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TE ESPERARE por Kitana

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Notas del fanfic:

Hola a todo el mundo, bueno, este fic es un regalo de cumple, muuuy atrasado para mi super amigui mery-chan, nena, sabes que te quieroooo, espero que te guste tu regalo y aunque un poco tarde, felices quince!!!

 Por cierto, aunque me duela, todos los personajes de Saint Seiya son propiedad de  Masami Kurumada y yo solo los he tomado prestados para un rato de ocio XDD

 

Un día más llegaba a su fin, otro día cargado de tedio y rutina, sin espacio para soñar, sin espacio para el amor. Cerró su oficina y con gesto cansado se apresuró a alcanzar la salida. Como era habitual, se dirigiría al restaurante de la esquina, cenaría algo ligero y volvería a casa a encontrarse con los mismos problemas de siempre, que si su hermano necesitaba de su apoyo en alguna tarea, que si había una nueva falla que arreglar en el edificio... todas esas minucias cotidianas que contribuían a acentuar su habitual rutina.

 

Recorrió a pie el pequeño tramo que separaba su despacho de la cafetería. Se miró en el cristal de una tienda y se sonrió a sí mismo con compasión, no podía evitar sentirse un tanto miserable, un tanto deprimido, se pasó la mano por el rostro en un intento por dejar de sentirse de aquella manera.

 

Se rió de sí mismo, ¿quién iba a imaginarlo a él en una situación semejante? Diez años atrás, él mismo se hubiera reído al escuchar que alguien describía su vida de la manera en que la llevaba.

 

Llevaba una vida tremendamente aburrida y predecible. Cada día se levantaba a las seis treinta, se duchaba y desayunaba a las siete, llevaba a su hermano menor al colegio a las siete treinta y comenzaba sus labores en el despacho a las ocho treinta. Cada uno de sus actos se guiaba por un estricto orden y un estricto control, nada estaba fuera de programa ni del itinerario. Podía decir sin temor a equivocarse, que tenía su vida bajo control, aún sí era aburrida, estaba bajo control.

 

En el día ni lo pensaba

y en las noches te soñaba,

es tan cierto que buscaba

alguien como tú que me abrazara.

 

Sin embargo, existía un pequeño aspecto que siempre se le escapaba de las manos, y ese era su vida sentimental. Apenas si recordaba la última vez que saliera con alguien con intenciones románticas, ni que decir de una relación, sencillamente no tenía tiempo ni cabeza para esas cosas. Aunque, ciertamente, no dejaba de imaginarse, de recrear en su mente, como podía ser la persona que atrapara su corazón. Pero generalmente se decía que no tenía caso hacerlo, era pedir demasiado hallar a alguien que tuviera la dosis exacta de calidez que él precisaba, alguien que pudiera entenderle sin juzgarle y a quien le gustara cada uno de los detalles de su persona, alguien que correspondiera amor con amor. Sonrió con desgano, ciertamente ese ser al que aspiraba no se encontraba en las proximidades de su existencia.

 

No sabía que aquí estabas

que a mi lado caminabas

solo se que tu mirada

hizo que de ti al instante yo me enamorara

 

Entró en el restaurante, ya era suficiente filosofía por un día.  Se sentó en el sitio de siempre, no puso atención al mesero que depositó frente a él la carta, ni siquiera lo miró.

 

- Lo de siempre. - dijo con voz seria. A diferencia de otras ocasiones, el mesero se quedó quieto en su sitio, incapaz de decir algo. Levantó el rostro con una mueca de molestia, misma que se borró al instante de encontrarse con dos hermosos trozos de cielo.

- Lo siento... soy nuevo. - dijo ese chico rubio que estaba frente a él. - Pero si me dice lo que desea con gusto lo traeré. - dijo el muchacho con una tímida sonrisa y sosteniendo con manos temblorosas esa diminuta libreta que en aquellas manitas parecía ser enorme. No supo porqué pero le regaló una sonrisa.

- No te preocupes, solo tráeme el menú del día.

- En un momento. - a Ikky le pareció divertida la actitud tímida del muchacho.  El chico cumplió lo que había ofrecido, volvió poco después con la orden solicitada y haciendo gala de amabilidad le atendió. No podía negarlo, estaba impresionado con ese hombre, era simplemente apuesto, uno de esos hombres que a donde quiera que se paran atraen miradas. Era muy alto, tenía el cabello oscuro y un par de ojos de un azul cobalto simplemente vibrante. Aparentaba una tranquilidad que esa mirada un tanto salvaje contradecía.  Cuando los ojos de ese hombre lo miraron  sintió que desmayaría de emoción.

