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Dos "Te Amo" Para Dos "Por Siempre" por Nessa Yaoi

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     Dos  "Te Amos"  Para Dos  "Por Siempre"

 

Una casa en un apacible jardín,  fichas negras y blancas llenaban un tablero dispuestos entre dos personas una a cada lado,  sus miradas se concentraban en dichas fichas buscando la mejor manera de hacer que el enemigo sucumbiera en el siguiente movimiento,  algo bastante difícil si asumimos que ambos eran unos expertos en dicho juego,  el cual habían compartido por horas enteras.

- ¡lo hice! ¡Al fin te gane una! - gritaba el mayor alzando sus brazos al aire.

- Asuma-sensei... - replicaba el moreno de cola de caballo.

- solo dime Asuma,  ahora somos iguales,  tonto...  ¿Qué es lo que te ocurre,  Shikamaru? Te he notado muy distraído durante la partida - suponiendo que el moreno tendría alguna preocupación.

- gracias a eso ganaste - apoyando sus brazos en el piso de madera y mirando el cielo.

- es en serio, Shikamaru ¿Qué es lo que te preocupa? - asumiendo que era algo grave ya que el moreno no era persona que se amedrentaba fácilmente ante nada.

- es solo que me di cuenta de algo... que posiblemente... - sin dejar de mirar el cielo - ... jamás se haga realidad - serrando sus ojos.

- ¡te equivocas! todo tiene solución menos la muerte,  claro esta... aunque de eso tampoco estoy muy seguro - sentenciaba su sensei.

- concuerdo contigo,  pero esto... - decidiendo dejar la conversación hasta ahí,  saco un reloj de su chaleco verde - tengo algo que hacer,  nos vemos, Asuma - guardando el reloj y saliendo del jardín.

- ¿Qué será lo que le pasa? ¿Mal de amores tal vez? - susurro el sensei como broma sin saber lo acertado que estaba.

Shikamaru deambulaba por las calles de Konoha matando el tiempo para llegar al sitio que tenia en mente antes de regresar a su casa a descansar,  se paro en una esquina cerca del sitio desde donde tenia una amplia visión de quien llegaba o se iba,  dos largas horas de espera en balde, ya que la persona que esperaba no aparecía,  al menos hasta ese momento.

- "debería de estrellar mi cabeza en una piedra hasta quedar inconsciente,  al menos así, dejaría de pensar en el asunto" - tomando rumbo hacia su casa,  al dar algunos pasos, una voz que era como música para sus oídos lo hizo detenerse y regresar presuroso a  su ubicación anterior - "tarde,  pero al menos ya esta aquí,  francamente soy un idiota... cualquiera que supiera de esto me tildaría de loco,  pero... a nadie hago daño con esto... solo a mi mismo" - apoyando su espalda en la pared y sus ojos en el recién llegado.

- ¡Osan! - (discúlpenme si no es así como se escribe) gritando al dueño del Ichiraku que se disponía a serrar su negocio por el día de hoy.

- llegas tarde,  Naruto - contesto el anciano ocultando una sonrisa.

- ¡por favor,  por favor,  si muero de hambre...  quedara en su conciencia! - pensando que algo de chantaje emocional surtiría efecto,  ojos de cachorro se mostraron en el rostro del rubio.

- únicamente porque no quiero que me acusen de ser indolente,  pero solo por hoy - haciéndose el duro,  en realidad jamás le negaría nada al rubio puesto que en cierta ocasión había salvado a su hija de un gran problema  - que lo disfrutes - poniendo un gran tazón frente al ojiazul.

- ¡Siii,  a esto es a lo que yo llamo vida! - engullendo el ramen como si del ultimo se tratase - ¿puedo repetir? - de nuevo con ojos de cachorro.

- cielos... ¿Dónde metes todo lo que comes,  muchacho? - reemplazando el tazón vacío por otro lleno,  Naruto solo sonrió.

Desde su lugar oculto entre las sombras,  el Nara pasaba los dedos por sus labios al tiempo que no apartaba su insistente mirada del gitsune.

- "solo tu eres capaz de alegrarme el día con tan solo una sonrisa,  cumplido mi cometido de hoy... creo que ya puedo retirarme en paz conmigo mismo... suficiente para tener buenos sueños" - retirándose tan silenciosamente como llego.

- "me dio la impresión de que... - mirando a su alrededor - ... ¿habrá sido mi imaginación? Creo que con esto de la amenaza de la peste amarilla de esa panda de cobardes reptiles... me estoy volviendo algo paranoico" - entregándole al anciano el importe de la comida - ¡nos vemos! - despidiéndose del anciano.

- ¡no,  si vuelves a la misma hora! - gritándole a la espalda del rubio que se alejaba hasta perderse en las tenues luces de los faroles de la calle.

La misión del día había sido agotadora,  cargar sacos de grano desde el campo al almacén resultaba bastante pesado y nada divertido, como tampoco emocionante,  habían sido las razones de protesta por parte del ojiazul,  como siempre que una misión no era de su agrado o carecía de acción. Cayo de bruces en la cama sin siquiera quitarse la ropa,  aunque ya habían pasado un par de horas aun podía sentir el peso de los sacos sobre sus hombros,  cansancio mas ramen,  resultado... sueño profundo y sin interrupciones hasta la mañana siguiente.

El reloj hizo un sonoro estruendo cuando fue estrellado contra la pared por un malhumorado moreno,  al haber sido arrancado de uno de los mejores sueños que había tenido en días con el gitsune como protagonista.

- ¿de nuevo? - echando a un lado la manta que lo cubría y topándose con el penoso estado en que se encontraban sus pantaloncillos de dormir - esto ya se esta poniendo de tercera puerta a la derecha - dando gracias a Kami-sama por disponer de un baño en su habitación para el solo - de seguir así desapareceré del mapa,  ya me parece estar viendo el epitafio en mí tumba  "aquí yace Nara Shikamaru,  cuyo motivo de muerte no podemos decir por razones obvias" - ya saben,  por aquello que dicen de que el sexo adelgaza.

Después de un buen baño solo quedaba un problema que resolver,  que hacer con la prueba del delito en las sabanas,  no siempre podría dar la excusa de que había sudado mucho durante la noche,  sus padres ya empezaba a sospechar al verlo pasar por el comedor cada mañana,  de la ultima semana,  con la ropa de la cama enrollada en sus brazos,  se acerco a su escritorio y tomo el frasco de tinta negra y la esparció sobre la mancha de sus sueños mojados.

- ¡el desayuno esta listo,  Shikamaru! - anunciaba su madre desde el comedor.

- te escuche la primera vez,  madre - sentándose a la mesa.

- no te pases de listo conmigo,  jovencito - dándole una palmada en la cabeza al pasar por su lado.

- "es increíble que,  aun cuando,  ya no soy un niño,  mi madre no pierde la costumbre de reprenderme de esa forma tan infantil"  no se si pueda volver a la hora de la cena ni que clase de misión tenga para hoy - comento a su padre sentado frente a el.

- tus responsabilidades ya no son las mismas que eran antes,  hacer el doble de esfuerzo es lo que se espera de ti ahora... recuérdalo - Shikamaru rodo sus ojos mientras hacia una mueca de "valla por dios".

El Nara salió de la casa rumbo a la oficina de la Gondayme pidiendo al cielo que no lo mandaran a una misión de esas que necesitaba de días para resolverse,  ya que no quería estar demasiado tiempo lejos del rubio,  detuvo su paso poniendo la mano en su barbilla,  pensando.

- "quizás esa sea la solución... alejarme,  poner distancia entre los dos podría ayudarme a sosegarme un poco... espero" -  decidido reanudo su marcha un poco mas tranquilo,  si puede decirse.

- ah... Shikamaru,  que bueno que llegas - dijo la rubia levantándose de su sillón - te presento a Shitaro-san,  un monje de la aldea de la hierva,  Nara Shikamaru,  uno de mis mejores hombres y verdaderamente confiable - hizo las presentaciones la Quinta.

- encantado - respondió el moreno sin sacar las manos de sus bolsillos,  el joven monje se inclino contestando el saludo.

- Shitaro-san requiere nuestros servicios como escolta para su traslado hasta el país de la arena,  desde allí los hombres de Gaara se harán cargo.

- entendido  "justo lo que necesitaba para mi terapia de desintoxicación de un virus llamado Naruto" ¿Cuándo partimos? - pregunto como persona a la que le gusta tener la información de primera mano.

- mañana,  Shitaro-san quería aprovechar su visita a nuestra aldea para conocer la montaña de los Hokages - dijo con orgullo,  no obstante su rostro estaba entre ellos.

- me parece buena idea - sabiendo como darle por su lado a la rubia.

- otra cosa... - dijo sentándose de nuevo ante su escritorio - ... llévate a Naruto,  ahora que Kakashi  esta ocupado en una  misión,  a la que no podía llevarlo,  me pone de los nervios tenerlo rondando por aquí todo el día,  exigiéndome  que le de algo en que ocuparse...  al menos estando fuera dejare de tener esas ganas de agarrarlo por el cuello y retorcérselo como si fuera un pollo  - haciendo el gesto con  sus manos y olvidando por un momento que no estaban solos en la oficina.

- lo que usted diga "por Kami-sama ¡yo soy el que va a terminar ahorcándose! Naruto... ¿Por qué Naruto? Si de compañía se trata ¿Por qué no el perro que descansa en la escalera que conducen hasta aquí? Esto parece una conspiración en mi contra"  ¿nos vamos? - dirigiéndose al monje.

