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Intentando Hacerte Feliz por AthenaExclamation67

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Notas del fanfic:

Milo & Afrodita

INTENTANDO HACERTE FELIZ

By AthenaExclamation67

 

El invierno había llegado a Grecia. La nieve cubría las escaleras del Santuario. Cuando empezó a caer, a todos les pareció precioso, era idílico ver todo el lugar bañado con la capa espesa que ese manto blanco formaba.

Se divertían haciendo muñecos de nieve. - ¿Qué es eso? - preguntó DM a Mü que sonreía feliz hasta que el de Cáncer le preguntó eso.

-          ¡¿A ti que te parece?! - le contestó. - ¡Es un muñeco de nieve!, acaso no...

-          Pues más bien tiene forma de oso cabezón - le interrumpió.

Milo que caminaba por allí vio la escena y se puso a reír como un poseso. Estaban muy graciosos discutiendo por culpa de aquel raro muñeco. Se dio la vuelta y siguió caminando en dirección a su templo, aquellos dos seguirían discutiendo por largo tiempo delante de la morada de Cáncer.

Siguió ascendiendo las escaleras y al llegar cerca del templo de Virgo algo le alcanzó en la cabeza...

-          ¡Pero que demonios! - espetó.

Shaka, Aioria y Dokho, estaban sumidos en una guerra de bolas de nieve y le alcanzaron.

Milo se unió a la batalla, al fin y al cabo, ellos mismos le habían invitado, voluntariamente, o no, pero allí estaba.

Agarró nieve con las manos y formo unas cuantas bolas, en concreto tres, una para cada uno. Cuando estuvieron hechas las lanzó y todas fueron a parar al blanco deseado, sus tres contrincantes que se voltearon y empezaron a bombardearle. Milo, no se quedó atrás y rápidamente hizo más bolas para continuar la batalla.

De golpe, una de las bolas que volaban por los aires se salió de su trayectoria y justo fue a darle a Afrodita que pasaba por allí con un semblante más o menos serio.

-          ¡La concha de...! - dijo - ¿se puede saber que hacen? Vayan con cuidado.

Todos se pararon a mirar al caballero de Piscis que lucia todo enfurruñado y el pelo cubierto de nieve.

Trataron de no reírse, pero la tentación les venció y no pudieron resistirse al ver la cara de enojo de Afrodita.

-          Sois unos crios - añadió. - Me voy de aquí, no vaya a ser que me contagien con su estupidez.

Eso fue demasiado, los chicos cambiaron de semblante al unísono de estar riendo a quedar serios como estatuas. - ¡Eh!, no te pases - dijo Dokho. - Solo fue un accidente. La verdad que el comentario, definitivamente quedó fuera de lugar.

-          Afrodita, ¿Qué te sucede? - preguntó Shaka - te ves triste.

-          Nada que les importe - contestó antes de ponerse a caminar y abandonar el lugar.

Los cuatro caballeros quedaron medio enfadados y cada uno regreso a su templo dando por terminada la batalla.

Mientras Milo ascendía las escaleras, pasó de estar enfadado a triste, no sabía que le pasaba a Afrodita, el siempre estaba alegre, cuidando de sus hermosas rosas, ese precioso jardín que el mismo cultivaba. El muchacho de ojos celestes le tenía robado el corazón, aunque nadie lo sabía, algún día no sabía bien por que dejo de verle como un amigo y empezó a sentir algo más.

Quizás su forma de ser, amable y sincera que conoció después de la batalla en el Hades, y también su belleza, era simplemente hermoso, como no admirar sus preciosos ojos y su fina y blanca piel, su cuerpo bien formado... Era difícil no prestarle atención.

Al llegar a su templo, Afrodita se sintió mal, se había excedido en sus palabras, se había pasado y ahora no sabía como disculparse. Se encontraba sumido en un mar de pensamientos cuando algo, mejor dicho, alguien, lo devolvió a la realidad.