 

Solo un momento se convertirá en una eternidad

Y cada amanecer será mejor

Y el sol saldrá gritando que aquí estas

Llenando todo lo que tengo

 

Ikky abandonó el restaurante con una sonrisa en los labios, no podía creer que la sola visión de ese muchacho bastase para que se sintiera mejor. No podía creer que un solo ser, alguien totalmente desconocido  pudiera tener ese efecto en él.

 

A la mañana siguiente se levantó muy temprano, sentía curiosidad por ese muchacho, necesitaba saber de él. Contrario a su costumbre, desayunaría fuera. Hizo a Shun abandonar la cama y le obligó a vestirse y prepararse para salir en tiempo récord.

- ¿Por qué tenemos que salir tan temprano? - preguntó el menor ahogando un bostezo.

- Ya te lo dije, tengo una junta muy importante y tengo que llegar muy temprano al despacho, y si te dejo en casa eres capaz de quedarte dormido hasta que regrese.

- Pero me debes una.

- No te debo nada.

- Era broma... ¿me recogerás esta tarde? Recuerda que tengo ensayo.

- Estaré puntual por ti, lo prometo. -  dijo el mayor sonriendo. Shun había notado que su hermano estaba más sonriente que de costumbre, sentía que fuera cual fuera la causa de ese repentino brote de alegría en Ikky, solo podía ser algo verdaderamente bueno.

- Tengo hambre Ikky...

- Tú siempre tienes hambre.

- Es que todavía estoy creciendo. - lloriqueó Shun.

- Como sea... vamos a desayunar en el restaurante donde ceno siempre. La comida es muy buena.

- ¿Queda muy lejos?

- No, ya casi llegamos. - dijo el mayor disfrutando por adelantado de lo que sucedería en el restaurante.

 

Entraron en el restaurante y se acomodaron en la barra. Ikky no paraba de buscar disimuladamente al muchacho de la noche anterior. A penas pudo contener la sonrisa cuando lo vio avanzar rápidamente con una mochila y un uniforme idéntico al de su hermano.

 

- Wow, tenías razón, estos waffles están soberbios. - dijo Shun mientras alcanzaba el vaso de leche. Su hermano no respondió, estaba absorto contemplando al muchacho que estaba sentado al final de la barra.  Los ojos de Shun siguieron la trayectoria de la mirada embelesada de su hermano y al encontrar el objeto de su atención, simplemente sonrió. Sin pensarlo dos veces, se puso de pie y llamó al muchacho. - ¡Hola Hyoga! - dijo el menor. Ikky casi escupió el café al ver que su hermano conocía a ese chico que tanto lo había impresionado.

- Ah, hola Shun, no sabía  que frecuentaras este lugar. - dijo Hyoga acercándose con una sonrisa.

- Es la primera vez que vengo, pero mi hermano cena aquí todos los días, ¿verdad Ikky? - él ni siquiera respondió, no podía dejar de mirar al encantador rubio.

- Sí, lo vi aquí anoche. - dijo  Hyoga con una suave sonrisa.

- Ah, ¿te llevamos? Ikky siempre me deja en la escuela antes del trabajo, ¿verdad hermano? - dijo Shun, Ikky no sabía ni para donde mirar, estaba de lo más nervioso.

- No quiero ser una molestia. - dijo el rubio con timidez, también estaba nervioso, y es que Ikky era demasiado atractivo.

- No lo serás, ¿verdad Ikky? - el aludido solo asintió con la cabeza.

 

Pintando lo que estoy haciendo de amor

Y aquí estas y tanta fe que me das

Me lleva mucho mas adentro

Me hunde en este sentimiento de amor

Y abrazados tú y yo todo es mejor

 

Ikky no intervenía en la conversación, se limitaba a asentir de vez en vez cuando su  hermano solicitaba su opinión, pero sin apartar ni un instante sus ojos de ese precioso muchacho rubio.

 

Así fue que llegaron al colegio al que Hyoga y Shun asistían.

