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FUTURE por Supa_Mame

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Notas del capitulo:

AVISO DE SUPA MAME

¡Minna! Amor Yaoi no se cerrará, repetimos, ¡NO SE CERRARA! es un error, nada más se cerrará Yaoi-Es, que es la pagina donde los fanfic heterosexuales se publican, lamentablemente el FORO si cierra, pero FANFICS AMOR YAOI seguirá en linea.

¡No sufran por cosas que no vienen al caso!

 

¡Gracias!

-Sólo queremos hacerte unas preguntillas, Ben...- Comenzó Edward al caminar hacia la sala y guiando al pequeño Ben, quien estaba recién levantado, mientras tenía cada una de sus manos en los hombros del niño. -Después de esto, desayunaremos lo que tú pidas que comamos.

 

-Pero es que tengo sueño -soltó con el trenecito de madera aún en sus manos, arrastrándolo por donde caminaba.

Roy ya estaba en la sala sentado, esperando a ambos rubios, con las gotas recién puestas el escozor era mínimo y podía darle un descanso a su ojo.

Ben se sentó con esfuerzo en el sillón grande.

 

-Perdón por despertarte...- Dijo el rubio sentándose junto al pequeño y rodeándole con un brazo sus hombros y besándole la mejilla con cuidado. -Entonces después de esto te dejaré irte a dormir otra hora...

 

-No, me dejas dormir otra hora y pedimos lo que yo quiera para desayunar -exigió el pequeño, mirando a su mamá con el cejo fruncido.

Roy afiló la mirada ante la falta de respeto del pequeño, si en verdad Ben era su hijo, JAMÁS le permitiría que le hablara de aquella manera a nadie.

-Esto no es un restaurante, niño. Así que NI te vas a dormir otra hora, NI vas a desayunar lo que tu quieras. Vas a respondernos a las preguntas que te haremos, ¿entendido? -preguntó más para Edward que para el pequeño que sintió muchas ganas de llorar, sin hacerlo, por las palabras de su papá. No era tan frío con él...

 

Edward suspiró mudamente y asintió ante las palabras de Roy. Consentía mucho a Ben y estaba conciente de ello pero era solo que él no podía controlarse.

-Solo serán unas cuantas...- Dijo Edward tratando de animar al niño.

 

-No, ya no quiero...-soltó el pequeño, hundiéndose más en el sillón -Papá es muy malo... papi nunca me habla así de feo -se quejó Ben intentando retener sus lágrimas.

-Pues entonces eso te deja claro que NO somos tus padres, ni del presente, ni del pasado, mucho menos del futuro -vociferó Roy con cierto triunfo en la voz, más sin quitar su semblante severo.

 

-Roy, no seas así con Ben...- Reclamó el rubio odiando cuando Roy se ponía en aquel plan contra el pequeño Ben.

 

-¡Eso no es cierto! ¡Tú eres mi papá! -chilló el pequeño señalando a Roy y después bajando la mano rápidamente. Su mamá le había enseñado que señalar a las personas era grosero.

Roy rodó los ojos, no se iba a poner a discutir con un niño de seis años, pero eso sí, no le dirigiría la palabra, tan solo escucharía el GRAN interrogatorio de Edward, fue su idea, que él le preguntara.

 

-Déjalo, está chiflado.- Susurró Edward en el oído de Ben para después sonreírle con complicidad y darle otro de esos besitos en su mejilla. -¿Si yo te hago las preguntas, me contestarás con la verdad?

 

Ben sonrió ante las palabras de su mamá y tras recibir el beso de Ed, se le agarró de la cintura con fuerza y asintió.

-A ti sí, mami -dijo muy emocionado el pequeño.

 

Edward le sonrió con cariño y asintió también. -Está bien.- Dijo al acomodarle el cabello a su pequeño con sus dedos tibios. -Te preguntaré sobre lo que pasó antes de que vinieras con nosotros...

 

-¿Otra vez? -preguntó Ben mirando a los ojos dorados de Edward directamente -Pensé que ya me habían creído.

 

-Te creemos, Ben.- Comenzó Edward intentando trasmitirle seguridad al pequeño. -Es solo que queremos estar seguros, es todo.

 

Ben bajó la mirada pensando en las palabras de Edward y después la levantó asintiendo seguido. Se acomodó en el sofá grande con la mirada penetrante de Roy encima de él.

-¿Cómo que quieren saber? -preguntó intentando sonar lo más maduro que podía por la situación.

 

-Dices que tus papás te enviaron a este tiempo para ayudarnos, ¿cierto?- Edward preguntó al recargarse de lado ligeramente contra el sofá mientras miraba a Ben suavemente. -¿Qué fue lo que te dijeron?

