“The Vampire Dreams”
Basado en Naruto
By: Keysie Maxwell
Category: AU, Mystery, vampire…
Raiting: G
Pairing: SasuNaru
Declaimers: Esta adaptación la he hecho sin fines de lucro y los personajes no me pertenecen, así como la trama, que fue sacada del doujinshi de la gran Piero homónimo a esta adaptación…
SasuNaru
La enorme puerta de madera se deslizó pesadamente, abriéndose en un rechinido algo tenebroso que hizo eco en cada una de las paredes de la espaciosa catedral; esto le provocó algo de miedo, pero no se detuvo y se adentro, jadeante como estaba, hacia el interior de aquella “casa de Dios”.
--Padre… padre –Llamaba a la razón por la que se había adentrado a ése lugar a tan altas horas de la noche, comenzando a caminar hacia el interior de la catedral a paso más seguro -¿Padre?
--El sacerdote no está aquí, se ha ido ya –De la nada, sus sospechas se vieron confirmadas.
Su cuerpo se detuvo inmediatamente, apenas su oído captó aquella inconfundible voz tras él, estremeciéndose. Su rostro se contrajo en una mueca de susto y anticipación del momento… la tensión del ambiente se volvió grande e inusual.
--¿Qué hora crees tú que es en estos momentos? –Cruzado de brazos, con su camisa blanca y el traje negro, se apoyó contra uno de los pilares que tenía la construcción.
Su voz sonaba tranquila, pero activó todas sus alarmas internas y rápidamente volteó hacia donde él se encontraba; ojos negros cual noche sin estrellas, cabello azabache y piel blanca contrastando con su vestimenta. Lo único que pudo dejar salir fue un leve:
--Sasuke –Mientras su mano apretaba con fuerza el rosario que portaba en su cuello.
Y la sonrisa que este acto le sacó al hombre frente a él no hizo más que alertarle más.
--Una cruz no va a tener efecto en mí –Aseguró confiado en sí mismo -¡Por favor! ¡Si soy un vampiro viviendo dentro de una iglesia!
Ése era un buen punto… uno muy bueno.
--Aplaudiré tu valor por la osadía de haber venido tan tarde en la noche, –Y usando una de sus manos como apoyo sobre la base de una banca, se impulsó desde su posición para poder sentarse sobre esta, sensual y como todo un caballero –Sabiendo que yo estoy aquí –Terminó de decir…
--Los vampiros son criaturas imaginarias –Se defendió, aún de pie en su lugar, observando fijamente cada movimiento de aquel otro ser presente en la catedral.
El pelinegro suspiró con cansancio, talvez.
¿Cuántas veces habría oído eso?
--Crees en Dios, pero no crees en el Diablo –Su mirada se agudizó y el rubio pudo sentirla perfectamente quemando su piel.
--Al menos, sé que tú no eres un vampiro
Algo enfadado respondió, dejando caer su mano desde su crucifijo a un lado de su cuerpo, frunciendo el seño también por la insistencia del otro en temer. Sin embargo, el hombre no pareció reaccionar y sólo le miró con duda en la mirada.
--Tú pretendes ser un vampiro, pero las cruces no tienen efecto en ti. No le temes a Dios –Aclaró de inmediato, como si fuese una necesidad –No parece que hayas atacado nunca a alguien. Luces tan tranquilo.
Y era la verdad, siempre que le veía lucía esa misma expresión de tranquilidad, rayando a la frialdad, con la mirada entrecerrada, los labios rectos en algo de indiferencia y esa aura de misteriosa paz siempre a su alrededor: no podía ser cierto…
--¡Tú no eres realmente un vampiro, después de todo! -, definitivamente.
Y, sin embargo, después de su acusación el otro sólo sonrió y se quedó en silencio, observándole fijamente con las manos bajo su barbilla, observándole en su rabia, su sonrojo y sus ojos firmemente convencidos.
