Corrí. Hasta que mi corazón me pidió un poco de oxígeno y mis piernas me impidieron seguir haciendolo. ¿Alguna vez has sentido el miedo? Esto era mucho más que eso, más que miedo, más que terror. Era una sensación tan sumamente indescriptible que mis palabras se quedarían cortas usase las que usase.
No conseguía salir de aquella maldita universidad, todo parecía estar cerrado. No había un modo de escapar.
Sentí como él llegaba a mi lado, y como sus lágrimas se hacían irrefrenables. Le miré con impotencia y golpeé la puerta que tenía enfrente de mi con todas mis fuerzas.
- No puedo abrirla - Lloriqueé con vacío en mi pecho. -
Sentí que mis fuerzas morían en cada poro de mi piel, y como mi respiración estaba empezando a jugarme malas pasadas.
Volví a mirar el reloj, tan solo faltaban cinco minutos para que todo acabase, solo cinco malditos minutos. Le miré y me miró. No hicieron falta palabras, tan solo sentí como sus brazos me rodeaban con desesperación.
- Salvame...- Susurró Ethan a mi oido, sin fuerzas, casi como en un ultimo aliento. -
Miré el cielo por el cristal de una de las ventanas del pasillo. Eran las doce de la noche, pero el cielo empezaba a tornarse de un color anaranjado. Empecé a llorar enojado conmigo mismo y tan solo asentí a su plegaria.
- Ven, creo que podremos saltar por la ventana... -
Le tomé de la mano y nos acercamos a la ventana. No dudé un solo segundo y de un certero puñetazo conseguí romper los cristales cortandome la mano y el brazo por varios lugares.
- ¡¡Alex!! - Gritó Ethan al sentir mis quejidos -
- Olvidame ahora y salta... -
Me hizo caso. Retiramos los critales necesarios y ya que estabamos en la planta baja conseguimos salir sin problemas. Le tomé la mano y comenzamos a correr por las desiertas calles que parecían más tetricas de lo normal. Miré al cielo con miedo de nuevo, y ví como las nubes se hacían más naranjas y potentes de lo que estaban antes.
- No queda mucho.. ¡¡Apresurate!!. -
Miré a sus ojos por los que salía un rio de lágrimas impropio de Ethan. Al lado del campus había un frondoso bosque donde podríamos resguardarnos. ¿De qué servía escapar si el final seguiría siendo el mismo?. Llegamos al bosque y debajo del arbol más viejo y frondoso nos arrodillamos. Sentí sus brazos al rededor de mi cintura y después como su cabeza se apoyaba en mi pecho.
- Sé que no es el momento más adecuado para decirte esto pero... - Sentí una de sus lágrimas caer en mi camiseta y mojarla. - Te quiero. -
- Yo también te quiero Ethan, te prometo que saldremos de esto, aunque seamos lo ultimo que quede sobre este planeta, tendremos todo lo que necesitaremos. Lo prometo.
- No Alex... Te amo. -
¿Como podía estar diciendome eso a menos de dos minutos de la destrucción de todo el planeta?. Sentí como mi pecho se oprimía, como las palabras morían en mis labios luchando por salir, por responderle.
En ese momento subió su rostro y me miró a los ojos de la manera más dulce que he conocido jamás.
- No creo que tenga tiempo para arrepentirme de esto... -
Subió por mi cuerpo hasta que sus labios acabaron cruzados en los mios. Me besaba de la manera más especial que me habían besado nunca. Sus brazos sosteniendo mi cuello, los mios en su cintura. Ni un milimetro de distancia entre su cuerpo y el mio, y nuestros labios diciendose todo lo que no se habían dicho nunca en un roce desesperadamente apasionado.
Un estruendo del tamaño de nuestro planeta entero se coló por nuestros oidos. Había llegado el final, el principio del final había llegado.
Entonces un calor aterrador empezó a invadir el cuerpo de ambos y también el de todos los cuerpos allí presentes.
El arbol que nos protegía empezó a adquerir una temperatura infrahumana, casi ardiente. Nos levantamos, aún en aquel frenético beso que estaba destrozando mis ultimas esperanzas de vida a la par que acababa con mi respiración.
Entonces del cielo emergió un llamarada que comenzó a arrasar toda la ciudad.
Todo comenzó cuando la potencia económica, social y política del mundo amenazó a mi pais con arrasarlo atómicamente. Siguió por un error en las armas biológicas, y terminó en la destrucción de un mundo que estaba destinado a ser destruido por aquellos que lo habían hecho florecer.
Sí, es cierto que todo se acabó ahí, en aquel frondoso bosque que nos había visto pasar nuestros ultimos años.
Todas las tardes, con nuestrol libros de química, tumbados en el suelo mientras escuchabamos música y reiamos acerca de cosas que tan siquiera tienen sentido ahora.
Sus labios, mis labios, unidos. Su cuerpo, mi cuerpo, juntos. Su muerte, mi muerte, el final de un cuento de hadas que no tuvo tiempo a ser narrado.
Fin ~