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A QUIEN CORRESPONDA: por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Espero que les guste. Es mi primer fic de Death Note

Notas del capitulo: Espero que les guste. Dejenme sus reviews para saber que les parecio. Es mi primer fic de death note.

A quien corresponda:

Es difícil pensar que habiendo tantas personas en el mundo. Compartiendo con tantas personas tu día a día termines enamorándote de la única a quien consideras tu rival.

Yo siempre me he considerado un solitario. Una persona  demasiado lógica como para involucrarse sentimentalmente con alguien. Pero no siempre fue asi. Así es… yo estuve enamorado. Dos veces para ser más exacto.

La primera fue un amor no correspondido, e incluso podría considerarse como platónico, o como una mera muestra de gratitud a mi antecesor, “L”… pero la segunda vez fue diferente.

Si estoy escribiendo esta carta es para que entiendan porqué soy como soy. No quiero que me vean simplemente como un brillante detective, como una letra en el monitor de una computadora. Quiero que me entiendan y que me puedan ver como el ser humano que soy, que siempre he sido y que, por mucho que me pese nunca dejaré de ser.

Cuando llegué a “Wammy’s House” no solo me sentía desolado, sino que me sentía un fenómeno entre todos esos niños superdotados. Si, el señor Watari me había elegido para ser candidato a remplazar a L en caso de alguna eventualidad y eso me tenía sumamente honrado, pero ¿Qué acaso nadie entendía que yo no quería ser únicamente un “remplazo”?  Yo deseaba amar y ser amado por alguien especial, deseaba sentir que pertenecía a algún lugar y a una persona. Ese día lo conocí.

Tenía el cabello rubio y un corte muy peculiar. Por lo general se aislaba  de los pocos que estábamos en el centro,  y rara vez hablaba tranquilo. Podía catalogarse de decisiones violentas y de ser un tanto impulsivo con las decisiones que tomaba… pero con todo y todo… para mi era como un rompecabezas que tenía que ser resuelto.

Se llamaba Mello, o mínimo fue el nombre con el que todos lo tratábamos. Era un chico bastante fuera de lo común. Tenía actitudes que no son propias de un niño, tan imponente e impulsivo… siempre lograba sorprenderme con algo nuevo. Si, a mi que creía conocerlo todo con tan solo un poco de análisis.

Aprendí a respetarlo con el tiempo. Era uno de los favoritos para ser el siguiente “L”, pero no solamente sentía respeto y admiración por el… sentía una fascinación extraña que me llenaba el estomago de… ¿maripositas? Cuando lo veía acercarse. Quería pasar todo el tiempo con él y desentrañar el misterio que me representaba ese chico y lo que me hacía sentir.  No entendía que era eso que sentía cuando me acercaba, pero…tenía que mantener la compostura y fingir una frialdad que hasta entonces me caracterizaba para relacionarme con la gente.

Luego de un tiempo, y de mucho esfuerzo por mi parte para sobrepasar en habilidades a ese a quien consideraba mi rival en muchos aspectos, y mi modelo a seguir en otros, conseguí que me dieran el mérito de haberlo superado… me sentía demasiado feliz en ese instante. Con el tiempo, Mello comenzó a alejarse cada vez más de mi.

No era que hubiéramos hablado antes, ni que me considerara una persona cercana a él, sin embargo algo dentro de mi se comenzó a romper. No entendía que era ese sentimiento de vacio dentro de mi corazón. ¿De qué se trataba todo aquello? Era como vivir en una desolación eterna. Una espiral que nunca llegaba a su fin. Intenté concentrarme en seguir siendo el mejor, en encontrar las respuestas antes que nadie y en desarrollar mis habilidades al máximo. Sentía que si no me esforzaba por demostrarle a él y a todos los demás que yo merecía ser el sucesor de “L”. Pese a tener diez años, yo me sentía con esa necesidad. Convertirme en el siguiente L era mi meta.

Un día, mientras armaba algunas cosas, jugando como todo niño normal, la voz  que más ansiaba y más temía escuchar me sorprendieron.

-Oye…  ¿acaso crees que me vas a poder superar?¿Crees que te será tan fácil deshacerte de mi? Solamente para que lo sepas, yo te veo como un contrincante.

Solamente pude asentir con la cabeza. No quería prestar oídos a esas palabras, pero la furia con la que las había expresado me calaron profundamente en el corazón.

No volvimos a hablar durante un tiempo, y cada vez que lo hacíamos era para pelear. Peleas triviales y típicas de niños solían desembocar en grandes peleas  e incluso en golpes. Ninguno de los dos decía nada al respecto para no parecer débiles frente al otro. ¡Qué estúpido de nuestra parte! Queriamos mostrar nuestra fuerza utilizando solamente nuestra debilidad.

