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Encuentros Inesperados por alsuri86

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ENCUENTROS:-                                                        -                                                      

 - ¿Qué mierda se supone que eres?- arqueando la ceja se detiene a mirar a su amigo. -                                                       

 – ¡Vamos, lo sabes muy bien! – se gira en redondo, coloca las manos en las caderas y se contonea. -                                                        -           

 - no…no lo sé –  lo observa  de nuevo, pone expresión de concentración y se agarra la barbilla – No. por más que lo intento no logro adivinarlo.  -                                                      

  - ¡Vamos Jack! Es obvio, ¡más que obvio! -                                                        -                     

Lo observa con más atención, lo rodea, lo mira de arriba abajo y agita la cabeza - ¿Qué pareces una bolsa gigante de basura? Como respuesta lo que recibe es un ligero empujón. -                                                        -                                                      

 – Vamos hombre, tu mejor que nadie deberías saber que es! -                                                        -                                                      

Jack sonríe de medio lado, pasa un brazo sobre los hombros de Ethan y continua caminando, piensa en su novia Linda y  sabe que debe apresurar el paso para recogerla temprano, pero no lo hace, sabe también que es posible que eso le acarree problemas, que ella hará un berrinche y se quejara por su falta de interés. -                                                        -                                                      

Nada que no pueda ser solucionado con unas flores, piensa, o con un buen polvo.Llegan a la altura del coche y suben. -¿En serio no sabes qué es? – Ethan nunca puede dejarlo estar. No puede. Es parte de su naturaleza – es bastante obvio, ¿sabes?

-Por qué no cortamos con las adivinanzas y simplemente me dices qué es – mete la llave y arranca el carro. Sale del estacionamiento y entra en la avenida. Lo mira expectante – ¿me lo vas a decir o no?

- Soy un condón Jack, ¡un maldito condón!, no ves la cabeza en punta y el elástico que rodea mi cintura. – Se exaspera y levanta los brazos haciendo aspavientos – hubiera comprado un disfraz común, como el tuyo – lo mira de reojo y le sonríe – sin ofender por supuesto. 

– No me ofendes, en lo absoluto. Se palpa el chaquetón en busca de cigarrillos y  los encuentra en el bolsillo derecho. Mira a Ethan mientras enciende un cigarrillo –Pero Tendrías que tener mi deslumbrante anatomía para llevar un disfraz como el mío.

Se mira por el espejo lateral y se arregla el cuello de la camisa. El disfraz de mosquetero hecho a la medida fue una buena opción – Le guiña un ojo, le sube el volumen a la radio y deja que sus pensamientos vuelen a Ritchmon, California 13 años atrás cuando se conocieron.

 

(Flash back)

Un examen más, solo 1 más y todo abría acabado. Se repite una y otra vez mientras trata de resolver el ejercicio. Derivadas y límites se lee en la portada del libro que sostiene, a un ápice de la desesperación.

Siente que es Imposible concentrarse con el ruido que le hacen las tripas, haciéndole recordar, que hoy, por quinta vez esta semana, se ha saltado el almuerzo y la cena.

Deja el libro sobre la mesa, se  remanga el saco y mira la hora en el viejo reloj de su abuelo, las 9:45 pm. 15 minutos para que cierren la biblioteca. 11 horas y 15 minutos para el examen que decidirá su futuro. La pobreza o la riqueza. El éxito o el fracaso.

Cuando Jack gano la beca para venir a estudiar a Ritchmon, sintió que por primera vez, la vida estaba siendo justa con él. No fue muy difícil, nada difícil en realidad. Solo fue la sucesión lógica de una serie de acontecimientos que la gente suele llamar suerte pero que el solo reconoce como esfuerzo.

Ritchmon un prestigioso internado para varones otorgaba una vez al año un beca integral a algún muchacho de escuela pública, de ultimo año, especialmente talentoso, para que cursara el IB. Jack lo era. Alumno modelo, editor del periódico del colegio, premio anual, y ganador interestatal de debates y conocimientos se convirtió en el candidato perfecto para acceder a la beca.

Una vez en el internado, con un record de notas impecable, premios y menciones honorificas Jack había logrado superar todas las expectativas de sus profesores y benefactores, la vida le deparaba un éxito profesional apabullante. Solo si apruebo este examen. Piensa y siente que le recorre un escalofrío por todo el cuerpo.

No pienses en eso.  Se repite mientras vuelve a coger el libro por donde lo había dejado. 5 minutos intentando entender la formula y una voz un poco ronca lo interrumpe.

-¿No me digas que eso te parece difícil? ¿No eres tú el cerebro de nuestra generación? ¿El ejemplo que todos los jóvenes de Ritchmon debemos seguir, según el padre Morris? – levanta el rostro enojado por la interrupción y un par de ojos azules le sonríen.

Lo reconoce de inmediato Rouillard. Ethan Rouillard. Jugador de rugby, alumno promedio, rico, sin preocupaciones, absolutamente banal.

- ¿Se te ha perdido algo Rouillard?  

-Pasaba por aquí, vi que las luces estaban prendidas y decidí entrar – Jala la silla que está enfrente de Jack y se sienta - por casualidad no tienes un cigarrillo ¿verdad?.

-No fumo. Trata de sonar lo mas cortante posible, lo que menos necesita ahora es una conversación.Ethan tamborilea sobre la mesa y empieza a ponerlo enfermo.-¿Necesitas algo? Porque si no es así, como veras, yo estoy en medio de algo. Señala la mesa con una mano y vuelve a tomar el lapicero, dispuesto a continuar.

-Estoy nervioso.Aquella revelación lo descomputa, Lo mira a través de la mesa y pregunta de nuevo, solo para asegurarse

- ¿Qué?.

-Estoy nervioso – y mira el suelo como si todos los enigmas de la humanidad estuvieran escritos en el. – Al igual que para ti es importante el examen de mañana, también lo es para mí. Levanta la cabeza y lo mira a los ojos – Quisiera demostrarle a mi padre que puedo hacer algo bien, para variar.

-Eres un excelente deportista. Y se sorprende al decir esas palabras. Nunca ha sido la clase de persona que brinda consuelo a otros, no está en su naturaleza ser compasivo, el cree en la fortaleza del hombre e intenta alejarse de los débiles. Ethan no luce como uno.

-Eso es un pasatiempo, a mi padre ni siquiera le interesa.Vuelve a mirar el libro, evitando involucrarse ahora con los problemas de otra persona y le dice – Lo siento Rouillard, pero estoy sumamente ocupado, así que si me discul… - nunca termina de decir la frase por que Ethan lo interrumpe.

-Te propongo un trato Cannon, yo te ayudo con las derivadas y los límites, soy muy bueno en las matemáticas, y tú me ayudas a robar cigarrillos de la oficina del profesor Collins.

Abre la boca y le toma 10 segundos para recobrarme de la sorpresa.

-¿Robar??!!! Estas completamente loco?? Sabes qué pasaría si nos descubrieran? Seriamos expulsados!!!

-Mierda Cannon, parece que te hubiera dicho que vamos a matar al profesor Collins y de ahí sodomizarlo…. O sodomizarlo y de ahí matarlo… en fin como prefieras… yo creo que antes de muerto, no me va la necrofilia….

– El hijo de perra tiene el descaro de sonreír y ponerse a hacer bromas.

-Déjate de estupideces.

-Vamos hombre, es de lo más sencillo, tú te colocas en el pasillo, yo entro saco los cigarros, salgo y listo. Mínimo esfuerzo máxima satisfacción. Tú obtienes lo que quieres, yo obtengo lo que quiero. Todos felices. Vamos!, No puedo estar nervioso y no fumar. Además, puedo apostar que en toda tu vida no has hecho algo mínimamente incorrecto. Tómalo como una despedida. La última gran travesura escolar. Después podrás contarles a tus nietos que hiciste algo tan pero tan peligroso, como entrar a la oficina de un profesor, a robar cigarrillos y que como único guardián tenia  a un viejo cura aquejado por el reuma y la miopía. Vamos Cannon ¡libérate!. Cojamos esos cigarros y luego te introduciré en el mágico mundo de las matemáticas.