 

-Pues... me dijeron que tenía que prevenir algo muy malo, que tenía que ver conmigo -dijo intentando recordar las palabras exactas de su papá.

Roy miraba atento cada facción y movimiento del pequeño.

 

-¿Algo... muy malo?- Preguntó el alquimista de acero sintiendo atención hacia las palabras del niño junto a él.

 

-Sí... no le entendí a papá, pero me dijo algo sobre que si no ayudaba, el futuro no lo vería jamás...-soltó el pequeño con algo de miedo en la voz -Mamá me dijo que no pasaba nada, que si hacía las cosas bien... no tenía que tener miedo.

 

-¿No verlo jamás...?- Susurró el rubio más para sí que para que le escucharan. Llevó sus ojos a Roy y lo miró con duda.

 

Ben asintió a las palabras de su mamá -Yo pensé... que a lo mejor... era algo que evitaría que naciera, pero es que mi papá tampoco me dijo mucho, solo que tenía que mantener a mis papás del pasado unidos, pero...-el pequeño se quedó pensando un rato.

-Hay algo que no está coincidiendo con tu relato, niño -dijo Roy mirando directo al pequeño.

 

-¿Qu...?- Iba a preguntar Edward, más decidió quedarse callado y dejar que Ben lo hiciera.

 

-¿Qué cosa? -preguntó el pequeño ladeando la cabeza.

-Dices que tus padres te enviaron del futuro porque supuestamente Edward y yo tendríamos un horrible problema que nos separaría... y eso causaría que no nacieras, ¿verdad? -preguntó Roy mirando al pequeño directo a los ojos, sin emitir ni un solo gesto. Ben asintió con timidez.

-Entonces... si se supone que no nacerás por este problema ¿Por qué existes?

Ben ladeó la cabeza sin entender la pregunta de su papá.

 

-¿A que te refieres, Roy?- Preguntó Edward sintiendo que era afortunado para él preguntar esta vez.

 

-Te caché la mentira, niño -soltó con triunfo Mustang -No puede haber tal pasado en peligro, por que si en el futuro tu existes, significa que lo que sea que hayamos pasado, lo superamos, por lo tanto pudiste nacer -Roy cruzó los brazos frente a su pecho -No eres más que un mentiroso.

 

Edward escuchó las palabras de Mustang y bajó la mirada por algunos segundos mientras meditaba un poco la situación y, después de volver a subir la mirada, se atrevió a hablar con fundamentos.

-¿Y qué tal si también para los "nosotros" del futuro, tuvo que venir Ben para que las cosas tomaran el rumbo que tomaron y el pequeño naciera?- Preguntó Edward intentando no revolverse en sus palabras y como explicaba las cosas.

 

-¡Ay, Edward, no me compliques la existencia y déjame gozar del triunfo! -se quejó Mustang con miles de venas en la cabeza y completamente crispado.

Ben ladeó la cabeza, de pronto la conversación de había vuelto un tanto revuelta, pero él sabía a lo que venía y sus razones, pero al parecer no las había explicado bien.

 

-¡W-waah! ¡No te enojes!- Pidió Elric sudando muchas gotas y riendo nerviosamente. -Mejor me callo...

 

-Por favor -soltó molesto -Además, eso si es imposible, que el niño se la pase viajando de tiempo en tiempo solo para asegurar su nacimiento -miró a Ben con resentimiento -Eso es un tanto egoísta, ¿Y si Edward y yo necesitamos un tiempo separados? ¿Si lo mejor que nos puede pasar es no estar juntos? Es muy egoísta de tu parte querer dártelas de bueno e hijo y asegurarte de que vas a nacer.

Ben bajó la mirada ante las palabras de su papá. Pero no era eso...

 

-¿Estas... tratando de insinuar que no quieres que estemos juntos?- Preguntó Edward alzando una ceja y sintiendo como aquello movía algo doloroso en su corazón. -Por que si es así te sugiero que lo vayas diciendo...

 

-No fastidies, Edward -soltó ahora mirando directamente al rubio. Ben sintió el aire denso en ese momento.

 

-Ni tú tampoco.- Edward sentenció desviando su mirada y cruzándose de brazos.

 

-Ese comentario no viene al caso -soltó gustoso de quedarse con la ultima palabra.

 

-Tu comentario menos, ¿y me ves quejándome?- Preguntó Edward llenando de aire sus mejilla y encogiéndose en hombros con el cejo fruncido.

 

-¡Estaba poniendo un ejemplo, no veo la razón de tu enojo! -aclaró Mustang fastidiando -Pensé que eras más inteligente.

