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Mi vida: otro punto de vista por Aeriel

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Notas del fanfic:

¡¡Hola!! ¿A que no esperábais verme tan pronto? ¡Pues mañana volveré con el segundo capítulo de 'La visión de un futuro confuso'! jeje

Por ahora, ¡espero que os guste este original!

Si me comentáis muchos... ¡subiré la segunda parte muy prontito! ^^

Besos*

 

PD: Todos y cada uno de los personajes que aparecen en esta historia, así como el narrador, son propiedad mía ^^

Notas del capitulo:

Esta primera parte es la descripción del protagonista y narrador (ambos el mismo)

Será tipo diario.

¡Disfrutad! ^^

- Fanfic Original -

- Fanfic Original -

 

Tipos de letras:

- Normal: Narrador en 1ª persona.

 

Resumen:

“La vida es como una gran película.

Una película en la cual las personas se entrecruzan, como los personajes, en un lío de romances, desgracias, angustias, miedos, comicidades, etcétera. Todo ello aderezado con acciones.

Una película donde el protagonista, uno mismo, sobrevive aparentando ser alguien que no es y que muy posiblemente... fracasará sin remedio.

Así pues, bienvenidos a mi ‘película’.

Poneos cómodos. Llevará su tiempo explicaros de principio a fin mis vivencias el año que pasé junto a él.

Algunos quizás queráis unas palomitas o un refresco para acompañar...

Bien pensado.

Así pues, disfrutad de la lectura.”

 

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Mi vida: otro punto de vista

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- PRIMERA PARTE -

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Domingo 25 de Febrero

Querido Diario:

Soy consciente de que ése ‘querido’ suena cursi. Lo sé, lo sé. Pero creo que es así como debo empezar éste diario.

Primero diré mi nombre que, por cierto, es Samuel Hartnett, y seguidamente mi edad, 15 años. ¿Demasiado joven? Yo creo que no.

Todo el mundo me dice que aparento mucha más edad y además no paran de coquetearme. No me resulta para nada desagradable, pero tampoco es que me guste en demasía. Siempre he sido el niño bonito de la familia, y en parte eso me irrita. Al menos cuando vienen mis abuelas ya no empiezan con eso de ‘Oooh, ¡qué rico!’ o ‘¿Cómo estás, precioso?’, mientras me cogen de los mofletes. Creo que dejaron de hacerlo hará unos dos años, cuando decidí que ya había tenido suficiente y les di mi más letal mirada, con la que, al contraste con la luz, debí parecer Damián, el mismísimo hijo del Demonio. Se asustaron tanto que no volvieron a acercarse a mí en lo que restó de tarde. Aún ahora siguen guardando las distancias, pero continúan tratándome igual que entonces; como su ‘adorable’ nieto... ¡Puaj!

Por cierto, si alguien está interesado en saber mi aspecto físico escribiré aquí mi descripción. Punto por punto.

- Cabellos: Rubios y ondulados. Los odio, porque en el instituto, siempre que tienen oportunidad, los chicos me llaman ‘Ricitos de Oro’, y por ésa razón siempre me estoy peleando y me castigan.

- Ojos: Dos, obvio. Pero no es la cantidad lo que me molesta, ya que en sí son necesarios dos, sino el color. Tengo los ojos tan claros que el iris casi parece blanco y destaco mucho por ello. Es de un color azul cielo, pero uno muy despejado y sin imperfección alguna.

El primer día de clase recuerdo que llegué con unas gafas de sol enormes que casi tapaban por completo mi rostro, y un gorro de lana escondiendo mis rizos rubios. En cuanto me vieron mis nuevos compañeros de clase se echaron a reír. Eso a mí no me molestó en absoluto, sino más bien lo que vino después. Mi tutora me obligó a quitarme ‘ésos complementos del demonio’, según los nombró después al mostrar yo mi verdadero aspecto. Cesaron las risas de inmediato. Entonces todas las chicas se levantaron y como en estampida corrieron hacia mí, taladrándome a preguntas. Pero no sólo las chicas me miraban embobadas. Los chicos tampoco apartaban sus ojos de mí, y yo me sentía como una especie de mono de feria. “Pasen y vean a Samuel Hartnett. Entrada libre.”

Creedme que si pudiera me compraría unas lentillas de un color más normal. El único problema es que mis padres me matarían. Cada vez que saco el tema de mis ojos a relucir me mandan a paseo.

- Labios: ¿Por qué soy el único de la familia que los tiene tan esponjosos y del color de las fresas maduras? Es... es denigrante para un chico. Me siento acosado por ellos, pero, claro, no puedo hacer nada por cambiarlos.

- Piel: Ni la leche es tan blanca. Pero en contraste con mi pelo y mis ojos luce bien. Aparte está eso de que en mi vida, y ya van 15 años, repito, he tenido granos. Ni granos, ni puntos negros,... Nada. Cero grasa.

- Cuerpo: Tengo complexión atlética, pero mi rostro me da un aire delicado, tanto que apenas se me acerca la gente en Gimnasia. Soy ‘El Intocable’, como me nombran algunos. Pero para la mayoría soy ‘Ricitos de Oro, la nena de la clase’, mote que me pone de muy mal humor. Y os puedo asegurar que eso no tiene buenas consecuencias. La última vez que me llamaron así fue el jueves pasado y el chico en cuestión acabó en la Enfermería del instituto inconsciente una media de dos horas. Para mí eso no fue suficiente, pero sí algo para empezar.

Vale, sé que soy un poco bruto, pero tampoco me voy a dejar mangonear, ¿no?

Mi amiga Alyssa siempre me sermonea con lo mismo.

— Te has pasado un montón con el pobre Bruce - ¡JA! dice eso porque le gusta -. Ésta vez podrían haberte expulsado de verdad.

Y es que Bruce es masoca. Le gusta que le pegue. No en ése sentido de la palabra, pero algo le tiene que gustar, porque no para de meterse conmigo y sabe que yo no me quedo quieto...

Acabo de recordar que tengo un examen mañana de Historia y no he tocado el libro, ni mucho menos los apuntes. Mierda y dos veces caca.

Odio el instituto. Odio a los profesores. Pero sobre todo odio los exámenes. Pensaréis que como todos, pero os aseguro que mi odio va más allá.

Me llaman para cenar. Así pues, me despido hasta otro día.

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¿Continuará...?

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N/A: Espero que os haya gustado esta primera parte ^^ Es cortita, pero la segunda será más extensa, lo prometo.

¡Gracias por leer!

Besos*

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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