Durante todo el monologo de Ethan, Jack mantiene la cabeza gacha intentando concentrarse en el libro, trata de ocultar la sonrisa que poco a poco se le va formando en los labios.

-Muchachos hora de cerrar la biblioteca– Se acerca la Señora Morris, un vieja con las nariz alargada que mantiene una mirada de reprobación tatuada en el rostro

– puede llevarse el libro si lo desea, pero debe devolverlo mañana temprano señor Cannon.

Ambos se levantan y mientras Jack coloca los libros dentro de su mochila, Ethan juega distraídamente con una pequeña pelota que ha sacado del bolsillo.-¿Y Cannon? ¿Le entras? Le pregunta mientras la lanza y la vuelve a coger.

Se coloca la mochila sobre el hombro y sopesa sus opciones - ¿Por qué no le has pedido ayuda a alguno de tus amigos?

-Por que si no te has dado por enterado, somos los únicos dos del IB que se han quedado esta noche en la escuela, el resto se fue a casa.

-¿Y eso a que se debe? - Parece que no solo se perdió el almuerzo y la cena, si no todas las novedades.

-Suelen dejar que los chicos vayan a dormir a casa la noche previa al examen final, ya sabes para desestresarlos un poco o para que los padres hagan exactamente lo contrario.

Colocan las sillas en su lugar. Un “buenas noches señora Morris” en coro y salen al pasillo principal.

-Tu respuesta Cannon, no tengo toda la noche y por lo que se, tu tampoco.

En una milésima de segundo, evalúa los pros y los contras y decide contrariamente a lo que el mismo podría suponer. Se detiene en medio del corredor y extiende la mano hacia Ethan

– Trato hecho – Y sellan el acuerdo. 

 

*****

Se encuentra parado en el corredor que lleva a las oficinas del personal y mira el reloj por quinta vez en un minuto. Estúpido Rouillard. Se repite infinidad de veces, como una especie de mantra. Se asoma por la esquina del corredor y comprueba que nadie se acerca. Estúpido tu, que le haces caso a un estúpido como Rouillard.

Vuelve a mirar el reloj, camina hacia la puerta de la oficina mirando a todos lados sospechosamente y luego mete la cabeza por la puerta entreabierta.

-¿Rouillard qué demonios estás haciendo? Lo ve agachado abriendo los cajones del escritorio tratando de mover las cosas lo menos posible. Cuando está abriendo el último cajón a la derecha, lanza una especie de grito entre triunfo y sorpresa.

-¿Qué, que pasa? Pone un pie dentro de la oficina  y siente que la curiosidad vence un poco sus miedos.Ethan mete la mano dentro del cajón, coge una cajetilla de cigarrillos y la guarda en el bolsillo del pantalón. Luego vuelve a meter la mano y saca una revista

– vaya, vaya, vaya. Asoma a su rostro una sonrisa completamente malévola -Parece que nuestro querido profesor Collins, es un pequeño pervertido –

Gira la revista y le enseña la portada.“JOVENCITOS ARDIENTES” se lee en grandes letras rojas y Jack esta apunto de atragantarse con su saliva.

Abre la boca, la cierra, la vuelva a  abrir.

-Vaya, lo vengo a descubrir ahora, en mi último día en Ritchmon- Agita la cabeza - Realmente lamentable. La cantidad de puntos extras que tendría.

Ethan sigue sonriendo, se sienta en el sillón que esta frente al escritorio y empieza a pasar las paginas. Jack deja a un lado la sorpresa y el sentido de supervivencia impera, se acerca a Ethan le arrancha la revista

- ¿Estás loco? Si quieres ver una de esas revistas puedes comprarla luego, es mas yo te compro una, pero levanta tu trasero de esa silla y salgamos de aquí. Mientras habla, coloca la revista dentro del cajón y lo cierra.

Cuando se voltea Ethan ya se encuentra asomando la cabeza cuidadosamente por la puerta. – No hay moros en la costa – le hace una señal con la mano y ambos salen, cierran la puerta intentando hacer el menor ruido posible y empiezan a caminar por el corredor, llegan a la esquina, comprueban con no hay nadie y se echan a correr.

 

*******

- Creo que nunca más podre mirar al señor Collins a la cara. Comenta mientras coloca los libros sobre el escritorio de su habitación.

-Pero como podrás darte cuenta Cannon, no es tu cara lo que le interesa.

Se sienta a ahorcajadas sobre la silla, saca un cigarro y lo enciende.

-Y se veía tan serio. ¡Diablos ese hombre me ha dado largos sermones de la pureza de la mente y el cuerpo! –exclama entre indignado y sorprendido.

-Mira Jack, te puedo decir Jack ¿verdad? – no espera una respuesta y sigue hablando – Lo que la gente hace y dice en público, puede ser totalmente diferente a lo que hace y piensa cuando las puertas están cerradas. Te voy a dar un ejemplo, mi padre tiene un buen amigo, no voy a decir su nombre porque es el director de un importante banco – me guiña un ojo y susurra Morris, director del Bank and Trust

- un hombre serio, conservador, cabal, todo un ejemplo de profesional, padre y miembro de la comunidad, ¿Sabes lo que hace cuando se encuentra solo?Le da una larga calada al cigarrillo -Suele ir en su coche por el peor barrio de la ciudad, levanta algún muchachito, se lo lleva a un hotel y hace que se lo folle usando la ropa interior de su esposa. Las personas difícilmente son como la imagen que proyectan.

Jack lo mira y por primera vez en toda la noche, ve mas allá de aquella apariencia de muchacho mimado y sin preocupaciones, de gamberro, de jugador estrella del equipo, ve alguien que le agrada, que piensa de una manera similar a la suya, alguien que tiene los mismos miedos y que contrariamente a lo que él hubiera creído ve el mundo de una manera totalmente realista. Un desengañado. Como él.

-Imagínate lo que hubiéramos podido hacer con la información que ahora poseemos. Se le ilumina la mirada, como si realmente lo estuviera viendo. – Yo hubiera pasado con un 10 el curso, me hubiera ahorrado por lo menos 30 horas sentado en la biblioteca tratando de escribir un ensayo. Y bueno tu… las tardes amenas que hubieras podido pasar con el profesor “repasando”.

Ethan Se ríe con una risa que parece más un ladrido y le mira.

-No lo sé, Ethan, el que parecía muy interesado en la revista del profesor eras tú, quizás deberías ir a buscarlo y pedirle que te de una mano – subraya te de una mano, con un todo de voz realmente sugerente – ya sabes, con todos esos papeleos que vas a tener que hacer una vez que ingreses.

-Brillante, Cannon, una idea realmente brillante. Le puedo sugerir que te de una mano a ti también si lo deseas.

-Me lo pensare – se sienta enfrente de él y sigue a acomodando los cuadernos y libros sobre la mesa -  mientras tanto necesito que tú me des una mano.

Cuando Ethan estalla en carcajadas, se da cuenta de lo que acaba de decir – Vaya, vaya, Jack, tenía mis sospechas de que eras medio marica, ya sabes, muy limpio, muy estudioso, sumamente correcto, pero nunca espere recibir una propuesta tan descarada de tu parte – apoya en codo en la mesa y ensancha la sonrisa – y yo que pensaba que querías que te enseñara matemáticas – chasquea la lengua - ahora me sales con que quieres que te enseñe otras cosas.

Años después, aun puede recordar aquella noche con una claridad, como su mejor anécdota escolar. Recuerda que no pararon de reír durante toda la noche, que bebieron café y brindaron con el, en honor del profesor Collins, que miraron las estrellas y hablaron de los planetas mientras Ethan le hacía probar su primer cigarrillo.

El sabor a humo en la boca. Las lagrimas en los ojos. Las primeras pitadas titubeantes y la sensación de triunfo cuando logro golpear sin atorarse.