- yo acompañare a Shitaro-san,  tú ocúpate de prepararlo todo para mañana - sonriéndole al monje que parecía divertirse con la conversación de sus dos anfitriones.

- como usted mande - retirándose de la oficina.

Si no llega a ser por la gente que entraba y salía del edificio de la Gondayme se hubiera dado de cabezazos contra la primera pared que encontrara,  y no era para menos,  el queriendo escapar del peligro que representaba tener al rubio cerca por tanto tiempo, ya que les tomaría cuatro días para ir y volver,   y hay estaba la rubia imponiéndoselo como un hierro candente,  el próximo paso a seguir era informar al ojiazul sobre las nuevas ordenes de la jefa mayor.  Tomo todo el aire que sus pulmones podían albergar soltándolo después con un hondo suspiro ante la puerta del departamento de Naruto,  toco dos veces esperanzado de que el rubio no estuviera en casa,  aunque eso de nada le serbia puesto que tendría que buscarlo estuviera donde estuviera,  algo decepcionado,  ¿Quién lo entiende?  dio la vuelta para marcharse cuando se topo de frente con su sueño mojado.

- ¿Shikamaru, que haces aquí? - con una cuerda en su mano de la que colgaban barios peces.

- recordare que no te gusta que te visiten - sintiendo un hormigueo en sus manos dentro de los bolsillos.

- no es lo que quise decir,  solo que es extraño que tú vengas a mi casa - pasándole los peces al moreno para sacar la llave de su bolsillo y abrir la puerta.

-  no es una visita social, que se diga, lo que vengo a hacer aquí - siguiendo al rubio al interior del departamento con los peces  en su mano.

- ¿entonces que? - Despojándose de su chaqueta naranja y camiseta negra mientras caminaba hacia el baño para dejarlas en el cesto de la ropa sucia junto a la ducha - ¿a que se debe tu visita... no social? - acercándose al Nara y tomando de nuevo los peces,  descalzo,  desnudo de medio para arriba, y lo que se supone que iba a ser el desayuno en su mano,  entro en la cocina.

- "Kami-sama debe estarse divirtiendo a mi costa,  no  encuentro otra explicación para esta tortura" - apoyado en la entrada de la cocina y observando el vaivén del cuerpo del rubio mientras limpiaba los peces.

- ¿ya desayunaste? - volteando su rostro hacia el moreno.

- ¿Qué? eh... si,  ya lo hice - dudando un poco al contestar,   estar frente a la persona que se adueñaba de sus sueños cada noche... no era cosa fácil,  ese cuerpo tan atrayente y sensual había socavado las bases de sus convicciones y de lo que siempre había creído normal,  ya que en el pasado penso estar enamorado de la rubia de su equipo.

- tu te lo pierdes,  están frescos,  yo mismo los pesque hace  rato - volviendo a su tarea de limpieza.

- lo que es tener tiempo libre para desperdiciar - decía el Nara cruzando sus brazos.

- ¿lo dices por el pescado? Es que si no hago algo... terminare caminando por las paredes - literalmente - ¿Por qué Kakashi-sensei no quiso llevarme con el? - Tirando el cuchillo junto con el pescado en su mano dentro del fregadero con frustración - ¡no es justo! - girando su cuerpo hacia el ojinegro y apoyando sus manos en el borde.

- ¿no has pensado que tal vez lo hizo para no exponerte a un peligro innecesario? "de poder... yo tampoco lo haría" como sea... tus ratos de ocio, o como quieras llamarlo,  terminaron,  mañana tendrás que acompañarme en una misión - comenzando a sentir presión en la boca del estomago.

- no bromeas ¿verdad? - Con el brillo de alguien que ha recibido una buena noticia en sus ojos,  el moreno negó con la cabeza - ¡dime,  dime!  ¿Qué es,  que es? - poniendo sus manos en los hombros del Nara sumamente  entusiasmado.

El Nara giro su cuerpo para dirigirse a la pequeña sala a fin de deshacerse de las manos del rubio sobre su cuerpo,  no podía aguantar el toque del gitsune sin que eso le causara "un doloroso problema" en su anatomía.

- tenemos que escoltar a alguien hasta... - el rubio lo jalo por el hombro dándole la vuelta.

- ¿Qué dijiste? ¿Escolta? - poniéndose rojo.

- así es exactamente... ¿A dónde vas? - viéndolo ponerse su camiseta y chaqueta de nuevo y dirigirse a la puerta.

- ¡a decirle unas cuantas cosas a cierta Obacha desquiciada! - abriendo  y serrando la puerta tan rápido,  que casi golpea la nariz del pelinegro si este no llega a echarse para atrás a tiempo.

- ¡espera,  Naruto! - el rubio salto al tejado de al lado para no perder tiempo bajando las escaleras - ¡Oe,  Naruto... rayos,  te dije que te esperes! - Siguiéndolo en su carrera y siendo ignorado completamente - ¡es una orden! - echando mano de su rango superior.

- ¿una orden? ¿Dijiste... una orden? - Deteniéndose con el moreno a su espalda - así que... el amigo,  si alguna vez lo fuiste,  dio paso al superior -  con la cabeza baja y apretando sus puños,  aunque nunca lo mencionaba,  siempre resentía el hecho de que,  de todos sus compañeros el era el único que seguía teniendo el mismo estatus.

- fue lo único que se me ocurrió para poder detenerte... no debí decirlo,  disculpa - estirando su brazo hacia el hombro del ojiazul,  mas no se atrevió a tocarlo,  regresando su mano en  un puño a su bolsillo - de todas formas,  Tsunade-sama no se encuentra en su despacho - termino diciendo el ojinegro.

- no tienes que darme explicaciones,  tan solo el donde y cuando para la misión de mañana - aun de espaldas al moreno.

- a las siete en la entrada principal de la aldea... serán cuatro días a lo sumo - dando las instrucciones al rubio.

- entendido,  ahí estaré - perdiéndose entre los tejados con rumbo desconocido,  al menos para el Nara.

- "demonios, ¿Por qué tuve que decir semejante estupidez?  Se que lastime su orgullo ¡rayos!  el aun... estos días serán una pesadilla para mi" -  y pensando en la metida de pata con el rubio  abandono el tejado,  todavía tenia algunas cosas de que ocuparse antes de la misión del día siguiente,  como por ejemplo abofetearse así mismo por idiota, pensó el moreno.

- son realmente magnificas - comento el monje refiriéndose a las caras talladas en la roca.

- son el orgullo de la ladea,  y no lo digo solo por que mi rostro este ahí también,  comparada con ellos soy una hormiga bajo las patas de un elefante... ellos hicieron de esta aldea un sitio pacifico para las nuevas generaciones,  un sitio que no quisieran abandonar - mirando los rostros de sus predecesores.

- seria grandioso que todas las aldeas fueran así... al menos es lo que pienso - siguiendo con el paseo.

- es lo que intentamos... eres muy joven para que algo así te deprima,  solo debes tener fe en que algún día sucederá - sonriéndole al monje,  tenia razón,  al verlo podría decirse que no rebasaba los veinte años.

- ¿Qué te decidió a convertirte en monje a tan corta edad? - pregunto la rubia llegando a la meseta de la montaña.

- es una larga historia,  que incluso no tiene nada de interesante - fijando su vista en alguien que dormitaba a la sombra de un gran árbol, llamando poderosamente su atención -  no obstante... no puedo decir lo mismo de esta aldea - encaminando sus pasos hasta casi el borde a unos metros de donde cierto rubio se encontraba.

La Hokage se acerco hasta el monje sin percatarse de la presencia del gitsune en el lugar.

- hermosa vista - paseando su mirada por el amplio paisaje hasta recaer en el ojiazul.

- hermosa en verdad,  además de... ¿Naruto? -  notando al ojiazul como algo fuera del acostumbrado paisaje,   a paso apresurado se acerco hasta el bello durmiente - ¡Naruto! ¡Se supone que deberías  estar con Shikamaru preparando lo de mañana! ¿Qué haces aquí? - gritaba la rubia con sus manos en la cintura.

- ¡a ti te andaba buscando! - Saltando como resorte del suelo - ¿Cómo que otra misión de escolta? ¡Sabes que las detesto! ¿Quién es? ¡De seguro es otra de esas viejas ricachonas y aburridas que no tienen nada más que hacer,  que jorobarle la existencia a los demás! - gritaba resoplando y con las venas de su cuello hinchadas.

- me alegro de estar fuera de esa descripción...  en cuanto a esos adjetivos se refiere... al menos  - replico el joven con sus manos metidas en las anchas mangas de su vestimenta de monje.

- ¿y este quien es? - apenas dándose cuenta de la presencia del desconocido.

- ¡no seas irrespetuoso! - dándole un coscorrón en la cabeza - Shitaro-san es nuestro cliente... la persona que debes proteger - dijo la rubia con cara de enfado.

- ¿un monje? Hay... eso es todavía peor,  con esas extrañas costumbres que tienen... ¿Por qué yo? - hablando en baja voz y con una mueca de hastío en su boca.

- ¿Qué murmuras? En fin... él es Uzumaki Naruto,  el otro miembro del equipo - presento la Gondayme al rubio.

- encantado... - tomando una de las manos del gitsune con las suyas mientras no apartaba su mirada café de los ojos azules - espero no ser ninguna carga para ti - sin soltar la mano del rubio de entre las propias.

