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Celos por AthenaExclamation67

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CELOS

By AthenaExclamation67

 

“Dita había cumplido su deseo, Milo yacía muerto y pronto se reuniría con él. Ingirió su parte del veneno y con lágrimas en los ojos recordó como podían haber llegado a ese extremo, el momento no se haría esperar y con toda su alma deseó poder volverse a encontrar…”

 

Lo había traicionado, pero, ¿Por qué?, todas aquellas palabras de amor, acaso no eran ciertas, por que le había dicho que le amaba para después tener que encontrárselo con otro.

Que le había llevado a traicionarlo, si realmente eran tan felices, que demonios hacía aquel tipo en su cama, ocupando su lugar.

Recordaba el día en que todo sucedió, no sospechaba nada, que idiota, pensaba. Se levantó como todos los días, desayunaron juntos después de achucharse un ratito en la cama, un café y unos pasteles para después irse a trabajar.

Se fue como de costumbre a su preciosa tienda de flores y esencias, “SWEET SMELL”, se dedicaba en cuerpo y alma a esa tienda, en ocasiones, Milo le había dicho que era una simple floristería, que se buscara un trabajo de verdad, que ese no le llevaría a ningún lugar, al contrario que a él, un brillante ejecutivo con una exitosa carrera y un gran despacho a su cargo.

Eran muchas las ocasiones, en las que habían discutido por culpa de eso, Milo lo exasperaba tanto que Dita incluso había llegado a amenazarle.

-          ¡No valoras mi trabajo! – Gritaba Dita. Esto no es una simple floristería, aquí preparo las mejores esencias y fragancias a partir de estas flores, incluso venenos, si no se tratan y cuidan de la forma adecuada, no ganaría todo el dinero que gano.

Aquello era completamente cierto, Dita no tenia rival, ni competencia alguna, solo un hombre se atrevía a hacerle sombra y muy vagamente le llegaba a la suela de los zapatos, siempre andaban en disputas y trifulcas que Dita por su gran experiencia siempre ganaba.

-          Esta bien, perdona – se disculpó. Solo quería provocarte, estas guapísimo cuando te enfadas, te pones todo coloradito, no sabes cuanto me pone.

Con aquel simple juego de palabras era suficiente, Dita caía rendido a sus pies. El seductor Milo, no había quién se resistiera. Muchas veces incluso lo había provocado poniéndolo celoso con algún compañero de su empresa o con clientes de la tienda mientras esperaba a que cerrara.

Eso a Dita no le gustaba, era extremadamente celoso y cada vez que Milo “jugaba” a terminar con su paciencia siempre terminaban discutiendo.

Alguna vez Dita le había llegado a amenazar con matarle si le engañaba o traicionaba; después, siempre terminaban arreglándolo en la cama, el buen hacer de Milo siempre le sacaba de los aprietos en los que él mismo se metía.

Dita se sentía muy orgulloso de su trabajo, muchas personas compraban en su tienda, los perfumes y esencias, eran exhaustivamente elaborados a gusto del consumidor, afrodisíacos, aromas para alejar a indeseables, elixires para atraer al ser deseado, un sin fin de utilidades, por no hablar de los venenos y sus correspondientes antídotos.

Ese día transcurría normalmente, había vendido muchos afrodisíacos, lo cual le hacía pensar en Milo, quizás pudiera preparar algo especial para esa noche, una esencia embriagadora y una cena suculenta para terminar con una larga noche de amor, pasión y sexo desenfrenado; estaba sumido en sus pensamientos cuando una voz conocida y para nada esperada lo sacó de su encantamiento.

-          ¡Hola, me puedes atender! – le dijo el individuo.

-          ¡Se puede saber que haces aquí! – exclamó Dita, todo lo que yo vendo lo puedes hacer tu mismo, aunque no tan bien, añadió.

-          No es necesario que hablemos – gruñó. Solo dame esto y me iré por dónde he venido.

