Después de la escuela me obligaron a apoyar en el restaurante. Por lo que me encontraba quejándome sobre la barra del ya mencionado restaurante familiar.
Nunca, mi idea de una buena tarde ha sido pasarla haciéndole de repartidora. Pero Jorge enfermo y mi madre me obligo a ocupar su lugar como repartidor n91;-n9;.
Por suerte no tuve que ir más que a la casa de la señora Ortega que afirmaba estar enamorada de la comida de mi mama - por eso nunca cocinaba -, para mí que eran puros cuentos para no ensuciarse las manos haciéndolo.
Después de todo, estaba ahí sentada en la barra a la espera de que a mi madre se le ocurriera dejarme ir.
Para perder tiempo, voltee y me puse a contemplar el restaurancito que tenemos.
Nunca me ha parecido la gran cosa. Pero siempre está lleno.
Pensándolo mejor, después de todo, debe de tener algo de razón la Sra. Ortega.
Las mesas están ordenadas en tres hileras. Todas tienen un mantel blanco en la parte de abajo y encima uno de color, la mayoría son para 4 personas. Rara vez llegan a venir a comer personas solas. En teoría para ellas está la barra pero a muchos les gusta apañar los lugares de acá. Seguro que es porque mi mama es sumamente amable.
Doy de nueva cuenta la espalda a todos y me recargo sobre la barra para dormir. Creo que de haber llegado 5 min. más tarde Lucy estaría en mi lugar y yo en la calle. Pero yo no podía dejar que Mónica me golpeara por millonésima vez en el día.
- - Buenas tardes - escucho la voz de Mónica justo detrás mío
"No puede ser, vino a seguirme hasta acá ¿Por qué diablos nunca puede dejarme en paz?"
Me enconche mas sobre la barra sintiendo al pánico recorrer mi cuerpo.
Cerré fuertemente los ojos y aguarde.
"Lo peor que puede hacerme, golpearme en el restaurant de mi familia y encima tomarse su tiempo para hacerlo"
- - ¿Puedo sentarme aquí? - la escucho dirigirse a mí de una forma muy amable pero no quiero mirarla y descubrir su enferma sonrisa
- - Cipatli. Responde. La señorita te está hablando - mi madre me mueve para que me levante pero no quiero
- - Si quiere. A mí que mas me da - respondo sin levantarme para evitar toparme con su mirada
- - Discúlpela, es que hoy no ha sido su día - "hasta que dice algo con lo que estoy de acuerdo"
- - No se preocupe - la calidez con la que se dirige es inusual, pero no me sorprende. Su mente criminal es muy astuta para poder ganarle.
- - ¿Qué va a ordenar? - mi madre tan linda como siempre. . . ¿cuándo va a aprende a reconocer a lacras como ella?
- - Pues. . . quisiera un poco de café y un postre - "¿Qué diablos no se ha dado cuenta que estamos en un restaurant y no en una cafetería?"
- - Ahora vuelvo - "que madre tan complaciente tengo" pienso y aprieto un poco los puños. Si al menos pudiera escaparme de esta situación. . .¡¡espera!! estoy sola con ella. ¡maaaamyyyyyyyy regresa!
Los nervios me invaden. Siento el corazón latir con fuerza, mi respiración permanece normal pero mis manos están completamente húmedas.
"Esto sí que va a estar grueso ¿por que ordenaría algo sencillo si planeaba golpearme?"
Una mano acariciando mi muslo me saca de cualquier pensamiento posible. Trago saliva y me voy levantando poco a poco. No puedo negar que me excita un poco sentir esa mano muy cerca de mi sexo pero ¿!!Qué diablos pretende¡¡? ¿Violarme en público?
Ya puedo ver la barra. Ahora el final. Giro rápidamente mi cara y me encuentro con Moni acariciándome las piernas con una maldita cara de lujuriosa psicópata, solo que vestida de niña buena, más bien como una muñeca gigante. La sorpresa es tal que un grito se me escapa.
Moni parece asustada y aleja rápidamente su mano de mi cuerpo. Todo el mundo nos mira y mi madre sale corriendo de la cocina.
- - ¿Qué pasa? - se nota realmente asustada. No tanto como Moni
- - N-nada - digo como puedo y me levanto para salir. Cada quien ha vuelto a retomar lo que hacía así que ya no preocupa que me miren
- - O-oye. . . - Moni se escucha apenada - Dis-discúlpame - volteo a mirarla y me encuentro con tremenda cara de tristeza. Mi madre aun nos mira. No entiende nada y yo menos. La veo, le hago señas que no pasa nada y regresa a la cocina
- - Yo. . . es que no manches. Como se te ocurre - parece que comencé de escandalosa porque uno que otro nos mira de reojo. Suspiro pesadamente - No lo hagas de nuevo ¿sí? Creo que ya tengo suficiente con las palizas que me das - Moni no entiende lo que le digo en un primer momento pero luego sonríe y se me va encima.
Se puede decir que la cacho. Su abrazo es asfixiante.
Nunca pensé que podría llevarme bien con ella pero, bueno, no parece tan difícil.
CONTINUARA. . .