Ben se mantuvo callado.

 

-¡Más inteligente que tú, quizás!- Soltó Edward mirándole. -¡Y mira quien es el enojado!

 

-¡Ya me tienes harto con tu palabrería sin sentido y de tu poca confianza hacia mí! ¡No vamos a ningún lado! -soltó Mustang molesto. Ben levantó la mirada con cierta preocupación.

 

-¡Tú eres el que no me tiene confianza! ¡No confías en nadie!- Se quejó el alquimista parándose de su asiento y apresurándose a salir de la sala sin ánimos de mirar al pelinegro.

 

-¡Claro, típico en ti! ¡Te vas cuando te quedas sin fundamentos! -recalcó Roy viendo hacia donde estaba el alquimista mayor, sus puños estaban apretados.

 

Edward lo miró por encima del hombro. -Prefiero irme que seguir escuchando tus gritos y seguir gritando.- Soltó y dio el último paso para salir de la sala en dirección al baño, estaba harto del momento. Quería desahogarse...

 

Roy frunció el cejo con un único pensamiento en mente, también se fue, más éste iba en dirección a su cuarto.

Ben se quedó solo en la sala -Pero... todavía no termino de explicarles nada... papi, mami...-el pequeño bajó la mirada con el cejo fruncido.

 

El agua se escuchó correr desde el baño, Edward tomaba una ducha mientras se relajaba al sentir el agua recorrer su cuerpo tostado. Sus ojos estaban completamente cerrados y su respirar por fin se había civilizado. Pasaba el jabón por todo su cuerpo y de vez en cuando un suspiro se le escapaba de la boca. Había momentos que se le olvidaba si quiera por que se había molestado con Roy.

 

Ben seguía en la sala esperando a que cualquiera de sus padres viniera para seguir en la plática que se había tornado confusa.

Roy en cambio, sacaba ropa de cajones y clóset y buscaba sus zapatos, estaba harto, harto de la poca confianza de Edward, de que siempre estuvieran peleando, de nunca entenderse entre ellos... ya no podía con eso... lo sentía por el supuesto hijo, pero no era la marioneta de nadie, menos la de Edward que siempre se quería salir con la suya. Todo lo metía de mal modo en la maleta.

 

El agua paró de correr y el rubio alquimista salió del baño mientras caminaba con sus ropas limpias y mirando al suelo al ejecutar su tarea de secarse el cabello con una toalla un poco grande y pesada para su gusto. Encontró un calcetín de Mustang en el suelo y aquello confundió a Edward, obligándolo a levantar la mirada y que sus ojos se sorprendieran ante lo que veía.

-¿¡Q-qué haces...!?- Preguntó con cierto temor.

 

-¿Qué no es obvio? Me largo -soltó Roy viéndolo con cierto cinismo en la mirada.

 

-¿¡Qué?!- Edward dio un paso al frente sin poder si quiera creer en lo que escuchaba. -¡No puedes...!

 

-Claro que puedo, lo estoy haciendo -decía, cerrando su maleta y caminando hacia la puerta de la habitación -Me gustaría poder echarte, pero con ese niño aquí, no me atrevo. Así que, mejor me largo yo.

 

Sintió su garganta aprisionarse con un nudo y vista comenzó a temblarle mientras dejaba la toalla caer al suelo y se aventuraba a tomarle del brazo. - ¡Si te vas no podremos solucionar las cosas...!- Dijo el rubio sonando alarmado.

 

-¿Qué cosas quieres solucionar? -preguntó soltándose con fuerza de Edward y continuar su caminata hacia la puerta.

 

-¡Este estúpido problema!- Habló Edward con sus manos temblándole ligeramente. -¡Este problema absurdo que no tiene ni razón por separarnos!

 

-No, Edward... está más allá de este problema. Te lo dije abajo, "¿Qué tal si alguno de nosotros necesita tiempo para estar solo?" Pero claro... eso a ti no te importa, mientras tu estés feliz, bien... todo será perfecto, yo me puedo ir al cuerno -el ojo izquierdo de Roy había empezado a oscurecerse, gruñó por esto.

 

-¡Claro que me importa! ¡Tú me importas!- Insistía el rubio mirando al moreno. -¡¿Necesitas tiempo solo?! ¡Está bien, pero no me dejes!

 

Roy le miró seriamente y sin decir nada solo salió del cuarto que antes compartían Edward y Mustang. Roy había olvidado su medicina en el buró de noche.