Recuerda también la paciencia de Ethan y su habilidad para hacer que las matemáticas se vieran como un juego de niños. Las confidencias que salieron tan naturales para alguien que no solía hacerlas. Los planes para el futuro, los sueños, las nuevas alianzas. Pero lo que más recuerda, es esa sensación en el fondo del pecho, de aquellos que saben, que intuyen, que adivinan, que han descubierto un amigo, un hermano. 

 

(Fin del flash back)

 Frena en una intercepción, antes de doblar a la derecha, para entrar a la zona residencial donde vive Linda y le da una lenta calada al cigarrillo, se pasa el pulgar por los labios y saborea los residuos de nicotina. Viejas manías.

Dobla y avanza por la avenida y  aparca el carro frente a una gran casa victoriana, apaga el cigarro en el cenicero, se arregla la camisa y  mira a Ethan, mientras abre la puerta del carro

– Bolsa de plástico. Al asiento de atrás. Ahora.

-Vaya cuanto cariño. Abre la puerta del coche y se para en la vereda, mientras abre la puerta trasera – ¿por qué no puedes ser un hombre normal y tener latas de cerveza y papeles amontonados? Contempla el inmaculado interior de la maletera de  Jack y se estremece.

-Por que no he salido de una cloaca como tú, ahora monta y cierra el pico.

Ethan pone cara de ofendido y cruza los brazos sobre el pecho mientras se acomoda en el asiento trasero  -Alguien necesita un buen polvo.

-Por supuesto que sí, tu. Recuerda que soy yo quien tiene novia. O tenía. Hasta hace una hora. Ahora monta y déjame ir a buscarla.

-Sí Señor. Le hace un saludo militar, mientras cierra la puerta del coche.

Jack Sonríe y se dirige hacia la casa, yendo por el sendero de piedra. Se prepara mentalmente para otro de los monólogos de Linda, todos ellos plagados de: siempre es lo mismo Jack; creo que no me quieres o el clásico parece que soy la única a la que esta relación le importa algo.

Sabe que quizá esta en lo cierto. Sabe que no es el mejor de los novios, que está enfrascado en su trabajo, que necesita el éxito como una droga, que el poder es su adicción. Sabe que su empleo siempre será lo más importante en su vida. Sabe que no la ama, le tiene cariño, la respeta.

Pero también sabe que no va a dejarla, porque es cómodo, porque es conveniente.

El sexo es bueno, tranquilo, predecible. Sin complicaciones. Justo lo que necesita, lo que siempre ha buscado.

Toca el timbre y se apoya en el muro. Casi inmediatamente la puerta se abre y aparece Linda vestida de ángel echa un furia.

-¿Se puede saber que te ha tomado tanto tiempo? Tiene las manos apoyadas en las caderas y los labios arrugados en un gracioso mohín.

La mira, levanta una ceja, cruza los brazos y sonríe. Decidido a usar una vieja táctica que jamás le ha fallado para lograr que ella, y porque no decirlo, todas las mujeres que han pasado por su vida, caigan literalmente rendidas.

Empieza a contar uno, dos, tres, la mira, se pasa la lengua por los labios y se acerca, solo un par de pasos, los suficientes como para saber que ha causado el efecto esperado.

Linda retrocede, imperceptiblemente, se estremece y sus ojos se iluminan como dos brasas. Lo desea.

-Lo siento, cariño. Te compensare. Pone énfasis en la palabra compensare, la saborea, la mastica, la disuelve en la lengua. Se folla la palabra. Promesas de sabanas húmedas.

Se acerca, invade su espacio personal y la besa, suavemente solo una caricia, un roce de labios nada de lengua. La deja deseando más.

-¿Nos vamos? Toma la chaqueta que ella lleva en las manos y se la coloca besándola en la nuca – estas perfecta, cariño.

Linda se deja llevar pensando en lo fácil que es perdonarle todo a Jack. Después de todo ella es muy es afortunada. Un hombre como él, rico, exitoso, poderoso y tan guapo que corta el aliento la desea.

 

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Y bueno, ¿Qué tal me veo? – se gira dándole la espalda al espejo y mira a su amigo.

El aludido levanta la mirada, deja el libro que tiene sobre su regazo y lo observa.

Empieza por los zapatos verdes en punta, sube por las piernas largas y musculosas cubiertas por una malla verde, repasa el pecho y los brazos bien formados hasta llegar al rostro, mandíbula cuadrada, labios llenos que sonríen, nariz un poco larga, ojos verdes que brillan con picardía, coronando la cabeza, una gorra terriblemente ridícula que cubre casi toda la cabellera dorada. Sonríe.

- Eres el Peter pan más follable de la historia. Aunque el disfraz de campanita te hubiera sentado mejor.

-JA.ja.ja.-  Le da la espalda y arregla la túnica - ¿De cuándo aquí te volviste tan gracioso?.

-En el momento en que perdiste toda la testosterona. Sonríe el desgraciado y es endemoniadamente difícil no hacerlo con él.  

Se contempla frente al espejo y se acomoda el cinto donde lleva colgado el puñal de madera. Se quita el gorro y se pasa una mano por el cabello rubio que siempre lleva alborotado. Se lo coloca de nuevo, vuelve a mirarse, suspira y le hace una mueca al espejo.

-Todo irá bien Ian.

La voz lo sobresalta y voltea a mirar a su amigo que esta vez está apoyado en el quicio de la puerta mirándolo.

-Iremos a esa fiesta, tomaremos unos cuantos tragos, veras a Tomas, le sonreirás, coquetearas con aquel monumento de hombre y luego le restregaras por el rostro lo superado que lo tienes. Y si eso no funciona. Vendremos a esta casa y nos ahogaremos en alcohol, juraremos que un día le cortaremos la polla y luego lloraremos por que quizás nunca encontremos el amor. Amanecerá, tendremos la resaca de nuestra vida, no podremos mirar ninguna clase de comida  y prometeremos no volver a tomar de esa manera nunca en nuestras vidas. Pero saldrá el sol. Volverás a enamorarte, yo dejare el alcohol, por quinta o sexta vez  y seremos felices para siempre. Así de simple.

El rubio sonríe e ilumina la habitación -¿Te he dicho que tengo mucha suerte de tenerte en mi vida?

-No lo suficiente, pero si pagas  todos los almuerzos por mí este mes, me veré resarcido. 

Se acerca le quita la gorra, le alborota aun más el cabello, le levanta la barbilla y lo mira – estas guapísimo Ian. Le da la vuelta lo empuja hacia la puerta y le da una palmada en el trasero – ahora camine señorita, que ya estamos llegando tarde y al mal paso darle prisa, como decía mi abuelo.

Se frota la retaguardia con una mano, mientras le pone llave a la puerta con la otra -Tú siempre tan cariñoso Samuel, lo dejas a uno con ganas de más.

El aludido lanza un carcajada mientras le pasa el brazo por los hombros – tu solo pídelo cariño. 

 

**************************** 

 

-¿Ya vamos a llegar mi amor? Estas alas son de lo mas incomodas para sentarse dentro de un coche. Linda se remueve en el asiento tratando de hallar una postura lo suficientemente cómoda. Frustrada gime y sus quejidos empiezan a alterar su paciencia.

-Por Dios Linda, puedes quedarte quieta un segundo, estoy tratando de manejar.

Se pasa una mano por la cabeza y mira por el retrovisor a Ethan. Este Lleva una cerveza calmadamente a los labios y le sonríe. Típico. El muy cabrón está disfrutando de su desesperación.

Linda deja de removerse durante un momento y le mira. Le sonríe, tratando de aligerar el ambiente y disimuladamente coloca una mano sobre su muslo. Acaricia suavemente y empieza a subir la mano.

Sabe cuáles son  sus intenciones. Su objetivo es ponerlo caliente para se le quite el disgusto, mala jugada preciosa, no lo estas logrando.

–vamos cariño, no te enfurruñes – Sigue acariciándole el muslo cada vez más arriba y Jack presiente que ese no te enfurruñes, le ha cabreado aun mas.

Vuelve a observar a Ethan quien parece a punto de atragantarse con la cerveza. Le envía una mirada venenosa por el retrovisor.

