Un joven rubio de mirada salvaje, yacía en aquel viejo y destartalado sillón de piel, consumía lentamente su última barra de chocolate.
Esa dulce droga que recorría su cuerpo, su sangre, haciéndole seguir, seguir, por que no podía detenerse o entonces todo el mundo se quebraría.
Pero hoy ya no tenía risas, ni pensamientos, solo un sentimiento único y devastador. Al final solo quedaba un nombre en el vacío de su corazón.
Una sola idea. No hacía mucho había colgado el teléfono, desde entonces permanecía callado, con la mirada perdida, parecía ese niño anciano, pero ya no había tiempo, ni siquiera para pensar en él.
Tenía que hacerlo, ya no había alternativa.
Nunca tuve nada-pensó nostálgico-Siempre estuve solo. El odio formó siempre parte de mi vida. El dolor estaba presente en cada momento.
Me diste mucho, más de lo que te puedes imaginar tus alas cubrieron mi corazón roto. Me diste una razón para continuar vivo, para seguir luchando. Para ser fuerte, para no dejarme caer, para algún día lograr ser tu legítimo sucesor.
Tú eres mi ángel. Estuve abandonado y tú me diste un lugar. Me diste la fuerza para luchar. Para levantarme para demostrar quien soy. Tal vez nunca tuvimos mucho. Muchas veces preferiste darnos a nosotros lo poco que tenías, sin que nosotros lo supiéramos y esa dulce sonrisa jamás la podré olvidar.
Nunca podré olvidar aquella noche. La última luz se había apagado en mi corazón, me hallaste en el abismo. Aferrándome al borde y me ayudaste a salir. Ahora te has marchado y me has vuelto a dejar solo. Mi corazón está roto. No puedo detener el dolor.
No quiero seguir aquí, a fin de cuentas este mundo jamás tuvo nada para mí de no ser por ti mi ángel. El gran L. Mi héroe. A ti te lo debo todo. Lo que soy. Tu me diste un lugar me enseñaste que nosotros debemos luchar. Que jamás debemos caer. Tu fortaleza es inmensa. Tu bondad infinita. Me diste amor cuanto todo lo que siempre recibí fue odio. Fuiste el más grande consuelo de mi vida. Jamás pude agradecerte lo suficiente, jamás podré pagar todo lo que sacrificaste por mí.
Pero no me iré mi ángel. No aún. Mancharé mis manos con la sangre de tu asesino, te juro que vengaré tu muerte. No importa lo que sea necesario para hacerlo, para cumplirlo. Yo estoy aquí para hacerlo. Nunca estuviste solo y te juro que se arrepentirá de haberte tocado.
Quizá sea solo un simple agradecimiento, una necesidad, como dice ese odioso niño albino, nada más que un sentimiento natural por tu muerte. Pero yo sé más que todos esos imbéciles que intentan comprender, por que el sentimiento, está dentro de mi mismo, me supera por que tiene tu fuerza.
Eras para mí más que un ideal, más que un simple amigo, que un consuelo, que nuestro protector.
Una sola vez estuve a tu lado hace tiempo ya. Desde entonces no he podido olvidar tu rostro, tus profundos ojos negros. Fue entonces que me contaste aquella historia de tu último caso. Jamás llegué a conocer a B y sin embargo en ese momento sentí celos de él, por haber estado tan cerca, por haber deseado tanto ser como tú.
Juro que aunque tenga que ayudarlo, aunque tenga que hacerlo yo, por que se que el jamás haría algo parecido, lo haré si tu muerte no queda impune, ya no me importa sacrificar la vida, que importa nada si ya no estás aquí.
Quizá nunca correspondiste, nunca tuve tiempo para decirte lo que significó para mí aquello que sucedió por accidente, por el momento, por lo que sea no importa. Por que por encima de todo, yo... Te amaba. Y te amo. Te amaré hasta que el último suspiro abandone mis labios, entonces y solo entonces espero volver a ver tu rostro de nuevo. No necesito nada más, solo eso.
Después de todo no hay más grande motivador que la venganza ¿Cierto?