 

Edward no dudó en seguirle y sus flequillos húmedos no hacían más que fastidiarle la vista. Le siguió por aquel pasillo y con una mirada insistente en sus orbes al sentirlos acuosos. -¿¡Qué quieres que te diga para que pienses mejor las cosas?!- Preguntaba el rubio con el nudo en su garganta cortándole la voz de vez en cuando.

 

-¡Ya déjalo, Acero! -soltó Roy sin mirar a Edward y continuar caminando con la pesada maleta en sus manos. Ben escuchó el grito de sus padres y miró hacia la entrada de la sala.

 

Sintió una impotencia en aquel momento correr por sus venas, bajó la mirada y las grandes ganas de gritar con fuerza no le sobraban, más se contuvo y solo se giró sobre sus talones. -Está bien ‘Van Hohenheim', abandóname.-Susurró herido y haciendo referencia con su propio padre por el modo que Mustang planeaba dejarle.

 

Roy se detuvo ante las palabras de Edward. Lo odiaba... odiaba que siempre se hiciera la victima, pero esta vez ya no caería, estaba harto de esto. Él también merecían un poco de comprensión, un poco de cariño y tiempo... no solo se podía dedicar a darlo, también necesitaba sentirlo. También quería que le rogaran, que le buscaran... no solo él.

-No eres más que un egoísta...-soltó con pesar.

Continuó caminando hacia la puerta de la casa.

 

-Si fuera un egoísta seguiría en nuestra habitación y no estaría aquí, parado como un imbécil...- Susurró controlando sus emociones.

 

-¡¿Cuándo será la maldita vez que pienses las cosas antes de decirlas?! -le gritó por fin encarando al rubio, los ojos de Roy temblaban y se podían ver ligeramente acuosos.

Ben se asomó por la entrada de la sala y miró a su papá furioso. Roy no esperó respuesta de parte de Edward y salió de la casa dando un fuerte azotón a la puerta.

 

Edward sintió como aquel azotón le hacia comprender enteramente la situación en la que estaba y lo que estaba a punto de enfrentar. Fue como si aquel abandono le hiciera realizar los errores que había cometido hacia Mustang, la pareja que... ya no tenía.

Sintió como sus ojos acuosos liberaron las lágrimas necesarias para considerarse llanto y Edward no supo cuando corrió a la puerta y la abrió en busca del pelinegro.

-¡Por favor no me dejes!- Gritó Edward quien ya no le importaba y había comenzado a llorar. -¡Regresa! ¡Roy! ¡Te lo suplico!

 

Roy enseguida se detuvo, la verdad si le había sorprendido que Edward saliera a buscarlo, esperaba tener que dejar pasar el tiempo y depuse él tener que disculparse, pero no... él ya había tomado una decisión, continuó caminando.

Ben miraba desde dentro de la casa como su mamá le lloraba a su papá, de repente todo le pesaba al pequeño.

 

-¡R-Roy!- Gritaba el rubio que caía de rodillas al ver que sus suplicas, y el hacer su orgullo a un lado, no funcionaba como sus esperanzas le hacían creer que lo harían. Las lágrimas pesadas del rubio cayeron al suelo, mojándolo en el proceso como si se tratase de una pequeña lluvia. Edward negó varias veces y sus lamentos se hicieron audibles. -¡Vuelve! ¡Roy, te lo ruego!

 

-Mamá...-susurró Ben saliendo de la casa hacia Edward, el cuerpo del pequeño nuevamente empezaba a desaparecer. Roy se volteó tras escuchar la voz del pequeño, siendo testigo de cómo Ben caía al suelo con fuerza. El cuerpo del rubio menor se veía desvanecer.

 

-¡Ben!- Los ojos de Edward se abrieron ampliamente al ver al niño caer de aquella manera. Se giró completamente hacia donde el pequeño estaba y lo intentó cargar mas nuevamente sus manos lo traspasaban, alarmándolo considerablemente. -¡No! ¡Ben! ¡Se fuerte!

 

Roy olvidó su maleta en la calle y corrió hacia el pequeño para ver como se encontraba. Apenas y respiraba -¡Ben! -soltó Mustang un poco más calmado que Edward, más por dentro sentía algo de angustia.

-Papá... no... no dejes a mamá... por favor...-pidió el pequeño levantando su mano para que Roy la pudiera tomar. El pelinegro abrió sus ojos en sorpresa -Mamá... mamá te quiere mucho...

Ahora lo entendía...

 

Edward miraba al pequeño y sus lágrimas le habían tornado el rostro completamente sonrojado. Seguía con sus intentos de tocar al niño pero aquello era en vano y su corazón seguía acelerado.

Primero, Roy lo dejaba y ¿ahora Ben también se le iba?