Prende la radio y se concentra en la carretera. Los dedos de Linda siguen jugando en su muslo.Tuerce a la izquierda en la primera esquina y entra a un parque bastante grande, Avanza un par de cuadras y detiene el coche frente a la casa más grande, mientras ve entrar a gatubela y  a superman ...

– cariño por que tu y Ethan no bajan y me esperan en la puerta mientras busco un lugar para estacionar.

-perfecto. Retira la mano de su muslo, le da un beso en la mejilla, abre la puerta y baja, mientras Ethan se inclina y lo coge por el hombro – relájate, estamos en una fiesta de halloween – coge el  sombrero de Jack  y su mosquete y luego agrega – y deja de mirar con intenciones asesinas a tu novia, no pienso cargar ningún cuerpo al rio esta noche.

Sale del coche y cierra la puerta.Jack Suspira, apoyando la frente en el timón por algunos segundos. ¿En qué momento empezó a exasperarme tanto con linda? Antes estos pequeños detalles le parecían encantadores.

Quita el freno y pone el coche en marcha buscando un sitio para estacionar. ¿Cuando se volvió tan intolerante? ¿Cuándo?

Estaciona frente a una bodega que se encuentra cerrada, una cuadra mas abajo. ¿Sera que ya se aburrió? Piensa en sus otras novias y en los momentos finales de cada una de esas relaciones ¿le pasaba lo mismo con ellas?

Siempre se ha considerado una persona solitaria, Ethan es uno de los pocos amigos que tiene y se siente a gusto con ello. Le gusta su privacidad, la independencia, le gusta el hecho de no depender de nadie y no deberle explicaciones a nadie. Ni a Linda. Ni a su padre. Ni a su madre. Ni a Ethan. A nadie.

Mete el celular en el bolsillo del chaquetón, saca la billetera de la guantera, se agacha para sacar la botella de whisky que lleva debajo del asiento y se baja.

Se supone que Linda ES la adecuada, hermosa, fina, educada, socialmente bien colocada, sexy. Todo lo que un hombre en su posición podría querer. Pero… ¿Es lo que él quería?

Da un manotazo al aire como queriendo alejar esos pensamientos. Por supuesto que es lo que quiere. Siempre ha querido una vida estable, sin altibajos. Milimétricamente controlada. Totalmente opuesta a la vida que llevaba con sus padres.

No quiere vivir en la incertidumbre. No quiere volver a levantarse una mañana y saber que no tiene un techo sobre la cabeza. Quiere tener comida caliente. Hijos que no teman al mañana. Un cómodo sillón donde mirar una película, Un trabajo estable. Ahorros. No quiere ser su padre. Le aterra la idea de convertirse en alguien como el.  

Aleja esos lúgubres pensamientos mientras Se abrocha la chaqueta y camina hacia la casa de Lee. Contempla la botella de whisky que lleva en la mano y que sabe que es su favorita. Incontables las noches que han compartido un par de vasos mientras discuten algún caso especialmente difícil.

Lee Khan de descendencia japonesa, al igual que él es uno de los mejores abogados de la ciudad, ambos pertenecientes a la generación de hombres jóvenes de entre 25  y 35 años, exitosos, decididos y ambiciosos.

Socios del mismo buffet de abogados, Jack y el, en un principio entablaron solo una estricta relación laboral, que poco a poco, con el tiempo compartido y el mutuo respecto, había evolucionado en una relación de verdaderos amigos y colegas.

Llega frente a la casa donde se encuentran parados Ethan y Linda y coge el mosquete y el sombrero que este le ofrece, se lo coloca y toma a Linda por la cintura

- ¿Hay mucha gente en la fiesta?

-Por lo menos 60 personas, parece que esta fiesta va a ser todo un éxito. Linda luce emocionada, se ajusta la minifalda y se pone brillo en los labios.

-Lee siempre ha dado muy buenas fiestas, ¿recuerdas la del anteaño pasado? – Le pregunta Ethan, poniendo una mirada  maliciosa.

Por supuesto que lo recuerda. Recuerda haber terminado en el retrete de la habitación de invitados arrojando toda la comida que había ingerido en las 3 semanas anteriores. Si se pone a pensar en eso puede sentir el sabor de la bilis en la boca. Realmente lamentable.

-¿Qué paso en esa fiesta? La curiosidad de las mujeres. Siempre presente.

-Nada que tu novio quiera recordar. Musita Ethan, mientras le sonríe.

-Seguro que salías con alguna chica y paso algo con ella. Usa un tono celoso bastante absurdo, tomando en cuenta que en esa época aun no se conocían.

-No había ninguna otra mujer. ¿Podemos entrar y dejar esta amena conversación para otro momento? El tono sarcástico que siempre usa cuando se encuentra a la defensiva, hace su aparición.

Entran a la casa que tiene la puerta abierta y caminan por un jardín repleto de calabazas, esqueletos y telarañas, hasta llegar a la zona lateral de la casa donde se reúne toda la multitud.

La estimación de Linda de 60 personas se queda corta, hay por lo menos 90, divididas en las diferentes áreas del jardín, algunas conversan junto a la piscina, otras cerca del  buffet, muchas sentadas en las mesas y unas cuentas parejas probando suerte en la pista de baile. Busca entre la multitud la cabellera negra de su amigo, y lo encuentra unos 20 metros mas allá, conversando con una rubia de curvas vertiginosas. Típico de Lee, siempre rodeado de mujeres hermosas.

Avanza entre las mesas, seguido por Ethan y con Linda aun cogida por la cintura, hasta donde se encuentra su amigo. Cuando está a un par de metros de Lee, sus ojos se encuentran, plomos y verdes se sonríen.

-¡Jack Cannon! Se disculpa con la rubia y avanza el trecho que los separa – llegue a pensar que te habías arrepentido de venir. Pero después recordé el cariño especial que le tienes a mi retrete y supe que lo harías.

Ethan estalla en carcajadas, mientras Jack le da un golpe en el hombro a Lee y no puede evitar reírse – tengo que agradecerte, si no me hubieras dado ese whisky adulterado, jamás nos hubiéramos conocido.

Los 3 hombres se ríen, mientras Linda los observa a una distancia prudente. Imposible no sentirse un poco enamorada de los 3.

Observa a Ethan, con el cabello rubio en risos apretados. Ojos azules, expresión risueña, alto, delgado pero musculoso, el cuerpo típico de una persona que ha dedicado buena parte de su vida al deporte. Increíblemente atractivo en un estilo infantil.  

Lee, japonés americano, es una rara mixtura. Ojos rascados de un color que varia del negro más oscuro, a un plomo fundido. Un poco más bajo y delgado que Ethan, con un atractivo que lo hace irresistible. Linda podría asegurar que muchos artistas de manga lo debieron tomar como modelo al momento de realizar sus dibujos, con un aire sutil de femineidad, tan sutil que si no miras atentamente puede pasar desapercibido. Disfrazado de Samurái, Lee es el sueño hentai de cualquier chica.

Y luego esta Jack. SU Jack. Piensa orgullosa. Alto, con un cuerpo trabajado, musculoso, fibroso y terriblemente sexy. Ojos verdes, del color de los mares del Caribe. Cabello corto, negro como el ébano y una sonrisa que puede hacer que se te derritan las bragas. Cargada de promesas, de malas intenciones.

Jack es la clase de hombre que huele a  sexo. Que grita sexo. Que come sexo. Que respira sexo. Tiene la capacidad de nublarte el pensamiento. Te entumece los sentidos, te quita la voluntad y luego te da una descarga eléctrica. Jack es manos fuertes y conocedoras, labios sensuales y expertos.

Lujuria a flor de piel.

Pero también es, miradas frías, respuestas sarcásticas y arrogantes. Silencios. La sexualidad usada como un arma. La impaciencia y la ambición. Jack es un verdadero hombre. SU hombre.

-Cariño ¿te encuentras bien? – vuelve a tierra y se encuentra con los 3 hombres mirándola.

-Si, por supuesto. Estaba distraída. Les sonríe, mientras se acerca a darle un beso a Lee.Este La toma de las manos y la mira de arriba abajo -

Te ves preciosa.-Tu también estas guapísimo Lee.

