¿Estoy enamorado? No lo sé. Claudia me ha dicho que sí, o al menos eso ha intentado insinuar. Me he enojado tanto cuando lo dijo ¿Por qué lo dijo? Se supone que esto era simple gusto, una atracción quizás un poco profunda pero nada más.
Recuerdo la primera vez que me enamoré aunque nunca confesé haberlo hecho porque la simple palabra amor es muy fuerte para mí, más cuando no es correspondido. Fue de este chico, el novio de mi mejor amiga. Era tan diferente a todos los demás, simplemente muy parecido a mí aunque se escuché narcisista, sin embargo con esas variaciones buenas y malas que me engancharon tanto que llegue a lastimarme a mí mismo. Me dolía tanto estar junto a él sabiendo que no podía ser mío, sabiendo que sus ojos cariñosos me veían sólo como un amigo y sus ojos de amor eran para ella. Sufrí tanto encerrado en ese círculo vicioso de levantarlo cada vez que estaba en el suelo, de apoyarle cada vez que mi mejor amiga le lastimaba. Y me sentía raro, fuera de lugar, suspendido en un espacio donde el tiempo no transcurría sino estaba él, donde no importaba nada sino estaba él. Era tan difícil sonreírle para que no descubriera mis sentimientos, sonreírle a ella para que no notara las palabras amargas que salían de mi boca para consolarla de sus daños. Tan difícil tratar de sonreír cuando había lágrimas atoradas, de fingir ser otra persona, de que una alegría vacía llenara los espacios heridos, de mentir acerca de mis llantos echándole la culpa a mi familia o algún mal sueño. Porque la verdad, era todo un mal, terrible, sueño.
Entonces todo cambió, pasamos a preparatoria y todo cambió. Yo cambié. Después de un año quizás esa ilusión de él desapareció, le confesé alguna vez mis sentimientos gracias a la botella a pesar de saber que él ya tenía una idea, y para mi sorpresa me dijo que había sentido lo mismo. Soñamos un poco en aquel tiempo, hablamos de un futuro inexistente en donde estábamos juntos. Digo inexistente porque al mismo tiempo tenía una novia, amiga mía. Duramente me di cuenta que yo siempre sería su última opción. Su última opción. Pero esta vez mi autoestima no cayo, me mantuve, fuerte, frío ante el futuro jurándome que no volvería a ser tan estúpido. Sus secuelas a veces continúan con un dejo de decepción, pero ahora sé, no me conviene, ya no lo amo, es solo el recuerdo de lo que significo para mí diluyéndose con la falacia de sus palabras.
Dos años evité el gusto de otra persona más allá de su aspecto, pero él apareció tan sigilosamente que cuando me di cuenta, estaba atontado por él. Era divertido sentirme así, me gustaba, me atraía, pensar en él era un pasatiempo inútil que a veces recordaba para sacarme sonrisas idiotas. Él en nada dolía. Se trataba de un sueño lejano el cual estaba bien estar tan distanciado, ni tan cerca para lastimarme, ni tan cerca para no dejarme respirar.
El ciclo escolar ya casi acaba, decisiones grandes vienen con su término. Decidir una carrera, una vida, un giro en tu entorno y aún así pienso en él. En cómo será su vida después de esta prisión, en cómo será realmente él fuera de todas esas máscaras que sé que porta escondiendo un secreto que lo hace ser cómo es: inteligente, molesto, un retrasado emocional.
Y ayer fue entonces que me lo pregunté: ¿Estoy enamorado? Nunca lo pensé, nunca me cruzó por la cabeza hasta que Claudia lo mencionó, ya ni recuerdo por qué lo mencionó pero lo negué por completo porque sólo he conocido el amor una vez y quizás no fue el mejor primer amor. Además ¿es amor si la persona no te corresponde? No obstante ¿no es amor el hecho de amar a esa persona aún con sus defectos? Carajo… no lo sé. Pasaron dos días desde que mi amiga me lo dijo, lo olvidé, pero ayer al verlo con el hijo de mi compañera… no puedo olvidar esa imagen… verlo siendo vulnerable, permitiendo que el niño se le acercará a él, dejándole tocar su rostro como no hace con nadie. Fue algo en su expresión en donde no hubo una sonrisa ni burlesca ni dañina, donde había una especie de tranquilidad, un amago por sonreír sin llegar a realizarse. En serio no sé que fue. Pero no puedo olvidarlo, me deja pensando, que mi corazón lata con una punzada ya conocida. Quiero llorar otra vez, como hace mucho tiempo no lo hacía, como hace más de dos años no lo hacía porque desde el primero, llorar se ha convertido en tabú, no lo permito, significa debilidad para mí y ya no soy débil, no como antes.
Hoy duele porque me permití hacerlo, que se clavara en mí sin que yo supiera, y más que nada porque sé muy bien, sin ninguna ilusión, sin ningún tipo de esperanza, que no soy correspondido. Mi intuición me lo dice, y mal de mí si no le hago caso, la última vez que no lo hice pasaron cosas peores que es mejor no recordar.
Lo único que puedo hacer hoy es fantasear con el día que le diga lo que siento por él, decirle “me gustas” sin tratar de comprometerlo, con la mano amiga de un tequila que me dé el valor para mitigar el temblor de mi garganta repercutiendo en las letras que pronuncien mis labios, decirlo sólo una vez y alejarme de él para siempre siguiendo con mi vida tratando de olvidarlo, esperando a la verdadera persona que llegue a amarme, llegando a fantasear, solamente a fantasear, que él corresponda, se atreva a besarme algo que creo imposible porque es tan o más tímido que yo, pero en fin de cuentas soñar con que me besa y ese calor por mi cuerpo pasé como alguna vez lo hizo, la suavidad y humedad de nuestros labios me aturda, que mi corazón tiemble en cada uno de sus latidos, que mi torso y extremidades sientan la irresistencia del éxtasis, que mi aliento se dulcifique quedando sin palabras, que mis pulmones se asfixien de la impresión. Que todo mi ser deje de ser yo perdiéndome en un mundo donde nadie existe excepto nosotros dos. Y que los minutos al tiempo se hagan eternos y después tan rápidos que yo deseé que ese único momento nunca pasé ni detenga.
Sí… sólo eso me queda fantasear… que con su mano él acaricié mi rostro imperfecto, que con su brazo proteja mi cintura, que con sus enormes ojos me vea, que sus labios me sonrían como a ninguna otra persona, y ante él ser el único.
Sonrió, frente a la pantalla en que escribo, sonrió. Es algo bonito con que fantasear. Es exactamente eso lo que me hace preguntar:
¿Estoy enamorado?