 

-Aquí estoy...-susurró Mustang, intentando tomar la mano del pequeño Ben, una mentira piadosa no mataba a nadie, Ben sonrió con cierta emoción y cerró sus ojos, empezando a materializarse, logrando así que Roy le tomara la mano con cuidado.

 

-Ben...- Susurró Edward limpiándose las lágrimas de su rostro y acariciándole la mejilla al menor, sintiendo una grata satisfacción al poder tocarlo al fin y sentir su calor.

 

Cargó al pequeño siendo muy cuidadoso con él, Ben se acomodó en el pecho de Roy enseguida.

-¿Es molestia si traes mi maleta, Acero? -preguntó el pelinegro sin mirarle.

 

‘Soy Edward.', pensó el rubio que negó con su cabeza y se levantó de su lugar, caminando hacia la calle mientras su ser se encontraba en la batalla por limpiarse y detener las constantes lágrimas que bajaban de sus ojos

 

Ya dentro de la casa, Roy acostó a Ben en la cama, quien enseguida se acurrucó en la almohada que tenía el aroma de su mamá.

Roy le miraba con interés, ahora lo entendía... no era el pasado el que estaba en problemas... era el futuro... ellos lo estaban cambiando, pero ¿Cómo? ¿Qué estaban haciendo diferente ahora? ¿Qué era lo que estaban haciendo para llegar al punto de una separación definitiva?

-¿Acaso... será mi enfermedad? -se preguntó Roy con cierto temor a ser él el que estuviera privándole de la vida a un pequeño.

 

-¿Enfermedad?- Se escuchó la voz de Edward hablar desde el margen de la puerta y dejando cuidadosamente la maleta en el suelo junto a él.

 

Roy no contestó y continuó mirando al pequeño que dormía en la cama. Edward le había asustado ligeramente.

 

Edward se quedó callado varios segundos y tomó el aire necesario para aflojar el nudo que aún aprisionaba su garganta. Dio varios pasos al frente sin estar seguro si era lo mejor y se colocó a un lado de Roy, mirando a Ben de igual manera.

-¿De qué enfermedad estás hablando...?

 

-No tengo por que darte explicaciones de mi vida, Acero -soltó Roy sin mirar a Edward, tan solo se paró y caminó hacia la puerta del cuarto.

-Dormiré en la sala, tú puedes dormir aquí junto con Ben.

Todo lo decía sin mirar al rubio que supuestamente amaba y con una voz severa y algo seca.

 

Bajó la mirada, en verdad le dolía que Mustang le hablara de aquella manera pero... podía asegurarse que prefería su indiferencia a ni si quiera tenerlo cerca.

-Está bien...- Susurró acariciando la mejilla del pequeño que, indudablemente, si era su hijo y él de Roy. -Que... descanses...

 

Resopló con fastidio, detestaba que Edward fuera tan conformista cuando de él se trataba, no hacia nada, absolutamente nada por convencerlo de hablar o algo... tan solo lo dejaba ir, como si él no tuviera valor alguno para Edward.

Bajó la mirada ante éste pensamiento y sin más, salió de la habitación, dando un cerrón de puerta.

 

El rubio miró por encima de su hombro a la puerta ya cerrada y bajó la mirada luciendo abatido. Se subió a la cama y se acostó junto a Ben para así envolverlo con su brazo humano al besarle la frente.

-Gracias...- Le susurró al pequeño mientras acostaba su cabeza a centímetros de la suya. -Gracias a ti, Roy no se fue... hijo.

 

Ben suspiró con cansancio y se acomodó mejor al sentir el calor de Edward, agarrando casi como automático la camisa de Edward. Un pequeño sonrojo se posó en sus mejillas.

 

El reloj marcaba la una y media de la mañana aquella noche. La luna brillaba y aquel resplandor se colaba por la ventana, iluminando en la oscuridad ligeramente el interior de la casa de los alquimistas.

 

Una persona caminaba con cautela entre la oscuridad de la noche.

 

Toda la casa estaba envuelta en una sofocante oscuridad, que se veía tomada por la luz de la luna, el reloj de madera se escuchaba con fuerza con ruidosos "CLANKS".

Roy estaba sentando en el sillón largo de la sala, viendo a la nada, tenía insomnio o algo por el estilo, ya que sus parpados se cerraban, bueno, uno, ya que el otro era tapado por un parche que no se podía ver por la oscuridad del lugar.

Suspiró con cierta pesadez, sentía sueño, pero no podía conciliarlo.

 

Se detuvo en la entrada de la sala al mirar la sombra que se encontraba sentada, no acostada como él esperaba, sobre el sillón. Mordió su labio inferior mientras se sujetaba de la pared y buscaba el valor suficiente como para adentrarse a mencionado lugar.