Jack la vuelve a tomar por la cintura y le da un beso en la sien - ¿Debo ponerme celoso, ante tales comentarios? – Ella se empina y le da un suave beso en los labios – tu también estas guapísimo mi amor, y lo sabes.

Lee les sonríe y les dice -Bueno muchachos, ya lo saben, la casa es suya. Debo ir a saludar a algunos invitados, pero más tarde me reúno con ustedes para tomarnos un par de tragos. Le palmea la espalda a Ethan y camina hacia un grupo de personas reunidas junto al bar.

-Vamos a buscar una mesa, que estoy loco por un trago. Ethan se voltea y los guía, hasta una de las mesas mientras les manda sonrisas coquetas a las chicas que lo miran y se ríen al ver su disfraz.

– Viste Cannon, la gente inteligente reconoce mi disfraz. Se sienta y le hace una seña a uno de los camareros para que se acerque.

-Lo que reconocen es que te ves ridículo. Le jala la silla a Linda y se sienta a su lado. Ethan le saca la lengua y se gira hacia al mozo.

Sin preguntarle a Jack ordena – Dos whiskys con hielo, por favor.

Se voltea hacia Linda y le pregunta - ¿Deseas algo?

– Un bloody Mary, estaría bien

– Vuelve a girarse – ya escucho a la señorita. El mozo asiente con la cabeza y se retira.

-Bueno Cannon, -¿qué opinas si dejamos que esta noche, nuestra querida Linda conduzca y tu y yo recordamos los viejos tiempos? – Arquea las cejas y pone su peor cara de gamberro.

Pasan unos segundos y  Linda responde - A mi no me molesta – mientras piensa en lo interesante y porque no decirlo, excitante, que sería ver al circunspecto y siempre controlado, Jack Cannon, borracho.

Jack la mira y luego mira a Ethan y sonríe. –Ya que tengo el permiso de la jefa. Pero escúchame bien, no pienso tomar del whisky adulterado de ese japonés tramposo, empezaremos con la botella que traje y luego le robaremos alguna de las que guarda en su estudio –

Se ríen, recordando, años anteriores, cuando Lee juraba que iba a amputarles los miembros si volvían a beberse “su whisky de calidad”.

-Creo que deberíamos invitarlo a unirse a nuestra cruzada ¿Qué opinas? – le pregunta Ethan.-Me parece lo correcto, ya que va a ser nuestro proveedor de  alcohol esta noche. Aparte, ya sabes, me encantaría verlo arrastrándose esta noche, para variar.

Sonríe mientras ve a Ethan ir en busca del japonés. Verlo borracho perdido  Sería la perfecta venganza para dos años de burlas ininterrumpidas a consecuencia de su breve, pero apasionado, romance con el retrete.

 

***** 

-  ¿Quieres un trago? Yo necesito uno urgentemente. –  Samuel se abre paso entre la gente seguido por Ian. Se detienen frente al bar y piden dos cervezas – Recuérdame por favor ¿qué demonios hago en la fiesta de Lee esta noche?

Ian sonríe mientras se lleva la lata de cerveza a los labios – Acompañar a un buen amigo, que lo aprecia realmente –

Se apoya en la barra y mira a Samuel. Este bebe distraídamente, mientras observa a la gente que está a su alrededor intentando localizar a Lee, con el único propósito de encontrarse lo más lejos de posible de el  – jamás he logrado entender su enemistad, no es que se hayan hecho algo ¿verdad?

– Los bastardos arrogantes no suelen caerme muy simpáticos. Apura la cerveza que tiene en la mano y se vuelve hacia al bar tender a pedirle otra – pero aprovechare su generosidad.

Parece molesto. Son pocas las ocasiones en que lo ha visto así y le disgusta – Sam, podemos irnos, se que estas aquí por mi y lo aprecio pero tampoco quiero que te sientas incomodo.

Samuel pasa un brazo por sus hombros y lo atrae hacia a su cuerpo – Disculpa mi mal humor, es solo que no puedo evitar sentirme incomodo estando en su casa, el y yo no somos precisamente los mejores amigos y sé que si me ve aquí, hará o dirá algo para molestarme.

Le habla muy cerca del oído, casi susurrando – vamos a quedarnos, y a la mierda con el japonés ese.

Lo suelta y le da un largo sorbo a la cerveza - ¿te has fijado si llego Tomas?

Ian gira para mirar a la multitud, empinándose un poco. – Creo que aun no ha llegado ¿te molesta si me doy una vuelta por ahí para ver si lo encuentro?

-Por supuesto que no, para eso vinimos. Aprovechare para ir al baño y buscar algún aperitivo – le da un ligero empujón en dirección a la pista de baile y se dirige a la zona de la piscina donde se encuentran los baños.

Se maldice por veinteava vez esa noche. Estúpido, estúpido, estúpido. No sabe como Ian logro convencerlo de venir. No es que pueda negarle muchas cosas tampoco. Ian siempre ha tenido facilidad para convencerlo de hacer cosas que no quiere.

 Avanza por las baldosas, llega a su destino y abre la puerta. Se desabrocha el pantalón, baja el cierre e inmediatamente suspira con alivio. Demasiada cerveza. Quizás es momento de empezar a beber algo más fuerte, que lo envíe al baño con menos frecuencia.

Termina, se arregla la ropa. Y se mira al espejo que esta sobre el lavabo. Contempla el uniforme de coronel de su abuelo, de un intenso azul marino y se coloca el kepi en la cabeza. Irónico utilizar un uniforme como este para asistir a una fiesta de disfraces. El viejo estaba tan orgulloso de él.

Le sonríe a su imagen con tristeza. Lo extraña. Imposible acostumbrarse a su ausencia. Piensa en su casa y lo vacía que se siente sin el sonido del gramófono con el sonido inconfundible del jazz.

Mira sus ojos brillantes a causa de las lágrimas no derramadas y prende el caño para mojarse el rostro. Tiempo. Piensa, todo lo que necesita es tiempo. 2 meses parecen ser muy poco tiempo para resignarse a la pérdida de su padre, su abuelo, su única familia.

Se seca las manos y dando una última mirada al espejo, sale hacia el jardín intentando alejar de su mente todos los recuerdos tristes. Distraído saca un cigarrillo y lo enciende dándole una profunda calada y no se percata del hombre apoyado en la pared del frente, al que se le enciende la mirada cuando lo reconoce.

-Que sorpresa tenerte en mi humilde hogar Bronson ¿te perdiste y por casualidad llegaste aquí? La voz ronca y profundamente masculina de Lee lo toma por sorpresa y deja caer el encendedor al suelo.

Se miran durante unos segundos y empiezan a generarse las chispas.

-Lamentablemente no me perdí, vine acompañando a Ian. Pero puedo asegurarte que no me causa ningún placer encontrarme aquí.

-Ah lo había olvidado, tu y Mclein son prácticamente siameses. No pueden vivir el uno sin el otro. Lo recordare la próxima vez que quiera hacerle una invitación. Se acerca un par de pasos - pero dime, ¿qué has estado haciendo estos últimos meses, no hay ninguna vida que arruinar o algún escándalo especialmente jugoso que le mundo necesite saber?

-¿Aun resentido por las verdades que publique sobre tu ultimo cliente? Había olvidado lo rencoroso que eras, pero ya sabes cómo somos los periodistas, tenemos mala memoria, siempre olvido lo mucho que te encanta defender a los corruptos y lo íntimamente unido que estas a ellos.

-Como parece que me conoces tanto, supongo que no puedo agregar nada más. Siguen sin apartar las miradas en una lucha silenciosa por la supremacía. Como dos bestias salvajes intentando ganar territorio. El ambiente es espeso, cargado de testosterona y mal humor.

-Parece que si, por lo menos se que esperar de los de tu calaña.

-¿Mi calaña, bronson? Y dime, ya que lo sabes todo ¿Cuál es? Se cruza de brazos, mientras espera una respuesta.

