Era una noche sin luna, las nubes lo cubrían todo, el cielo estaba a punto de llorar.
En un desolado bosque a las afueras de los suburbios de Tokio, caminaba sin rumbo un niño de no mas de 7 años, el pequeño había escapado de casa mas al encontrarse perdido en ese oscuro bosque el miedo empezó hacer presa de el.
-Tengo ser valiente, tengo que ser valiente- se repetía sin cesar mientras sentía las primeras gotas de lo que seria una tormenta.
No muy lejos de ese lugar caminaba un hombre alto de pálida tez que llevaba una capa negra cubriendo su cuerpo.
Ese sujeto tenia una misión en ese momento, la cual era exterminar a la familia que vivía a las afueras del bosque en una lujosa mansión.
Sin importarle la lluvia (que poco a poco iba en aumento) caminaba con paso lento, como disfrutando del clima, pero un repentino grito de pánico llamo su atención, el cual escucho a pesar de los incesantes truenos que se escuchaban. Así que se dirigió al lugar de donde provino el grito y lo primero que visualizo fue a un pequeño que se refugiaba de la lluvia bajo un enorme roble.
El pequeño estaba temblando no solo por el frió, si no también por el miedo que sentía, sus mejillas estaban mojadas tanto por la lluvia como por sus lagrimas.
Repentinamente el cielo se ilumino y el roble se encendió en llamas, ramas encendidas empezaron a caer y una de esas estuvo a punto de caer sobre el niño, pero fue salvado por aquel hombre misterioso, el cual con una velocidad impresionante tomo al pequeño entre sus brazos y se alejo de aquel árbol.
-Este no es lugar para un pequeño como tu- decía el hombre mientras bajaba al niño y se quitaba la capa para cubrirlo.
El pequeño estaba en shock por lo sucedido así que ni siquiera puso atención al hombre mayor y este al no obtener palabra alguna, decido llevarse al niño a su casa. No importaba suspender un par de noches su misión; así que nuevamente tomo en brazos al pequeño y empezó a caminar en dirección a su hogar.
Su hogar se encontraba en las profundidades de bosque y a primera vista parecía muy pequeña pero tenia lo necesario para vivir con bastante comodidad.
Aquel hombre dejo en un sillón al pequeño y encendió la chimenea, gracias a esto pudo visualizar el rojizo cabello del pequeño y su tez pálida por el miedo y el frió.
-¿Cuál es tu nombre?- pregunto el mayor al mas pequeño que no contesto.
“Será mejor que busque algo de comer.” Pensaba al ver que el pelirrojo no contestaría sus preguntas, entro a lo que parecía ser su habitación, un par de minutos después salió con una camisa de terciopelo negro en una mano y una manta en la otra, así que se deshizo de las prendas húmedas de pequeño pelirrojo, le puso la camisa y lo cubrió con la manta.
-No quiero que salgas de esta casa, iré por algo de comida y ropa para ti.
El pequeño ni siquiera volteo a verlo. ¿Por qué lo hacia? ¿Por qué ayudaba a ese pequeño? No sabia la respuesta y no quería buscarla, además tenia que darse prisa, por que era un largo viaje para ir a la ciudad.
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El pequeño despertó como a medio día y ya no se encontraba en el sillón en donde el sueño lo venció, ahora se encontraba en una inmensa cama, se levanto y lo primero que llamo su atención en ese desconocido lugar, fue que sobre la cama había ropa para el y a un lado de la cama estaba una mesita con comida (Leche, cereal, jugo, etc.)
El pequeño se levanto, se vistió y comió antes de salir de la habitación y fisgonear un poco, mas no encontró rastro de su salvador.
¿Y ahora que haría? Miles de cosas surcaron su mente infantil , pero opto por regresar a la habitación en donde había despertado y dormir un poco mas.
El sol se oculto dando paso a la noche y con ella llego su salvador que traía algo de comer. (Pizza)
El pelirrojo observaba con gran curiosidad mezclada con un poco de temor a ese hombre; observo su largo cabello azabache llegándole hasta las caderas, su piel blanca como la luna, su expresión de pocos amigos en el rostro y sus pupilas rojo sangre del mismo color que las propias. Vaya que si se veía imponente, incluso mas que su padre.
-¿Cual es tu nombre?- rompió el silencio el mas alto.
-Mi nombre es Iori Yagami- susurro el pequeño.
“ ¡Yagami! Como demonios no me di cuenta... de que otro lugar vendría un niño al que encuentro en el bosque.”
-Tienes que regresar a tu casa- “Ya que así podré eliminar a la familia entera:”
-No quiero, ya que si regreso mi padre me castigara por haberme escapado de los entrenamientos por que el quiere que aprenda a invocar el fuego púrpura y...
-¿Te refieres a esto?- Mostraba una flamita púrpura que salía de su dedo índice.
-¿Usted pertenece al clan Yagami?
-Hai.
-¿Conoce a mi padre?
-No y no me interesa, lo que si me interesa es que tu regreses a tu casa.
-Pero... yo no quiero regresar a ese lugar y enfrentarme a mi padre, le tengo mucho miedo...- De sus ojitos rubí empezaron a brotar lagrimas.
“A pesar del paso de los años la tradición Yagami de tratar con la punta del pie a los niños sigue en vigencia.” Pensaba, ya que a el lo trataron demasiado mal.
-Te enseñare a controlar el fuego púrpura, pero después de eso tienes que regresar a tu casa.
-¿Haría eso por mi?- Pregunto olvidando sus lagrimas.
-Hai.
-Arigatou... eh...- Aun no sabia el nombre de su salvador.
-Mi nombre es Kaede Yagami.
-Ah... Arigatou Kaede sensei.
Esto arrebato una pequeña sonrisa al hombre alto.
-Entonces come para empezar el entrenamiento.
-Hai- Contesto muy entusiasmado Iori-chan.
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CONTINUARA