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Doppelgänger por katzel

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Notas del fanfic:

* Basado en el universo de H. P. Lovecraft en sus historias "el Horror de Dunwich", "La Estirpe en la Cripta", "El que acecha en la oscuridad", "El caso de Charles Dexter Ward". "La declaración de Randolph Carter"

Notas del capitulo:

Bajo las sombras de los sueños

se esconde el putrefacto Cuco

 

Mi afición por los fenómenos sobrenaturales empezó en una escuela privada de la calle Powderhill en Arkham. Era en ese tiempo un adolescente evasivo y huraño cuando fue designado mi tutor, el maestro Evan Miller, profesor de Literatura y Mitología de la Universidad de Miskatonik.


Desde el primer momento produjo tal impresión en mí y en mis condiscípulos que la clase quedó sumida en un silencio sepulcral.


De mirada fría y penetrante, movimientos sigilosos, aura glacial; Evan Miller parecía el Príncipe de las Tinieblas antes de su horrorosa transformación... y con esa misma soberbia infernal tenía una aversión al género humano que no se preocupaba en disimular.

Se dirigía a nosotros como si fuésemos de una raza inferior, inacabada, limitada e imperfecta.

Sus explicaciones impersonales nos demostraban su infinita capacidad y por qué no decirlo, rasgos deletereos de su oculto poder.


Todo género de rumores se vertieron en torno a él... sucesos referidos a dos alumnos que en el pasado se atrevieron a desafiarle abiertamente.

Louis Whateley murió exactamente una semana después de haber protagonizado una escena violenta (dicen que ingresó alterado hablando en un idioma desconocido e intentó ahorcar al profesor sin llegar a tocarle cayendo al suelo botando espuma por la boca) y Stephen Bishop quien hizo una extraña letrilla satírica en el periódico escolar cayó de la segunda planta siendo arrojado al vacío sin mediación humana.

Las habladurías sólo contribuyeron a aumentar el terror que nos inspiraba su presencia y sobre todo la cualidad hipnótica de sus ojos cuando los guiaba sobre alguno de nosotros.


Para el mes de Julio me encontraba en cierta medida fascinado por su naturaleza marcadamente diferente a lo mundano.


Recuerdo que iba reflexionando sobre ello, indeciso y caviloso hacia Church Street... la calle de las tétricas iglesias donde convivían cultos diversos cada cual con una construcción más terrible que la otra.

Me detuve ante la iglesia Bautista admirado por sus torres lúgubres y rocosas que daban una sensación de escalofrío.

La campana sonó haciendo eco en la bruma de la calle vacía y llevándome a una breve visión de una sombra oculta en la parte superior.

Retrocedí sacudido por aquel espíritu y choqué con otra persona.

Me detuve al borde de un grito.

El joven permaneció impávido y se limitó a señalar el lugar donde la sombra había desaparecido.

- ¿Gusta usted del panorama? - preguntó.

Encerrada en aquella pregunta estaba implícita su curiosidad por saber si había podido ver el extraño ente de la torre.

- Um...

- ¿Se encuentra usted bien? - ese usted contenía su ironía de ver a un estudiante de un año inferior, miedoso y titubeante.

- Um...

Se llamaba Dan Laurie y pertenecía al quinto curso. Era un muchacho con fama de hermetista bastante solitario. Solía bajar por el mismo camino que yo para apreciar las iglesias en decadencia: La Bautista, la del Este y la Cristiana hasta terminar en la más grandiosa, la del Oeste al inicio de la colina del hombre ahorcado.

- Vamos - dijo haciendo un gesto enérgico con su mano enguantada de negro.

Impelido por una fuerza superior le seguí en su recorrido siniestro sin replicar.

El sol apenas pálido en la neblina moría cayendo la oscuridad como un manto sobre la ciudad.

Nos sentamos en los bancos de piedra.

Durante un momento me midió con la mirada como si buscase un signo de confianza.

Luego de asentir al hurgar en mis ojos se mostró más relajado.

A continuación me enseñó los dibujos a carbón donde captaba algo surreal en las construcciones... era eso de una materia espectral y sobrenatural que yo presentía pero era incapaz de atrapar con los sentidos.

- ¿Lo ha podido ver usted... en el campanario?

Me quedé un poco azorado.

- Yo...

Sin esperar mi respuesta se levantó echando a andar.

- Continuemos...

Cogió mi mano con tanta familiaridad que me acostumbré de inmediato a su presión aunque no me atrevía a levantar la cabeza y percatarme de su expresión en ese momento.

Paseando delante de los escaparates de tétricos muñecos de cera, frente a la tienda de gitanos, por el pequeño jardincillo musgoso de colores extraños, el solo hecho de ir con Dan Laurie me revelaba los lugares como un conjunto de monstruosos ensueños.

Una corneja albina se detuvo en la esquina sobre la gárgola de piedra de la casona menor.

Dan se detuvo dejándome extrañar la calidez de su contacto.

- Debe irse ahora -.


Nos despedimos sin llegar a la iglesia del Este   "aún es demasiado pronto para usted..."- había murmurado.

Me alcanzó un folleto rojo diciendo:

- ... quizás esté interesado... o este asunto le envuelva más de lo que usted cree... en todo caso será mejor contar con una intuición como la que ha heredado...

Tomé el folleto ocultándolo en el forro interior de mi abrigo.

El continuó su paseo de espaldas a mí haciéndose cada vez más y más pequeño en el horizonte.

Antes de voltear para perderse de mi vista levantó la mano haciendo una breve seña con los dedos que no comprendí.

Cuando Dan Laurie se fue sentí que el camino era más extraño y mucho más perverso de lo que yo había imaginado hasta entonces.

Intenté en vano sacudir mis miedos mientras se encendían los faroles y me dirigí hacia el barrio del río Miskatonik.

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