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Adicto a Tus Besos por Katsuya_Kaiba

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Notas del capitulo:

Fic de: Yatten Katsuya Kaiba

Idea original de: Yatten Katsuya Kaiba

Disclaimer: Los personajes de Slam Dunk no son míos… sino que pertenecen a Takehito Inoue y a sus respectivos socios… este es un trabajo hecho de fan para fans… sin fines de lucro…

Aviso: Esta Historia contiene género Yaoi… es decir relación Hombre x Hombre… si eres Homo fóbico / ca no sigas leyendo… no me haré responsable… estás avisado / a…

Dedicado: Todos los fic de Slam que escriba sobre esta pareja estarán dedicados en esencia a mi amiga de la infancia Anna Kyoyama.

Notas de Autor: Este fic lo escribo sola, sin la ayuda de Anna. No tiene nada que ver con el Fic la Misión, me demoraré más en actualizar, debido a que me meto en otro fic sin tener los otros listos, espero que este resulte más corto que La Misión. Tendrá los mismos personajes pero en otros papeles.

Nombre: Adicto a tus besos

Capítulo: 1 Encuentro

Observó la fotografía de hace unos cuantos años ya, era el momento donde celebraba con el kistune el haber ganado. La acarició con sus dedos memorando ese momento, recordando todos los gritos, la euforia, el dolor, la algarabía, todo. Habían pasado ya cuatro años de eso y no se habían vuelto a ver. Hanamichi sabía que Rukawa se había ido a los Estados Unidos a cumplir sus sueños, estaba feliz por él, así como estaba feliz por Miyagi y Ayako, quienes hace un año ya se habían casado, contento por Yohei y Haruko que mantenían una relación de meses, alegre por todos sus conocidos que habían alcanzado parte de su felicidad.

Escuchó como tocaban la puerta de su alcoba.

Se preguntarán y él ¿qué está haciendo? Estudia periodismo en la universidad de Kanagawa y vive cerca del campus, arrienda una habitación en el piso de una amiga que había conocido en la misma universidad, ambos con vidas semejantes.

-. Hanamichi, se nos hace tarde! – escuchó del otro lado de la puerta

-. Ya voy! – contestó, dejó la fotografía en su lugar y tomó su bolso antes de salir, pero no pudo evitar posar sus castaños ojos en la fotografía de su familia, aquella en la que salía su padre, su madre y él siendo un crío. Su madre, su mirada se nubló al recordarle, ella había muerto a mediados de su tercer año en la preparatoria, había contraído una extraña enfermedad en los músculos cuando estaba en segundo, tuvo que dejar el baloncesto para poder conseguir un empleo y ganar un poco más de dinero para su madre, las medicinas eran costosas y con la diminuta pensión que recibía no les alcanzaba, pero a pesar de todo su esfuerzo no había logrado más que alargar la vida de su madre un año. Le había tocado madurar aún más de lo que ya había echo, ya no habían más gritos, más risotadas, más peleas, más “Yo soy un Gran Tensai”, sólo una mirada dura y a veces triste y una sonrisa llena de melancolía.

Estaba solo, eso había pensado al llegar a casa luego del funeral, a ella asistió Yohei, el Gundam al completo con parejas incluidas y algunos de sus compañeros de equipo, Haruko, Mitsui, Ryota; Akagi, Kogure y Ayako tenían exámenes en sus respectivas universidades y del zorro ni hablar. Ellos le habían dado apoyo en todo el tiempo que duró, pero fue un duro golpe al llegar a casa y encontrarla vacía, en completo silencio, saber que la única persona que tenía se había ido. Consiguió un empleo que le diera más remuneración y ocupara, también, su tiempo, en ningún momento pensó en volver al baloncesto. Luego, para pagar la matricula y ya no soportando el dolor que le traía al recordar los cientos de momentos que había vivido con su familia, decidió vender su casa.

-. Hanamichi!! – el grito le sacó de sus pensamientos.

-. Ya voy, ya voy – se apresuró para no hacer esperar más a su amiga. Cerca de la puerta de entrada se encontró con Asuka, la persona que había conocido en la universidad, cursaba el mismo año que él y estudiaban la misma carrera, pero en diferentes secciones, aunque algunas clases coincidían, había sido ella la que había logrado sacar un poco más de ese antiguo Hanamichi, fue ella quien, luego de hablar dos horas con él (trabajo que le habían dado en su primer día de clases “Un resumen de la vida de su compañero”) le había ofrecido una habitación en su piso.

