a recuperación...” –

 

- “Si Doctor” – Respondió un ayudante –

 

Dio media vuelta satisfecho con su trabajo, pensando en todas las cosas que aún le faltaban por hacer...

 

Sin embargo, había alguien mas en esa sala que miraba curioso todo lo que hacían

 

Aioros

 

- “Es muy bueno... demasiado” – Empezó la conversación una de las enfermeras –

 

- “¿Te refieres a Saga?” – Preguntó un entrometido Damiel –

 

- “Por supuesto ¡De quien mas!” –

 

- “Perdón, soy despistado” – Bromeó – “No es por estar presumiéndolo, pero hasta donde conozco a Saga, él nunca ha dejado morir a nadie” –

 

- “¿A nadie?” – Preguntó otra de las chicas –

 

- “Si, está invicto hasta el momento y espero que se mantenga así por mucho tiempo mas” -

 

- “Es increíble, lástima que sea tan reservado y con lo atractivo que es...” – Dijo otra enfermera – “... me da la impresión de que siempre está molesto” –

 

- “Yo creo que siempre lo está” – Comentó otra vez Damiel – “Pero nunca he sabido por que” –

 

- “¿No tendrá algún trauma o algo similar que lo haga ser tan distante?” –

 

- “Podría ser... pero sería muy difícil averiguarlo” –

 

- “Si fuera en todo caso posible poder averiguarlo” – Finalizó la conversación Damiel y los tres se quedaron en silencio, cada uno en su trabajo y cada uno en sus propios pensamientos -

 

Aioros con un gesto de curiosidad comenzó a caminar entre ellos, los miraba cuidadosamente, los gestos, las facciones, las expresiones, como  parecía que cada uno por simple inercia realizaba sus labores...

 

Y sin poder aguantar la tentación, tocó sus hombros, escuchando sus pensamientos

 

* Como me gustaría haber tenido el suficiente valor para haber sido Doctora, ahora yo podría estar en el lugar de Saga y no solo aquí... limpiando todo... *

 

* Tengo que pasar a recoger a Cassiel a la escuela, ir por las compras, cocinar... Dios...  a veces quisiera poder dividirme... *

 

* ¿Cuál es el misterio que encierran tus ojos Saga? *

 

Aioros retiró la mano rápidamente y levanto la vista sorprendido al darse cuenta como este último pensamiento había sido de Damiel...

 

Sacudió levemente la cabeza retornando a su labor nuevamente, ya había sido de momento suficiente investigación del mundo humano por lo que paseó su mano por la mesa de operaciones, rozando la tela de la misma, subió lentamente hasta toparse con la cara de la joven que dormía tranquila

 

- “Saori...” – Susurró al posar su mano en su frente –

 

Saga llamaba por teléfono, lo necesitaban urgentemente en Emergencias.

 

- “Voy de inmediato” - Colgó y se empezó a quitar la incómoda bata azul que traía puesta - “Parece más una sábana que cualquier otra cosa” – Caminó rumbo a la salida, justo cuando una voz lo hizo detenerse bruscamente –

 

- “¡Saga espera!” –

 

- “¿Ahora que Damiel?” -

 

- “”¡¡Fibrilación!!” –

 

- “¿Qué cosa?” – Regresó sobre sus pasos, siendo ayudado por las enfermeras a ponerse una nueva bata – “¿Aplicaron lidocaina?”

 

- “Acabamos de hacerlo” –  Saga miró el electro, una línea recta cada vez mas clara se formaba en el -

 

- “No parecer estar funcionando, denme las paletas carguen a 200 ¡Despejen!” –

 

Una sacudida invadió el cuerpo de Saori, moviéndola de la cama, pero no la pudo hacer reaccionar

 

- “Nada” –

 

- “300... ¡Ahora!” – Saga esperó durante algunos segundos algún cambio en el electro - “Con un demonio ¡Volveremos abrir!” –

 

Cromwell tomó el bisturí haciendo un corte rápido y profundo, tomó los separadores y abrió el pecho de la chica una vez mas.

 

- “Paletas internas, carguen a 20... ¡Despejen!” –

 

- “Nada” – Musitaba Damiel a un lado del aparato -

 

- “Carguen a 30... ¡Despejen!”

 

- “Nada” –

 

- “Maldita sea, esto no puede estar pasando” –

 

Saga tomó el corazón de la chica entre sus manos, no la dejaría ir, no lo haría, por mas trabajo que le costara ella viviría... tenía que hacerlo...

