Beyond Madness por Evil Onigiri and Nosfe-Chan

Chirriaba una cantarina voz entre los muros enjutos y austeros de desazonador y aplacador tono gris, con una chispa de diversión en su delirante recitar, tambaleándose con precariedad entre los límites no marcados de la demencia y la cordura en un subir y bajar de tono y entonación.

Un hombre de rostro preocupado estaba apoyado en el marco de la puerta, observando el balancear acompasado del cuerpo del muchacho en el interior de la habitación. A su lado, un joven encorvado se mordía con nerviosismo el pulgar con el ceño ligeramente fruncido por el desconcierto.

¡Es como una epifanía,
En la ruda racha fría,
La ligera melodía!
¡Cómo fulgen los luceros!,
¡Verdaderos reverberos !,
Con idéntica armonía
A la clara melodía

Insistió la voz, sin abandonar en ningún momento el tono divertido pero escalofriante mientras sentenciaba y apuntaba con énfasis, moviéndose el cuerpo que le servía de contenedor al ritmo que ella marcaba adelante y atrás…adelante y atrás…en un vaivén interminable y lunático.

-L…no tiene arreglo...tendrás que escoger a otro…-El joven encorvado no dijo nada, sólo siguió observando como si el otro hombre no hubiese dicho nada en absoluto. Fuera, en el pasillo y en las otras habitaciones, se oía a los otros niños jugar y alborotar con ingenua alegría infantil.

El hombre miró al joven, inquieto. El joven dio unos pasos dentro de la habitación.

Cintilando, cintilando, cintilando,
¡Cómo los cascabeles
van sonando! 

La voz se detuvo al descubrir que otra distinta la había acompañado en su canción. Para ella no era divertido compartir sus canciones. Del lugar proveniente de la voz se alzaron unos ojos curiosos y astutos. A poca distancia de ellos, justo unos centímetros por debajo de la nariz, una sonrisa iluminó un rostro delgado y pálido rodeado de mechones de arremolinado pelo negro.

-Oh, L. Qué grata sorpresa. No se me avisó de tu visita-El joven, al que el muchacho había llamado L, no se movió. Sus ojos, vacuos pozos negros, no reflejaban absolutamente ninguna emoción.

-Me han dicho que ha pasado algo, Beyond. ¿Me lo vas a contar?-Beyond se levantó con parsimoniosa lentitud adoptando exactamente la misma postura que el joven frente a él. En sus labios bailoteaba una sonrisa burlona dedicada por entero a aquel que había entrado en su habitación.

-¿No te lo han contado ya? Mal, mal…te toman el pelo, querido L. No te tienen tan en cuenta como tú crees… ¿sabes que dicen de ti? Bueno…lo sabrás dentro de poco, de todas formas-Concluyó su pequeño discurso con una risilla que sonó como una bisagra oxidada y sus dientes blancos relucieron en la semioscuridad de la habitación.

De la parte contraria de la habitación, tal vez no lo suficientemente lejos de Beyond, un suspiro rompió el precario y nervioso silencio.

-Beyond… ¿qué ha pasado? Sé que eres un buen chico y me lo contarás.

Le figura del muchacho al que se referían con el sobrenombre de Beyond avanzó con pasos trémulos y lánguidos hacia el otro joven. La sonrisa había desaparecido, siendo sustituida por una mueca de desprecio que podría considerarse peligrosa.

-Maté a un pájaro. Pero no fue culpa mía, L - la voz se tornó suplicante, casi llorosa.-El pájaro iba a morir. Tenía un ala rota. No quería hacerle daño. No, no. Yo no le haría daño ni a una mosca. Nunca, nunca, nunca. Ni siquiera a esos sucios niñatos que me quieren quitar el puesto, L. No. Beyond se porta bien siempre y por eso le dan mermelada.

L parecía evaluarlo todo con cuidado, usando su cerebro privilegiado para dilucidar algo en esa respuesta inconexa y tan propia de ese chico en concreto. El hombre seguía apoyado en el marco de la puerta con expresión seria pero suave, como la de un padre que tiene que reprender a un hijo de comportamiento excepcional que de pronto ha hecho una travesura.

Pero no era la primera vez que Beyond hacía algo así.

-¿Te importa salir, Watari? Tengo que hablar con Beyond-El hombre dudó, reticente-Por favor, Watari…-Pero cedió, con una mirada entre preocupada y resignada, y abandonó su posición de centinela dejándolos solos.

Beyond miraba a L con esa admiración impensable y demencial, con sus ojos castaños y profundos destilando respeto. L devolvía la mirada de forma vacía, sólo evaluando a la persona que tenía delante.