-. Pero apúrate, llegaremos atrasados y el profesor se enojará…

-. De nuevo y nos reprobará, lo sé, sólo estaba pensando – dijo mientras habría la puerta para que la chica con su bastón pudiera salir.

-. A la horita que se te ocurre pensar! – Asuka, cuando tenía 13 años había sufrido un accidente automovilístico en los que sus padres adoptivos habían fallecido y ella quedado con un problema en la cadera que le obligaba a cojear y ocupar ese molesto bastón – Ve por la bicicleta, llegaremos tarde!

-. Ya, pareces una vieja gruñona! – sonrió con alegría. Con ella sentía que una parte de él ya no estaba solo, pero la otra se sentía aún más vacía.

-. Repite eso, Sakuragi, por que con el bastón te voy a dar, estoy coja, no sorda!!.

Hanamichi llegó con la bicicleta, medio de transporte que usaban cuando sabían que iban tarde. Se montó en ella y acomodó a su amiga en el fierro la cual guardó el bastón y se aferró en un abrazo a su cintura. Comenzó a avanzar con cuidado y luego tomó velocidad.

Cuando llegaron aún faltaban diez minutos para dar inicio a las clases, así que suspiraron, estaban a la hora.

Hanamichi se quedó viendo a su amiga la cual caminaba a su lado refunfuñando algo que él no entendía. Asuka, tenía el cabello naranjo y ojos melados, tenía facciones finas, pero a veces se les veía duras, era bastante alta, más alta que el común de las mujeres japonesas, un metro con sesenta y ocho centímetros le había contestado ella cuando le preguntó su altura.

-. Se debe a que antes de sufrir el accidente yo practicaba el baloncesto, era bastante buena, pero ya ves, fue una de las consecuencias que odié. – le había contado ella ese primer día de clases. Luego habían comenzado una charla sobre el baloncesto.

-. Hanamichi te estoy hablando!! – le gritó ella cuando ya estaba llegando a la sala. – qué te pasa hoy? Estás en las nubes!

-. Sólo recordaba… - ella cambió su expresión mal humorada a una más dulce.

-. Se acerca el día, no? – el pelirrojo asintió – quieres que te acompañe?

-. Creo que le hubiese gustado conocerte – ella sólo sonrió – te hubieran amado.

-. Ah! Es que soy una chica querible – Sakuragi tan sólo sonrió y la abrazó alzándola un poco – ah!! Hanamichi bájame!!

-. No quiero! – habló con voz de niño pequeño mientras la cargaba los últimos metros que quedaban para llegar.

-. Ya, ya Hana! En serio!! – volteó y vio que alguien se acerba hacia el lugar – YA!! Sakuragi que ahí viene…

-. Buenos días, Satoshi!! – gritó el pelirrojo para horror de su amiga.

-. Días, Sakuragi, Juudai – saludó formalmente antes de pasar de ellos, dejando a un Hanamichi sonriente y una Asuka sonrojada.

-. Dios! Hanamichi, ahora pensará que nosotros tenemos algo! – le gritó cuando ya estaba en el suelo.

-. Jajaja, cómo si no lo hiciera ya medio campus… Auch! No me golpees!!

-. Idiota!

-. Me pregunto ¿Cuándo le dirás lo que sientes? -. Tomaron asiento uno detrás del otro.

-. Cuando tú me digas por quién es que suspiras en las noches – respondió ella dejando así sin habla a su amigo pelirrojo.

Hanamichi, gracias al comentario de su amiga, estuvo gran parte de la hora de clases metido en su mundo, preguntándose qué estaría haciendo en ese exacto momento¿sería feliz¿Estaría pensando en él, como él lo hacía ahora? Negó con la cabeza, claro que no pensaba en él, cómo iba ha hacerlo si… Algo llamó su atención, alguien caminando por los jardines que estaban frente al edificio en el que estaba. Volvió a negar, era imposible que estuviera en ese lugar, sólo eran imaginaciones suyas debidas a las ansias de verle que tenía, siempre que llegaba esa fecha sentía unos deseos de verle. Suspiró, debía volver su atención a las clases, Asuka, estaba seguro, no le prestaría sus apuntes sólo por que su cabeza estaba en otro lado.

-. Estás bien? Parece que viste un fantasma – el pelirrojo le miró y sonrió.

-. Fue exactamente lo que vi – su amiga le quedó mirando extraño – vamos a la cafetería, muero de hambre.