- ¿pero que...? - se dijo el ojinegro al llegar al lugar donde suponía que el ojiazul se encontraba ,  conocía perfectamente todas sus manías - con que aquí estabas... - tratando de disolver la escena frente el,  no le gusto para nada la mirada del monje hacia el rubio.

- ¿me buscabas? Pensé que después de informarme sobre la misión,  tú como capitán,  te ocuparías de lo demás - aun algo disgustado con el moreno por lo de rato antes.

- veo que ya conociste a nuestro cliente... -  comento Shikamaru a un metro del gitsune y mirando hacia el monje.

- me alegro de no ser una ricachona aburrida... ¿cierto,  Naruto-kun? - poniendo su mano en el hombro del ojiazul.

- bueno... yo,  lamento el comentario jajaja - riendo avergonzado con su mano en la cabeza.

- despreocúpate... este será un viaje bastante interesante - deslizando disimuladamente su mano por el brazo del rubio.

- "es cierto que debo entregar al monje en Suna...  pero nadie dijo que tenia que estar vivo,  porque eso es lo que va a suceder si sigue poniendo sus manos sobre Naruto" - pensaba el ojinegro con la bilis revuelta y la sangre hirviendo.

- ¿y bien? ¿Para que me buscabas... esta vez,  capitán? - sin mirar al moreno y con sarcasmo en su voz.

- Naruto,  ya te dije que... - tratando de disculparse... de nuevo,  la Quinta miraba de uno a otro con paciencia... con el rubio al menos.

- ¡ya déjate de tonterías y ponte  a trabajar! - pateando el trasero del ojiazul.

- ¡no hacia falta ser tan directa para que entendiera el mensaje!! Amargada...  - sobándose la retaguardia y murmurando la última palabra.

- ¡Naruto! - grito la rubia, ahora si,  perdiendo la paciencia por completo.

- ya, ya... esto es lo que me gano por... ¿te quedaras plantado ahí esperando a que te rieguen? - van dos y llevo una,  pensó el moreno, el gitsune paso a su lado sin siquiera mirarlo.

- ¡Naruto! ¿Puedo acompañarlos? Me gustaría ver como es la vida de un ninja... podría ser bastante educativo - caminando hacia el rubio.

- eso tendrías que preguntárselo al capitán - mirando al moreno -  es... el que esta a cargo ¿cierto? - cruzando sus brazos esperando una respuesta del jefe.

Shikamaru, cansado de la actitud del rubio,  lo agarro por el brazo y lo aparto unos metros de los demás,  queriendo poner fin a esa discordia entre ellos.

- dime que es lo que tengo que hacer para... - viendo que el monje se acercaba interrumpió sus palabras - hablaremos esta noche en el Ichiraku... yo invito ¿esta bien? - soltando a duras penas el brazo del gitsune.

- ¿algún problema? Si hay algún inconveniente en que yo... - decía el monje interponiéndose entre ambos.

- ninguno... por favor - dijo el moreno señalando con su mano al frente.

- volveré a la oficina... quiero que se cuiden en el camino,  no olviden que tienen que regresar - dijo la rubia,  era su forma de decirles que siempre se preocupaba cada vez que cualquiera de sus ninjas salía en misión,  por muy simple que esta pareciera.

Los tres caminaban por la calle central de la aldea con el ojiazul delante en compañía del monje,  y un muy disgustado moreno siguiendo sus pasos,  primero visitaron la tienda de equipos para reemplazar algunas de sus armas y adquirir lo que el ojinegro creía que podían necesitar en la misión,  en esos cuatro días cualquier cosa podría pasar,  era casi medio día cuando el estomago del rubio exigió ser alimentado justo al pasar por el restaurante de carne a la parrilla que el ojinegro conocía tan bien.

- podríamos comer aquí,  si les apetece - parándose en la puerta del establecimiento.

- ¿de verdad?  - pregunto el rubio con total entusiasmo para luego carraspear con seriedad - quiero decir... ¿en serio? - el monje sonreía encantado ante los cambios de humor del gitsune.

- adelante,  entonces - dijo el monje poniendo la mano en la espalda de Naruto a la altura de su cintura,  Shikamaru echaba rayos y centellas por los ojos.

- escojan un lugar... hablare con el dueño,  regreso enseguida - entregándole la bolsa de las compras al rubio.

Después de intercambiar algunas palabras con el dueño del local,  el ojinegro se acerco a la mesa donde Naruto y el monje esperaban,  al ir hacia allí pudo ver a ambos enfrascados en una amena conversación de la que  no formaba parte,  la risa del rubio podía oírse en todo el lugar,  Shikamaru sentía su alma romperse al saberse,  ni participe ni dueño de dicha risa,  lo sabia,  pero aun así se sentía feliz de que el rubio lo fuera. Al llegar,  el sitio donde tenía pensado sentarse ya era ocupado por el monje,  la única compañía a su lado era la bolsa de las compras,  que echo a un lado para  quedar frente a frente de su auto impuesto tormento.

- servirán en un minuto - dijo el moreno, tomando un mondadientes del pequeño recipiente en la mesa y metiéndolo en su boca,  era una manera de aliviar la tención que,  para ese momento,  recorría sin tregua todo su cuerpo,  mordía y pasaba el pequeño trozo de madera de un lado a otro de sus labios deseando tener al monje entre sus dientes en lugar del inocente palillo.

- espero que se den prisa,  tengo tanta hambre que mordería lo primero que tuviera a la mano - con su graciosa expresión de hinchado de cachetes.

-  entonces,  creo que me alejare un poco - contestaba a la broma el monje,  el rubio echo a reír y  Shikamaru escupió el palillo de su boca  tomando otro del recipiente,  del primero no quedaba casi rastro por las mordidas recibidas.

- "lo mira como queriendo comérselo con los ojos... y encima se hace el gracioso,  hasta estoy dudando de que realmente sea monje" - pensaba el moreno mordiendo su tercer palillo.

- ¡Oe,  Shikamaru! ¿Me escuchas? - abanicando su mano frente al rostro del ojinegro.

- ¿Qué sucede? - volviendo de nuevo a la tierra.

- te preguntaba,  si después de comer podría enseñarle a Mizaki,  la aldea - con sus ojos azules puestos en el Nara.

- "¿Mizaki? ¿En que momento...? ¿Y desde cuando tanta intimidad entre ellos? No me gusta" - clavando sus ojos en el monje - no hay problema,  también es parte de nuestro trabajo - casi terminándose la dotación de palillos del pequeño contenedor en la mesa.

- ¿iras con nosotros? Digo... todavía te faltan cosas por arreglar ¿no?  - engullendo su primer trozo de carne asada con un apetito feroz.

- creo que la compañía de Naruto-kun será suficiente para el caso... así podrás ocuparte de las cosas...  sin ninguna distracción - dijo Shitaro-san recalcando las ultimas palabras mientras veía al rubio.

- no vamos a una guerra,  Naruto,  apenas es medio día,  hay suficiente tiempo... así que los acompañare.  "Esto es a lo que llaman terapia de choque... yo continuo con mi terapia de auto tortura y con el  deseo de chocar la cabeza de este idiota contra la primera pared que encuentre"  buen provecho - serrando la conversación.

Después de una buena comida,  que el ojinegro no disfrutado para nada,  se dedicaron a recorrer las calles de la aldea con el rubio deteniéndose de vez en cuando para explicar o contar algo acerca del sitio en cuestión,  al pasar por delante de la edificación donde se hallaba su casa,  Naruto se detuvo.

- aquí es donde vivo,  en el ultimo piso - indicaba con su brazo en alto.

- ¿vives solo? - pregunto el monje captando de inmediato la atención del ojinegro.

- "¿Qué clase de pregunta es esa? No es de interés para el... ¿O, si? ¿No pretenderá...?" - decidiendo que si era lo que estaba pensando,  no lo iba a permitir.

- desde que era pequeño,  nunca conocí a mis padres... pero,  algunas personas cuidaban de mi como si lo fueran -  dijo Naruto pensando en Iruka-sensei principalmente.

-  tu y yo... tenemos algo en común después de todo,  aunque si conocí a los míos,  los perdí a temprana edad,  los monjes me recogieron y decidieron criarme - narrando parte de su vida al rubio.

- ¿y tu decidiste agradecerles convirtiéndote en uno? - pregunto el moreno tratando de cortar el hilo de confidencias que se estaba tejiendo entre los dos,  el monje no contesto.

- Naruto-kun,  ¿te gustan los pasteles? - volviendo a poner su mano sobre el hombro del rubio.

- ¡me encantan! - poniendo cara de niño al que le ponen delante su postre favorito.

- esta decidido, entonces - finalizo el monje agarrando el brazo del ojiazul,  el moreno lamento no tener palillos de dientes a la mano,  se quedo inmóvil por un momento buscando a su alrededor algo que poder patear para descargar algo de su rabia,  a falta de palillos...

- ¡Shikamaru! - grito el rubio volviendo sobre sus pasos - ¡date prisa! - agarrando con sus dos manos el brazo del ojinegro,  el Nara sintió que su corazón daba un vuelco haciendo vibrar por entero su cuerpo ante el toque del ojiazul.

- ¿realmente quieres... que los acompañe? - volcando en su mirada el deseo de una respuesta afirmativa por parte de su amor secreto.

