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Genius por LasNi

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Notas del fanfic:

Una idea descabellada que no creo que dure mucho, pero la verdad es que llevaba ya varios días rondándome la cabeza y al final me he decidido.

Notas del capitulo: A ver que os parece esta idea que no tiene pies ni cabeza!

    1 de Septiembre. Su cumpleaños. Hacía exactamente 18 años que había llegado al mundo. Sin embargo en aquellos 18 años le habían ocurrido cientos de cosas. Podía contar las buenas con los dedos de una mano, pero para contar las malas le faltaban extremidades en el cuerpo. Desde que tenía memoria recordaba las continuas peleas de sus padres. Da igual cual fuese el motivo, pero siempre acababan peleándose, lo que más tarde conllevaba que no se hablasen durante días. Cuando tenía 6 años y medio aproximadamente, le anunciaron que iba a tener un hermanito o una hermanita. Él quería una hermanita, y al parecer había alguien que tenía que haberle escuchado, puesto que un par de meses después de que él cumpliese los 7 años, vino su hermana al mundo. Quizás sus padres pecaron de ingenuos al pensar que el nuevo miembro de la familia ayudaría a recoger los pedazos de algo que llevaba roto tanto tiempo. Sin embargo no fue así. La niña no tuvo culpa de nada, pero sin embargo las peleas eran cada vez más y más frecuentes. A los 12 años de él y los 5 de ella, decidieron divorciarse. Al parecer la madre había tenido una aventura que estaba prosperando poco a poco y no quería que llegado el momento todo se quebrase por culpa de seguir casada sobre un montón de papeles. Fue entonces cuando su vida se volvió un auténtico caos. Sus padres se separaron, tuvieron múltiples discusiones respecto a quien de los dos se quedaría la custodia de los dos hijos… Finalmente un juez estimó que debía ser la madre quien cuidase de los dos chiquillos. Desde entonces todo habían sido traslados de aquí para allá. Un mes con el padre, otro con la madre, las vacaciones aquí o allí… Le estaban robando poco a poco su vida.

 

    Cuando estaban en casa de su padre era como vivir solos, ya que él se desvivía por trabajar día sí, día también, todo para pagar la manutención que todos los meses le debía ingresar a la madre en el banco. Sin embargo, cuando estaban en casa de su madre era algo completamente distinto. Finalmente la relación que tenía con aquel muchacho no había terminado de cuajar bien y su madre se había quedado compuesta y sin novio. Desde entonces todo habían sido rollos espontáneos, sin más sentimiento que el de desahogarse echando un polvo. Además, poco a poco se había ido sumiendo en un estado de depresión que la había llevado al alcohol. Era un poco insoportable el tener que aguantar a los ligues de mamá cuando ambos se despertaban aun medio borrachos en medio de la noche, armando todo ruido posible y despertando a medio edificio.

 

    Sin embargo allí estaba. Con Lucille, su hermana pequeña, que contaba ya con 13 años, intentando dormir mientras el estúpido que se había acostado con su madre aquella noche aporreaba la puerta del dormitorio donde la misma se había encerrado, enfadada de repente a saber por qué razón.

 

    - ¡Cállate de una vez, viejo borracho!- susurró en voz bajita para sí mismo, con la almohada colocada sobre la cabeza y apretada sobre sus oídos.

 

    Lucille estaba abrazada a él. Aun no se atrevía a dormir sola, le daba demasiado miedo la oscuridad. Y todo aquello vino después de que cuando Mike volviese del instituto se la encontrase encerrada en el escobero, después de más de 3 horas según ella, y con su madre alegando que no dejaba de decir que tenía hambre y que no se callaba, y esa había sido la única solución que había tenido.

 

    Después de todo, Mike agradecía que Lucille se hubiese acordado de que era su cumpleaños, ya que nadie más lo había hecho. Cuando llegó a casa a las 10 y media de la noche, su hermana le había preparado un pastel pequeño, que consistía en 4 magdalenas en un plato con muchísima nata montada a su alrededor, y las 2 velas pegadas encima de cualquier manera. Y a pesar de que era la tarta más cutre que había recibido nunca, Mike no pudo evitar que se le saltasen las lágrimas. Abrazó a su hermana contra su pecho y dejó pacientemente que el tiempo pasase mientras la chiquilla le preguntaba continuamente si es que había hecho algo mal o es que no le había gustado la sorpresa. El ambiente se rompió sin la más mínima delicadeza cuando apareció el último ligue de su madre por la puerta, medio vestido, y con la mirada aun algo perdida después de la tarde que debían llevar juntos.

 

    - ¿Es que es tu cumpleaños, Mickey?

 

    - Mike, te lo he dicho mil veces…

 

    - Mike…Mickey… qué más dara…

 

    El resto fue conversación sin sentido. Estaba completamente borracho, con los ojos ligeramente desorbitados incluso. Cuando se marchó preparó una cena sencillita para él y para la hermana, que siempre que podía le echaba una mano con las cosas de la casa.

 

    - ¡Te he comprado un regalo, hermanito!- estaba con ese brillo en los ojos que Mike había perdido hacía tanto.

 

    - Lucille, te he dicho mil veces que te guardes el dinero para cosas importantes…

 

    - ¡Pero es que cuando lo he visto, he pensado que era perfecto para ti!- antes de que pudiese contestar algo ya había salido corriendo.

 

    Regresó con una caja de aproximadamente unos 20 centímetros de alta, envuelta en papel rojo brillante y con un lazo dorado alrededor. Lo desenvolvió lentamente, disfrutando del momento. Hacía años que no recibía un regalo en toda regla. Sintió la emoción embargarle lentamente, pero se contuvo las ganas de llorar. Abrió la tapadera de la caja blanca y vio una cabeza peluda, marrón oscura. Tiró del objeto en si, y delante de él apareció un oso de peluche, marrón oscuro, con los ojos azules y un lazo rojo alrededor del cuello.

 

    - ¿¿¿Te gusta???- le miraba muy curiosa, intentando averiguar algo por los gestos de su hermano.

 

    - ¿No me va a gustar? ¡Si me lo has regalado tú!- rió abrazando a la chiquilla.

 

    - ¡Mira, mira!- lo cogió entre los brazos- Si lo aprietas habla!- le dio un apretón y, efectivamente, el oso movió ligeramente la boca, seguramente con un mecanismo de poleas, y con un sonido mecánico, habló- Te Qui e ro, Yo cui da ré de ti.- Acto seguido Lucille gritó entusiasmada- ¡A que es precioso!

 

    Era precioso. Lo apretaron un par de veces más, pero esa era realmente la única frase que repetía. Recogieron las cosas y Mike se fue a dormir. Al parecer Lucille últimamente estaba superando su miedo a la oscuridad, porque ya dormía sola, pero no era la primera vez que Mike se despertaba a medianoche y la veía acurrucada a su lado.

 

    Se dejó caer contra la cama con el oso en brazos. Lo apretó levemente y de nuevo esa frase mecánica sonó. Esbozó una sonrisa. “Ojalá fuese cierto”, y cerró los ojos. Cuando volviese a abrirlos debía ser un nuevo día, y tenía que estar preparado para afrontarlo.

Notas finales:

Gracias por leer!

 

LasNi 


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