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Amor Yaoi
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Daydream por Gadya

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Notas del fanfic:

Juuuuuu... No soy Kurumada *lloros, lloros* Si lo fuera, estas cosas hubieran pasado en el manga, en la serie, en los OVAs... si, si ¬¬ seguro que a Kurumada las orejas ya le están ardiendo... en fin

Notas del capitulo:

Fic bastante viejo, fue creo que... el 5 que hice o_O si no me fallan los cálculos (es que hace tanto tiempo, si, si, estoy subiendo fics prehistóricos XD menos mal que los primeros son heteros, o me hecharían de Amor Yaoi XD)

 

Nomás si leen, no me hechen con nada

 

Como detalle: es una de las precuelas de "Encuéntrame del otro lado del Espejo"

DAYDREAM

 

"Llegas tarde" fue lo primero que dijo, y en su voz había reproche. Esta vez no iba a salvarme, seguro no me lo iba a perdonar.

 

"Lo siento, Aioros, no pude escaparme antes" Una excusa muy vaga, si, pero si de todos modos no podía evitar su enojo no iba a inventar algo mejor.

 

"De acuerdo, ven, te estaba esperando" Aioros me miró con una sonrisa bailándole en su rostro y me indicó mi lugar junto a él. No podía creer que no me hubiera regañado, Aioros odiaba que lo hicieran esperar.

 

Me tumbé en el pasto, el poco pasto que había en el Santuario. Aioros y yo habíamos encontrado el lugar perfecto para haraganear y escaparnos de nuestras responsabilidades por unos minutos. Éramos niños y no estábamos listos para tanto.

 

"Por cierto, te ves terrible, hoy si debieron darte duro" Su cara fue tan cómica que no pude evitar reír a pesar de que me dolían hasta las ideas. Tenía el cuerpo amoratado a causa del duro entrenamiento, pero todo dolor solía desvanecerse cuando me reunía con él a ver las nubes. Aquella distracción infantil era el único momento en el que volvíamos a ser los niños que éramos. Aioros tenía 11 años y yo unos cuantos meses más, y siempre nos habíamos llevado de maravilla.

 

"¡Mira! ¡Esa tiene forma de caballo!"

 

"Y aquella de mano"

 

"Y esa otra... uj, parece mi maestro" Dijo haciendo una mueca tan graciosa que no pude suprimir la risa.

 

"¡NO LA MIRES, NO LA MIRES!" grité, y ambos nos revolcamos de la risa en el pasto

 

"Esa se parece a... a... mi"

 

“Tal vez, pero parece más una máscara" dijo con todo su candor infantil. "Saga..."su tono de hablar fue tan serio que no pude evitar mirarlo "¿Por qué eres así?"

 

"¿Así cómo?" pregunté con incredulidad

 

"Así tan... distante..."

 

Distante... la palabra se formó en sus labios que me atrajeron como un imán. No, no podía estar pensando eso. Volteé a mirar las nubes, pero sólo podía pensar en su boca. La vi reflejada en un cúmulo cercano, repitiendo aquella palabra, y pensé qué se sentiría besarla. No podía dejar de mirar aquella nube, que me había plantado el deseo extraño de querer besar a mi mejor amigo. Imaginé sus labios en los míos, tan suaves, pensé en su sabor, el calor que emanaba de ellos, su lengua enredada con la mía, perdidos en la intensidad de aquel beso ficticio. Me hundí en aquel sueño disparatado, nacido de un momento en el que no sabía lo que quería, lo que sentía. Intenté retener en mí cada sensación que aquella ilusión dejaba en mis labios, en mi cuerpo, como si realmente aquel aliento ficticio fuera lo que me mantenía con vida. Aquella boca irreal, irracional objeto de mis más profundos deseos me embriagaba sin que pudiera evitarlo, germinando la idea, ya no tan descabellada, de que lo único que quería hacer era besar a Aioros.

 

"Saga..." su voz desvaneció mi sueño como si fuera bruma y me trajo de regreso a la realidad."Saga, ¿en qué estás pensando?"

 

"No, en nada..." Estaba confundido, desorientado, y lo único que tenía en mi cabeza era el mar de sensaciones todavía intactas en mí

 

"Pues debió ser una nada muy importante, porque se te hizo tarde. Te veías tan pensativo que no quería llamarte, pero..."

 

No escuché sus explicaciones, no me interesaban. Bajé a tierra, y entonces...

 

"¡Cielos, ya es muy tarde, mi maestro Cameo va a matarme!"

 

Me levanté aprisa y empecé a subir la colina cuando su voz me detuvo.

 

"Saga, ¿Nos vemos mañana?"

 

"Misma hora, mismo lugar"

 

Sonreí mientras corría hacia el Santuario. Mañana nos veríamos de nuevo. Y mañana, era otro día.

 

Notas finales: Finiquitado...

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