-. Cuando no, eso me recuerda que debemos comprar cosas para la nevera, tus amigos nos dejaron sin nada.

-. “Tus amigos” Como si no fueran tuyos, también – contestó un poco enojado.

-. Bueno, me corrijo, NUESTROS amigos nos dejaron sin nada.

-. Está bien, iré hoy a comprar algunas cosas, además hoy pagan – Hanamichi trabajaba haciendo Ayudantías en la misma universidad, es decir, ayudaba a los de primero que no entendían las materias y él establecimiento le pagaba por clase. – Oye y ¿cómo va tu reportaje, ya elegiste tema?

-. Sí, se tratará sobre el contrabando de drogas en la universidad

-. Mm, no es un poco peligroso?

-. Sí, pero si no hay peligro no hay diversión – Hana le quedó mirando con clara muestra de preocupación – y el tuyo?

-. Adivina…

-. A ver… tenemos dos posibilidades, o es de baloncesto o me cambiaron a mi amigo

-. Graciosita! Del campeonato nacional de baloncesto. Tengo varios amigos que estarán gustosos de dar una entrevista

-. Especialmente si saben que… - sonrió, lo que diría Hana no lo sabía, por haberse distraído en clases – los tres mejores reportajes serán publicados en el periódico estatal

-. En serio?!

-. Me ves con cara de broma? – Hanamichi le miró detenidamente, luego negó – exacto, así que ponte a trabajar, por que te quedan sólo dos posibilidades, el primer reportaje ya tiene mi nombre

-. Jajaja – riendo es que llegaron a la cafetería, donde se encontraba Yohei conversando animadamente con su novia. De pronto sintió que caminaba solo, pasos atrás estaba Asuka observando detenidamente una dirección, cuando el también miró se quedó de piedra al ver al chico Satoshi besarse con una chica, luego miró a su amiga temblar un poco - ¿estás bien?

-. No, creo que, creo que se me quitó el apetito – se giró y comenzó a caminar – nos vemos en la noche, Hanamichi. – le vio preocupado marcharse, le iba a seguir, pero lo pensó mejor y se dirigió hacia su amigo.

-. Cómo estás Hanamichi? – preguntó Haruko al verlo llegar. Yohei había entrado a la carrera de contador y Haruko a la de enfermería.

-. Bien, bien… - buscó con su mirada a Satoshi, este estaba comiendo tranquilamente en una mesa conversando con sus amigos y de la chica que besaba no había rastro.

-. Y Juudai? – preguntó Haruko con cierto recelo. La chica acompañó al pelirrojo por todo su desastre de preparatoria, apoyándole en los momentos más críticos, para terminar enamorándose de él, luego empezó a amarlo en secreto. Cuando se encontraron en el campus sintió una gran alegría, pues ya tenía otra oportunidad para declarársele, así que una tarde a mediados del primer año lo hizo, recibiendo, sorpresivamente, una negativa.

-. Lo siento – había dicho, para su completo horror -, tal vez, un par de años antes te hubiera aceptado, Haruko, pero hoy no.

-. Pero… - intentó hablar, mas el nudo en su garganta se lo impedía – es por que quieres a otra, no es así? – silencio de parte del pelirrojo – dime, la amas?

-. Sí, Haruko, le amo – le respondió mirándole a los ojos donde ella pudo ver aquel brillo de amor que tenían esos castaños al tan sólo pensarle. Semanas después lo vio abrazando y cargando a la peli-naranja.

-. Se fue, tenía cosas qué hacer – respondió Hanamichi luego de robarle una papa frita a Yohei. – iré por el almuerzo, no se muevan. – tomó una bandeja e hizo la cola para sacar lo que comería. Cuando estuvo frente a la comida no pudo evitar sentir preocupación por su amiga.

-. Quita esa cara de muerto que traes, muchacho, por dios! – habló la cocinera colocándole un postre que le guardaba siempre a ellos dos. Habían sido ellos quienes tras un reportaje habían mejorado la calidad de la comida, de la cafetería y cocina, para gusto de todos, bueno ellos y par de alumnos de Ciencias Políticas, a ellos siempre le guardaba de lo que más le gustaba como muestra de agradecimiento. – y dónde está Asuka?

-. Pues…

-. No me digas que vio el espectáculo que dio ese joven? – Hana asintió – Ah… ya le decía yo que alguien más colocaría la mira en el joven Yamaguchi, pero ella, tan porfiada, ya ves!

