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Annabell por susan black

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Notas del capitulo:

aqui otra vez, no estaba segura de subir esta historia...

hay muchos cambios en ella, aunque el señor Figg sigue tan malo como siempre, ya hare alguna historia en la que el sea bueno...

les advierto, Fillippe esta muerto, pero leean atentamente lo que diga Annabell y sabran la verdad antes de que ella misma lo confiese...

cuidense.

 

                                                   Susan Black presenta:                                             

                                                          "Annabell"

                                                     

                                                      Primera Noche:

                                                "Recuerdo sin aliento"

 

 

Final imaginario del siglo 19...

 

-           ¡Ann!-Un niño de 10 años corría hacia una niña, sentada en una banca del gran jardín de su casa, leyendo un libro.

 

El niño rubio, de cabellos cortos y rizados, paro frente a la niña mientras trataba de respirar, para luego fijar su azul mirar en la niña frente a él, de iguales cabellos rubios ondulados, excepto que solo eran muy largos.

 

-           ¿Qué pasa, Fillippe?-Pregunto la niña sin apartar su azulada mirada de su libro.

-           Eid...Eid vino a verte y papá me dijo que te avisara para que fueras a saludarle...-Dijo el rubio tratando de recuperar su respiración normal.

 

La niña suspiro, tomo una cinta de color blanco que se encontraba en su regazo y la puso como indicador de la página en la que había quedado. Se paro con su hermano mirándola sonriente y comenzó a caminar hacia la casa. El niño la seguía de cerca con sus manos cruzadas tras su cabeza.

 

-           Es bueno que Eidan te venga a ver, así podemos jugar juntos-

-           Para vosotros los chicos todo es tan fácil, no deben aprender como yo a ser una "buena esposa"-Se quejo Annabell y Fillippe solo soltó una carcajada.

-           Tenlo por seguro que serás una buena esposa para Eidan-

-           ¡¿Por qué no te casas tu con él?!-Gruño Annabell, sorprendiendo a su hermano.

-           ¿Por qué dices eso, Ann?-Pregunto el niño.

-           Bueno, porque es obvio que tu te llevas bien con Eidan, en cambio yo no -

-           Eidan te adora-

-           Eidan ni siquiera me estima-

-           No es así. El te quiere mucho, te lo digo yo que soy su mejor amigo y que le conozco mejor que nadie...Lo siento-Se disculpo Fillippe al ver que su hermana asomaba lagrimas ante lo que había dicho.-    Además, es imposible que Eidan y yo nos casemos, ambos somos hombres...-

                                               -¡¡¡¡¡¡¡¡Annabell!!!!!!!!-

 

Los ojos de la mujer durmiendo en la amplia cama de un hermoso dormitorio se abrieron.

 

La mujer se quedo mirando el techo de su cama con doseles y suspiro, miro hacia la ventana y comprobó que llovía, siempre que había tormenta soñaba con aquel momento y justo cuando él gritaba aquel nombre, se despertaba como si hubiese estado teniendo una pesadilla.

 

Aunque aquella pesadilla era un recuerdo de su niñez, para ella se había convertido en una pesadilla.

 

Se enderezo, quedando sentada sobre la cama y apoyo la cabeza contra la pared. Ahora no podría dormir, aquella pesadilla había espantado su sueño.

 

Su largo y ondulado cabello caía sobre sus hombros y sobre su espalda, de seguro tendría problemas para peinarlo, así que a oscuras salio de su cama, prendió la luz de la habitación y se sentó frente a su tocador, donde pudo admirar su reflejo, tomo el cepillo y comenzó a peinar delicadamente su cabello, para que de esa manera no le doliera por si se enredaba.

 

Ya habían pasado 9 años de aquel recuerdo y ya era toda una "mujer", solo esperaba ser desposada pronto por su prometido.

 

Sus ojos se humedecieron y dejo de cepillar su cabello, no veía a su prometido desde hace ya mucho y nunca había podido entablar una conversación con él para por lo menos saber si aun le agradaba, no enviaba cartas ni nada por el estilo.

 

Después de la muerte de su hermano gemelo que había desaparecido del mapa y de su vista. ¿Seguiría vivo?  De seguro que si, pues ya se habría enterado hace mucho de su defunción.

 

El ambicioso de su padre le había convertido en eso, en una mujer llena de tristeza y soledad.

 

Miro hacia la ventana y pudo darse cuenta que la tormenta se calmaba.

 

Suspiro.

 

Ya era hora de darse una buena ducha y vestirse adecuadamente para ese día, era domingo y los domingos la familia iba a misa.