Cuando comenzamos a madurar un poco, convertimos las peleas físicas en pequeñas guerras intelectuales…sin embargo aún me faltaba algo. Eso que no podia sacar de mi pecho por mucho que me esforzara en desarrollar solo mi lógica.

Un día como tantos otros se acercó a mi. Pensé que quería iniciar una pelea nuevamente, así que por mero instinto me puse a la defensiva. Comenzó a hablar con ese tono que le caracterizaba…tan soberbio, que me encantaba.

-Sabes algo… te odio

Algo así me esperaba yo. Simplemente contesté- Ya lo sé. ¿Tienes algo más que decir?

-Curiosamente si- contestó sin pensarlo dos veces- que últimamente he sentido algo por ti… me gustas…

Eso me dejó sin palabras. No sabía que decir. Entonces, sin previo aviso y siguiendo solamente el patrón impulsivo que le caracterizaba me besó. Sentí el roce de sus labios calidos, era diferente a todas las sensaciones que había experimentado en mi corta vida. No podía entender que era eso que pasaba cuando me plantó ese beso. Tan pronto como llegó, se fue. Sentía como sus labios se separaban de los mios, dejándome un sabor nuevo en la boca. Parecía chocolate, pero sabía que era sabor a él. Eso que estaba probando era el sabor a Mello.

Durante los siguientes días, era como si mi cerebro se hubiera desconectado. Solamente atinaba a pensar en él y cada vez que lo veía mi corazón se agitaba como si fuera a salir de mi cuerpo. Sentía lo mismo que las primeras veces que lo vi, ermitaño y soberbio parado lejos de los demás chicos. Por primera vez le pude poner un nombre a esa sensación de volar cuando lo veía. Estaba total y perdidamente enamorado de ese niño.

Tuvimos más encuentros furtivos… pero cada uno tan ocasional y tan inconstante que era difícil para mi seguir. De verdad lo amaba, y quería seguir con todo eso… fueron muchas experiencias nuevas en mi vida.

De poco en poco pudimos regularizar nuestros encuentros, siguiendo un claro patrón lógico para no ser descubiertos. Nadie debía saber de nuestra relación, que ahora se me antoja infantil y estúpida, pero he de reconocer que en aquel momento lo significó todo para mi. Mello se convirtió en mi motivo para existir y la causa para querer mejorar día con día…

Llevabamos poco más de seis meses encontrándonos a hurtadillas cuando, de buenas a primeras me dijo unas palabras que todavía tengo grabadas  “a partir de hoy, no quiero volver a estar contigo. Te has convertido en mi rival…” ¿Rival? ¿Acaso había sido solamente un “rival” para el? ¿Qué nunca me había querido? Esas fueron algunas de las preguntas que me hice. Me sentía desganado, como un muñeco con el cual jugó sin ver mis sentimientos. Porque…pese a mi corta edad, mis sentimientos eran puros.

No volví a compartir nada con el. Nos limitábamos a trabajar juntos si se nos pedía, pero por lo general  había malentendidos y lucha entre nosotros. Ninguno quería perder ante el otro… y si bien antes yo quería ser mejor para que me valorara, ahora únicamente quería serlo para que él no lo fuera. Quería que quedara relegado al segundo lugar… quería humillarlo y hacerlo sentir tan mal como el me había hecho sentir a mi.

Gracias a mi carácter consegui mantener los pies sobre la tierra y no guiarme por mis emociones, debía guardar las apariencias para que nadie entendiera lo que me ocurría por dentro. Ni yo mismo lo sabía con exactitud, pero tenía la sensación de que mi corazón se estaba desgarrando.

Mello, por su parte, se tornó mas violento con los demás, aunque conmigo guardaba la distancia… se volvió particularmente insoportable esos últimos meses de convivencia.

Cuando nos informaron que “L” había muerto, al igual que el señor Watari ambos sabíamos que era el momento de decidir quien  sería el siguiente detective. Le gané… ese día salió de mi vida para no volver a verlo, hasta hace algunos días, que me quitó el único recuerdo que me quedaba de aquella infancia tan remota ahora… una maltrecha fotografía suya.

Espero que entiendan que si estoy escribiendo esta carta es porque quiero que quede claro que no solamente soy una letra tras una computadora, una voz distorsionada que da ordenes. Soy un humano y también llegué a sentir amor…

Near

Notas finales: hola!!! me gustaria saber su opinion...

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