- solo si así lo quieres... no es que vaya a rogarte,  ni nada de eso - soltando el brazo del moreno para reunirse con el monje a unos metros de ellos.

- Naruto... - siendo el ojinegro,  esta vez,  el que sujetara al gitsune por una de sus muñecas - ¿debo suponer que quieres mi compañía? - deseando abrazarlo en lugar de solo sujetarlo.

- ah,  eso... solo quiero que me trates como a un igual ,  independientemente del rango que cada uno tenga... eso es todo... - desviando su mirada.

- lo siento,  en ese momento solo pensé en mi - poniendo su otra mano en el brazo del gitsune - no importa - al ver confusión en la cara de Naruto - vallamos a por ese pastel ¿de acuerdo? - caminando ambos hacia el monje después de solucionado el asunto.

Retrocedieron como cincuenta metros por la misma calle  hasta donde se encontraba la pastelería, donde también se vendían helados,  tanto el Nara como el  joven monje eligieron una butaca donde sentarse junto al mostrador,  dejando una de por medio entre ambos,  seguramente con la intención de que el rubio quedara situado entre  los dos,  el ojiazul caminaba de una lado a otro de la vidriera del mueble de estantes donde se exhibían los pasteles a la venta,  cada uno mas delicioso que el anterior en la fila,  hacia que los ojitos azules brillaran con gran intensidad,  no sabia por cual decidirse. Sin pensar,  Naruto se sentó junto a Shikamaru del lado contrario a la butaca vacía,  lo que hizo al monje molestarse y al ojinegro sentirse en las nubes.

- aaah,  no se por cual decidirme - rumiaba el gitsune.

- ¿Qué tal te suena... chocolate acompañado con dos porciones de helado de vainilla? - propuso el moreno al ojiazul.

- me suena bien... gracias por la sugerencia - dijo el monje mirando retadoramente al Nara - ¿Naruto? - inclinándose hacia atrás para poder ver al rubio.

- a mí me es indiferente...  siempre y cuando sea pastel y helado - contestación simple para un chico simple.

La orden fue servida frente a ellos  junto con tres vasos de agua,  da mucha sed después de comer algo dulce,  el Nara miraba de reojo al monje y a Naruto,  el cual había cambiado de asiento para poder conversar con el religioso sin estar para adelante y para atrás a fin de verse las caras.

- para ser un monje,  disfrutas bastante de las cosas terrenales... digo,  por eso de tener que renunciar a todo lo que pueda parecer mundano,  tener posesiones personales... y lo mas difícil de todo,  ser "célibe",  es bastante problemático... sobre todo la ultima parte - hundiendo el tenedor en su pedazo de pastel imaginando que era el hígado del monje - en mi opinión,  esa es la razón de que se  pasen la mayor parte del tiempo "meditando" bajo el agua fría - metiendo un trozo de pastel en su boca, hay que masticar bien el hígado antes de tragarlo,   el rubio meneaba su cabeza de uno a otro  poniendo cara de circunstancia con el tenedor en su boca.

- quizás tengas razón,  pero la abstinencia es una de nuestras más grandes virtudes -respondiendo al comentario mal intencionado del Nara.

- ahora que lo pienso... ¿los monjes no deberían llevar rapada la cabeza? - pregunto el ojiazul fijándose en el cabello castaño en una cola baja del religioso.

- se supone,  pero en nuestra orden son flexibles en relación a ciertas cosas... gracias a Kami-sama - respondiendo la duda del rubio.

- ¿te refieres a lo de llevar la cabeza rapada o...  a lo de ser célibe? - y ahí iba de nuevo el ojinegro lanzando sus dardos,  el monje lo miro por un momento.

- ¿nos vamos ya? - pregunto Naruto,  levantándose de la butaca al sentir la atmosfera que rodeaba a esos dos tan densa,  que podría cortarse con cuchillo.

Caminaron por la aldea un par de horas mas hasta caer la tarde,  entre las risas del monje y el gitsune más algún que otro comentario sarcástico por parte del moreno, llegaron a la posada,  donde previamente se le había reservado una habitación  para que pasara la noche,  ambos ninjas se despidieron en la puerta y reanudaron su camino al Ichiraku,  lo que era bueno,  pues después de tanto caminar el rubio ya comenzaba a sentir hambre.

- ¡Naruto-kun! - llamo el joven monje haciéndolo retroceder.

El ojiazul acudió al llamado mientras Shikamaru esperaba a unos metros de ellos,  no demasiado retirado, pero si lo suficiente para no poder escuchar nada de lo que hablaban,  después del intercambio de palabras el rubio regreso donde su compañero para dirigirse al palacio del paladar,  como el mismo lo llamaba,  al llegar ambos saludaron al anciano y se sentaron.

- veo que hoy llegas a temprano y acompañado...  tiempo sin verte,  Shikamaru, debería hacer una raya en un lugar donde nunca se borre... ya que tu nunca te has dignado a deleitarme con tu presencia - regañaba el anciano al pelinegro -  ¿Qué va a ser esta vez, mi querido y asiduo mejor cliente? - hablando con el rubio y poniendo sus ojos chiquitos mientras miraba a Shikamaru al lanzar la indirecta.

- prefiero la carne asada - se defendió el moreno alzando sus hombros.

- mañana salgo de misión y no volveré en algunos días,  así que... que sea ración doble - pidió el ojiazul humedeciendo sus labios con la lengua,  una visión martirizadora para el Nara.

- "esta noche...  definitivamente dormiré en el piso" - pensando en como se las iba a arreglar cuando estuvieran en plena misión,  dos noches,  dos noches con el gitsune cerca de él,  simplemente no dormiría,  pensó.

- ¿y tu,  Shikamaru? - pregunto el anciano blandiendo  un gran cucharon  en su mano al señalar al ojinegro.

- solo uno,  no tengo el estomago tan resistente como Naruto  - señalando con su pulgar al rubio.

- nadie lo tiene - dijo el anciano con sarcasmo y esbozando una sonrisa.

- ¿en que momento decidiste llamar al monje por su nombre? Apenas acabas de conocerlo - interrogo al gitsune con algo de reproche en su voz.

- él me lo pidió - soplando su primer plato de ramen.

- Umm... ¿y que mas te pidió? -  pregunta rápida y sin anestesia,  quería saber que era lo que habían hablado con el monje antes de dejarlo  en la posada.

- pues,  él me pidió que...  - el rubio golpeo con los palillos el mostrador - ¿Qué es lo que pasa contigo? ¡Toda el día te la has pasado interrumpiendo nuestras conversaciones,  diciendo cosas sin sentido... parecías un novio celoso o algo por el estilo...! - volviendo a centrar su atención en el tazón del ramen.

- ¿y que si así fue? - dijo en un susurro,  pasado un minuto.

- ¿eh? - pregunto con despiste el ojiazul,  el Nara dio gracias a que el rubio estuviera mas pendiente de engullir su ramen que de ponerle atención a él.

- ¿entonces, que? - Llamando la atención del gitsune con el codo - ¿Qué fue exactamente lo que te pidió? - no iba a quedarse con la duda aunque eso significara sacar de sus casillas al gitsune.

- solo que...  pasara a recogerlo en la mañana,  dijo que disfrutaba mucho de... - haciendo pausa al hablar - mi compañía... -  diciendo lo ultimo algo avergonzado.

Al moreno se le atraganto el ramen - "¡endemoniado,  monje! ¡Célibe,  mis riñones!! No se pasara de listo conmigo" - batiendo el ramen pensando en hacer lo mismo con los sesos del susodicho -  Primero pasa por mí casa,  allí tengo los mapas... así estudiaremos la ruta mas segura a emplear para reducir los riesgos - dijo sin siquiera respirar -  "¿con que quiere verte a solas? Pues le espera una sorpresa"  no te retrases - apartando el plato a un lado,  había perdido el apetito.

- ¿es una orden? - casi terminando su segundo tazón de ramen.

- Naruto... - extendiéndole el pago al anciano.

- lo siento,  no lo dije por molestar - sorbiendo el resto del caldo del tazón.

- vamos,  te acompaño a tu casa... es bueno caminar después de comer - buena escusa,  aunque muy cierta.

- pero si apenas comiste... si sigues así vas a desaparecer - un comentario,  tal vez,  carente de sentido,  pero muy cierto en lo que al moreno se refería.

- "no es la falta de comida,  precisamente,  lo que me hará desaparecer... eres tu, y tu incursión en mis sueños cada noche" - caminaba despacio y sin prisa,  y como siempre,  con las manos en los bolsillos,  aunque si por el fuera,  las tendría en un lugar mucho mas confortable y cálido,  el andar lentamente se debía a que quería hacer durar lo mas posible ese momento junto al responsable de sus sueños mas locos.

Por mucho que retrasara su paso no podía evitar,  que tarde o temprano,    llegaria a la casa del ojiazul,  como tampoco podía evitar su propia llegada hasta la línea que marcaba el sueño de la realidad,  su realidad,  aquella que quería cambiar con todas las fuerzas de su corazón a pesar de saber que él... era el único metido en ella.

- que pases buena noche... y con respecto a tu enfado por... - se callo al ver al gitsune extender su mano hacia él.

- ¿amigos? - pidió el ojiazul con una gran sonrisa.

- amigos... "no me basta,  quiero mas que eso... mucho mas" no se porque lo dudaste - estrechando la mano del delirio de su vida.