-¿En verdad quieres saberlo? Pues bien, te lo diré. Eres la clase de hombre que es capaz de pasar por encima de cualquiera para conseguir lo que desea. No tienes ética, ni moral. Defiendes a criminales, asesinos, narcotraficantes y corruptos y no te importa una mierda de donde provenga el dinero con tal que te paguen. Eres despreciable. Arrogante y mezquino. No te importa nada, ni nadie, por eso no tienes familia, muy pocos amigos y vives solo porque nadie sería capaz de vivir con una persona como tú. Se detiene un momento a tomar aire. Los ojos negros que lo miran, se apagan durante unos segundos en una señal inequívoca de dolor, pero pasa tan rápido que Samuel cree que lo ha imaginado.

-Parece que lo sabes todo de mí, dime bronson, ¿A qué se debe ese especial interés en todo lo que hago? No soy el único abogado sin ética, ni moral en este país como sabrás. ¿No será que muy en el fondo te sientes atraído por mi? Toda tu hostilidad podría ser energía sexual reprimida y no te has dado cuenta.

Reduce la distancia que los separa y le cierra el camino de salida. -¿Te apetece un revolcón?- Le sonríe mientras se pasa lentamente la lengua por los labios y Samuel no puede evitar fijarse en ellos. - En ese caso lamento decirte que no suelo hacerlo por caridad.

Lo rodea y entra al baño cerrándole la puerta en las narices.

-Pues déjame decirte algo Khan. Interesante el uso de las insinuaciones sexuales, cuando no tienes ningún argumento contunde, puedo imaginar porque ganas todos los casos. Debe haber muchos jueces felices con tu desempeño. Le habla a la puerta cerrada traspasándola con la mirada y luego se gira para regresar a la fiesta. Maldito hijo de puta. Maldito hijo de puta que puede ponérmela dura.  

 

******

Lo busca entre la multitud y no hay ni la mínima señal de su presencia. Empieza a desesperarse.

Se supone que Tomas jamás falta a las fiestas de Halloween de Lee. Es como una especie de tradición. Se pregunta que puede haber pasado. Avanza entre las parejas que bailan en la pista y se dirige hacia las mesas del fondo, esperando ver una cabellera pelirroja. Nada, absolutamente nada.

Empieza a perder por completo las esperanzas, cuando lo ve sentado en una de las mesas, llevándose a los labios un vaso de whisky. Perfecto está solo.

Empieza a abrirse paso hasta donde él se encuentra, cuando un hombre con un ajustado traje negro, se acerca a Tomas y le dice algo al oído. Este le sonríe y asiente con la cabeza, mientras deja el vaso y se pone de pie siguiéndolo dentro de la casa.

Ian se debate unos segundos entre seguirlo o no seguirlo, pero al final decide que no tiene nada que perder y entra por la puerta tras ellos.

Avanza por un corredor que tiene una serie de puertas. Sabe que la primera es el estudio de Lee, pero duda que los 2 hombres hayan entrado ahí, sigue caminando y pasa por una especie de antesala tenuemente iluminada.

Cuando piensa que probablemente los ha perdido, escucha un gemido leve proveniente de ahi y se acerca cuidadosamente. Una alerta se enciende en su mente y cree reconocer aquel gemido. No por algo lo ha  escuchado durante casi año y medio de su vida.

En un principio no logra ubicar a las 2 figuras, pero cuando sus ojos logran acostumbrarse a la penumbra, ve claramente a Tomas sentado en el sofá, con los pantalones desabrochados, los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, mientras su compañero engulle su polla con pasión, totalmente ajenos al par de ojos verdes que los observan.

El sonido de saliva y succión, junto con los gemidos es lo único que se escucha.

Siente que le falta el aire. Se apoya en la pared y cierra los ojos. Parece que después de todo, soy el único imbécil que pensaba en una posible reconciliación.

Se pasa la mano por el rostro y se siente como un iluso. Un par de llamadas para invitarle un café y el ya había imaginado un cuento de hadas. Típico de una quinceañera. No de un hombre de 27 años.

Los gemidos se hacen más audibles y sabe que Tomas esta apunto de correrse. Antes de que cualquiera de los dos se percate de su presencia, regresa por donde de vino y entra a la oficina de Lee.

Necesita unos minutos para tomar valor e ir a buscar a Samuel. Se sienta en un sillón, estira las piernas y pone los pies sobre la mesa. Piensa en Sam y lo feliz que probablemente se sienta de irse.

Sabe que fue egoísta de su parte pedirle que viniera, aun sabiendo lo mucho que detesta a Lee, pero no hubiera podido venir si no lo hacía con él.

A veces se pregunta qué es lo que ha pasado entre Sam y Lee para que se desprecien de esa manera, no le parece una valida explicación las diferencias morales, ni siquiera lo opuestas que pueden ser sus profesiones, pues a veces esas diferencias son las que hacen que dos personas se gusten mas, pues se complementan.

Pero cada vez que esos dos están juntos en la misma habitación, se puede oler la hostilidad, como dos lobos alfa en la misma manada, siempre tratando de demostrar su superioridad.

Pero a veces, solo a veces. Cuando creen que nadie esta observando, cuando piensan que el otro no se va a dar cuenta, Ian capta ciertas miradas, ciertos gestos que revelan Una atracción y una química, que ninguno de los dos jamás llegaría a admitir.

Enciende un cigarrillo mientras se acomoda mejor en el sillón. Es mejor que dejes de pensar en Tomas. Se regaña. Suficiente tiempo ha desperdiciado pensando en el.

Quizás ya llego el momento de seguir con su vida, como se lo repite diariamente Samuel. Parece que lo que necesitaba era presenciar cómo se la comían, para darse que cuenta que él no le convenía. Irónico que necesitara eso precisamente.

Oye el ruido de la puerta y se gira a mirar quien está entrando. 

El cigarrillo se queda a medio camino. Y por un momento cree que sus pulmones han dejado de funcionar.

 

******

Dos horas después y los 3 están completamente ebrios. Ethan y Lee no pueden ni mantenerse en pie y no dejan de reírse.

Jack baila en la pista con Linda. Suenan las notas de una canción bastante pegajosa que está de moda. Piensa que Si tiene que soportar media hora más de baile, por lo menos necesita 3 vasos más de whisky.

Regresa con Linda a la mesa y encuentra la botella vacía.-Parece que voy a tener que ir por una más.

Deja a Linda con los chicos y se dirige a la casa, tratando de caminar en línea recta. Siente la cabeza totalmente embotada y la boca un tanto pastosa.

Con por lo menos el 80% de su sangre prácticamente convertida en alcohol, empieza a pensar que tal vez esta quinta botella no sea tan buena idea como pensaba.

Llega a la oficina de Lee y abre la puerta intentando mantenerse en pie. La luz está encendida y tiene que entrecerrar los ojos para acostumbrarse al repentino brillo, capta el olor a humo en el ambiente y cierra la puerta, girándose para ver de dónde proviene.

Y entonces lo ve, Peter Pan, sentado en el sofá, mirándolo con el cigarrillo a punto de llegar a los labios. Se observan durante un rato prolongado. Demasiado prolongado, piensa. Para un hombre heterosexual, que nunca ha sentido cosquillas en el estomago al mirar a una mujer.

Demasiado whisky. Demasiado Whisky.

Aparta la mirada lo más  rápido posible y siente que se marea. Se apoya en una de las mesas donde hay varias pilas de documentos.

Peter Pan se levanta preocupado, se acerca y tomándolo por el hombro le sonríe - ¿Te encuentras bien? Pareces un poco mareado.

-Si, si…. Yo…. Pasa saliva y le sonríe – creo que he tomado demasiado.

-Ven siéntate – lo conduce al sofá que él ha desocupado - ¿necesitas algo, si quieres puedo traerte algo?¿un vaso de agua?¿Algo de comer?

-No es necesario, gracias,  creo que solo necesito sentarme un momento. Se recuesta y cierra los ojos. Mala idea. Muy mala idea. Todo empieza a darle vueltas.

Vuelve a abrirlos y lo ve sentado en la mesa frente a él, mirándolo con curiosidad.

