Era de día, y como siempre el se levantaba para ir a clases. Tomo su desayuno que consistia en una vaso de chocolate
caliente con tostadas, se despidio de su madre y salio de la casa en dirección al instituto donde cursaba el secundario.
Por alguna razón tomo un camino diferente al que acostumbraba, pero no importo porque igual sabia como llegar. En el camino
compro unos dulces y al salir de aquella tienda encontro un extraño dije con su respectiva cadena; miro hacia los lados para
ver si habia alguien a quien pudiese habersele caido, pero extrañamente para su sorpresa nadie estaba al rededor, la calle
parecia decierta.
Le parecio extraño pero siguio su camino, no tenia tiempo y llego al instituto justo a la hora de entrada y se dirijio a su
aula. Entro y se sento tranquilamente en su lugar
-todo tranquilo, como siempre- susurro y saco el dije de su bolsillo viendolo con detenimiento, pudo distinguir que habia una
extraña escritura en su reverso y que tenia grabado al frente dos dragones separados por una piedresilla roja -Que dije más
raro- seguia observandolo detalladamente hasta que sintio que el sensei habia entrado al aula, sin embargo, no era su sensei
al parecer este habia sufrido un accidente y un reemplazo había llegado en su lugar.
El hombre se presento sin dar muchos detalles sobre lo ocurrido al profesor títular o de si mismo y comenzo con su clase, se
veia bien, no parecia ser un profesor comun y corriente, su cabello era blanco y largo, y sus ojo de un celeste profundo, al
igual que sus movimientos eran muy atrayentes, durante la clase las chicas solo babeaban por el, mientras los chicos querian
comerselo crudo, al menos la mayoria.
-Bien jovenes, por hoy la clase termina, recuerden hacer sus tareas o tendre que dejarlos despues de clases- dijo en un tono
suabe -hoy necesito que me ayuden con algo- miro a sus alumnos antes de que se marcharan al recreo -pero creo que con uno de
ustedes sera suficiente- su mano se extendio señalando a Ikaru, nuestro pequeño protagonista que ya le estaba pareciendo que
su día era uno de los más extraños.
De imaginarse las niñas se decepcionaron un poco y querian matarle con la mirada, pero poco a poco el aula fue quedando vacia
hasta quedar a solas sensei y alumno.
El sensei recogio su cabello con una cinta negra que hacia resaltar la blancura de su cabello y se acerco donde estaba Ikaru,
no sabia porque pero el pequeño comenzaba a ponerse algo nervioso por aquella intensa mirada que le proporcionaba el mayor.
-se...sensei, para que me necesita- antes de responder el hombre se sento frente a su alumno -no me llames sensei, tu puedes
llamarme Kaoru- susurro sin apartar la mirada viendo como su receptor comenzaba a sonrrojarse. El mayor extendio una de sus
manos para acariciar aquellas suabes mejillas -no puedo hacer eso sensei, digame que necesita- susurro en un hilo de voz
entre avergonzado y un poco asustado por la actitud del otro.
Por la reaccion del menor el hombre se separo un poco -nada realmente, solo queria charlar un poco contigo- sonrio y sin que
Ikaru se diera cuenta tomo de debajo del pupitre el colgante y se quedo observandolo -interesante dije, es tuyo?- los ojos
del chico se abrieron grandes, como pudo encontrarlo y ademas, como se atrevia a tomarlo -iie, lo encontre en la puerta de
una dulceria, y si no le molesta podria regresarmelo- se paro de su asiento algo enfado, intentaba no demostrarlo pero se le
notaba un poco y extendio su mano como pidiendoselo, pero el mayor seguia observando esa hermosa pieza -si quiere quedeselo-
dijo ya cansado de la actitud del otro y se dispuso a salir, pero una mano fuerte lo detuvo antes de llegar a abrir
la puerta -Iie, no te iras, aun no hemos terminado y falta para que termine el recreo, en todo caso sigueme a mi despacho-
ordeno con voz firme caminando lentamente, el pequeño dudo un poco, pero talvez era solo que ese hombre era extraño por
naturaleza y eso lo ponia nervioso, lo penso unos segundos y luego lo siguio hasta el despecha del susodicho profesor.
-sientate, aqui estaremos más comodos-
-comodos para que?-
-para hablar, para que más jovencito?- pregunto el mayor alzando una ceja y viendo al menor que a esa altura se moria de la
verguenza por tal tonta pregunta y aun más cuando vio que aquel hombre se le acercaba nuevamente -sabes pequeño, ese colgante
es muy antiguo- murmuro arrodillandose frente al chico para quedar a su altura -no deberias recojer lo que encuentras por las
calles o algo malo podría pasarte- le susurra al oido, el chico estaba de piedra, pero de donde pudo saco fuerza para apartar
al mayor lo suficiente
-porque me dice eso sensei?-
-eh dicho que me llamaras Kaoru no?-
-si, demo... esta bien...porque dice eso Kaoru-san?-
-Porque podria ser propiedad de algun ser extraño, no te da eso miedo?-
-jajaja se refiere a alguna especie de demonio o algo así?, Iie...no creo en esas cosas Kaoru-san- intenta levantarse para
irse pero el hombre lo sujeta fuertemente -era justamente lo que iba a decir, ademas de que... ese demonio podria ser yo
pequeño Ikaru- le susurra en el oido dandole una pequeña lamida que dejo al pequeño aterrorizado y temblando
-que ah dicho...?-
-lo que escuchaste pequeño- lo mira con una mezcla extraña de lujuria y gentileza en sus ojos -la historia dice, que un día
cualquiera, un niño virgen encontrara el colgante de un antiguo demonio devolviendolo a la vida. Este demonio es el demonio
de los placeres carnales y el desenfreno, rey del Sado y principe del dolor y el deceo, que tomara a aquel joven como su
sirviente, llevandolo a su mansión en un lugar alejado para que jamas pensara en escapar, y si eso sucediera sería su final-
explica viendo al pequeño que intentaba escapar del lugar -por más que lo intentes, nadie escuchara- se lame los labios
laxivamente acercandose más hasta abrazarlo por la cintura y voltearlo para ver los hermosos ojos violetas del chico bañados
en lagrimas y miedo
-ahora me crees? Ikaru...-
-de...dejame ir-
-Iie...es tu destino, seras mi sirviente, aunque no te eh explicado bien en que consiste tu trabajo- sonrie lujurioso -tu...
seras mi sextoy- sonrie a gusto, como si eso fuera algo realmente bueno mientras el otro estaba temblando de miedo y aun sin
poder creer lo que le estaban diciendo
-es una broma verdad?-
-Iie...sujetate, porque nos iremos ahora- sin esperar respuesta apreto al chico en un fuerte abrazo y desaparecieron en un
huracan de plumas negras.
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