Dita le preparó lo que le había pedido, una droga muy potente, una que dejaba a su victima despierta pero sin voluntad, se preguntaba para que quería ese brebaje, pero su ética no le permitía indagar, todo o que salía se “SWEET SMELL” era bajo la más estricta confidencia y nadie hacia preguntas y tampoco nadie preguntaba, incluso si se trataba de su peor enemigo debía quedarse con la duda.

El hombre abonó su cuenta y sin mediar más palabra se fue por dónde había llegado tal y como había dicho.

El día transcurrió ahora sí, sin más altercados, Dita siguió atendiendo a sus clientes y recogió todo cuando fue la hora para dejar el lugar preparado para el día siguiente. Tomó su chaqueta, su gorro y partió hacía su casa donde esperaba encontrar a Milo que lo recibiría con los brazos abiertos.

Por el camino se detuvo aquí y allí haciendo algunas compras, detalles para adornar la noche, una vez todo listo se apresuró para llegar a su casa.

La noche era preciosa, la luna brillaba llena y esplendorosa, miles de estrellas plasmaban el firmamento de un cielo lleno de constelaciones. Llegó a la puerta de su hogar y abrió la puerta, entró y dejo las bolsas con las pequeñas cosas que había comprado encima de una mesa y buscó a su amado.

Miró en la cocina y el baño tratando de encontrar a Milo, pero allí no estaba, se extrañó un poco y salió al pasillo para ir hasta el cuarto de baño cuando unos sonidos llamaron su atención, unos gemidos que le eran conocidos, fue hasta el dormitorio y allí encontró algo para lo que no estaba preparado.

Milo estaba con otro, lo estaba haciendo suyo, tomando su cuerpo, haciéndole gemir de placer como solo él lo conseguía hacer. Salió corriendo de aquel lugar, ya nada lo retenía allí, la peor de sus pesadillas se había hecho realidad, le había traicionado y eso jamás se lo podría perdonar.

Los días pasaban, el dolor se hacía cada vez más grande, Milo trataba de hablar con él, pero todo era imposible, ninguno de sus amigos consiguió hablar con Dita, se había encerrado en su tienda y no salía de allí ni para comer.

Un buen día todo cambió, Dita se puso en contacto con Milo, le preguntó si podían cenar juntos en su piso y el muchacho accedió con sumo agrado. Era lo que mas deseaba, poder arreglarlo todo y volver a estar con él, juntos otra vez.

Dita llegó al apartamento que antes compartían, allí estaba él, Milo lucía de forma extraña, no era el galán de siempre, se veía cansado y preparado para lo que Dita exigiese.

Ninguno de los dos hablaba, se limitaban a observarse, a mirarse fijamente a los ojos, tratando de adivinar los pensamientos del otro.

Milo empezó a hablar, trataba de explicarse, pero Dita lo tenía todo pensado y perfectamente organizado. Se fue hasta la cocina y abrió una botella de vino tinto, rojo carmesí, tal cual eran sus propias sangres, le añadió sin que Milo viera un poco de liquido a los vasos que el mismo había preparado en su tienda ese día y le acercó el vaso a Milo para que bebiera. Este tomó lo que creyó que era vino y se dispuso a explicar lo sucedido aquel fatídico día.

Dita le interrumpió, no quería oír explicaciones de ninguna clase y que de todas formas tampoco hubiera llegado a creer. Le besó apasionadamente, Milo no entendía nada, ¿Qué estaba ocurriendo?, estaba soñando quizás, cuando se quiso dar cuenta, Dita le estaba despojando de sus ropas y besando su cuello salvajemente, el no se quedó atrás e hizo lo mismo con Dita, ambos se recrearon y deleitaron con el mayor de los placeres, recorriendo cada uno de los lugares que ellos, y solo ellos, conocían perfectamente, dándose así mayor satisfacción, más placer, amándose mutuamente hasta llegar al clímax y quedar rendidos por el agotamiento.

