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That's all, folks! por Evil Onigiri and Nosfe-Chan

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Notas del fanfic:

Notas del capitulo:

Ya lo sé...lo sé.

Pero "El Síndrome del Amigo Perfecto" es algo que quiero hacer bien y que no voy a actualizar a la ligera. Espero que sepáis perdonarme y comprender que a veces mis musas son crueles.

No he puesto la advertencia de "Muerte de personaje" porque todos sabíamos lo que iba a pasar...

Este one-shot está dedicado a mi compañera de clase y buena amiga Nosferatu (que tiene algo publicado por aquí, buscadla) y que se lo merece sólo por las risas que hemos pasado y por haber sobrevivido a las clases de filosofía.

Te conozco desde hace poco, Nosfe, pero se te quiere.

Como todos sabemos, los personajes de Death Note no me pertenecen (sonidos de decepción, por favor y gracias).

Aconsejo que la lectura se haga con una de estas canciones:

-What's up, people?! http://www.youtube.com/watch?v=e-SpNRR8FZk

-Highway to Hell http://www.youtube.com/watch?v=cfZf_A1tCbU

Más en las notas finales.

That’s all, folks!!

Matt sabía que iban a morir. Su plan kamikaze no tenía otro final posible y en las horas antes del atardecer se cuestionaba cómo habría sido todo de ser un niño normal.

El cigarrillo se consumía lentamente y el humo ascendía hasta el techo del apartamento en el que vigilaba monitores sin demasiado entusiasmo. La ceniza caía al suelo, inerte, con cada sacudida de sus dedos enguantados. Cada humeante exhalación le recordaba lo cerca que estaba su vida de extinguirse.

Pero, al fin y al cabo, así tenía que ser.

Dividida su atención entre los monitores, el cigarrillo y sus propias reflexiones; la mano que sostenía la Nintendo había quedado en segundo plano sobre su regazo, emitiendo la pantalla de la videoconsola tenues luces y sonidos estridentes y agudos.

-No puedo pensar con ese trasto reventándome la cabeza-.Mello había dejado de mirar el monitor con los cascos puestos y le observaba a él con expresión hastiada e iracunda.

Matt sonrió.

Mello siempre había sido el más emocional de todos los posibles sucesores de L. Su irracionalidad le llevaba a mostrarse de una forma intensa, dinámica. Mello era así.

-¿Por qué haces esto, Mello?

-Porque el asesino de L no puede quedarse con vida-.Y él en su decisión no tenía ni voz ni voto. ¿Para qué quería tenerlos de todas formas? Su actitud pasiva y sumisa no le dejaba replicar por el mero hecho de suponer un esfuerzo.

La nicotina corría por sus venas mientras el chocolate liberaba endorfinas en el cuerpo de Mello. Cerró los ojos y rememoró su infancia en Wammy’s, sus sueños, su primer cigarrillo, el día en que Mello abandonó el orfanato. Al abrirlos, Mello ya estaba de pie.

No quiso ponerse las gafas en ese último momento de su vida. Ya no solo de su vida, si no de su vida con Mello. Esa distorsión anaranjada no le serviría para recordar cómo se despidieron mientras su vida se le escapaba entre los dedos.

-Sabes en lo que nos metemos ¿verdad?

Mello le miró entonces con sus ojos midriáticos, con esas pupilas dilatadas ocultando la claridad del iris y remarcando esa pose agresiva y furiosa ante el mundo. En esa mirada había tantas cosas que Matt, durante unos segundos, no supo si sostenerla o no.

-Sé que esa carretera sólo conduce al Infierno.

-Y piensas ir solo…-Los labios de Mello se curvaron en una sonrisa psicótica.

-Si yo me voy, Matt…tú te vienes conmigo-.Por primera vez en su vida Matt fue consciente de lo que era ser una propiedad más que un compañero.

-En ese caso, nos veremos allí abajo-.Mihael asintió y abrió la puerta. Tiró el cigarrillo que tenía entre los dedos por el marco y se quedó mirando, por última vez, el interior de su apartamento antes de salir tras los pasos de Mello. Le observó alejarse cada vez más y sintió miedo. Quiso detenerle, persuadirle. De todas formas, sabía que era imposible.

-Matt - su compañero se había girado de pronto, quieto. Como esperándole. Cuando llegó a su altura, antes de llegar a los vehículos, Mello volvió a llamarle y él alzó la mirada dócilmente hacia él –de todos los cabrones en mi vida, tú has sido el más importante.

Matt, sabiendo bastante bien que pese a ser impulsivo e irreflexivo Mello no tendía al sentimentalismo, sólo sonrió.

-Lo sé, Mello – hizo una pausa, pensativo, durante unos cortos segundos-.Y mañana a esta hora llevaremos bastante tiempo muertos así que por qué no…

Se encogió de hombros y avanzó unos cuantos pasos vacilantes hacia el llamativo coche rojo que serviría de tapadera a Mello para huir. Mello le siguió y antes de que pudiese reaccionar estaba atrapado entre el coche y su cuerpo. Encendió otro cigarrillo, sin mostrar nerviosismo, y el humo flotó entre los dos con aire místico y etéreo.

Su mirada, curiosa, escudriñó el rostro de Mello en busca de cualquier signo que pudiese hacerle entender sus actos.