-¿Eres amigo de Lee? Escucha la pregunta con una parte de su cerebro, mientras intenta controlar las nauseas.

-Trabajamos juntos, somos socios del mismo buffet – respira profundamente, sintiendo como las ganas de vomitar se van alejando - ¿y tú, de donde lo conoces?

-Fuimos juntos a Standfort.-

¿Entonces, también eres abogado? No creo haberte visto en los tribunales. Lo observa de nuevo, su rostro se le hace conocido pero duda que lo haya visto en la corte.

-No por Dios, hubiera sido un pésimo abogado. Es verdad que entre a la facultad, pero me retire en el primer año. Soy actor.

Jack estira el cuerpo hacia adelante en un impulso repentino y le quita la gorra. Una alborotada cabellera rubia hace su aparición y mechón rebelde cae sobre la frente. Lo reconoce al instante.

Parece que el alcohol realmente llego a nublarle la mente. Ian Mclein. Uno de los jóvenes actores más aclamados de la última década. El niño consentido de Broadway.

-¿Soy más guapo en persona?  Se acerca un poco más y quedan a unos centímetros de distancia. Jack nervioso se encuentra de repente, contemplando un par de ojos verdes surcados por largas pestañas rubias. Preciosos ojos verdes. El pensamiento lo sorprende, empieza a sentir que la borrachera se va alejando lentamente, pero sabe que está muy lejos de sentirse sobrio. Pero son los pensamientos y las sensaciones nuevas las que no se alejan.

Están ahí, invadiendo su mente.-Ya te había visto antes en persona  -

 ¿Dónde? –Le pregunta casi instantáneamente

– fui a verte actuar en “Un tranvía llamado deseo”

- ¿y te gusto?

– Eres realmente talentoso – le sonríe y levanta una ceja

- no has respondido mi pregunta ¿te gusto? – Duda en contestar y no sabe por qué

- Si. Me gusto mucho

– Me alegra. Aflora un sonrisa totalmente genuina a su rostro

- Pero aun no me has dicho tu nombre

– Jack Cannon

– Un verdadero placer conocerte Jack y dime ¿cuál es tu motivo para refugiarte en la oficina de Lee?

– Vengo por una botella de wiskhy – Ian se acerca un poco mas y le habla prácticamente en el oído

- ¿No crees que has bebido suficiente?

– No lo creía cuando venia hacia aquí

- ¿y ahora? – Se miran directamente, sin pestañear

– creo que he bebido demasiado. Gira la cabeza y se aparta de esa mirada tan intensa, siente una especie de escalofrío que le recorre todo el cuerpo. Y cierra los ojos. ¿Qué demonios le estaba pasando? Ese vacío en el estomago no es normal en el. Le desconcierta sentir deseos de volver el rostro y perderse en sus ojos.

-¿Y cuál es tu motivo para estar aquí? Se apoya en el respaldo tratando de poner distancia entre ellos.

-¿en verdad quieres saberlo? Porque no es algo agradable.

-¿Qué sucedió?

-vi a mi ex novio recibiendo una mamada de un extraño – le suelta a quemarropa.

-Tu ex… que?.... tu eres…. – se pone a balbucear

– ¿que si soy gay?¿Te molesta?

-No… no es que me moleste. Me sorprende eso es todo. no sabía que lo eras.

-No suelo hablar de mi vida privada con la prensa y soy bastante discreto. Saca una cajetilla de cigarros del bolsillo y saca uno - ¿te molesta si fumo?

– No, por supuesto que no

- ¿Quieres? Le extiende la cajetilla y Jack toma uno. Le acerca el encendedor y espera a que lo encienda. -¿Te sientes mejor?

Aspira hondo y siente el humo entrar a sus pulmones, mientras se pasa una mano por la cabeza - Creo que sigo borracho, lo bueno es que las nauseas desaparecieron. Pero creo que evitare cerrar los ojos por un buen rato. Aun me mareo si lo hago.

Ian se ríe, mientras se pone de pie y abre las ventanas, permitiendo que el aire fresco entre en la habitación. La música proveniente del jardín la invade  y una especie de sopor asalta sus miembros, mientras busca una mejor posición en el sofá.

Lo observa fumar lentamente, saboreando cada calada. Mientras camina por el estudio mirando las estanterías. Se detiene y se retira un mechón de cabello. Sigue sin poder dejar de mirarlo. Le intriga. No luce como el típico actor famoso inflamado por su ego. Se podría decir que le agrada. Se sorprende de esa revelación, pues son muy pocas las personas que realmente le agradan. Quizás por ello aun no se ha levantado y se ha ido. Quizás es porque existe una especie de imán que lo atrae irremediablemente y no le permite alejarse.

Sabe que hay algo en el, una especie de atractivo que no tiene genero. Sacude la cabeza intentando ahuyentar esos pensamientos, está demasiado ebrio y tantas neuronas muertas empiezan a pasarle factura.

Se lleva el pulgar a los labios y los delinea suavemente. El gesto, aunque casi imperceptible, llama la atención de Ian, quien sigue el movimiento como hipnotizado.Detiene el pulgar en medio de su camino pero no lo retira. Lo mira acercarse y no puede moverse. No puede dejar de sentirse Un poco impotente un poco intrigado.

Se sienta a su lado muy cerca y lo mira a los ojos. Se acerca más, hasta que la distancia que los separa no es más que un aliento. Entonces sucede. Un roce muy leve, suave y caliente sobre el pulgar. La única barrera que separa sus labios de los de él. Ian la aparta.

Esta vez no existe nada que impida el roce, labio contra labio. Ligeras caricias que mandan señales de electricidad a todo su cuerpo. Jack no tiene la voluntad para separarse. Así que cuando Ian profundiza el beso, tomándolo por la nuca y obligándolo a abrir la boca no se opone, pero tampoco participa.

Su obnubilada mente aun no puede reconocer que está siendo besado por hombre. No puede.La lengua es caliente y persuasiva,  sigue un ritmo propio, una especie de danza, incitándolo a participar, a unirse a ese ritmo decadente.

Sigue jugando con su boca, sabe donde rozar  y cuando hacerlo, le muerde las comisuras, enreda sus dedos en su cabello, acaricia la nuca con círculos lentos.

Una parte de su cerebro le ordena que se aleje, que grite, que lo golpee por atreverse a besarlo. La parte sensata lo piensa. La otra parte irracional e incoherente solo puede sentir. Y es ella la que prevalece.  Tira todas sus inhibiciones al viento y responde al beso enredando su lengua con la Ian, haciéndolo gemir y apretarse aun más contra su cuerpo.

La saliva se mezcla, los sabores se confunden. Tabaco y whisky el suyo, chocolate y humo el de él. Tan diferente a todos los besos anteriores que ha dado y recibido. Demasiada saliva, demasiada lengua. Demasiadas sensaciones. Nunca lo han besado así, con tanta violencia, con tanta fuerza. 

Nunca ha sido tan caliente, como chocolate fundido. Nunca con un hombre. Punto.

Mantiene los ojos fuertemente cerrados, temiendo abrirlos, porque en el momento en que lo haga, todo aquello se volverá real. No tendrá excusas de por qué está devolviendo aquel beso y disfrutándolo. Así que aprieta los ojos firmemente.

Escucha a Ian gemir y aprestarse buscando un contacto más íntimo. Siente su mano acariciar su torso por encima de la chaqueta y luego la ausencia de calor en los labios. Cuando esta por abrir los ojos siente los labios besar muy despacio su cuello y luego la lengua que traza su camino hasta su oreja.

Gime y se agarra a sus hombros, por que empieza a sentir que las fuerzas lo abandonan y necesita con urgencia algo a lo que asirse.Vuelve a tomar su boca, el beso se intensifica y la señal de alarma que le enviaba su cerebro desde el principio, empieza a emitir furiosas señales.

Separa sus labios con esfuerzo y usando las manos que ha puesto en sus hombros lo separa de su cuerpo. Ian intenta volver a besarlo, pero Jack le voltea el rostro.