-          Afrodita... yo... lamento lo de antes - allí estaba Milo disculpándose que cuando llegó a su templo pasó de largo y se fue derecho a la casa de Piscis para aclarar todo el asunto. - ¿Qué te ocurre, no eres el de siempre?

Afrodita se sobresaltó al verlo allí, - nada, no te preocupes, ya se me pasará - le contestó en un tono poco amable.

Milo se fue hasta él y lo tomó de los brazos antes de responderle. - Quizás si me lo explicas te ayude a desahogarte - le dijo mirándole fijamente a los ojos.

Afrodita se conmovió, el se encontraba realmente mal por la forma que les había tratado, pero se sentía aun peor por los acontecimientos que a el le estaban ocurriendo. Una lágrima resbaló por su mejilla, dejando a Milo completamente confundido.

-          Milo verás - explicó. - Te va a parecer una tontería...

-          Para nada - le interrumpió - si es importante para ti, también lo es para mí.

Afrodita relató por que se encontraba tan triste. - Yo... - empezó - cuando la nieve empezó a caer, fue todo muy bonito, me alegré, pero cuando vi que no paraba, empecé a preocuparme - le dijo al tiempo que lo obligo a ir hasta su jardín. - Mira, todas muertas, marchitas, mis adoradas rosas se quemaron con el frío y la nieve y cuando las hallé así, casi me da un infarto.

Milo quedó muy sorprendido al ver el estado en que se encontraba aquel hermoso jardín. No pudo más que consolar a su amigo que por la emoción se encontraba llorando.

Se quedó un rato más con él y cuando anocheció se fue, no sin antes tratar de animarlo. - No te preocupes - le dijo con una amplia sonrisa - todo se arreglará, ya lo verás.

Afrodita que se encontraba un poco más tranquilo pensó - ¿Todo se arreglará?, ¿Qué querrá decir? Esto no tiene arreglo hasta la primavera - maldecía mentalmente.

El joven escorpión marchó del lugar despidiéndose de Afrodita con un  dulce beso en la frente. - Buenas noches,  hasta mañana en el desayuno - le dijo mientras salía del templo.

Milo bajó las escaleras dando saltitos, muy contento, tenía un plan, complicado pero si lo lograba volvería a ver al que mas amaba feliz y contento.

Por la mañana, después de desayunar todos juntos, Milo pidió audiencia con el patriarca mientras los demás volvían a sus respectivos templos.

-          Shion - habló - verás, quería pedirte si puedo irme un par de días fuera del santuario, quiero hacer algo por Afrodita y necesito salir del país.

-          ¿Salir del país? - pensó - a saber lo que este loco esta tramando. Esta bien - dijo después de meditarlo un segundo. - ¡Pero más te vale que valga la pena!

-          Solo necesito que me ayuden en algo - dijo - yo regreso el viernes y tenéis que obligar a Afrodita a que duerma en otro templo, necesito el suyo vacío para preparar mi sorpresa.

Shion estaba intrigado, pero no preguntó - ¡Bah!, cosa de enamorados - pensó. El sabia muy bien que Milo estaba enamorado de Afrodita, no hacia falta que se lo dijera, lo notó en su forma de hablar. - Esta bien - le dijo muy complaciente - nosotros nos ocuparemos de eso.

Milo salió corriendo después de darle las gracias un millón de veces a Shion, se diría que tenía prisa por llegar a alguna parte.

El miércoles, Shion se ocupó de informar a todos sus caballeros, excepto a Afrodita, por supuesto.

Dejó allí  todos pensando en alguna mentira piadosa para contarle al chico. Shion solo puso una condición, Afrodita debía dormir en el Templo de Escorpio. Tenía una idea para juntar a esos dos.

Ese día transcurrió tranquilo, todos organizando un plan y Afrodita extrañado cuando no le dejaron ir a la reunión de la que los vio salir a todos. Solo alcanzó a preguntarle a Shion por Milo y nada más.