 

Entre todos sus hermosos vestidos no había ninguno que mostrara de su cuerpo mas de lo debido, era una mujer recatada y los vestidos que su padre le había mandado ha hacer eran-casi-para una monja. Pero a ella no le molestaba. No le gustaba que nadie le mirara, pero su belleza atraía tantas miradas que se sentía desmayar al próximo paso que daría.

 

-           Al fin haz bajado-Gruño la voz ronca de su padre.

 

Andrew Figg, un hombre de 45 años, cabello castaño oscuro y ojos azules tan profundos como el mar. Era un hombre atractivo, de porte elegante, todo un inglés.

 

-           Buenos días, padre-Saludo Annabell como respuesta a su regaño. Miro a la mujer rubia sentada junto a su padre.- Buenos días, madre-Le saludo.

-           Buenos días, hija-Sonrió la mujer, mirándola con un deje de tristeza.

 

Leticia Della Cour, era una mujer de belleza extrema. Rubia de ojos celestes, su cabello era ondulado, largo y brillante. Annabell jamás creyó que ella y su madre serían tan parecidas. Su madre era de nacionalidad francesa, pero vivía en Inglaterra junto a su marido y su hija.

 

-           Annabell, tengo que darte una buena noticia-Sonrió el hombre.

-           ¿Cuál, padre?-Pregunto la joven, interesada.

-           Tu prometido Eidan March llego ayer de Italia y vendrá a la tarde a saludarte-

-           ¡¿Qué que?!-Grito Annabell sorprendida por lo que había escuchado, mientras se paraba de un salto de su silla.

-           ¡Annabell!-Gruño su padre y la muchacha se sentó.

-           Lo siento, padre-Se disculpo la muchacha.

-           Ya era hora que regresara, ya tienes 19 años y haz perdidos muchas oportunidades esperándolo. Supongo que vino a desposarte, pues si es así, hablare cuanto antes con su padre para que fijemos la fecha de la boda para esta próxima semana-

-           ¿En una semana?-Repitió Annabell pasmada.

-           Si. ¿Acaso no haz esperado mucho por el, hija?-

-           ¿Ni siquiera voy a conocerlo?-

-           Tienes toda esta semana para conocerlo bien. Además ya le conocías de antes y tu y él se llevaban bien, ¿no?-

-           Fillippe se llevaba bien con él, querrás decir-Corrigió Annabell a su padre, el cual frunció el ceño.

-           Toma tu desayuno para que vayamos a misa-Mando el hombre y Annabell comenzó a desayunar preguntándose como seria este Eidan.

 

De seguro ya no era un niño, ya no lo eran, por lo cual quizás hasta seria un tipo interesante. Pero por más que trataba de imaginarse al Eidan adulto, no podía, por lo cual la curiosidad le carcomía el cerebro.

 

-           Tranquilízate, hija-Sonrió Leticia a su nerviosa hija que jugaba con su sombrero sin tomar atención a la misa.

-           Eso trato, madre, eso trato-Contesto Annabell.-       ¿Puedo ir a ver a Fillippe? Necesito aire fresco-Pregunto.

-           Claro, cariño-Sonrió Leticia y Annabell con sigilo y elegancia se paro de la banca en la cual estaba sentada junto a sus padres y con la mirada atenta de su padre, salio de la iglesia.

 

En la entrada, respiro hondo y camino hacia el cementerio, que se encontraba a un costado de la Iglesia.

 

La rejita negra estaba abierta, quizás había otras personas dentro.

 

Se dirigió hacia la tumba de su hermano, pero algo le llamo la atención, un hombre que parecía haber estado hincado frente a la tumba de su hermano, se paraba mientras se colocaba un sombrero alto, su cabello negro caía elegantemente sobre su cuello blanco como la nieve.

 

Era alto, Annabell lo percibió cuando el hombre paso a su lado, sin dirigirle mirada alguna, parecía triste, sin embargo, se veía muy atractivo.

 

Annabell sintió su corazón acelerar su ritmo y sentía extrañas cosas en su estomago, se volvió para ver la ancha espalda del hombre alejándose entre tumbas.

 

Annabell al verlo marcharse sintió que a aquel hombre jamás le volvería a ver, sintió que la oportunidad de hablarle la había perdido y que no se volvería a repetir.

 

Sin embargo, horas más tarde se dio cuenta de lo equivocada que estaba, pues aquel hombre tan atractivo, entraba por la puerta de su casa acompañado de un hombre más viejo que él.

 

Se trataba de Eidan March, su prometido.

 

Un regocijo por saber que aquel hombre era con el cual se debía casar inundo la boca de su estomago, tranquilizándolo.

 

 

 

                                                              Continuara...

Notas finales: si les gusto o intereso, plis dejen un comentario...

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