Un paseo nocturno-CAPÍTULO 1
El viento helado me hizo estremecer, podía sentir las agujas de hielo atravesando no sólo mi cuerpo sino también mi espíritu. Observé a los árboles mecerse tranquilamente a mi alrededor como invitándome a unirme a aquella paz. Me dejé caer al pie de uno y apoyé mi cuerpo en la hierba.
La Luna había abandonado el Cielo esa noche.
-Ni siquiera ella quiere recibirte..-susurré a la nada. Me arrebujé junto al tronco del árbol, abrazando mis piernas.
Habían pasado siete años.
Suspiré. "siete años en los que debí acostumbrarme a estar solo" Cerré los ojos con fuerza, había mantenido mi habitual rostro inexpresivo cuando recibí esa llamada. Pero en estos momentos sentía que todo lo que había conseguido en estos pocos años amenazaba con desaparecer.
-¡Maldición!! Por qué demonios tuviste que volver!!!-grité furioso. El nudo en mi garganta se apretó aún más.
Me levanté y corrí a casa lo más rápido que pude. Me detuve, resoplando cansado, frente a la puerta de mi casa.
Levanté mi mano, la sentía tan pesada en esos instantes, y unos de mis dedos se posó torpemente sobre el timbre.
Ni siquiera me había decidido a presionar el botón cuando la puerta se abrió.
-Bienvenido.
Esa palabra y esa cálida sonrisa… debería haber sido yo quien lo recibiera de esa forma. Fruncí el ceño y giré mi mirada para luego adentrarme en la casa, subir las escaleras con rapidez y encerrarme en mi habitación con un sonoro portazo.
Sabía que mis padres estarían disculpándose ante él por mi “mala” educación y también sabía que tarde o temprano me obligarían a bajar a saludarle.
-Idiota...-murmuré contra mi almohada, mi corazón, hace mucho que no latía tan rápidamente.
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-Bebé!! Cariño, baja a cenar.- los insistentes aporreos a mi puerta me decidieron a levantarme de mala gana de mi cama.
Al abrir, una mujer de 34 años me miraba con una enorme sonrisa.
-No tengo hambre.- balbuceé con los ojos entrecerrados, moría de sueño.
-Mi cielo, sino comes algo entonces no tendrás energía para pasear mañana.-argumentó con tranquilidad aquella molesta mujer.
Mi reacción fue inmediata.
-Mamá!!-protesté. Su sonrisa se hizo más ancha.
-Bajaré en un minuto.-dije entre dientes, cerrando la puerta con fuerza.
-Genial, es increíble lo astuta que es.- Suspiré.-Con lo que me costó obtener el permiso, no iba a perderlo por alguien como “él”.- me dije, mientras corría bajando las escaleras de tres en tres.
Antes de cruzar la puerta del comedor, respiré profundamente.
-Ya estoy aquí.- avisé, mientras me sentaba al lado de mi Padre. Mi madre se apresuró a servir la cena mientras Papá hablaba de cosas que poco me importaban. Hasta que una captó mi atención.
Levanté mi mirada y me encontré con un par de ojos grises que me observaban claramente divertidos.
-Tengo que arreglar un asunto pendiente, por eso volví.- dijo él en respuesta a la pregunta de mi Padre, mientras se apartaba un mechón de sus cabellos que parecía estar entorpeciendo su vista.
Fruncí el ceño y volví mi mirada a mi plato, estaba dispuesto a terminar de comer lo más pronto posible para largarme a mi cuarto. Así lo hice y en menos de lo esperado di las gracias y me paré dispuesto a irme, no sin antes lanzarle una mirada indiferente a mi hermano.
Podía jurar que en ese momento "él" había sonreído.
Bufé molesto y sin más, salí de la estancia.