Llegó el jueves y el patriarca volvió a convocar la asamblea para conocer las ideas de los dorados. Todos quedaron de acuerdo, provocarían una pequeña fuga de agua en el dormitorio de Afrodita y así se vería obligado a dormir fuera de su templo. Todos se marcharon al concluir la reunión y de nuevo Afrodita los pilló con las manos en la masa. Esta vez le toco a DM, -¿Oigan, pero por que no me avisan? ¿Y donde rayos se encuentra Milo? - pregunto ansioso.

-          Tranquilo, por que llegues tarde a un par de reuniones tampoco pasa nada. - Le dijo Mask.

-          ¡Como! - exclamó, en ese mismo instante, Mask desaparecía - pero si ni siquiera me han avisado - refunfuñaba.

-          Craso error - pensó. - Fui a preguntarle a la persona menos indicada.

Aioria y Shura fueron los encargados de provocar la avería, pero justo cuando estaban terminando de cerrar la llave la tubería estalló y provocó un gran desastre.

Los chicos salieron corriendo del templo hacia la casa de Shion para explicarle el "pequeño" problema que habían tenido.

-          ¡Pero que hicieron! - dijo al mismo tiempo que se llevaba las manos a la cabeza. - Si es que son unos torpes. A ver que le digo yo ahora a Afrodita.

Los chicos salieron de allí muy deprisa con Shion pisándole los talones para ir a avisar a Afrodita.

-          Afrodita, verás, hubo un pequeño problema en tu templo y esta ligeramente inundado.

-          ¿¡Queeee!? - exclamó. -¿Y ahora donde duermo?

-          No te preocupes, dormirás en el templo de Milo que esta fuera mientras todo esto se arregla.

-          ¿Cómo que está fuera? - preguntó a Shion mientras este se marchaba sin darle ninguna respuesta.

Marchó cabizbajo, pensando en que podía haber pasado para que su templo se inundara hasta que llegó a la casa del escorpión.

Cuando cruzó el umbral, una sensación extraña y desconocida le invadió, calor, frío, hormiguitas en e estomago... Ni el mismo entendía lo que le pasaba.

Se fue directo a la cama, no quería pasar ni un minuto más despierto.

Trataba de dormir en aquella cama que desprendía la fragancia de Milo. Su olor invadía todo su templo como si estuviera allí, aquel aroma le gustaba, le hacia recordarle, pensar en el, pero aun así se sentía extraño en aquella cama, no conseguía conciliar el sueño, pensaba y pensaba en el porque tenia esa sensación que recorría cada poro de su cuerpo, cuando el cansancio le venció y quedó dormido por completo.

Milo ya estaba de regreso, y venía cargado de cosas que llegaron directamente al templo de Piscis y se puso manos a la obra. Shion le observaba desde su casa, se encontraba en un lugar muy estratégico que le permitía ver todo lo que ocurría en el santuario.

Para cuando el joven terminó eran más de las seis de la tarde y empezaba a oscurecer, se fue para su templo preguntándose donde habría dormido Afrodita.

Afrodita, hacia poco que se había despertado, el cansancio mental que tenía y que le hizo dormirse a altas  horas, lo tuvo en la cama hasta bastante tarde.

Cuando se despertó, se encontraba un poco aturdido y abrazado a la almohada, el olor que desprendía junto con las sabanas era un aroma exquisito que le embriagaba. Apretó más fuerte el almohadón que estrechaba entre sus brazos para guardar ese olor en su mente. -¿pero que estoy haciendo? - Pensó - por que no me puedo sacar a Milo de la cabeza. Mmmm, pero que bien huele - dijo al tiempo que volvia a estirarse y desperezarse antes de levantarse. Se baño, acomodó sus ropas y se preparó un café.

Milo llegó a la que es su casa y entró tranquilamente y se sorprendió al encontrar a alguien inesperado, no más que el habitante que ocupaba su templo. ¡¿Milo?!, no te esperaba - exclamó.

-          Vaya sorpresa Afrodita, ¿Qué haces aquí? - preguntó.

-          Pues verás - le dijo todo colorado - algo paso con una tubería de mi templo y Shion me obligo a dormir aquí. ¿Y tú, donde has estado? - preguntó. - Podrías haber avisado que te ibas.