 

- Te veo en la noche hermano. - dijo Shun bajando del auto. Hyoga bajó, Ikky decidió acompañarlos a la puerta.  Caminaba algo nervioso, cosa que extrañó a su hermano menor. Sun decidió dejarlo así, más tarde podría preguntarle a ambos que les parecía el otro.

 

Hyoga tampoco podía quitarle los ojos de encima a ese hombre, tan interesante y apuesto como ningún otro que hubiera visto antes. Era sencillamente impresionante, todo en él le parecía único y especial. No podía definir los motivos, pero si podía asegurar que ese hombre tenía algo especial, algo que no podía explicar pero que le fascinaba. Y se quedaría cerca el tiempo necesario para averiguar que era exactamente.

 

Shun lo apresuró a entrar, y cuando el chiquillo lo jaló al interior del colegio, lo único que atinó a hacer fue a decir adiós con la mano a Ikky. Cuando se percató de la magnitud de tal acto, sus mejillas se tornaron rojas, Shun solo sonrió, eso solo podía significar que Hyoga gustaba de su hermano, porque en el poco tiempo que llevaban de conocerse, Hyoga nunca había mostrado ser tímido.

 

Ikky se pasó la mañana ocupado, pero sin dejar de pensar en esos hermosos ojos azules que le habían cautivado. No podía evitar pensar de cuando en cuando en el hermoso rostro del muchacho, ni en su espigada figura.

 

No podía creer que se sentía como a los quince, con la emoción al tope, con una maraña de emociones que no podía clasificar ni entender, iban más allá de todo lo que hubiera sentido antes y era por alguien con quien no había intercambiado más que algunas frases. Eso le asustaba un poco, ni de adolescente había actuado de esa manera.

 

Aquella noche no acudió al restaurante a cenar, necesitaba aclarar su mente y no pensar más en ese muchacho que ni por un instante había dejado de estar en sus pensamientos. Estaba decidido a meterse a la cama inmediatamente y no pensar más, dedicarse a dormir que buena falta le hacía después de lidiar con no sabía cuantos ineptos.

 

Encendió el motor del auto y se dirigió a casa, evitando siquiera la cercanía con el restaurante. No podía permitirse actuar de esa manera y encima con un menor de edad. Se dijo a sí mismo que no estaba tan desesperado como para perseguir a un adolescente. Pero después se decía que la edad no era tan importantote si ambas partes estaban dispuestas. Sin embargo, las cosas no eran tan fáciles, ese muchacho debía tener un padre y una madre que con toda seguridad le dirían que era demasiado mayor para una relación como la que se proponía.

 

¿Una relación? Nunca se había planteado seriamente la posibilidad de tener una relación con alguien, la última vez que lo había hecho tenía veinte y no era más que un amor demasiado inmaduro, un amor que no supo sino romperle el corazón. Pero, siendo franco, ¿cómo se le ocurría plantearse semejante idea con alguien a quien acababa de conocer?

 

Tenía que desechar la idea. No era nada que pudiera volverse realidad. Llegó a casa y después de un desganado buenas noches, se fue a dormir. No podía perder más el tiempo.

 

Me di cuenta que te amaba

Cuando vi que te marchabas

Solo se que al fin llegaste

Cuando para ser honesto ya no te esperaba

 

Solo un momento se convertirá

En una eternidad

Y cada amanecer será mejor

Y el sol saldrá gritando que aquí estas

 

 

Los días trascurrieron veloces, sin que Ikky se diera cuenta siquiera, pasaron cinco años. Su hermano no era más un chiquillo, estaba a punto de graduarse con honores en la universidad. Muchas cosas se habían quedado atrás, otras tantas se habían ido, se esfumaron y solo le dejaron los fantasmas de lo que pudo ser y no fue.

 

Cada día se arrepentía de no haber tomado esa oportunidad que se le había presentado una única vez. Hyoga había desaparecido de su vida años atrás. Shun le dijo que se había mudado y no volvió a verlo, pero no lo olvidaba. De alguna extraña manera, el destino le había jugado una mala pasada y había terminado enamorado del amigo de su hermano. Nunca se lo había dicho y se había guardado aquellos sentimientos en lo más profundo de su ser a pesar de la insistencia de su hermano y de que el chico se había mostrado receptivo a un posible avance.

 

Se arrepentía y mucho. Las cosas en su vida seguían tan estancadas como años atrás, no podía pedir más profesionalmente, era próspero, pero seguía sin encontrar a ese ser especial que llenara su vida.