-No volverá a pasar. Beyond no matará a más pájaros. Te lo prometo-No era la primera vez que Beyond le prometía no volver a hacerlo, pero tenía que acatarlo. Era consciente de la hipersensibilidad emocional de ese interno y no era conveniente jugar con ella - Sé que L no me cree, pero esta vez lo digo en serio…

Era como un niño al que acababan de regañar por haber pintado en la pared. Los ojos intensos brillaban al borde del llanto.

-Te creo, Beyond. Sé que no lo volverás a hacer y por eso no le daré tu puesto a ninguno de los otros-La sonrisa de Beyond era, definitivamente, peligrosa. Las cosas en su cerebro nunca habían funcionado bien pero L tenía la esperanza de que algún día pudieran controlar a Beyond.

Por su parte, tenía claro que no había joven ni niño más inteligente que ese tras la muerte de A y que si él no era su sucesor…estaría perdiendo al mayor cerebro que quedaba vivo entre esas paredes. Pero también le resultaba anormal su obsesión por él. Empezaba a creer que le imitaba. En la forma de vestir, de moverse, de sentarse, de peinarse…en todo.

Beyond avanzó otros cuantos pasos más y pasó los delgados brazos alrededor del cuello del detective, murmurando con voz trémula y mortecina.

-Nadie ayudará a Beyond a despertar. Nadie, nadie, nadie…Beyond nunca despertará…Beyond siempre lo verá, siempre verá esas cosas que Beyond no quiere ver… ¿verdad? L tampoco se preocupa por Beyond…a L sólo le importa que algún niño listo pueda sustituirle…a L Beyond no le importa.

A eso era a lo que L tenía que enfrentarse siempre que visitaba a Beyond. Y aunque en su rostro no hubiese cambio alguno, él verdaderamente sentía que Beyond creyera esas cosas cuando él mismo estaba allí por estar preocupado por él. No habían descubierto la forma de hacer que Beyond dejase de tener alucinaciones.

L se quedó estático, quieto. No había nada que pudiese hacer ni tenía nada que reconfortara a Beyond.

Sólo tenía sus palabras.

-¿Por qué crees eso, Beyond? Eres muy importante para nosotros.

Beyond sollozó y escondió el rostro. L suspiró y subió una dudosa mano hasta la espalda del muchacho para intentar reconfortarle de forma mecánica.

-Beyond no es importante. Si lo fuera, Beyond no estaría aquí…Beyond estaría en casa…

-Esta es tu casa.

-No…esta no es mi casa. L no lo entiende…-L notó cómo las dedos de Beyond se crispaban en su nuca y cómo su cabeza de alzaba para mirarle con cierto reproche. La fragilidad que aparentaba Beyond sólo era comparable a la sensación de peligrosidad que le rodeaba como un aura-Desde que nos conocemos, L, has creído ser el portador de los saberes del universo, oh… ¿no es algo abusivo?

Los cambios de humor de Beyond no eran un secreto para él. Los conocía perfectamente…pero eso no quería decir que supiera manejarlos.

-Beyond…deberías volver a la cama.

-Así lo arreglan todo…es curioso ¿sabes? Cuando se me ocurre la brillante y esperada idea de mostrar mi intelecto me lo pagan siempre de esta manera. Beyond, vete a la cama, asustas a los demás-Una risotada, la risotada más despótica y demencial que L le había oído nunca a Beyond, masacró el ambiente hasta ese momento inusitadamente tranquilo y L empezó a flaquear. Su rostro adoptó una expresión incómoda y preocupada.

-Pero Beyond…aquí todos nos preocupamos por ti…eres el único al que visito…-Los brazos de Beyond volvieron a cruzarse tras el cuello de L y la voz de Beyond, de pronto insinuante dentro de su incesante chirriar, acarició su oído con suavidad.

-¿L quiere a Beyond? Beyond quiere mucho a L…-L dudó antes de responder. Tenía que ser especialmente cuidadoso con lo que le decía a Beyond en ese momento si no quería correr peligro. Además, L tenía que preguntarse entonces a sí mismo si podía decirle las cosas con tacto a Beyond, al menos con el tacto suficiente para que no se empeñase en que se quedase allí con él.

-Claro que L quiere a Beyond. Pero Beyond tiene que entender que L tiene que irse-Los brazos delgados y temblorosos se aferraron un poco más fuerte a su cuello y los sollozos de Beyond, aunque nunca lo aceptaría, cruzaron su alma helada sólo entregada al concepto de justicia, medio derretida por el frágil pero muy peligroso Beyond Birthday.