 

El perfil de Roy estaba cabizbajo, muchas ideas cruzaban por su mente, más ninguna hilada con otra, era como si su cerebro estuviera sacando todo lo que guardaba y se lo mostrara con lujo de detalles, saturando su mente.

Quería curar su ojo, le temía a la ceguera, a ser un dependiente. Estaba harto del comportamiento egoísta de Edward y cansado de tener que seguir unido a él por un niño que podía desaparecer en cualquier momento.

 

Fue allí cuando un inesperado peso se sintió en aquel sillón y unos brazos rodearon el pecho del alquimista de fuego en el momento que un rostro se escondió en su pecho. Edward temía el no ser bien recibido por su aparición y el descaro de abrazarle sin aviso alguno pero... él lo necesitaba.

 

Roy se sobresaltó casi enseguida al sentir un peso sobre él, más el olor característico de lo que él seguía pensando eran fresas, llegó a sus nariz con rapidez.

Roy no correspondí el abrazo, pero tampoco lo rechazó.

-¿Qué haces, Acero? -preguntó, agradeciendo que la negrura era tanta que su parche apenas y podía ser notado.

 

-No puedo dormir por que no te tengo a mi lado...- Susurró sonando un poco diferente por tener su rostro sumergido en el pecho de Mustang. Sus brazos se atraían más hacia él con el temor de que desapareciera en la oscuridad de la noche.

 

Las mejillas de Roy se sintieron rojas y podía jurar que su corazón latía ligeramente más rápido, más enseguida se compuso y viró la cabeza.

-Esa no es razón para deambular por la casa, vete a la cama, Ben está solo -insistió, sin hacer nada por alejar a Edward de su pecho.

 

Más Edward no obedeció y se mantuvo abrazado de la persona que más quería en el mundo. -Perdón.- Susurró.

 

Roy no había entendido aquello, ¿Perdón? ¿De que?... ¿por lo de hace un momento, por dejar solo a Ben?

-¿Por qué te disculpas? -preguntó sin dejar ese aire desinteresado al hablar con el rubio que parecía un pequeño por como estaba.

 

-Por comportarme como un niño mimado a veces...- Susurró sonando realmente arrepentido mientras apretaba sus ojos cerrados e intentaba componerse y controlarse las ganas de simplemente besar al hombre.

 

Roy resopló y con pesar, alejó a Edward de su pecho, sin darle la cara, sus manos puestas en los hombros del chico y su semblante serio y molesto.

Roy no mediaba palabra.

 

-Te... amo...- Susurró Edward entristecido por el rechazo que sentía. -Te amo, Roy... no quiero perderte...

 

Alejó sus manos de los hombros de Edward, para después recargar su brazo en la bracera del mueble, sin enfrentar la mirada de Edward.

-Lo siento...

 

-¿P-por qué lo sientes...?- Preguntó Acero sintiéndose desprotegido en aquel instante. -No haz hecho nada malo...

 

-Por que no puedo simplemente perdonarte y ya. No es tan fácil, Acero -soltó Roy, encarando a Edward ahora, el reloj cucú sonó en ese momento dando dos campanadas.

-Ya vete... quiero dormir.

 

-No puedo...- Susurró dolido por ver que tan enmarañado estaba su problema. -Duele el ver como ahora ni si quiera me llamas por mi nombre...- Bajó la mirada y se abrazó a si mismo. -¿No es suficiente... verme ahora para saber que tan... arrepentido estoy?

 

-Muchas veces yo estuve en tu lugar... por días, y muchas veces me cerraste la puerta en la cara -empezó Roy viendo al rubio dolido y desamparado.

-¿Por qué me tendría que ser suficiente el que solo estés aquí pidiendo perdón?

 

Edward se quedó en silencio y bajando la mirada hasta esta topar con el suelo. Se sentía como un completo idiota por haber estado tanto tiempo metido en su burbuja...

-¿Qué... puedo hacer para tenerte de vuelta?- Preguntó sin atreverse a mirarle, se sentía tan vulnerable y manipulable en aquel momento...

 

-¿Por qué tendría que ayudarte a descubrir lo que yo aprendí a la mala? -preguntó Roy, se sentía un desgraciado cretino por hacerle algo como eso a Edward, pero necesitaba saber... que tanto le importaba, que tanto estaba dispuesto a dar en aquella platica para recuperarle... si valía la pena... estar con él.