- siempre fue tu culpa,  hasta mañana... - soltando la mano del Nara y corriendo escaleras arriba.

- Naruto... ¿Qué fue lo que...? - alzando su mirada hasta el ultimo piso de la edificación.

Una preocupación mas que llevarse a la cama,  o mejor dicho al piso,  pues era donde había decidido dormir hasta tener al ojiazul para si... ,  pues era su mayor deseo, o en cambio,  olvidarlo definitivamente,  cosa imposible,  eso era como olvidarse de si mismo. El Nara caminaba de un lado al otro de su habitación con las palabras de Naruto retumbando en sus oídos,  les daba vueltas una y otra vez  en su mente tratando de encontrarle un significado que explicara el motivo del rubio al pronunciarlas,  sin sacar nada en claro decidió que debía descansar  un poco antes de que amaneciera,  si es que era posible.

- buenos días, ¿Shikamaru? - pregunto a la madre del ojinegro al abrirle la puerta.

- Naruto,  Buenos días... pasa,  enseguida estará listo - haciéndose a un lado para dar lugar al rubio - ¡Shikamaru,  Naruto esta aquí! ¿Ya desayunaste? - pasando hasta el comedor donde el jefe de la familia leía el periódico sentado a la mesa.

- buenos días,  señor - saludo el rubio con respeto.

- adelante,  estas en tu casa Naruto... siéntate y come algo - dijo el Nara mayor con sincera amabilidad.

- gracias,  ya desayune - dejándose envolver por el ambiente familiar del que había carecido siempre.

- un poco de pastel y una taza de te,  no te hará daño... recuerda que estas en pleno crecimiento,  jovencito - comento la madre del ojinegro colocando los alimentos frente al gitsune y acariciando el cabello rubio con cariño.

- cuidado,  si por ella fuera,  no caminaríamos... tendríamos que rodar para poder desplazarnos - comento Shikamaru increpando a la única mujer de la familia mientras colocaba un par de rollos de pergamino sobre la mesa.

- no exageres,  y ponte a desayunar,   se les hará tarde... - agarrándolo por los hombros y sentándolo en la silla para luego darle un jalón en su cola de caballo.

- ¡madre! - apartando la mano de su progenitora,  los ojos de Naruto brillaban debido a la gran calidez que sentía a su alrededor.

- ¿de que se trata la misión? - pregunto el Nara mayor al gitsune.

- pues,  tenemos que... - dándole los detalles de la misma al padre de Shikamaru.

- tu sol esta aquí,  y si no haces algo pronto,  alguien mas te lo ganara - susurro al oído del moreno la señora de la casa con sus manos en los hombros de este,  mientras el aludido no apartaba sus ojos del rubio.

Como lo leen,  el ojinegro hacia tiempo que  había confesado a sus padres el amor que sentía por el gitsune,  ellos comprensivamente le habían dado su apoyo,  incluso el hecho de no poder llegar a ser abuelos importaba,   eso carecía de valor frente a la felicidad de su único hijo y heredero.

- ponle remedio,  o vas a tener que trabajar el doble para poder reponer las sabanas,  cariño - sonreía su madre poniendo su mano en la mejilla de su hijo al despedirlos en la puerta,  la cara del ojinegro se pinto de colores - ¡vallan con cuidado,  por favor! - agitando su mano al rubio que esperaba junto la reja de entrada al jardín de la casa.

- tienes una linda familia... te envidio - dijo el rubio mirando al cielo de camino a la posada.

- "también seria tuya,  si así lo quisieras"  gracias,  Naruto - dijo de corazón.

- buenos días,  Naruto-kun - saludaba el monje en la puerta de la posada con una sonrisa de oreja a oreja,  la cual se borro al ver al Nara unos pasos atrás del rubio - buenos días,  Nara-san - con amargor en su voz.

- buenos días,  Shitaro-san - contesto el moreno con una sonrisa de medio lado - es hora de que nos pongamos en marcha - tocando el hombro del gitsune.

Los tres caminaron en silencio hasta las puertas de la aldea y después de saludar a los guardias que las custodiaban,  salieron al camino.

- esta es la mejor ruta a seguir - decía el Nara con un mapa en las manos.

- pero ese  camino,  es el mas largo - discrepaba Naruto mirando en el mapa la ruta señalada por el moreno.

-  también es el mas seguro - enrollando de nuevo el pergamino y metiéndolo en su bolsa.

-  nos tomara,  al menos,  un día mas,  de los cuatro que teníamos pautados - razono el ojiazul.

- quiero evitar toparme con cualquier inconveniente en el camino principal - últimamente había muchos merodeadores y asaltantes por los alrededores,  no es que no pudieran con ellos si se presentara el caso,  pero era preferible tener un viaje tranquilo y sin complicaciones,  pensó el Nara.

Aprovechando que el monje se distraía mirando el paisaje a unos pasos delante de ellos,  el ojinegro decidió hacer una pregunta que desde la noche anterior tenia atorada en su garganta,  quemando su lengua y sacudiendo su mente,  la duda es algo que mata y envenena.

- Naruto... eso que dijiste...  al dejarte anoche en tu casa... sobre que era mi culpa...  ¿Qué significado tiene eso? - mordiéndose el labio por la ansiedad.

- se debe...  a que siempre te mantuviste distante e indiferente,  como todos  hacían... pero... al menos eras el único que no se reía de mí - bajando su cabeza,  el ojinegro no pudo resistir poner su brazo sobre los hombros del rubio.

- en esa entonces todos éramos insensibles e idiotas,  pero...  hemos cambiado con el paso del tiempo... inclusive,  tu también lo has hecho - afincando su brazo sobre el ojiazul.

- ¿de que forma? - mirando a los ojos negros del Nara a la vez que sentía la calidez del cuerpo del moreno junto al suyo.

- en la mejor forma... créeme - sonriéndole al gitsune.

- ¿debo suponer que me consideras uno de tus amigos? - poniéndose frente al moreno y caminando de espaldas.

- el mejor - escucho el rubio sin saber el verdadero alcance de esas palabras.

Su marcha,  bordeando arboles y evitando el camino principal,  continuo,  haciendo una parada a eso  del mediodía,  tan solo para almorzar y descansar un rato antes de volver a emprender el camino,  y no parar hasta el anochecer. Encendieron una hoguera,  ya que Shikamaru considero que era seguro,  en un pequeño claro junto al segundo rio por el que habían pasado durante el día,  abrieron barias latas de conservas y las calentaron al fuego,  la cena transcurrió en completo silencio por parte de los tres,  al terminar,  el rubio se levanto y camino hacia el rio,  después de enjuagar sus manos y boca decidió sentarse en una de las rocas de la rivera por un rato,  la oscuridad de la noche hacia que el brillo de las estrellas se reflejaran en las tranquilas aguas que corrían  a sus pies.

- miras las estrellas como si hubieras perdido algo - dijo el monje acercándose hasta el rubio.

- puede que así halla sido - contesto sin dejar de mirar el cielo - de poder responderme,  alguna de ellas podría decirme,  con seguridad,  donde se encuentra Sasuke - bajando su mirada hacia el agua,  Shikamaru escuchaba la conversación apoyado en un árbol a unos metros de la roca donde se hallaban.

- ¿un amigo,  tal vez? - pregunto con curiosidad el monje sentándose junto al gitsune en la misma roca.

- mas o menos - tomando una pequeña piedra a sus pies y lanzándola al rio.

- lo único verdaderamente relevante de perder a alguien,  es que te da la oportunidad de conocer a otras personas... y hacer nuevos amigos - poniendo la mano en la nuca del ojiazul,  tratando de reconfortarlo... o algo mas.

- Naruto... ve a dormir,  yo hare la primera guardia - dijo el ojinegro acercándose a sus espaldas,  el rubio no espero a que tuviera que repetírselo y dando las buenas noches se retiro.

El gitsune coloco su manta junto al fuego de la hoguera y se acostó tapándose hasta las orejas,  la noche estaba algo fría,  serró sus ojos para  dormir hasta que le tocara hacer su guardia.

- "¿desde cuando me convertí el la oveja que obedece,  sin mas,  a los ladridos de su perro guardián? ¿Es porque se trata de Shikamaru? Siempre tuve problemas al lidiar con él desde que estábamos en la academia... ¿es acaso por el cálido toque de sus manos? ¿Puede ser ese el motivo por el cual...  yo desee estar a su lado?  Para poder sentir algo... que nunca he tenido... ¿familia,  amor? quizás yo necesite de tu calor para no hundirme en la soledad,  Shikamaru..." - quedándose dormido con una lagrima corriendo por su mejilla.

- ¿nunca te enseñaron a no tocar lo que  pertenece a otros? - poniéndose frente al monje.

- ¿lo dices por ti? - sacando un paquete de cigarrillos de una de sus mangas y ofreciéndole al moreno,  este negó con su cabeza.

- no soy yo -  contesto el moreno deseando haber podido decir lo contrario.

- Sasuke... ¿acaso se trata de él? - recordando el nombre mencionado por el gitsune.

- no puedo responder a eso - a la fecha,  aun sentía rencor hacia el azabache por el daño que le había causado  al ojiazul.

- eso quiere decir... que no lo sabes - encendiendo su cigarrillo y tomando una gran bocanada - en mi opinión,  Naruto es el ser mas hermoso que jamás he conocido... imposible no dejarse arrastrar por él - haciendo círculos con el humo del cigarrillo.