 -No…. No – balbucea, abriendo los ojos y tratando de enfocar. Ve sus manos aun sobre Ian, sus labios rojos e hinchados, la mirada brillante  y un poco desenfocada. Se pone de pie como un resorte y se acerca a la ventana, tratando de calmar su respiración, intentando encontrar una explicación a esta locura temporal. Pero no encuentra ninguna.

Anteriormente ha estado borracho perdido pero eso jamás lo hizo hacer una locura como esta. Nunca se había sentido atraído por un hombre. 

Se gira y lo observa, aun sentando en el sofá pasándose una mano por el rostro. Hasta ahora.Jamás, ni en su adolescencia se había cuestionado su sexualidad. Para él era algo implícito, las mujeres eran lo suyo. Le gustaban las cabelleras largas y las piernas interminables.

Y ahora se encontraba ahí, medio aterrado, preguntándose qué demonios ha sucedido para que vote por la ventana 30 años  de certezas.

-¿te arrepientes Jack? – Ian lo mira desde su posición en el sofá, con una expresión mitad vulnerable, mitad decidida. – Porque yo no lo hago, en lo absoluto.

-Escúchame Ian, yo… yo no sé lo que paso, yo no soy gay, tengo novia, me voy a casar con ella…. – titubea – quiero tener hijos con ella y una familia. Creo que bebí demasiado…. Y….

– Ian se pone de pie con una expresión furiosa.-No voy a permitirte que le eches la culpa al alcohol, sabias muy bien lo que estabas haciendo. Reconoce que te sentiste atraído hacia mí. Que respondiste a mi beso con la misma pasión y las mismas ganas – se agarra el puente de la nariz – no te mientas a ti mismo, tú querías ese beso tanto como yo.

Jack se apoya contra la pared y cierra los ojos, se siente agotado –No lo sé, en estos momentos no sé nada. Quizás lo quise, pero ahora no lo quiero. Ese hombre no era yo. Si me conocieras realmente sabrías que no suelo hacer este tipo de cosas, no las acepto. Y no por qué ser gay me parezca algo malo, simplemente no es lo mío.

-Entonces déjame conocerte y conóceme – Avanza un par de pasos hacia el - ¿Cómo sabes que no es lo tuyo? O ¿cómo lo sabías si no lo habías probado? – Jack abre la boca, queriendo intervenir, pero no lo deja – escúchame, no te estoy pidiendo que te vuelvas gay ni nada por el estilo, solo te digo que por tu propio bien, averigües lo que eres, uno no puede escapar toda la vida de lo que es.

-Yo sé lo que soy Ian, y no soy esto. No lo soy. – rodea la mesa central y avanza hacia la puerta.

-No te vayas Jack, no así. Dame aunque sea la oportunidad de ser tu amigo. Sé que te acabo de conocer, sé que esto puede sonarte ilógico, absurdo o quizás obsesivo, pero no quiero que salgas de mi vida, no ahora que acabo de encontrarte. – se acerca solo un par de pasos para no ahuyentarlo.

– Por favor – y le extiende la mano.

Mira la mano extendida y siente el impulso de estirar la suya y estrecharla. ¿Quieres quemarte? Una voz en su cabeza le repite la pregunta intermitentemente. Quien  juega con fuego, suele quemarse. Lo mira a los ojos, claros y luminosos… vulnerables.

-Lo siento – le da la espalda y sale de la habitación.  

 

*******

 

 -¿Dónde mierda se ha metido Ian? Lo busca entre las mesas, cerca a la mesa del buffet, en los baños, en la pista de baile. Nada. Ni la sombra. Seguro esta revolcándose por algún rincón con Tomas y a Samuel que lo jodan. Llegaría a creerlo si no conociera a Ian como lo conoce.

Se acerca a la barra  pide otra cerveza. Recorre con la mirada el jardín y le llama la atención un muchacho alto disfrazado de condón que trata de sacar a bailar a otro tipo que está sentado en una mesa. Le causa gracia el forcejeo y se ríe al ver sus intentos fracasados de ponerlo de pie.

Una chica que está sentada con ellos los contempla con los brazos cruzados y una sonrisa indulgente. El condón reanuda sus intentos y tomándolo desprevenido logra levantarlo. Entonces lo reconoce. Lee Khan. El serio y arrogante Lee. O su hermano gemelo. Tiene que serlo, pues la imagen que tiene de él, no se acomoda a lo que está viendo ahora.

El cabello negro desordenado, los ojos brillando con picardía, las mejillas rosadas, una sonrisa tonta en los labios, pasos tambaleantes y desorientados. Sexy. Absolutamente sexy.

Baila con el muchacho cerca a su mesa, girando y perdiendo el paso a cada instante, luego le estira la mano a la mujer que sigue sentada y poniéndola de pie la hace hacer círculos a sus alrededor. Los 3 ríen y se ven relajados, un poco borrachos, felices. Lee, parece más joven, menos fiero, más humano.

Y le molesta. No quiere ver la otra parte de Lee. Quiere pensar en el, como el abogado siempre impecable que no tiene conciencia y juega a ser Dios todos los días en la corte. Moviendo los hilos para que todo dentro de su obra resulte como él quiere, como a él le conviene.

Pero no logra apartar los ojos de ese nuevo Lee, relajado, un poco infantil. Los 3 siguen bailando y riendo, hasta que se aproxima a ellos un cuarto, un hombre alto y atractivo que atrae a la mujer hacia sí y le da un beso apasionado y profundo, que la deja un poco atontada. A cualquiera piensa.

Deja la cerveza sobre la barra y trata de recordar algún beso apasionado que lo haya dejado atontado. No lo recuerda. Ni siquiera llega a recordar la última vez que le dieron un beso, apasionado o no. Mucho trabajo y poca diversión.

Ve a Ian salir de la casa principal y acercarse a él con la mirada un poco perdida. Cuando está a solo unos pasos pregunta - ¿Dónde demonios te has metido? Te he buscado por todos lados – el aludido no le contesta y le pide al mozo una cerveza mientras se coloca  su lado.

– estaba en la oficina de Lee

- ¿Qué hacías ahí? – se le forma una sonrisa maquiavélica en el rostro – dime por favor que lo hiciste en la oficina de Lee, sobre su escritorio y que manchaste todos sus documentos

– Ian lo mira por primera vez a los ojos – Se lo hicieron pero te puedo asegurar que no fui yo

– creo que no estoy entendiendo, si no fuiste tú….¿quien….

– vaya a saber Dios, un X, su nuevo novio, su amante.

– oh… - lo mira con preocupación - ¿estás bien?

– lo estoy. Conocí a alguien – lo mira un poco sorprendido

- parece que no pierdes el tiempo ¿Quién es?

– Se llama Jack Cannon y… - lo interrumpe – espera, espera, creo que escuche el nombre Jack Cannon?

– sí, ¿lo conoces? – se le ilumina la mirada

-  nunca lo he visto en persona, pero he escuchado de él, es absolutamente brillante, el mejor abogado corporativo del país – y socio de Lee – agrega Ian

- lo sé, pero si mal no lo recuerdo, alguien me dijo que Cannon estaba comprometido, con una belleza sureña, no he escuchado ningún rumor de que sea gay

– el dice que no lo es –Samuel enmarca la ceja -  ¿y aun así piensas que puedes conseguir algo con él? Creo que te lo ha dejado bastante claro –

Ian le sonríe – Lo estaría si no hubiera respondido a mi beso como un sediento frente a un vaso de agua –

se atora con la cerveza que se había llevado a los labios – Mierda, ¿estás hablando en serio?

– ¿alguna vez te he mentido?

– no, pero wow… parece que no quedan heterosexuales en este país

– mejor para nosotros ¿verdad?

– absolutamente…pero dime has quedado en algo con él?

– No quiere volver a verme, ni ser mi amigo, supongo que no quiere ni recordar esta noche

- ¿y qué piensas hacer? –

Ian le quita la cerveza de la mano y le da un largo trago - ¿crees que hubiera llegado hasta donde estoy si hubiera permitido que me dijeran que no? – Vacía la botella y la deja en la barra – Jack Cannon no podrá escapar de mí.  


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