 

Su garganta fue aprisionada nuevamente en aquel nudo que muy vagamente le dejaba respirar a gusto. Varias lágrimas se escaparon de sus orbes doradas y silenciosamente agradeció a la oscuridad que ocultaba el daño en el corazón del alquimista.

-Por que tú eres la ú-única persona en este mundo a la que me permito llorarle y suplicarle como lo hago ahora...- Susurró. -La única persona que siento que en... verdad entiende cada una de mis emociones... la única que en verdad sabe... lo que hay detrás de mi corazón de metal....

 

-Entonces... si se supone que soy tan importante para ti ¿Por qué siempre me tratas como si fuera el malo que solo intenta dañarte? -preguntó Roy intentando no convencerse de las palabras de Edward, ser fuerte y no caer como idiota.

 

-No sé...- Admitió dolido y pensando en su error. -No lo sé pero... ya no quiero hacerlo...

 

-Que lastima -soltó parándose del sillón y pasando por la luz casi con rapidez, sin dejar que el parche se notara en su rostro.

 

‘¿Lástima?', pensaba el rubio al verse abandonado en aquel mueble y sus lágrimas cayendo sobre él. ‘Yo mismo me tengo lástima...'

Quejidos que Edward intentó callar salieron de su boca. -Y-ya no sé que hacer...- Admitió con una mano sobre su boca. -Ya no sé q-que decirte para que me perdones...

 

Roy no miraba a Edward, tan solo suspiró en silencio.

-Ven...-susurró levantando su mano, la cual se pudo ver mejor por el pequeño rayo de luna que entraba por la ventana.

 

Edward llevó sus ojos hacia la mano que sobresalía en aquella oscuridad, aquella mano que le llamaba y no dudó en pararse y acercarse a ella sin pensarlo dos veces.

 

Agarró la mano humana de Edward con suavidad y después lo llevó a su pecho, abrazando al chico con cariño, rodeando su cintura y recargando su mentón en el hombro de Edward.

-Te amo... -tenía miedo de decirle a Edward sobre su ojo -Pero no podemos estar juntos...

 

-¿P-pero por qué no...?- Preguntó como si aquello simplemente le estuviese desgarrando el corazón. Se abrazó con fuerza de Roy y recargando su rostro nuevamente en su pecho. -Nos... amamos... ¿Por qué no podemos estar juntos si nos amamos? ¿Qué hay en contra de aquello? ¿Por qué no podemos estar juntos...?

 

-Me quedaré ciego, Edward...-susurró Roy demostrando miedo en su voz, sintiendo su cuerpo temblar y sin poder evitar caer de rodillas al suelo, sin soltar a Edward en ningún momento.

 

Edward soltó un gritillo por la sorpresa de ser llevado al suelo junto a Mustang pero aquello no se comparaba nada con la gran sorpresa que se llevó al escucharle aquella confesión salir de su boca.

En el suelo, y aún con sus brazos alrededor de Roy, Edward miró fijamente al hombre que tenía su corazón. -¿D-de qué estás hablando?

 

Los brazos de Roy cayeron pesados a sus costados -Cuando fuimos al hospital... el doctor me dijo que mi ojo izquierdo estaba infectado... no me supo decir de que... dijo que es una enfermedad muy rara... Edward... me tendrán que quitar el ojo.

La voz de Roy estaba calmada, pero aquello no era bueno, Roy en verdad necesitaba de Edward... pero no así, no para que le tuviera lastima... ni compasión.

 

La mirada de Edward tembló y momentáneamente olvidó el por que lloraba o por qué estaba triste y todo su ser se enfocó en el pelinegro que envolvía con sus brazos. No sabía que decir, no sabía ni que hacer... jamás había si quiera pensado que algo similar le pasaría a Roy Mustang.

-N-no temas...- Fue lo primero que pudo decir al abrazarle con cariño y protección mientras su rostro se recargaba en el hombro de Mustang. -Aquí estaré yo... no importa lo... que pase, aquí estaré e iremos por ello juntos....

 

-¡¿Es que no lo entiendes?! -bramó empujando a Edward lejos de él -¡¿No razonas la magnitud de este problema?! ¡Me voy a quedar ciego, Edward, C-I-E-G-O! ¡¿No recuerdas lo que pasó hace unos días?! Te empujé de las escaleras, por accidente, por que no te vi, no medí la distancia, ¿Cuántos accidentes más de esos voy a esperar?. No quiero que estemos juntos por lastima, porque crees que es tu obligación cuidarme, ¡Porque de una vez te digo, que no te necesito!

Roy no razonaba sus palabras, estaba enojado con el destino, con su vida, su suerte... no era justo que a él le tuviera que pasar esto.