 

Eran poco más de las seis de la tarde cuando el teléfono sonó, uno de sus viejos amigos de la universidad se encontraba en la ciudad y quería verlo. No pudo resistirse, él en realidad tenía pocos amigos y verlos era motivo de alegría puesto que los encuentros eran poco frecuentes.

 

Suspiró cansado luego de colgar el teléfono y se dispuso a salir con rumbo al lugar de la cita. Tomó su saco y descendió al estacionamiento para abordar su auto, era nuevo, lo había comprado recién el mes pasado como un mero capricho que llenara el vacío que se producía en él cada vez que recordaba que no tenía a nadie más que a Shun en la vida.

 

Se dirigió al otro extremo de la ciudad, donde ya le estaría esperando ese amigo suyo. Se imaginó que le contaría la misma historia que  había venido escuchando desde tiempo atrás de labios de otros amigos. Lo supuso casado con una hermosa persona y lleno de hijos, o quizás con alguno en camino. Y él permanecía no solo soltero, permanecía marginándose de cualquier tipo de relación.

 

Negó con la cabeza al aceptar que era culpa suya no haberse dado la oportunidad de conseguir a alguien con quien compartir su vida.  la sensación de vacío se volvía cada vez más y más grande, más y más frustrante. Quería remediarlo, pero no sabía ni por donde comenzar.

 

Entro en el bar donde  había sido citado por su amigo. Pasó media hora y ya estaba perdiendo la escasa paciencia que poseía. Empezaba a ponerse de mal humor, y esas no eran las mejores condiciones para verse. Rápidamente garabateó una nota para su amigo excusándose y salió del bar.

 

Ya había oscurecido, y la noche comenzaba a refrescar. Caminó rápido hasta su auto como no queriendo fijarse en las parejas que caminaban a su alrededor esa tarde de viernes.

 

Llenando todo lo que tengo

Pintando lo que estoy haciendo de amor

Y aquí estas y tanta fe que me das

Me lleva mucho mas adentro

Me hunde en este sentimiento de amor

Y abrazados tú y yo todo es mejor

 

Al fin llegó hasta su auto. Estaba ocupado buscando las llaves, pero no por ello ausente de lo que ocurría a su alrededor. Vio a alguien resbalar en la orilla de la acera, no supo exactamente porque pero fue a ayudarle.

 

- ¿Te encuentras bien? - dijo al tiempo que le tendía una mano para ayudarle a levantarse del piso. Cuando el desconocido alzó el rostro, Ikky sintió que el corazón le bailoteaba en el pecho. - ¿Hyoga? - dijo con incredulidad.

- El mismo, dioses, vaya manera de encontrarnos de nuevo, ¿no crees? - dijo el rubio con una sonrisa. Ikky lo ayudo a ponerse en pie sin poderse creer aún que lo tuviera enfrente. - ¿Te molestaría invitarme un trago? He tenido un día atroz. - dijo el rubio con cierto cansancio.

- Podemos ir a un bar que esta cerca de aquí. Pero tal vez prefieras un café. - Hyoga negó con la cabeza.

- De verdad necesito un trago y uno muy fuerte. - Ikky sonrió creyendo que era broma, pero la sonrisa se le borró del rostro al ver la mirada triste de Hyoga.

- De acuerdo, beberemos algo fuerte. Ven conmigo. - dijo Ikky - ¿Puedes caminar?

- Si, creo que no tengo nada roto. - comentó el rubio con una sonrisa cansada. Ikky no podía creer aún que eso estaba sucediendo.

 

Caminaron en silencio hasta el bar del que Ikky había salido minutos antes. Hyoga se dejó guiar mientras contemplaba a Ikky. Lucía tanto o más atractivo de cómo lo recordaba, ciertamente los años le habían sentado muy bien.

 

Te he visto una vez

Y creo que se quien eres

Eres quien soñé

Y al fin te encontré

 

Se sentaron en un rincón apartado, la música de piano invadía el ambiente dándole un toque bohemio al lugar.  Hyoga miró alrededor. No sabía como exactamente comportarse, y estaba seguro de que Ikky no tomaría las riendas de la conversación. Decidió hablar primero. Era muy distinto de cómo había sido cinco años atrás.

 

- ¿Sigues en tu mismo empleo? - le preguntó solo por hacer conversación.

