-¿Me dejas?- preguntó de nuevo Neko volviendo a impregnar de su aliento la nuca de Keko. Era una sensación mágica. Aunque Keko no sabía a qué se refería realmente Neko aceptó con un dulce gemido correspondiendo mucho más el abrazo. Aquella sensación…era su primer abrazo y pensaba que se iba a volver adicto. Envuelto en el calor de Neko, oyendo su corazón palpitar deprisa…
-No sabes realmente a que me refiero… ¿verdad?- Neko se separó del abrazo agarrando suavemente a Keko de los hombros y mirándolo directo a los ojos.
-…- Siempre daba de lleno en lo que pensaba Keko. Como almas gemelas…
-Keko, yo quiero que seas mi novio…- decía Neko mientras volvía a abrazarlo – yo quiero…darte mi cariño…y que tu…me des el tuyo- Decía en susurros y tranquilo
-por favor, Keko…te quiero- terminó diciendo mientras volvía a mirarlo a los ojos.
A Neko le ardían las mejillas, tenía la cara completamente roja. Era la primeravez que le abrazaba alguien, y era la primera vez que se le declaraba alguien; además un chico, aunque eso no le desagradaba en absoluto, pero oía a mucha gente despreciar ese tipo de amor. Amor… ¿Él sentía algo por Neko? Aún no lo sabía, nunca había querido a nadie.
- Keko, yo te doy tiempo para que descubras si me quieres…-
-¿Co…mo sabes…siempre lo que…pienso?-
-Lo puedo leer en tus ojos, tan negros, tan profundos…como un agujero hacia tu alma- si algo sabía Keko es que cada palabra que Neko decía le subía el tono el las mejillas.
-Tú…¿Me vas a enseñar cómo es?- Preguntó, el nunca había visto nada, ni lo había sentido, ni se lo habían explicado.
-Claro…¿Ves tus mejillas? Están rojas, lo que digo te gusta, yo te gusto-
-pero yo no…-
-no sabes como comportarte ¿cierto? No tienes que saberlo, haz simplemente lo que quieras- Sonrió Neko a Keko, el peli-rosa tomó la iniciativa y abrazó tímido a Neko.
-yo…quiero abrazarte-
-…-
-Yo también te quiero- Dijo al instante de darse cuenta, es verdad, no hace falta aprender del amor, pero como Neko le había hecho dar el paso hasta él, es como si se lo hubiese enseñado…
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-Keko, tengo que ir a mi casa- Dijo con dulzura Neko, llevaban abrazados una hora y media, hablando con pequeños susurros.
-pero yo no quiero que te vayas- Keko se aferró a la camisa de Neko como un niño pequeño.
-Vengo a las cinco y media ¿vale?-
-Vale, te acompaño a la puerta- Neko y Keko fueron hasta la entrada de la casa cojidos de la mano, Keko no se había dado cuenta hasta que Neko se la soltó.
-Keko-
-Dime- estaba tímido y aún tenia las mejillas rosadas.
-¿Quieres entonces ser mi novio?- Preguntó cabizbajo Neko, él también pasaba vergüenza.
-Claro- Sonrió Keko, tenía que intentarlo, aunque no supiera muy bien que hacer, ya se había percatado de que quería a Neko. Las mariposas en la barriguita, el nerviosismo…
Neko se sintió muy feliz, otra vez dejó ver una de sus sonrisas explosivas.
-Me voy- Dijo, cogió entre sus manos la carita suave y redonda de Keko, le besó la frente y se fue.
El peli-rosa con sus mejillitas rosas se quedó como quince minutos en la puerta parado.
Si…estaba seguro de que quería a Neko.
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Llamaban al timbre, Keko no lo habría oído si se hubiese dormido como siempre después de comer, pero ese día no pudo dormir. Corrió hacia la puerta y en cuanto abrió se tiró a los brazos de Neko. Los dos reían como tontos, ya habían perdido la vergüenza, y cualquier duda desaparecería con el tiempo.
-Dame un beso- pidió Neko dulce nada más pasar a la casa de Keko aún entre sus brazos. Este debería pensárselo pero no lo hizo y sin más se acercó torpe a la cara de Neko rozando con su piercing los labios del pelinegro. Aunque ya la vergüenza estaba oculta en un lado las mejillas de Keko y Neko se tornaron de color rojo explosivo, …explosivo como sus sonrisas. Quizá fueran tres segundos lo que permanecieron así, pero para ellos fueron como tres maravillosas horas. Se separaron para respirar.
-Te quiero- dijo Keko mirando a su querido pelinegro a los ojos.
-pero yo te quiero más- le respondió este entrelazando sus dos manos con las de Keko.
-Yo no sabía que podía sentir esto, mi corazón da vuelcos; te quiero, te quiero…- Decía el peli-rosa impregnando ahora él con su aliento la nuca de Neko.