- ¿Quién eres tu realmente? Dices ser monje pero no actúas como uno - expresando la duda de un principio.

- aun no tomo los votos... de eso se trata mi viaje por diferentes lugares,  los monjes me sugirieron,  o debería decir,  me obligaron,  para que después de ver el mundo mas allá de las puertas del templo... tomara la decisión correcta - haciéndose de otra bocanada de humo,  del casi,  finalizado cigarrillo.

- ¿ya te decidiste? - pregunto el ojinegro,  aunque eso no era de su interés.

- creía haberlo hecho hasta que llegue a Konoha... pero al parecer,  la balanza se inclino hacia cierto rubio encantador - tirando la colilla al rio.

- ¿Qué te hace estar tan seguro de que lo conseguirás? -  refiriéndose al ojiazul,  su sol.

- ¿Qué te hace estarlo a ti? - pregunta directa para el moreno.

- ¿a que te refieres? - pregunto Shikamaru alzando una ceja contrariado.

- vamos... se honesto conmigo... Naruto te interesa ¿cierto? Pude darme perfecta cuenta de eso... por los celos que desprendes por cada poro de tu cuerpo,  Shikamaru - dirigiéndose hacia la fogata,   donde el rubio se encontraba.

- si ya lo sabes,  supongo que también te habrás dado "perfecta cuenta" de que no dejare que te le acerques - le advirtió al pasar a su lado.

- eso no lo decidimos nosotros,  es Naruto,  el que decidirá al final - dándole la espalda al Nara. El ojinegro hizo un gran esfuerzo para no lanzársele encima y  golpearlo hasta dejarlo como los mondadientes en su boca,  despedazado e irreconocible.

- Naruto... debemos irnos - a punto de tocar el rostro del rubio cuando noto el surco seco en su mejilla.

- ¿ya es mi turno? - levantándose y frotando sus ojos.

- ya amaneció - dijo el Nara recogiendo la manta del gitsune del suelo.

- ¿te quedaste vigilando toda la noche? ¿Por qué? ¿Por qué no me llamaste? - reclamaba el rubio al ojinegro.

- parecías cansado,  además,  se me espanto el sueño - mirando hacia el monje.

El gitsune fue por un momento al rio a lavar su cara para poder despejarse por completo,  luego de eso,  se pusieron en marcha de nuevo,  el moreno quería llegar lo antes posible hasta la frontera para deshacerse,  del gran problema,  que representaba el monje después de saber sus verdaderas intenciones hacia el ojiazul. Según sus cálculos,  a ese paso llegarían al siguiente día por la mañana.

- toma - tendiéndole una manzana al rubio - perdona que no te diera tiempo para desayunar,  pero quiero terminar con esta misión lo mas pronto que se pueda - pasándole también una botella de agua.

- Umm... - mordiendo la manzana - ¿ya te aburriste de mí? - mirando de reojo al moreno.

- ¿aburrirme de ti? Eso nunca pasara - poniendo su brazo en los hombros del rubio.

- "no,  déjalo ahí... por favor" - pedía internamente el rubio agarrando la muñeca del Nara para impedir que este  retirara el brazo de sobre sus hombros.

- ¿tienes frio? - pregunto pensando que ese era el motivo de la acción del rubio y lamentando que no fuera por lo que él deseaba con todas sus fuerzas.

- solo un poco - serrando por un momento sus ojos tratando de percibir la cálida aura en torno al ojinegro,  esa aura por la que deseaba ser envuelto también.

- "te daré mi calor,  aunque solo sea porque sientes frio... me pasaría toda mi vida abrazado a ti hasta en el calor mas sofocante,  desearía que todo el tiempo fuera invierno,  tanto,  como desearía que me quisieras,  aunque solo fuera un poco" - arrimando  su cuerpo lo mas que pudo sin que pareciera que quisiera fundirlo con el propio.

Así,  anduvieron barios kilómetros sin despegarse el uno del otro,  el casi monje los observaba de vez en cuando pensando que seria muy difícil romper ese vinculo entre los dos,  trataba inútilmente de llamar la atención del ojiazul con algún comentario u observación acerca del terreno que pisaban,  cerca del medio día se encontraron con el tercer rio desde que dejaron la aldea,  con la particularidad de que este tenia una cascada como de quince metros de altura y cuya agua caía en una hondonada de mas de veinte metros de diámetro simulando un gran estanque,  decidieron que ese era un buen lugar para almorzar,  y porque no,  tomar un buen baño,  el moreno pensó que comer ahí,  estaba bien,  descansar ahí,  también,  pero la parte del baño... si que no era buena para su terapia anti Naruto.

- Naruto,  ¿estas seguro de que quieres meterte en el agua? Su temperatura debe estar bastante baja - tragando duro al ver al rubio despojarse de su ropa.

- ¡no hay problema! ¡Estas tu! ¿No es así? - lanzándose  de cabeza al agua,  a buen entendedor pocas palabras bastan.

El Nara miraba,  embobado,  al ojiazul nadar de un lado al otro exhibiendo su magnifico cuerpo en cada brazada,  al igual que el monje,  que permanecía en una roca bajo la cascada recibiendo en su cabeza el agua de la ducha natural,  con un ojo serrado y el otro espiando al rubio.

- tendré también que meterme en el agua,  antes de que se den cuenta de cierto subordinado que no obedece las ordenes que le da mi cerebro - murmuraba el moreno mientras se quitaba la ropa para hacerle compañía al gitsune tanto como para  aplacar el fuego que recorría su cuerpo,  de eso ultimo,  no estaba tan seguro,  metió la punta del pie para comprobar el estado del liquido vital haciéndolo estremecerse hasta la punta del cabello.  

- ¡¿a que esperas?!  ¡¿Demasiado fría para ti?! - gritaba el ojiazul desde el centro del estanque,  el moreno echo un vistazo hasta donde estaba el monje,  verlo sonreír con sorna lo hizo decidirse al fin,  aunque terminara convertido en una paleta helada.

- Solo por estar con él... vale la pena congelarse las pestañas - murmuro antes de introducirse en las frías aguas y nadar hasta donde estaba el rubio,  resoplando mientras hacia el trayecto.

- no fue tan difícil... ¿o si? - Dijo el gitsune arrojándole agua al ojinegro,  los dientes de Shikamaru repiqueteaban como si fueran castañuelas,  mientras que sus labios te tornaban de color morado - espera un momento -  dijo el ojiazul sumergiéndose en el agua.

- Naruto,  ¿A dónde...? - mirando a su alrededor,  dos minutos y el rubio no aparecía,  Shikamaru comenzó a preocuparse.

- ¡aaah! ¿Qué te parece? - Emergiendo frente al moreno con un pez retorciéndose  en cada mano - ¡almuerzo resuelto! - guiñándole un ojo al pelinegro con una gran sonrisa.

- solo tu...  puede hacer algo como eso y quedarse tan tranquilo - mientras movía sus brazos y  piernas para mantenerse a flote.

- lo hacia todo el tiempo cuando entrenaba con Ero-sennin,  no es gran cosa - mientras lanzaba los peces a la orilla del rio.

- ¿y ahora a donde vas? - viendo al rubio nadar lejos de él.

- falta uno - señalando con el dedo al monje en la roca y sumergiéndose de nuevo.

- no deberías preocuparte por eso,  las tripas serian suficientes para él - mascullaba el moreno entre dientes  mirando de reojo al monje.

- ¡listo! - Grito el rubio a espaldas del Nara  lanzando el pescado faltante a las piedras de la orilla,  donde sus similares estaban esperando a ser limpiados para llenar sus hambrientos estómagos - ¡ahora si! - Acercándose al moreno - ¡a divertirse! - lanzándose sobre Shikamaru y hundiéndolo en el agua. 

A pesar de casi tener diecisiete años,  Naruto disfrutaba de esos momentos como si de un niño se tratara. Eso era debido a que a lo largo de su existencia no había tenido muchas oportunidades,  por no decir ninguna,   de interactuar con los demás de esa forma,  por eso aprovechaba cualquier oportunidad que la vida le daba la  y  guardarla en su corazón como un tesoro invaluable,  entre juego y juego Shikamaru no perdía ocasión para agarrar al rubio entre sus brazos y estrecharlo lo mas que podía. Era como echarle leña al fuego o añadirle sal a la herida,  peor el remedio que la propia enfermedad,  cualquiera que lo viera pensaría que era masoquista.  Media hora de,  juegos infantiles,  después,  Naruto salió del agua sacudiendo su cabeza para sacar el exceso de agua de su cabello,  el ojinegro observaba cada movimiento del cuerpo del ojiazul como viendo en cámara lenta,  por efecto del agua; la ropa interior de Naruto se pegaba a su trasero haciendo un perfecto moldeado de sus nalgas,  lo que causo que el moreno retrocediera hasta tener el agua mas arriba de su cintura. Una cosa era tenerlo en sueños y otra muy distinta y devastadora  verlo en carne y hueso,  pero al contrario de la realidad,  en sueños podía tocarlo y hacerlo suyo todas las veces que deseara.

- ¿Shikamaru? - al no verlo detrás suyo - ¡entraste al agua a regañadientes! ¿Y ahora no quieres salir? ¿Quién te entiende? - haciendo una mueca y moviendo su cabeza de lado a lado.

- es cuestión de tomarle gusto -  dándole la espalda al gitsune con la mano dentro de su ropa interior y el agua hasta  el cuello,  lo demás...  sobra decirlo.