--¿Oh?… ¿Quieres poner a prueba tu pequeña teoría?
No hubo tiempo a reacciones o respuestas…
En un abrir y cerrar de ojos, el “tranquilo sujeto” se hallaba tras él; una mano se posó sobre su hombro, los ojos se volvieron rojos como la sangre y los colmillos, largos y afilados, salieron a flote por sobre los delgados labios.
Y le mordió.
Sintió los colmillos enterrarse en su morena piel del cuello, aún por sobre la camisa blanca de cuello alto que llevaba puesta. Sus ojos se abrieron grandes, revelando su color cielo, su cuerpo se sintió extraño, frío y comenzó a temblar incontrolablemente, no sabiendo si por miedo o por debilidad.
Obviamente estaba succionando su sangre.
--Agh… ¡Duele! Ah…
Se retorció en el “abrazo” al que era sometido por el más blanco, logrando solamente que este agarre se hiciese más fuerte y le inmovilizara aún más de lo que ya había logrado con una mano que se había deslizado desde el hombro hasta el cuello y le sostenía bajo el mentón y la otra que sostenía su brazo, retirando la chaqueta negra de su camino.
Y no dejaba de succionar…
En un pequeño momento de fuerza que logró reunir, le dio un empujón al sujeto tras de sí y, volteando a darle la cara, retrocedió varios pasos para alejarse de él, con una mano en su hombro que sangraba generosamente debido al tosco movimiento con que se liberó y que había hecho grande la herida y rasgado su camisa también.
La cruz del rosario hizo un sonido estruendoso cuando cayó al piso de mármol, roto, y algunas piedrecillas rodaron por el suelo liso mientras ambos hombres se miraban a los ojos, uno herido y con desconfianza en sus ojos azules, y el otro simplemente sonriendo, dejando a la sangre escapar por la comisura de sus delgados labios.
--Sorpresivamente dulces –Informó, recogiendo con su pulgar la sangre que había escapado de sus labios y lamiendo este seguidamente, sin dejar la sonrisa.
De pronto, y como si estas palabras hubiesen despertado sus sentidos, se percató por fin del tono rojizo que aquellos ojos, antes negros, habían adquirido. Un rojo como la sangre, bastante aterrador.
Sus ojos son… rojos…
--No te preocupes –Palabras que surtieron en él el efecto contrario, y le erizaron el cabello de los nervios –Toda esa basura que dicen sobre si un vampiro te chupa la sangre, te convertirás en uno, o regresarás a que te succionen tu sangre de nuevo…todo es superstición
--Nada va a pasar contigo
Su mano se deslizó a peso muerto de su cuello, cayendo a un lado de su cuerpo, y dejando a la vista el par de marcas profundas que los colmillos de aquel frente a sí habían dejado y a pequeños pasos comenzó a alejarse, conmocionado por todo lo ocurrido, hasta que por fin sus piernas pudieron responder y ayudaron a emprender una carrera hacia la salida…
Mientras que, sonriente y con las manos en los bolsillos de su pantalón negro de tela, el pelinegro permanecía de pie, observándole fijamente en su carrera hasta que desapareció tras la enorme puerta, que dio un ruidoso portazo por el peso y la velocidad con la que fue cerrada.
Su pie, cubierto por unos finos zapatos, dio de pronto con el olvidado crucifijo que esperaba aún sobre el frío piso por su dueño, que estaba muy lejos ya, corriendo a un lugar seguro, pensando mejor en lo que hizo, sin dejar de presionar su mano sobre las marcas en su cuello…
--Pero… -Aún con aquella sonrisa confianzuda, se agachó para recoger la preciosa joya, fría al tacto de sus pálidos dedos índice y pulgar –Regresarás para ser succionado de nuevo
Y casi como si de un juramento o penitencia se tratase, una vez de pie correctamente, llevó la cruz hasta sus labios y depositó un beso sobre esta.
--No hay duda de ello
Owari