VUELVE
Algo me dice que ya no volverás
Estoy seguro que esta vez
No habrá marcha atrás
Puedo sentir el silencio engullendo mi Templo, tu lugar vacío junto al mío, y sé que esta vez ya no regresarás. El vacío me ensordece, llenando mi cabeza de palabras blancas, frases evocadas que, usurpando tu voz, torturan mi constante soledad con la realidad innegable de tu partida… te marchaste, y esta vez tu recuerdo evanescente me confirma que será para siempre, que ya no quieres vivir una vida en la que me asusta darte lo único que me pides.
Después de todo fui yo a decirte que no
Sabes bien que no es cierto
Estoy muriendo por dentro
El viento serpentea entre las rocas en la entrada de mi Templo cargando mis memorias, aquellas escenas que, sin remedio, intento desterrar de mi cabeza. En ellas, tu mirada me taladra, confesándome un amor prohibido ante los ojos de los hombres, un amor que temí corresponder por el hecho de compartir tu sangre… Aún recuerdo tus labios rozando los míos como un vistazo al paraíso, y tu pregunta sin palabras, flotando en el ambiente… tu pregunta, una pregunta que me atormentó por días, hasta que, mintiéndome, te respondí en negativa, aludiendo a que era lo mejor para los dos… Espero, Kanon, algún día me perdones, me perdones por engañarte, por engañarme, por haberte negado mi alma, cuando ambos sabemos la verdad… que te amo tanto como tú a mi, y que tu ausencia asesina mi calma, condenándome a una eterna tortura en manos de tu inalcanzable imagen… a secarme por dentro, hasta ya no quedar nada, nada más que una cáscara vacía, burda imitación de aquel al que un día amaste.
Y ahora es que me doy cuenta
Que sin ti no soy nada
He perdido las fuerzas
He perdido las ganas
Me recuesto en la escalinata, a sentir la brisa meciendo mis cabellos, mientras me lamento de mi propia patética condición. Hace ya casi ocho meses que me faltas, que te fuiste, y con tigo se marchó mi vida, perdida en el bolsillo roto de tu pantalón, dejándome abandonado a mi suerte, sin fuerzas de encarar la burda pantomima de existencia que me queda. El sol ha olvidado las facciones de mi rostro, mi piel, casi translúcida, apenas recuerda su calor, y mi cuerpo, mustio de espera vana, se ha transformado en una extensión de mi Templo, del cual no he salido en lo últimos meses.
He intentado encontrarte
En otras personas
No es igual
No es lo mismo
Nos separa un abismo
Frente a mis ojos desfilan las primeras semanas tortuosas después de tu partida, mis salidas al bar con los muchachos, intentando olvidar tu rostro, atascado en mi cabeza. Miles de personas se sentaron frente a mí, me robaron mis noches de hastío infinito, tratando de ocupar tu lugar en mi vida, un lugar que sólo a ti te pertenece, y los dejé, esperando que alguno acallara tu recuerdo con sus charlas vanas, sus besos vacíos, sus caricias lejanas. Con cada luna me entregué a la carrera de perseguir al olvido, de sobornarlo con nombres que no pudieron comprarlo, y en cada cama dejé el tuyo resonando en el eco de mis gemidos, mientras aquel perfecto desconocido me hacía el amor.
Vuelve,
Que sin ti la vida se me va
Oh, Vuelve
Que me falta el aire si tu no estas
Oh, Vuelve
Nadie ocupara tu lugar
Sobra tanto espacio
Si no estas
No paso un minuto sin pensar
Sin ti la vida lentamente se me va
Pero nada funcionó, y aquí sentando, viendo el paso del tiempo, me doy cuenta, por fin, de mi fatal error. Te dejé partir sin hacer nada, y con tigo te llevaste mi todo, mis fuerzas para enfrentarme a esta patética existencia a sabiendas de que te amo. Se fue mi tiempo en tus pisadas, mi aire en tus pulmones, en la despedida que me negaste al marcharte, mis recuerdos saltando entre tu cabello azulino, del cielo de verano, mi alma enredada en tu corazón dolido, que, por despecho, me castiga con tu ausencia… Te llevaste mi ser, y mi cáscara vacía pena tu espacio de memorias inclementes con inútiles lamentos poblados por tu nombre, palabras que resuenan, huecas, en la inmensidad de mi Santuario, marchito de silencio, delineando, por momentos, tu etérea figura en el lugar que hubieras ocupado, si aún estuvieses llenando mis días
Algo me dice
Ya no sirve de nada
Tantas noches en vela
Aferrado a mi almohada
Si pudiera tan solo regresar un momento
Ahora es que te comprendo
Ahora es cuando te pierdo
Mis ojos se nublan en el borroso cielo despejado que evoca tu mirada, mi tortura tantas noches, poblando mis sueños inconexos, obligándome a velar, escapándome de tu onírica presencia, deshaciéndome en lágrimas de sincero arrepentimiento. Tanto llanto en vano, derramado a escondidas, esperando tu imposible regreso, me hizo ver la verdad… que ya no querías vivir fingiendo que éramos simplemente hermanos, que el amor que me tenías era demasiado para esconder… y que, de todos modos, no valía la pena si sabías que yo no iba a corresponderte por temor al castigo divino. Si pudiera volver el tiempo, cuántas cosas cambiaría! Guardaría mis miedos en un baúl, y te amaría sin culpas, pues aquel castigo al que temía no es peor que esta ausencia que me mata lentamente.