- No, lo dejé hace un par de años y me independicé, las cosas me pintan muy bien ahora.

- ¿Y qué me dices de Shun?

- Se gradúa en un par de meses, le ha ido bastante bien. - dijo Ikky sin poder esconder lo orgulloso que se sentía de su hermano.

- Siempre fue muy brillante.

- Si, vaya que lo es.

- Tu también lo eres, no me olvido de quien nos ayudaba con la tarea de cálculo. - dijo Hyoga con una sonrisa.

- ¿Todavía lo recuerdas? - dijo Ikky con cierta incredulidad.

- Recuerdo muchas cosas de ti Ikky, tu color favorito, tu cumpleaños, tu disco favorito...

- ¿De verdad?

- Si, ¿lo dudas? - Ikky se quedó callado - Si lo dudas, hazme cualquier pregunta.

- Hyoga, por los dioses, ¿de verdad estás tan seguro de ti?

- Lo estoy. - dijo el rubio con autosuficiencia. -Pregunta lo que quieras. - Ikky lo miró incrédulo.

-  No creo eso, tú no puedes saber todas esas cosas.

- Pruébame.

- Bien... ¿mi color favorito?

-Azul oscuro. - a Ikky se le borró la sonrisa al escuchar aquello.

- Esa es una pregunta fácil, cualquiera pudo saberlo. - dijo Ikky a modo de excusa.

- Entonces intenta con algo más difícil.

- Déjame ver... ¿mi número de calzado?

- Veintiocho. - Ikky comenzaba a ponerse nervioso.

- Dioses... ¿cómo...? - murmuró Ikky presa de la incredulidad. - Ya sé, esto es algo que casi nadie sabe, ¿cuál fue mi primer empleo?

-  Mensajero en una agencia de viajes.

-  No lo puedo creer... ¿cómo sabes eso? ¿Shun te lo dijo?

- No importa como lo sé, solo lo sé. - dijo Hyoga con una sonrisa.

- ¿Dónde te metiste todos estos años? - terminó por preguntar Ikky.

- Por aquí y por allá, he estado en casi todo el mundo.

- ¿En serio?

- En serio.

- Cuéntame.

- Bien... después del colegio, conseguí una beca en París, fue hermoso, al menos al principio. Me fue muy bien allá, conocí a alguien, juntos viajamos por toda Europa. - dijo Hyoga con nostalgia. Ikky luchaba por no demostrar lo celoso que estaba de ese hombre del que ni siquiera conocía su nombre - Solo que... no funcionó, ¿quieres saber por qué? - Ikky guardo silencio apretando la mandíbula - Aún si no quieres te lo diré, no pude ser feliz con él, no funcionó y todo se debe a una razón muy simple: tú.

- ¿Yo? Pero, ¿por qué me dices esto?

- Porque es la verdad, nunca deje de pensar en ti.

- ¿En mí?

- Sí, en ti.

- Pero... ¿por qué?

- Porque estuve, no, me corrijo, estoy enamorado de ti. - Ikky no podía dar crédito a lo que escuchaba de labios de ese rubio que con el paso del tiempo no había hecho sino embellecer - Sé que tal vez es algo que no quieres es cuchar, tú nunca mostraste interés alguno en mí. Era obvio que yo no te interesaba de esa manera, siempre estabas buscando un pretexto para irte cuando visitaba a Shun.

- Yo...

- No te preocupes Ikky, yo no espero que me correspondas, ¿cómo se fijaría alguien como tú en alguien como yo? Es obvio que tú y yo no encajamos, yo solo quería que lo supieras, no sé porque esperé tanto para decírtelo. Debí hacerle caso a Shun y decírtelo antes de irme a París.  Pero no me atreví. - dijo el rubio apartando la mirada por primera vez desde que se encontraran. Ikky seguía callado, sopesando lo que le había dicho el más joven.

 

Hyoga no pudo soportar más el silencio de Ikky, se puso de pie y se dirigió a la salida. Ikky se dijo que esta vez no lo iba a dejar ir.

- ¡Espera! - dijo el moreno sujetándole el brazo.

- No necesitas decir nada Ikky. No hace falta, tampoco tienes que sentir nada hacia mí.