Milo, se recostó sobre el gran almohadón de la cama y le dijo a Dita – TE AMO – y quedó dormido, ya para siempre.

Dita había cumplido su deseo, Milo yacía muerto y pronto se reuniría con él. Ingirió su parte del veneno y con lágrimas en los ojos recordó como podían haber llegado a ese extremo, el momento no se haría esperar y con toda su alma deseó poder volverse a encontrar…

En el momento que dejaba caer el vaso y estallaba en mil pedazos al golpear contra el suelo, Saga entró corriendo y vio aterrorizado la escena.

-          ¿Qué has hecho Dita? – le dijo aunque de sobra sabía la respuesta. Te has vuelto loco…

-          ¿¡LOCO!? – le contestó, solo hice justicia, me juró que siempre me amaría y me traicionó.

-          No sabes el error que acabas de cometer…

“FlashBack”

-          Saga, nunca me perdonará – explicaba Milo. Le he engañado… Le he traicionado.

Saga no podía entender por que Milo no hacía uso de las pruebas que tenía para explicarle a Dita todo lo que había sucedido.

-          Milo – le gritó, te drogaron, no eras dueño de tus actos, y el cuerpo lamentablemente, reacciona a los estímulos, no lo pudiste evitar. Es más deberías explicárselo y hacer que trate de entender.

Saga trataba de hacer reaccionar a Milo. – Ese hombre – le decía, se aprovecho de ti, te usó, te forzó y violó, tomó tu cuerpo a la fuerza, estabas drogado. Por amor de Dios, te ató Milo, yo mismo tuve que cortar esas cuerdas al encontrarte. Cuando vi que Dita salía corriendo del apartamento llorando, presentí algo malo, y en lugar de ir tras él vine y te encontré así, sangrando, atado de pies y manos.

Cuando vi. a ese hombre lo reconocí, era del que tanto hablaba Dita, su mayor enemigo, lo atrapé  cuando trataba de escapar por la ventana y lo único que dijo fue que quería destruirle, lenta y dolorosamente. Si no haces nada lo conseguirá, no puedes seguir aquí, así, sentado, lamentándote. ¡Tienes que hacer algo Milo!

-          Ya todo es imposible Saga – se lamentaba. Dita nunca me creerá, yo mismo me lo he buscado, alguna vez le quise gastar una broma y lo tomó muy mal, incluso dijo que me mataría, ya nunca volverá a confiar en mí, me lo merezco.

-          Ya veo que te has rendido Milo – acotó, nunca lo hubiera esperado de ti.

“Fin Flashback”

Dita miraba atónito a Saga, las lágrimas que ya eran escasas se volvieron abundantes. Ahora entendía cosas, pero Milo tenía razón, por más que le hubiera explicado, nunca le hubiese creído. Que no se moviera ni un pelo cuando nos encontró, ni siquiera trató de detenerle cuando se marchó llorando, pero ahora ya era muy tarde para lamentarse, Dita había decidido por ambos y no había tiempo para dar marcha atrás.

-          El no se rindió Saga, pero yo sí. Esta noche nos amamos locamente, yo no le dejé hablar, le hice mío, lo poseí salvajemente y el a mí, jamás había experimentado tanto placer, pero ya era demasiado tarde Saga, cuando quedamos esta noche yo lo tenía todo organizado.

Dita empezó a marearse y cayó de rodillas al suelo, su cabeza estuvo apunto de golpear contra el suelo pero Saga lo retuvo con sus brazos justo a tiempo. El veneno estaba haciendo efecto, ya era tarde para lamentarse, Dita estaba por exhalar su último aliento.

-          Llévame con él – rogó. Es lo que deseo ver mientras muero.

Saga cumplió la última voluntad de Aphrodita, lo llevó junto a Milo y se marchó dejándolos solos. Dita, se abrazó a su cuerpo aún caliente, lo besó y quedó placidamente dormido al tiempo que expiraba.

 

- FIN -

 

 

 

 

 


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