Diez minutos,  de manipulación,  después,  el moreno salió del agua con cara de satisfacción. Naruto había terminado de limpiar los peces y descansaba al sol sobre una roca a fin de  calentar su cuerpo y secar su ropa interior,  el pelinegro se le unió para el mismo fin.

- ¿Cuánto tiempo más piensa estar ahí? - pregunto el rubio mirando hacia el monje.

- si no fuera porque tengo que entregarlo en Suna... se puede quedar ahí por siempre - dijo el moreno chasqueando sus labios.

- desde un principio,  me dio la impresión de que no te simpatiza - estirando sus piernas y descansando sus manos en la roca.

- no me gustan las personas que no son lo que aparentan - murmuro Shikamaru con la boca pegada a los brazos que apoyaba sobre sus rodillas flexionadas.

- ¿dijiste algo? - dejando caer su cabeza hacia atrás para recibir el tibio calor del sol en su rostro,  aparte del que sentía en su cuerpo ante la proximidad del ojinegro

- nada en especial... cosas mías,  ¿Qué te parece si almorzamos? - revolviendo el cabello del gitsune.

- te toca hacer la fogata ya que yo limpie el pescado - levantándose y ofreciéndole la mano al moreno para que hiciera lo mismo.

- me parece justo - caminando hacia su ropa en la ribera del rio y luego a por madera para el fuego.

Mientras se entretenía buscando las ramas mas secas para tal fin,  un ruido a su espalda lo alerto,   dejo caer las ramas al suelo y llevó su mano al estuche en su pierna donde guardaba los kunai,   rápidamente tomo uno para enfrentar lo que fuera que estuviera acercándose a donde el estaba.

- tranquilo,  tranquilo... solo soy yo - dijo el monje con sus brazos arriba al salir tras un árbol.

- la próxima vez que hagas eso... podrías caer muerto ¿comprendes? - dándole vueltas al kunai en su dedo antes de regresarlo al estuche a hacerle compañía a sus iguales.

- ¿Qué quieres que haga,  que me cuelgue una campanilla en el cuello? - ayudando al moreno a recoger la madera del suelo.

- no te hagas el gracioso conmigo - dijo serio.

- no,  tú eres el gracioso...  ¿a cuantos prospectos de hijos dejaste en el agua? - sonriendo pícaramente.

- ¡escucha! - soltando de nuevo las ramas para tomar por el cuello al monje y estrellarlo contra el árbol frente a él.

- no te enfades... solo fue una broma,  me rindo... se ve que a Naruto le agrada mas tu compañía que la mía,  ya que no se te ha despegado desde que dejamos la aldea - dijo el mayor recomponiendo su ropa después de que Shikamaru lo soltara.

- eso no quiere decir nada - dándole la espalda.

- tal vez,  pero se cuando soy arrojado de la pintura al marco,  solo quiero decirte... que en caso de que Naruto te acepte... cuida y amalo mucho,  se lo merece - suavizando su voz.

- no tienes que decírmelo,  es lo mas que he deseado desde que...  me di cuenta que lo amo - el monje sonrió sinceramente esta vez.

- ¿regresamos? O Naruto va a terminar pensando que nos fugamos juntos,  ya que fue él,  el que me pidió buscarte - riendo con ganas y haciendo reír al moreno ya que la tención entre ellos había desaparecido.

- ¡hasta que regresaron...! ¿Qué tanto los detuvo? - mirando a ambos con suspicacia.

- no te preocupes... no es mi tipo - dijo Mizaki poniendo las ramas entre las piedras que el rubio ya había preparado para el fuego,  Naruto se sonrojó.

- yo no quise decir... - clavando las ramas donde había engarzado los peces junto a la fogata,  mientras Shikamaru se ocupaba en prender fuego a las ramas secas.

- ¿Qué ya nadie en este mundo entiende una broma cuando la escucha? - alzando dramáticamente sus brazos al cielo y guiñándole con complicidad un ojo al moreno.

- ¿en serio eres un monje? Porque estoy comenzando a dudarlo... - mientras ponía un recipiente con agua sobre las ramas ardientes para preparar algo de te.

- hasta que alguien esta de acuerdo conmigo... aun no lo es - soplando la madera para avivar el fuego.

- ¿Cómo que todavía...? Yo pensé que... ¡incluso fuma! - viendo al monje con un cigarrillo en su boca.

- no te espantes... muchos de los monjes ancianos también lo hacen -  dijo Shitaro deleitándose con el setenta por ciento hierva y el otro treinta  de alquitrán.

- no soy quien para hablar de cosas extrañas - murmuro Naruto recordando a su inquilino zorruno.

Después del pescado,  y algo de te para pasarlo,  apagaron el fuego y volvieron de  nuevo al camino,  pero esta vez,  los tres iban hombro con hombro comentando, bromeando y riendo,  haciendo la marcha mucho mas amena y divertida,   llego un momento en que Naruto arrastraba sus pies bostezando de vez en cuando mientras se restregaba los ojos con la mano.

- ¿Naruto? - pregunto el moreno después de haberlo estado observando durante barios minutos.

- no pasa nada... creo que el baño y el almuerzo me dieron sueño - sonriéndole al moreno.

- estaremos en el punto de encuentro como en una hora,  después de eso... te dejare dormir todo lo que quieras - poniendo su mano en la nuca del rubio para luego deslizarla por su espalda,  el corazón de Naruto comenzó a hacer fiesta en su pecho.

Efectivamente,  en el termino de una hora y justamente cuando el sol comenzaba a ocultarse,  llegaron al lugar donde debían aguardar el arribo de los hombre de Gaara a la mañana siguiente,  el trabajo de custodia había llegado a su fin,  por lo cual podían relajarse ya que lo único que les quedaba por hacer era esperar.

- yo empezaré la guardia esta vez -  dijo el rubio dejando su mochila junto a un árbol y estirando sus brazos.

- valla que son rápidos - se escucho entre los arboles,  Naruto y Shikamaru se pusieron en guardia espalda con espalda - tiempo sin verlos... Naruto,  Shikamaru - Kankurou,  el hermano del Hokage de Suna se presento ante ellos acompañado de barios hombres del país de la arena.

- ¡Kankurou,  no nos asustes así! ¿Cómo has estado? ¿Y Gaara... no vino? - mirando a su alrededor.

- te manda disculpas por no poder recibirte en persona...  anda en medio de una reunión importante - explicaba el Sabaku mayor al rubio - ¡anímate!...  prometió que en cuanto pueda visitara  Konoha expresamente para verte - desviando su mirada hacia el monje junto a Shikamaru - ¿es el? -Acercándose al dúo detrás del rubio - Sabaku No Kankurou,  es mi nombre - tendiéndole la mano al monje.

- Shitaro Mizaki,  encantado - estrechando la mano del Sabaku con una sonrisa en los labios - ¿partimos ya? - sin soltar la mano de Kankurou.

- pensé que querría descansar un poco primero... aunque viajar por el desierto de noche es mucho mas cómodo y fresco - con las manos,  todavía,  agarradas como si tuvieran pegamento.

- por mi esta bien,  además... creo que ellos desean regresar a Konoha lo antes posible - soltando por fin sus manos.

- eso pensé... así que les traje una bolsa de provisiones para el regreso - entregándosela a Shikamaru para después despedirse e internarse en el oscuro desierto tan solo iluminado por el brillo de la luna llena.

- espera,  Naruto ¿A dónde vas? - viendo al rubio recoger su mochila y colocársela a la espalda.

- todavía hay suficiente claridad como para caminar de regreso durante un rato -  dijo dándole la espalda al Nara y comenzando su paso.

- ¿Por qué? ¿Por qué la prisa por regresar? ¿Por qué ahora? - sujetándolo por el brazo,  el rubio desvió su mirada.

- la misión termino... así como tambien el espejismo,  hora de regresar a mi realidad cotidiana - en susurros como hablando para si mismo se soltó del agarre del moreno.

- ¿espejismo,  realidad? ¿De que hablas? - no entendiendo el cambio en el ojiazul.

- tonterías... no me hagas caso - reanudando su andar.

- ¡detente! - Desesperado,  Shikamaru lo arrimo a un árbol con sus manos en los brazos del rubio para sujetarlo - ¿es por Gaara? ¡Dime! - con sus ojos puestos en los del gitsune.

- tan solo deseaba verlo...   - pegando su barbilla a su propio pecho - desde que puedo recordar he pedido,  rogado y suplicado en silencio por el cariño de los demás,  preguntándome todo el tiempo ¿Qué hay de malo en mi? ¿Por qué alejo a las personas? - Dejando caer sus brazos a los lados de su cuerpo  apoyo su cabeza en la corteza del árbol mientras las lagrimas corrían con angustia por su rostro - Sasuke... Sasuke era lo más cercano que tenía...  a un amigo,  aun así se marcho sin importarle lo que yo pudiera sentir,  doliéndome incluso mas el corazón que  las heridas físicas que me causo,  entreno cada día hasta casi caer extenuado,  para que cuando llego a casa...  echarme a dormir... tan solo para no pensar,  una casa donde nadie me espera... un lugar con tan solo una fotografía sin vida sobre  un mueble... estoy cansado... muy cansado - serrando sus ojos,  de los que ya no le quedaban lagrimas que derramar.