- ¿Y quién dice que yo no siento nada hacia ti? - Hyoga se le quedó mirando fijamente. - Yo siento algo por ti, y lo he sentido por mucho tiempo. - Ikky hizo una pausa para observar la reacción del rubio. - Yo también estoy enamorado de ti... siempre lo he estado.  - a Ikky se le borró la sonrisa cuando sintió que Hyoga le abofeteaba, no entendía esa reacción - ¿Por qué hiciste eso?

- Porque te lo mereces. Debiste decírmelo antes.

Hyoga, soy casi diez años mayor que tú, ¿habría funcionado cuando eras adolescente? Yo no lo creo. Pero si me das la oportunidad de intentarlo, te haré más feliz de lo que alguna vez te has imaginado ser.

- Tu hermano tiene razón... estás un poco loco. - dijo Hyoga sonriendo.

- ¿Me dejas besarte? - Hyoga solo asintió con la cabeza, Ikky no quiso esperar más, lo tomó entre sus brazos y depositó en los labios entreabiertos del menor ese beso que había reservado solo para él.

 

Esa noche le llevó a casa y conversaron hasta la madrugada, cuando llegó la hora de volver a casa, Ikky no quería desprenderse de su lado, tenía miedo de que todo lo sucedido no hubiera sido más que un sueño.

 

Llenando todo lo que tengo

Pintando lo que estoy haciendo de amor

Y aquí estas y tanta fe que me das

Me lleva mucho mas adentro

Me hunde en este sentimiento de amor

Y abrazados tú y yo todo es mejor.

 

Con el paso de los días, la relación se afianzó, Ikky parecía otro, se le veía feliz, sonriente y de buen humor, cosa que sorprendió a todos. La felicidad de Ikky no era atribuible a nadie más que a Hyoga, el rubio lo había cambiado por completo.

 

Un año más tarde, decidieron casarse, la boda fue espectacular, Shun no dejaba de felicitar a su hermano por haberse decidido finalmente a hacer a Hyoga su esposo y no paraba de insistir en que ahora lo único que hacía falta para que toda esa felicidad fuera completa era que le dieran un sobrino al cual consentir.

 

La noche estaba bien avanzada, la fiesta seguía por todo lo alto, Ikky y Hyoga bailaban muy juntos, ambos sonreían felices.

- ¿Sabes? Creo que tu hermano tiene razón.

- ¿En que?

- En que deberíamos darle un sobrino. - Ikky le acarició la mejilla.

- Tal vez, pero no por el momento. Antes de que vengan los niños, quiero disfrutar de ti.

- Estoy de acuerdo, pero no quiero esperar demasiado para tener bebés, ¿de acuerdo?

- Totalmente de acuerdo. - dijo Ikky para luego besarlo.

 

Pasaron dos años de feliz matrimonio, Ikky había dejado de ser ese hombre hosco y malhumorado, se había transformado en alguien mucho más amable de lo que nunca antes había sido, Hyoga parecía florecer a su lado, en suma se amaban con locura.

 

Faltaban un par de días para su aniversario de bodas, esa tarde Hyoga había insistido en comer juntos. Ikky aceptó encantado, aunque no entendía porque su esposo estaba actuando tan raro como lo venía haciendo en la última semana.

 

Hyoga lo estaba esperando afuera de la oficina, parecía demasiado feliz.

 

Comieron casi sin hablar, parecía que Hyoga tenía algo importante que decir pero no hallaba las palabras exactas para hacerlo.

- ¿Qué sucede cariño? - le preguntó Ikky durante el postre.

- No quiero que hagas un escándalo, tampoco que te emociones demasiado.

- Por favor... solo dilo, no me tengas en suspenso.

- Vas a ser papá. - Ikky lo miró y de inmediato se dibujó una sonrisa en su rostro.

- ¿Estás seguro?

- Si, hace un rato me lo confirmó el médico, ¿te das cuenta? Al fin le daremos  Shun el sobrino que tanto deseaba.

- Te amo. - dijo Ikky abrazándolo. - No tienes idea de  lo feliz que soy gracias  a ti.

- Supongo que debes ser tan feliz como yo.

 

Se miraron a los ojos, nada podía hacerles más felices, se tenían uno al otro y pronto tendrían a ese pequeño ser que crecía en el vientre de  Hyoga, juntos la vida era simplemente perfecta.

 

FIN

Notas finales: Bueno, espero que haya sido de tu agrado mery y que me disculpes por tardar tanto XDD, besos, bye bye

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