 

Aioros se colocó exactamente del otro lado de la cama justo frente a Saga, mirando el esfuerzo que hacía él por no dejarla partir

 

- “Saga...” – Musito Damiel después de casi 40 minutos de no obtener respuesta alguna del corazón de Saori – “... déjala, se ha ido” –

 

- “¡¡Ella no se ha ido a ningún lado!!” – Gritó en un arrebato de furia -  “¡¡Y no se irá sin que yo se lo permita!!” –

 

- “¡¡Saga, tampoco puedes hacer milagros!!” –

 

- “¡¡No creo en los milagros!! –

 

A esta última frase Aioros abrió los ojos sorprendido

 

¿La persona que tenía enfrente de sí no creía en los milagros?

 

¿Que quería decir con eso?

 

¿Qué no creía... en Dios?

 

- “¿De verdad es mi turno de partir?” – Preguntó Saori que se encontraba a su lado, haciendo reaccionar a Aioros, sacándolo de sus pensamientos –

 

- “Este... si, si, es tu turno, pero no temas” – Le sonrió – “Nunca ha existido nada a que temer” - 

 

- “Voy a extrañarlos” –

 

Aioros no respondió solo tomó la mano de Saori, el siguiente destino de ella era la vida eterna, como a todos los que estaba encargados de amparar, sus “esencias” comenzaban a desaparecer lentamente entre una luz que se había formado de la nada sobre ellos

 

- “... hora de la muerte... 11:55 am” – Anunció Damiel desconectando el electro –

 

Todos se quedaron en silencio unos cuantos segundos, Saga incluido, que tenia la cabeza gacha con los puños fuertemente apretados

 

- “¡¡DEMONIOS!!” – Empujó las charolas con fuerza, tirando todo al piso –

 

Aioros alcanzó a observar esta última escena, un tanto impresionado, preguntándose inconscientemente que le podía estar sucediendo y sin darse cuenta musitó

 

- “Saga... no depende de ti quien vive o quien muere, no es decisión tuya ni de nadie, sino decisión únicamente del “señor”,  pero el hombre no ha podido entender eso nunca...” –

 

SALA DE ESPERA

 

Dos caballeros aguardaban pacientemente, uno de los señores era un señor de barba poblada ya mayor de edad, él otro, un joven moreno de ojos vivaces. Ambos esperaban el resultado de la cirugía de Saori

 

- “¿Familiares de la Señorita Kido?” – Preguntó Saga al entrar a la Sala –

 

- “Si, somos nosotros, yo soy su abuelo y el es su... su...” –

 

- “Esposo” – Interrumpió molesto por la actitud del anciano – “Me llamo Seiya” –

 

- “...” –

 

- “¿Usted es?” – Preguntó el abuelo –

 

- “Dr. Cromwell, soy quien operó a la señora Kido” -

 

- “¿Y cómo esta?” – Preguntó Seiya – “¿Ya esta bien?, ¿Cuándo podré verla?” –

 

- “Nunca” – Pensó Saga – “Señores... es lamentable la noticia que les traigo, pero durante la cirugía, la Sra. Kido sufrió una arritmia que paralizó su corazón por varios minutos, hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, pero no fue suficiente... falleció” –

 

Un silencio sepulcral se formó al momento, los dos caballeros se habían quedado sin responder

 

- “¿Perdón? Creo no haberle entendido” – Balbuceó Seiya, al mismo tiempo que el abuelo tomaba asiento en uno de los sillones, visiblemente pálido y comenzando a llorar abundantemente –

 

- “Lo siento” –

 

- “¡¿Cómo dice?! ¡¿Lo siente?! ¿Dices que los sientes?... ¡¡¿CÓMO PUEDES DECIR QUE LO SIENTES SI NI SIQUIERA LA CONOCÍAS?!! ¡¡IDIOTA!!” –

 

Seiya en su arranque de ira trató de golpear a Saga pero él lo detuvo de los brazos

 

- “¡¡Te calmas o llamo a seguridad ahora mismo!!” – Lo empujó contra la pared, lastimándolo – “Tu no eres el único que ha sufrido una pérdida en su vida, muchos antes que tu han pasado por lo mismo y seguirá pasando una y otra vez” – Frunció el ceño – “No te queda mas que resignarte a tu nueva realidad. Y punto, si deseas liberar tu frustración créeme que conmigo estas muy equivocado...” –

 

Volvió a empujar a Seiya contra la pared, quien ya no se pudo resistir, sus ojos estaban cubiertos por profundas lágrimas, Saga dio media vuelta saliendo de aquella sala, la irá de Seiya, le había provocado la suya propia, la rabia, la desesperación y sin proponérselo... las memorias de alguien a quien ya no quería seguir recordando, de alguien que ya estaba muerto...

