Volvía de la escuela con ella, si, mi primera y única novia, íbamos agarrados de las manos como siempre susurrándonos cosas dulces y riéndonos de las cosas tontas de las que uno se ríe cuando esta enamorado, ella me pidió para comprar un helado y yo acepte, así que nos desviamos del camino que se tomaba para llegar a mi casa y después de varias zancadas llegamos a la heladería.
-¿Señor tendrá helado de fresa?- le preguntó ella al heladero poniendo su sonrisa más tierna, aquella que hacia que aún me ruborizara.
-Por supuesto- respondió el señor. Él nos conocía a ambos desde pequeños porque siempre íbamos lo viernes después de la escuela a comprarlos
-Toma- dijo ella aún con la sonrisa en su rostro y me ofreció el cremoso helado
-Gracias- me limité a decir sonriendo para luego plantarle un beso en la mejilla
Ella se ruborizó y tomo su helado de coco.
-Nos vemos el próximo viernes Alejandro- le dije al heladero mientras salía del establecimiento.
-Estaré esperándolos-
Una ves afuera doble hacia la derecha, pero ella lo hizo hacia la izquierda, ¿Por qué quería irse por el camino más largo?, me giré para decirle que tomáramos el camino de siempre pero ella ya había doblado la esquina, me reí, ella quería jugar.
-Marie, Marie- grité al doblar la esquina, ella ya estaba en la otra –Eres muy rápida-
Ella rió infantilmente y dobló la esquina – Alcánzame si puedes- dijo sacando la lengua y dobló la esquina
-Lo haré -
Por todo el camino corrí detrás de ella como un loco, entre risas y gritos, ya la atraparía entre mis brazos cuando llegáramos a casa, reí me la comería completita a besos mientras veíamos TV.
-Seika- la voz de Marie sonó angustiada y desesperada, pensé que solo estaba jugando –Seika ven rápido- su voz se quebró en la última palabra
-¿Qué pasa?- pregunte doblando la esquina y yendo hacia ella
Señalo hacia el norte y pude ver como una llama anaranjada y flameante se dejaba ver entre las construcciones.
-Mi casa- grité y de repente me sentí mareado
-Llamemos a los bomberos-
-No, tardarán demasiado, mejor vamos para allá-
-Pero…-
-Si tienes miedo quédate aquí- estaba empezando a desesperarme
-Me da más miedo quedarme aquí sola-
-Entonces vamos-
Eché a correr lo más rápido que pude, no sabía si Marie me seguía o no, y en ese momento ni me importaba, mi pulso con cada paso que daba se aceleraba, tenía el corazón en la garganta, por favor, que nadie estuviera ahí, que hubiera una cola de carros enormes y mis padres no hubiera llegado pensé, mientras sentía el calor del incendio.
-¡Seika!- el gritó de Marie me detuvo antes de que abriera la puerta y me quemara yo también.
Se lo agradecí internamente y me volví hacia donde estaba ella, primero debería asegurarme de que mis padres no estuvieran en la casa, miré a la cochera y vi el carro estacionando, estaban adentro, miré a Marie que tenía lágrimas en los ojos y el pánico me invadió.
-¡Seika déjalo!- oí gritar a Marie, pero mi cuerpo no le hizo caso y traté de abrir la puerta mientras me quemaba las manos
-¡Seika, no lo hagas morirás tu también!-
-No- respondí, -ellos están adentro, podrían estar vivos aún-
-Seika, es mejor llamar a los bomberos-
-No, tardarán demasiado-
Seguí forcejeando hasta que sentí que alguien me tiraba de la camisa para alejarme de la puerta, para alejarme de mi familia, era Marie, que estaba haciendo porque me quería alejar de ellos.
-Seika, déjalo, si estuvieran vivos escucharíamos los gritos-
-No, no- estaba llorando
-Seika déjalo-
-¡no!- grité y luego la empuje haciendo que cayera por las escaleras
-¡Seika!-
Me volteé hacia ella en un instinto para ayudarle, pero de repente de no se donde un soporte de hierro se desprendió y le cayó encima, esparciendo sangre y manchándome.
-Noooooooooo- mi grito desgarró el aire, me dirigí hacia ella, quería ayudarla, pero entonces deje de sentir mis pies, y de pronto todo se volvió negro y silencioso.