-Adiós, Matt.

-Adiós, Mello.

El silencio se deslizó, respetuoso, y ascendió junto con el humo entre ambos. Segundos eternos que se derretían a la vez que el cielo se teñía de un naranja enfermizo y pegajoso y el ambiente se convertía y daba paso a la melancolía.

Sus dedos se encontraron con los de Mello y aun con los guantes de por medio pudo sentir el calor de esa piel también cubierta por el seco y frío cuero de Mihael. Dejó la barbilla sobre el hombro de Mello y dejó que los mechones rubios le rozaran, se impregnó de ese aroma a cuero y chocolate y cerró los ojos para grabarlo todo junto con las imágenes.

En un movimiento lento pero espontáneo se separó de la piel de ese cuello y alzó el mentón para encontrarse con los labios entreabiertos de Mello. El contacto sólo duró unos segundos y se desvaneció como si nunca hubiese estado allí. El cigarrillo que se consumía en la mano que no sostenía la de Mello soltaba humo sin parar después de ese corto beso con sabor a chocolate, tabaco y adiós.

Si no le conociera lo suficiente, habría jurado que la mejilla de Mello estaba húmeda cuando fue éste el que apoyó la barbilla sobre su hombro teniendo que agacharse un poco.

Sin una palabra o gesto más, se separaron y se miraron con intensidad una última vez antes de que Mello avanzase hasta la moto y él subiera al coche.

 

 

En la televisión pudo verlo, nítido y claro. Escalofriantemente real.

Matt estaba muerto.

Y dentro de poco, y pese a que no sabía cómo ni por qué pero de eso estaba seguro, él también lo estaría.

-Al final…llegaste antes que yo-.Su brazo izquierdo quedó inmóvil, su corazón colapsó. Al menos, no había sangre.

Se negó a cerrar los ojos, sabiendo que estaba muriendo y que era cuestión de tiempo que todo acabase. En su mente evocó las imágenes de Matt que conservaba desde que se conocieron en Wammy’s y las acompañó de su repugnante olor a tabaco y su irritante manía de jugar a cualquier cosa todo el tiempo. Recordó el tacto suave y efímero de sus labios en esa despedida y se embriagó tanto con el recuerdo de su calor que no sintió a su corazón extinguirse.

Sólo hubo un chasquido, un pitido insistente cuya procedencia no supo distinguir y entonces…nada.

Mihael Kheel falleció en una iglesia por un ataque al corazón con la única compañía de su recuerdo.

 

 

Todo fuese por darle tiempo a Mello. Incluso ese circo de guardaespaldas, todos rodeándole, todos ansiosos por saber dónde estaría Takada…ellos no eran nada.

Alzó las manos, sumiso, y sonrió. Sus gafas le daban una realidad anaranjada e irreal que daba algo de comicidad a toda esa situación.

El primer balazo le quemó las entrañas. El segundo le abrasó el brazo. A partir del tercero, todo era dolor y, por lo tanto, todo era nada.

Se mantuvo en pie todo el tiempo posible y en el abismo entre la consciencia y la muerte su mente se tambaleó entre todos los momentos vividos con Mello a lo largo de su vida. Retumbó con ahínco su voz irritada en su cerebro y sintió tangible sobre sus labios la sensación cálida de los de Mello otra vez. Sus fosas nasales se inundaron de olor a chocolate y cuero.

Entonces su cuerpo quedó laxo y sus ojos se cerraron. Un cigarrillo se tambaleó entre sus labios fríos y cayó sobre su pecho cuando la muerte le robó su último aliento con traicionera deliberación.

Mail Jeevas había muerto rodeado por un montón de guardaespaldas, en una clara posición de desigualdad, intentando que la vida de Mihael Kheel pudiese alargarse al menos unos minutos más.

 

 

Quien verdaderamente creyera en una vida más allá de la terrenal, podría pensar que al final sí que  se encontraron en ella.

Quien creyera que todo acababa, simplemente supondría que al menos al final su sacrificio había servido para algo.

Tal vez la reencarnación tuviese también algo que ver.

Lo que era seguro es que, acabase o no ahí su historia, esos serían sus últimos momentos en esa vida y esos serían los que perdurarían y quedarían grabados en el espacio que dejasen en el mundo tras su muerte.

El recuerdo de algo intenso, más fuerte incluso que el amor convencional.

Algo que les llevó a morir juntos.

Porque, al fin y al cabo, fuesen cuales fuesen las creencias de aquel que reflexionase sobre ellos, no podía ser de otra manera.

Y, con una sonrisa maniática o una calada resignada, esa habría sido su despedida. Algo con gancho, algo fuerte, algo atrayente.

Algo como…

That’s all, folks!!

Notas finales:

No pretendía ser triste...para mí al menos no lo es.

En fin...

Lo dicho, chic@s...

That's all, folks!

PD: El dibujo es mío, hecho por mí. No es gran cosa, pero si quieres utilizarlo espero que me pidas permiso.

EDIT: No sé si hay fallos de coherencia respecto al anime. Me guío por el manga y, la verdad, por mucho que NOS HICIESEN CREER que su despedida fue de una manera...yo sé la verdad.

He dicho.


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