Era extraño. No había otra forma de definirlo.
Era extraño comenzar a sentir ese tipo de cosas.
Era extraño quedarse mirándolo más de la cuenta.
Simplemente, era extraño llegar a amarlo...
Miró su perfecto perfil, que estaba iluminado por la luz del monitor, haciéndolo contrastar perfectamente con la oscuridad a sus espaldas.
Era extraño, pero se sentía bien.
Era extraño, pues, siendo tan diferentes, pero tan iguales a la vez, nunca podrían llegar a estar juntos.
Y dolía, claro... El mejor detective del mundo, Elle Lawliet, no se enamoraba todos los días.
Volvió la mirada a su propio monitor, buscando algo interesante que analizar, pero ya nada llamaba su atención. Había revisado más de 5 veces el mismo expediente, sin encontrar nada de utilidad.
Era extraño que ese niño sentado a su lado lo distrajera tanto.
Era extraño, pero le gustaba.
Sonrió. Seguramente Light no había notado ese gesto tan extraño en él, pues siguió leyendo algo en su computadora.
Si, era extraño, inverosímil.
Quizás sólo costumbre. Claro! Había estado viviendo demasiadas cosas con él. Sólo era eso... costumbre.
Miró su perfil una vez más, sólo que ésta vez se encontró con un par de ojos castaños mirándolo con interés.
Era un sentimiento extraño, pero increíblemente adictivo.
-te sientes bien Ryuuzaki?- preguntó el menor, volteándose completamente en su silla, quedando de frente a él.
-ehm.. sí, por qué preguntas?- trató de desviar la mirada, pero sus ojos, enormes y brillantes, se lo impedían.
-es que me desconcentras con el tamborileo de tus dedos sobre la mesa...- sólo en ese momento, L se dio cuenta de que había estado golpeando la mesa con los dedos- además... tu mirada no es algo que pueda ignorarse tan fácilmente, sabes?- agregó el castaño, reanudando su labor en la computadora.
Era extraño....
Muy extraño...
-mi mirada te pone nervioso, Light-kun?- ... que un detective tan brillante cómo él preguntara ese tipo de cosas.
Light se volteó con lentitud, con una expresión indescifrable.
-claro que sí, me pone bastante nervioso...- respondió, como si aquello fuera la cosa más obvia del mundo.
Era extraño que esa simple respuesta, que aquella banal trivialidad, hiciera tan feliz a una persona tan compleja como Elle Lawliet.
-entonces te miraré más seguido...- acercó su silla a la de Light y se dispuso a mirarlo, mordisqueando su dedo pulgar. El castaño sólo lo miró con una dulce sonrisa, riendo nerviosamente.
-sabes que hago con las personas que me ponen nervioso?
-no, qué haces?- Light no respondió, sólo se puso frente a L, poniendo sus manos sobre las rodillas del detective, acercándose a su rostro y robándole un fugaz beso.
-les doy lo que quieren...- sonrió triunfante antes de darle un beso apasionado y demandante. L no se opuso, pero tampoco respondió. Simplemente se quedó ahí, con los labios del pequeño Yagami de devorando los suyos.
Era extraño que estuviera haciendo eso.
Era extraño como ese crío lo sacaba de sus cinco sentidos.
Cuando se separaron, Light simplemente se volteó para seguir son su trabajo, sonriendo levemente.
-seguirás mirándome de todas formas?- preguntó el menor, tecleando en su computador.
Era extraño que por primera vez en la vida, el mejor detective del mundo, L, se hubiera quedado sin respuesta.
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