 

- “Bien muerto” –

 

Pasó de largo el pasillo, caminando lo más rápido de lo habitual, ignorando  a todos los que se les ocurría dirigirle la palabra, cruzó fugaz el punto donde Aioros había estado esperándolo en los últimos minutos, había quedado muy intrigado con el comportamiento de Saga, por lo que había decidido seguirlo aunque fuera... solo por un rato

 

Notó como Saga se dirigía exactamente hacía una oficina, posiblemente la suya, y como una vez dentro cerró de un severo portazo y se sentó frente a su escritorio colocando las manos sobre el mueble, recargando después todo su peso en ellas.

 

- “¿Qué estuvo mal?, ¡¿Qué estuvo mal?!... Seguí todo el procedimiento como siempre, no había diferencia alguna... ninguna ¿Entonces por que? ¡¡¿POR QUÉ?!!” –

 

De un manotazo tiró todos los papeles sobre el escritorio, necesitaba desahogarse y sentía que aquel era el único medio que tenia para descargar su ira.

 

El único medio pero el menos efectivo

 

No le había sido difícil para Aioros seguirlo, una vez que cerrara la puerta él simplemente se había “transportado” dentro, en una esquina, escuchándolo hablar pero entendiéndolo poco... frunció el ceño levemente, le disgustaba no entender las cosas, pero volviendo a su habitual sonrisa se acercó cautelosamente hasta Saga.

 

Sentía que aquello era un juego divertido

 

Estaba por poner una mano sobre el hombro de Saga, cuando él volvió a hablar

 

- “Donde quiera que estés, perdóname, por favor perdóname...rompí tu promesa, la rompí...” -

 

Nuevas palabras sin sentido para Aioros, en definitiva Saga era una persona sumamente compleja

 

El cirujano suspiró pesadamente, necesitaba ordenar todos sus pensamientos, necesitaba tranquilizarse, necesitaba...

 

Frustrado, volvió a levantarse, tenía que cerrar la puerta, no podía permitir que alguien entrara y lo viera en ese estado de vulnerabilidad. Pesadamente puso el  seguro en la puerta pero en lugar de volver al escritorio, prefirió recargarse en esta, cerrando los ojos por completo

 

Aioros se había quedado detrás del escritorio, al lado de la silla, solo observando los movimientos del cirujano, nuevamente comenzó a caminar en un nuevo intento de acercarse... de conocerlo mediante sus pensamientos...

 

- “¿Qué es lo que atormenta a tu alma Saga? Por mas que te observo no logro comprenderlo...” – Se decía a sí mismo acercándose al cirujano que mantenía la vista cerrada – “¿Quién eres?” – Estaba por poner su mano en el pecho de Saga cuando este abrió los ojos, fijando la vista directamente en la de Aioros quien, a su vez, abrió sus ojos verdes enormemente -

 

-“No, no puede ser posible...” Se dijo claramente sorprendido, los ojos azul oscuro de Saga parecían estarlo viendo a él directamente y Aioros solo pudo hacer una cosa

 

Quedarse inmóvil

 

¿Acaso Saga se había podido percatar su presencia... como aquella pareja de ciegos que podían sentirse uno al otro?

 

No. Imposible

 

Ninguna persona podía ver o sentir a un Ángel

 

Ninguna.

 

O eso creía Aioros...

 

El tiempo pareció detenerse indefinidamente para el Ángel, pero en realidad a penas habían pasados pocos segundos, en las que Aioros no se movió y para su mala suerte Saga tampoco lo hacía, hasta que finalmente este ultimo alargó su brazo y se hincó en el suelo y fue cuando el Ángel reaccionó quitándose del camino una vez más.

 

Para su alivió, notó como Saga nunca lo había mirado directamente a él, sino a lo que había detrás suyo... los papeles que el cirujano había tirado al piso.

 

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