Vuelve,
Que sin ti la vida se me va
Oh, Vuelve
Que me falta el aire si tu no estas
Oh, Vuelve
Nadie ocupara tu lugar
Sobra tanto espacio
Si no estas
No paso un minuto sin pensar
Sin ti la vida lentamente se me va
Mis manos se deslizan lentamente sobre mis ojos, eliminando cualquier rastro de aquellas rebeldes lágrimas que evocan tu partida, deseando que aquello que tocan fuera tu rostro y no el mío, que hubieses regresado a liberarme de esta locura de verte en todos lados y en ninguno, siempre presente en mi vida vacía de ti. Y ahora es cuando puedo ver cuanta falta me haces, ahora que te has ido, y tu recuerdo, prisionero en mi mente, me acorrala en cada esquina, convirtiéndome en tu rehén a la distancia.
El Templo de Géminis, a mis espaldas, observa mudo mi dolor, sin poder siquiera consolarme. Todo en su silencioso eco me trae tu mirada a la memoria; tus risas han quedado enredadas en las columnas acanaladas, disimuladas en el susurro de la nada, obligándome a escapar, hoy, luego de tantos días de atarme a ellas, como una forma de traerte de regreso.
Y a pesar que fui yo
A decirte que no
Sin embargo aquí sigo insistiéndote
Cierro los ojos con fuerza para evitar que las lágrimas sigan corriendo por mi rostro, y me parece ya no sentirlas bajo mis párpados. Mi llanto se ha secado por ti, de tanto evocar tu presencia, rememorando mis errores, mintiéndome a mí mismo, creyendo que volverías. Y es que estuve tan ciego en mi temor que no pude ver cuanto te amaba, cuanto te necesitaba, y ahora que te has ido, siento que todas mis razones se han ido con tigo, dejándome a la espera, buscando, inútilmente, mil formas de hacerte volver, sabiendo que, al partir, no volteaste a verme.
Vuelve,
Que sin ti la vida se me va
Oh, Vuelve
Que me falta el aire si tu no estas
Oh, Vuelve
Nadie ocupara tu lugar
La tibieza del aire me arrulla, tal como hubiese deseado que tu cuerpo lo hiciera, y los rayos del sol juegan a quedarse en la tristeza de mi cara, la cual apenas reconoce luego de tanto encierro. Siento el sopor reclamar mi ser, tanto cansancio de esperar sin resultado, mientras, en el horizonte, el naranja de atardecer comienza a besar la tierra a lo lejos; y, por momentos, creo que es un sueño el cálido toque que, ahora, recorre mis mejillas, borrando el rastro de mis penas. Abro los ojos, y me encuentro con el cielo deshilachado en las hebras que conforman tu cabello, tapando aquellas pupilas del color de la poesía que me miran con ternura, como si los dioses pusieran un espejo frente a mí para sublimar tu ausencia en su reflejo.
Mil ideas se agolpan en mi mente, sin atinar a asomar en mi boca, mil formas de decir lo que el silencio grita en mi mirada, sedienta de la tuya. Tus dedos sellan mis labios, y una sonrisa adorna tu rostro, contagiándose en el mío, a modo de sincera disculpa. Lo sabes, y ahora lo sé… sé que has podido sentir mi sufrimiento, que, a través de mi mano, que ahora te sujeta, me descubres dispuesto a darte aquello que me pediste, y que, entonces, te negué; a amarte sin miedos, sin culpas, sin tener que escondernos
Suspiro aliviado, viéndome librado de mi pesar, y ya sin temor a perderte, cierro los ojos, sintiendo como te acuestas a mi lado, y bañado en atardecer, me aferro a tu cuerpo, convencido de tu regreso… por fin, la tortura ha terminado…