-. Pero yo estaba seguro que él estaba, bueno que le atraía un poco.

-. Pero uno se aburre de esperar… - la señora sonrió – y a ti, cómo te va…?

-. Bien, como siempre – tomó un poco más de papas fritas con desgano, la señora dudó un momento antes de hablar.

-. Sabes? Hoy vi a un alumno nuevo. – Hana le miró con atención – Ven, déjame salir para que no formemos taco – se sacó el delantal – SALGO!! – Gritó provocando que el pelirrojo brincara unos centímetros en su puesto debido al susto – Acompáñame – se dirigieron a una esquina donde nadie les podía escuchar – Como te decía, hoy vi un alumno nuevo.

-. Está segura? No podría haber sido un alumno que casi nunca viene

-. Segura, muchacho

-. Es que a su edad… - bromeó un poco.

-. Cómo que a mi edad? En mis cincuenta y cuatro años mi vista no ha fallado nunca, no empezará justo ahora!!

-. Pss… ni se le nota…

-. Ya, muchacho, déjame seguir. Sé que era nuevo, por que estaba como medio perdido. Sé que hay alumnos que no vienen casi nunca, pero no saber dónde estaban las bandejas? – Hanamichi le miró con más atención.

-. Raro, no es época de intercambios

-. Mm – apoyó la cocinera – lo más raro es que era alto.

-. Alto? Qué tanto?

-. Un poco más bajo que tu, Hanamichi, un par de centímetros, de ojos azules, cabello negro… - ¿Ojos azules¿Cabello negro? No, no podía ser, acaso él estaba ahí, en Japón, en Kanagawa, pero, pero… - estás bien? Te has puesto más blanco que un muerto

-. Si, sí… creo que se me hace tarde

-. Valla no mas, yo le aviso si lo vuelvo a ver – se amarró el delantal y se despidió.

Sakuragi se sentó en la mesa con sus amigos, pero no tomó en cuenta la conversación trivial que estos tenían no viendo así la expresión perturbada que tenía en ese momento el pelirrojo.

-. Entonces, nos juntamos en viernes, te parece Hanamichi?

-. El viernes? – preguntó él volviendo a la tierra – no creo, tengo que ir al cementerio.

-. Ah… ya es el día – habló Yohei, por primera vez.

-. Sí – tomó su bandeja donde quedaba sólo las migas del almuerzo – tengo que irme, prometí a Asuka ir a comprar cosas para la nevera. – sin más se levantó y dispuso a irse. Se despidió de la cocinera con un asentimiento y se marchó.

-. No me gusta para nada esa Asuka – dijo Haruko.

-. Déjalo, si a él le hace feliz estar con ella, pues que sea feliz, no? Ya ha perdido mucho en la vida. – Haruko le vio y no pudo evitar besarle.

Había ido a la oficina a cobrar su paga, no era mucho lo que era, pero le ayudaba a costear los gastos extras, como algunos materiales que les pedían, los pasajes para las noticias que tenían que cubrir debido a una tarea o cosas así.

Fue a donde tenía aparcada la bicicleta, tenía que volver en ella, sabía que su amiga iba a ir a ese lugar sólo para revisar que se la había llevado. Recordó un día cuando se le había olvidado llevársela y llegó Asuka con cara de poco amigos, lo botó de la cama y lo mandó a buscarla sin importarle que estuviese lloviendo, sin querer darse cuenta que eran las dos de la madrugada, al volver tenía toda la intención de alegar sobre eso, pero encontró el piso con calefacción, un rico olor a sopa y una muda para él calentándose. Eran detalles que tal vez para algunos no significaban nada, pero para él eran importantes, por que nadie, a parte de sus padres y Yohei, se habían preocupado así de él.

Tan distraído iba que no se dio cuenta que iba a tropezar con alguien hasta que lo hizo, provocando que ambos cayesen al suelo.

-. Disculpe, déjeme ayudarle – Hanamichi inmediatamente se puso de pie e iba a tomar a la persona que estaba en el suelo, pero un comentario lo detuvo.

-. Do’aho… - el pelirrojo le vio por fin el rostro y no pudo evitar palidecer.

-. Kitsune…?

CONTINUARA

Notas finales:

Ah!! No me maten…

Jajajaja, es que tenia esta idea en la cabeza hace mucho y quise al fin plasmarla… yap… nos vemos, dejen review!!

INICIADO: Domingo 18 de Noviembre, 11.04

FINALIZADO: Domingo 18 de Noviembre. 16.15


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