- ¡basta,  basta,  no mas! - pidió el ojinegro apretando sus manos en los brazos del gitsune - el Uchiha era un idiota prepotente,  y tú eres... tú... la gente no se aparta de de ti porque no te quieran,  ¡es todo lo contrario! ¿No lo entiendes? - Tomando la barbilla del rubio - sin quererlo te conviertes en una adicción para todo aquel que te conoce,  algo que no se puede dejar sin una gran fuerza de voluntad - poniendo sus manos en las mejillas del rubio - eres ambrosia,  Naruto,  al mismo tiempo que un veneno que se introduce hasta el mas pequeño rincón del cuerpo y para el que solo existe una cura... tú -  abrazándolo a su pecho con fuerza.

- bonitas palabras,  pero son solo eso... palabras,  no quiero tu lastima,  seria como darle una puñalada a lo que siento por ti... sobreviviré... siempre lo hago - queriendo soltarse.

- seré yo,  el que caiga muerto... si lo que escuche se asemeja,  aunque sea un poco,  a lo que yo he sentido por ti desde hace mucho,  mucho tiempo... te amo,  Naruto - tomando el rostro de su sol con las manos y besándolo con todas las ansias y amor que podía reunir en su,  para ese momento,  excitado cuerpo.

- quédate conmigo,  quédate conmigo... por favor,  Shikamaru - pegando su rostro entre el hombro y cuello del Nara al tiempo que se abrazaba a su cuerpo con desesperación.

- nunca te soltare... jamás ¿me oyes? - alzando su rostro para besarlo de nuevo,  a lo que el ojiazul respondió rodeando su cuello.

Entre besos por aquí y por allá,  terminaron en el suelo,  la desesperación y deseo de ambos era tan fuerte que casi se arrancan la ropa en lugar de quitárselas,  las cuatro manos recorrían terreno desconocido,  del contrario, por supuesto,  al tiempo que los labios del ojinegro parecían abejas recolectando néctar por todos los rincones del cuerpo de su gitsune,  los jadeos de ambos podían escucharse tan claro como el sonido de la brisa a su alrededor,  debían dar gracias a que se encontraban en mitad de ninguna parte,  Naruto se corrió tras una fabulosa masturbación por parte de la boca del moreno,  no obstante había practicado bastante en sus sueños,  por lo que se había vuelto prácticamente un experto,  a pesar de encontrarse mas fuera que dentro de este mundo el moreno dudo un poco antes de introducirse en su querido rubio,  era su primera vez y no quería lastimarlo,  la primera vez para ambos pero... siempre el que recibe es el que queda mas adolorido.

- ¿Por qué te detienes? - pensando en que el pelinegro se había arrepentido o había hecho algo mal.

- tómalo con calma... no quiero hacerte daño - sonando falso hasta para el mismo,  el hecho era que se moría por estar dentro de su ojiazul.

- ¡no quiero calma! ¡Te quiero a ti dentro de mí! - Atrayéndolo con sus piernas haciendo una penetración rápida y hasta el fondo - ¡aaah,  Umm...! - grito el ojiazul clavando sus uñas en los brazos de Shikamaru.

- N-Naruto... por todos los cielos... Mmm,  ¡te lastimaras! -  jadeaba apretando sus ojos por la ola de placer que recorría su cuerpo.

- no es n-nada... solo ámame,  Shikamaru... ámame,  déjame saber que le pertenezco a alguien... que alguien me pertenece,  Shikamaru... ámame para sentir que estoy vivo - comenzando a moverse y repartiendo besos por el rostro del ojinegro con la desesperación de alguien que toda la vida había carecido del sentido de pertenencia.

Shikamaru entrelazo sus dedos con los de Naruto y comenzó a penetrarlo sin descanso hasta que ambos se corrieron llenando el bosque de sonidos fuera de lo que era su ambiente natural,  el moreno cayo exhausto sobre el gitsune,  Naruto acariciaba el cabello negro con dulzura mientras pasaba los dedos de su otra mano por la espalda del Nara.

- lo siento - deteniendo su caricia en las marcas causadas por sus uñas en los brazos de su querido ojinegro.

- discúlpame tú a mi... por lo que vas a sentir mañana - sonriéndole a su sol.

- Umm... veremos - devolviendo la sonrisa.

- mis padres se pondrán muy contentos - decía el ojinegro con los ojos serrados sintiendo las caricias de su gitsune.

- ¿ellos... ellos lo saben? - pregunto alarmado el rubio.

- ¿Qué te amo? Lo saben... y déjame decirte que están encantados contigo... tienes una familia que te quiere,  aunque tu no lo supieras - tomando la mano del rubio y besando su palma con cariño.

- Shikamaru... - volviendo a aparecer las lagrimas en sus ojos,  aunque esta vez... era la felicidad su principal responsable.

- ahora tu eres mío... parte de mi familia,  la parte mas importante... mi sol - besando de nuevo los labios de su ojiazul - ahora duerme un poco,  quiero que lleguemos a la aldea lo antes posible... al fin podre dormir en mi cama con toda tranquilidad y sin desastres naturales... solo los que pueda producir contigo - jalando la mochila para sacar la manta y así poder cubrirse del frio de la noche. 

Shikamaru acomodo a su rubio sol sobre su cuerpo y lo abrazo como para no soltarlo nunca más y cayeron en brazos de Morfeo. Las lamentaciones llegaron al día siguiente,  por parte del rubio al menos.

- no me veas con esos ojos... te lo advertí ¿cierto? Y también me disculpe de antemano - abrazando a su ojiazul y haciéndole mimos como parte de la disculpa - ¿Qué tan rápido puedes correr? - guiñándole un ojo a su gitsune.

- ¿quieres ver? - dándole una palmada en el pecho al moreno antes de saltar a los arboles y emprender su carrera,  el Nara sonrió y salió en su persecución.

El deseo de llegar a la aldea hizo que no pararan en ningún momento,  el trayecto de dos días caminando,  lo realizaron en poco mas de medio día corriendo,  o lo que es lo mismo para ellos,  saltando de árbol en árbol,  a media tarde cruzaban las puertas de Konoha,  firmaron el libro de llegada en el puesto de guardia y se dirigieron directamente a casa del Nara,  al cruzar la reja de entrada al pequeño jardín la madre del Nara levanto su vista de la maseta de flores con la que estaba entretenida en su arreglo y corrió hacia ambos al notar sus manos entrelazadas.

- ¡bienvenidos a casa! - Abrazándolos a ambos - porque esta es tu casa desde ahora y hasta que tu quieras que lo sea... hijo - tomando las mejillas del rubio entre sus manos y besando su frente.

- señora... yo... - algo avergonzado.

- madre... o mama,  si así lo prefieres - con un dedo en los labios del rubio - ¡pon un plato mas en la mesa,  cariño! - grito hacia la casa.

- ¿tenemos visita? - pregunto el Nara mayor.

- no,  será un residente permanente - dijo la madre de Shikamaru abrazando a Naruto.

- por siempre y para siempre - murmuro el Nara mirando al cielo para luego abrazarse a la espalda de su sol abarcando también el cuerpo de su madre.

Naruto derramo lagrimas de felicidad en el pecho de la mujer con la que estrenaría una palabra jamás antes usada como algo propio... madre,  y si a eso le añadimos el bono extra como lo era su hermoso moreno,  podría decirse que su felicidad era completa.

 

 

FIN.                                                              Nessa Yaoi

                                      

                                                    BONO EXTRA

 

Había pasado una semana desde que el rubio pasara a formar parte de la familia de los Nara,  en ese corto tiempo había recibido mas amor y cariño del que hubiera experimentado durante toda su vida,  y deseaba que jamás terminara.

- buenos días,  mis amores - saludo la mujer con entusiasmo a los chicos que para ese momento entraban en el comedor.

- buenos días,  madre - contestaron ambos. 

Pero la orgullosa mama no se conformaba solo con palabras,  así que señalo sus mejillas poniendo un dedo en cada una,  los chicos se acercaron de nuevo y plantaron un beso a cada lado del rostro de la mujer.

- esto es vergonzoso - decía Shikamaru rascando su cabeza.

- no te quejes... yo lo haría toda la vida - abrazándose a la madre del Nara.

- creo que la cigüeña se equivocó al dejarme el paquete - abrazando a su vez al gitsune.

- no lo aprietes tanto o me lo vas a gastar - jalando a su sol hacia sus brazos.

- celoso... - apunto su madre - por cierto,  la Gondayme me entrego esto para ti,  Naruto - pasándole un sobre.

- ¿de que se trata? - abrazando al rubio por la espalda mientras este abría el sobre.

- es de Gaara - al ver el membrete del Hokage de Suna en la parte superior de la hoja, comenzando a leer - ¿QUE,  QUEEEEEEEE?

En el mensaje podía leerse.

 

Quedan cordialmente invitados al enlace matrimonial entre,  Sabaku No Kankurou y Shitaro Mizaki,  ha celebrarse en Suna dentro de tres días,  de antemano agradecemos su asistencia.

                                                                                            Sabaku No Gaara.

 

AHORA SI,  FIN.

Nessa Yaoi.

  

 

Notas finales:

Son casi las tres de la madrugada,  y despues de mi decimonoveno cafe mi cerebro no da para mas,  creo que lo desconectare y me ire a dormir.

Buenas noches... quiero decir hasta otra,  con el sueño que tengo ya no se ni lo que escribo.

escriban lo que quiera,  lo que sea... yo ya me voy a dormir   Chaooooo

                                                  Nessa Yaoi


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