L contaba entonces unos diecisiete años más o menos y el concepto de querer como Beyond lo pedía era algo que no comprendía y que no era capaz de ver como normal.

-Tengo que irme, Beyond-Intentó apartar los brazos de Beyond, pero éstos sólo se cerraron con algo más de fuerza. Beyond seguía sollozando débilmente, murmurando entre hipidos que quería salir de allí y que estaba seguro de que todo era una pesadilla-Por favor, Beyond.

Muy despacio, Beyond le soltó y se quedó mirándole con sus ojos avispados y oscuros y una mueca desamparada, encorvado como él y con el aspecto de un niño al que han olvidado bajo la lluvia y espera, paciente, que su padre vaya a por él. El instinto de protección que despertaba era solo comparable a la alarma que despertaba su sonrisa pese a la melancolía de su aspecto.

-¿Sabes qué, L? El Sombrerero Loco no es ficción. Los sombrereros se volvían locos por los químicos de los sombreros. ¿Sería yo sombrerero? ¿Qué piensas tú?
L, como siempre, meditó con cuidado su respuesta.

-Creo que te pareces más al Gato de Chesire-Y Beyond sonrió como ese peculiar personaje de ficción, mostrando los perfectamente alineados dientes con picardía, y volvió a abrazarse a L. L suspiró, resignado a tener que quedarse un poco más de lo esperado allí.

-¿Dónde debería ir Alicia? ¿Izquierda, derecha…? El Gato lo sabe pero no se lo dirá. Alicia lo tendrá que averiguar. Es una pena que Alicia vaya a durar tan poco-Inmóvil, casi como un mueble lo estaría, L no consiguió desencriptar el enrevesado y confuso mensaje que Beyond ocultó en esas palabras sin sentido. Por eso, no tenía una respuesta clara que darle. L estaba confuso.

-¿Te encuentras mejor, Beyond?

-Eso, querido L, es relativo. Podría decirse que sí, ya que me siento más fuerte, pero a la vez podríamos suponer que tu partida volverá a sumirme en el más profundo de los aletargamientos y que hasta tu regreso no seré más que un triste joven autista balanceándose en su habitación. Así que, si lo miramos así, tu visita sólo ha conseguido que empeore.

Esas palabras calaron hondo en algún lugar de su corazón pétreo e hicieron que sus ojos se abrieran con incredulidad ante tal razonamiento, lógico y plausible. También se curvaron sus labios con tristeza, con resignación ante el estado de Beyond. Y éste se irguió apenas y le dejó paralizado con un beso alegre e inquietante en la comisura de los labios curvados.

-Pero no importa. Al fin y al cabo, L quiere a Beyond y eso hará que Beyond no esté triste-Beyond dejó caer otro beso, esa vez directamente sobre sus labios, con infantilismo y suavidad antes de soltarle y retirarse en silencio a su cama, sentándose en ella con las piernas encogidas. L no reaccionó si no unos segundos después, desconcertado por la actitud de su sucesor.

Le observó unos minutos más antes de darse la vuelta y disponerse a salir. Un llanto desconsolado le detuvo a pocos pasos de la puerta y cuando volvió a mirar a Beyond éste tenía los ojos clavados en él con intensidad.

-Sálvame.

L le devolvió la mirada, llenos entonces sus ojos vacuos de un profundo sentimiento de desamparo e impotencia.

-Lo haría si pudiera-Finalmente comprendiendo que

Beyond estaba perdido; que esa persona a la que llegó a admirar por sus razonamientos y su lógica y que se clavó en su persona como una astilla hundida en la carne, profunda y lacerante, se quedaría encerrado para siempre entre los muros de su propia locura sádica y críptica.

Beyond sonrió, depredador. L ya se había dado la vuelta y volvía a estar a dos pasos de salir de la habitación.

-Sálvame…

Y en un mismo son, son único,
Que iguala un ritmo rúnico,
Los luceros siguen fieles
Cascabeles, cascabeles, cascabeles
El son de los cascabeles,
Cascabeles, cascabeles, cascabeles
Cascabeles 

Una voz cantaba con alegre tono y tintinear, festivo y brillante. Apenas era perceptible el matiz de melancolía que ensuciaba el chirrido enervante de su extraña tonada y al no poderse ver a su cantante la lágrima que surcaba su pálida mejilla era ignorada.

¡El son grato, que a rebato, surge en los cascabeles!. 

-¿Oyes las campanas, L? ¿Las oyes?