-          Si, tienes razón, lo siento - dijo mientras que Shion los controlaba desde su templo.

-          ¡Vaya!, riñas de enamorados - sonrió - mi plan salió a la perfección.

-          ¡Oye! - Exclamó Afrodita. - ¿Por qué vas tan sucio?

-          Ejem... - Milo se sonrojó - me pillaron cuando volvia de avisar a Shion que había regresado y me puse a ayudar a todos para limpiar tu templo. Ahora ya esta perfecto.

-          ¡En serio! - exclamó - corre vamos a verlo - dijo excitado Afrodita mientras tomaba a Milo de la mano.

Milo, se quedó anonadado, Afrodita le tomaba la mano y sintió una corriente ante aquel contacto. - Que suaves y finas - pensó. Y rezó para que ese momento nunca terminara.

Afrodita tiraba del brazo de Milo, subían las escaleras corriendo, por un momento se giró y miro a Milo que seguía corriendo a su lado y que ninguno había soltado la mano del otro.

-          Qué raro, no me ha soltado la mano cuando se ha puesto a correr a mi lado - pensó extrañado. - Pero es una sensación muy agradable...

Cuando se dio cuenta habían llegado al templo de Piscis.

-          Vamos entra - le sugirió Milo.

Al pasar, Afrodita sintió algo raro, su casa desprendía el mismo aroma de siempre, - ¿pero, como puede ser? - Se preguntó - todas las rosas están marchitas, muertas, ¿de donde viene ese olor?

Se soltó de la mano de Milo y fue corriendo hasta el lugar de donde provenía ese olor, su jardín. Milo también fue, pausadamente, el sabía de sobra lo que había allí, quería admirar la reacción que Afrodita tendría cuando llegara allí.

Se quedó inmóvil frente a la puerta que daba al jardín, el olor era muy intenso, de rosas acabadas de florecer. No espero más y abrió la puerta para ver lo que había allí.

Las rosas, ocupaban toda la amplitud del jardín, una pequeña porción de césped nuevo y lo más sorprendente, una cristalera corredera que cubría todo el techo resguardando el hermoso jardín de las inclemencias del tiempo.

Afrodita admiraba toda esa maravilla cuando se hecho a llorar y preguntó a Milo - ¿Cómo puede ser, cuando han hecho esto?

Milo respiró profundo, ya no podía ocultarlo más y se descubrió. - Afrodita, esto lo hicieron ayer, encargue la cubierta y le dije a Shion que inventara algo para sacarte de tú templo para que pudieran montarlo.

-          Claro, ahora entiendo todo, la inundación que no me avisaran de las reuniones...

-          Si - le interrumpió. - Todo estaba calculado...

-          Un momento - exclamo Afrodita - ¿Y las rosas, quién las planto?

Milo se puso colorado, ahora si que todo iba a quedar claro. Meditó por un momento si debía seguir hablando, hasta que se decidió y habló. - Afrodita... Las flores las puse yo, me encargue de traerlas del extranjero y las plante yo mismo, por eso voy así de sucio.

Afrodita abrió sus preciosos ojos, se giró y le miró más asombrado. -¿pero por que? - le preguntó.

-          Afrodita... de verdad tengo que decirlo. - le dijo mientras le miraba expectante. - yo estoy enamorado de ti, te amo.

El joven caballero de Piscis no cabía en si del asombro, ahora lo veía claro, - Milo, yo... estos días que no has estado... me dejaste preocupado, y nadie me explicaba nada. Yo te extrañaba tanto...

Cuando quiso seguir hablando, los labios de Milo no le dejaron, estaban posados sobre los suyos y lo estaban dejando sin respiración. Cuando se separaron, ambos se miraron encantados.

Afrodita le hizo caer y quedaron tirados sobre la hierba, se incorporó para quedar sobre Milo y le dijo - Muchas gracias, no se como podré pagártelo.

-          Solo con verte feliz ya me estas pagando.

Afrodita sonrió y volvió a besarlo...

- Fin -


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