¿Acaso... acaso era este el problema que cambiaría el futuro?...

 

-¡Si quiero seguir contigo será por todo menos por lástima!- Comenzó Edward tomando ambas manos de Mustang con las suyas y mirándole directamente a los ojos. -Te conozco muy bien como para saber que tu lo último que querías de mi es un enfermero que te cuide las 24 horas. Yo te amo... Te amo y por esto seguiré contigo en las buenas y en las malas.

Besó las tibias manos de Mustang mientras buscaba las palabras para seguir hablando. -No importa lo que pase, yo quiero lidiar contigo este problema y salir de él con una sonrisa...

 

Miró sus manos unidas, Edward en ningún momento le había dejado solo... jamás le dio la espalda, pero... aún quedaba esa espina en el pecho, ese presentimiento de que nada bueno saldría de esto...

-Si me quedo ciego... no podré llegar a ser Fuhrer -soltó aún con su mirada en las manos entrelazadas -Ben no viene a conservar el futuro, Edward... viene a "salvar" el pasado... esta maldita enfermedad nos está arruinando nuestro futuro... ¿Qué hago yo al saber eso? ¿Cómo puedo si quiera evitarlo? Es imposible puesto que esta enfermedad no tiene cura... es... es irremediable...

 

-Me tienes a mí que verá por ti...- Comenzó Edward con una voz suave y levantando su rostro para notar el parche en el ojos de su coronel y acercarse a él para darle un beso. -Talvez todavía tengas esperanza...

 

Sentir el beso de Edward le había levantando ligeramente el ánimo, pero aún estaba ese sentimiento de acongojo en su pecho.

Se abrazó a Edward con fuerza y recargó su mejilla en el hombro de éste, no dijo nada... no lloró... ni se quejó... simplemente estuvieron abrazados por largo rato...

 

El sol remplazaba la luna y un nuevo día bañaba a la ciudad Central donde un chico rubio dormía en brazos de un pelinegro en el sillón de aquella espaciosa sala.

Los ojos de Edward, cerrados como estaban, temblaban ligeramente en señal de que el alquimista soñaba. Lo que aquella mañana sobresalía más en el rostro de Edward... era su sonrisa.

 

Roy se removió en sueños, haciendo que su cabeza cayera pesada hacia un lado, el parche seguía en su rostro y sus brazos rodeaban a Edward como si alguien intentara quitárselo.

Los rayos del sol empezaban a colarse tenuemente por la ventana de la sala, llegando justo al sillón en donde Roy y Edward descansaban.

 

-N-no...- Murmuraba Edward al sentir el picazón de los rayos y destellos del sol postrarse sobre sus ojos. -No quiero despertar...- Se quejó cuando llevó una de sus manos a cubrirle sus ojos. Frunció el cejo y sus ojos se abrieron lentamente para recordar que se había quedado dormido en la sala junto a Roy. Le miró por varios segundos y sonrió al besarle la mejilla con cariño.

 

Movió ligeramente la cabeza, más no se despertó, al contrario, optó por acomodarse de una mejor manera y quedar completamente de lado sin tumbar a Edward del sillón, el sueño había llegado pesado a Mustang.

 

Sonrió y se le quedó mirando por varios segundos al acariciarle la mejilla con sumo cuidado y ternura. -Necesitas descansar...- Susurró al mirar el parche sobre su apuesto rostro. -...para recuperarte...

 

Una especie de golpeteo se escuchó por toda la casa, Roy frunció el cejo más no se despertó, Ben hizo acto de presencia en la sala, con su carita adormilada, rascándose un ojito y con su trenecito en la mano.

-Mami... me dejaste solo -se quejó el pequeño al ver que había despertado solo en la cama.

 

Levantó la mirada y le sonrió para después levantarse con cuidado del sillón para caminar hacia donde el pequeño estaba y tomarle su mano libre para así guiarlo a la cocina a donde llegaron sin mucho tiempo de demora.

Edward cargó a Ben por las axilas y lo colocó sobre la mesa donde le besó la mejilla. -Perdóname, pero papi y yo tuvimos que arreglar unas cosillas entre los dos.- Dijo el rubio con un tono maternal en su voz.

 

Ben bostezó con fuerza y se rascó un ojito con flojera -¿Papá ya no se va a ir? -preguntó Ben sin estar del todo despierto, su tren descansaba a su lado.

 

Edward negó con su cabeza y sonriéndole al pequeño. -Mamá ya le pidió perdón a papá por descuidarlo mucho...- Comenzó el rubio al acariciarle la mejilla a su pequeño. -Ya nos perdonamos y parece que todo está mejor entre nosotros...

 

-¿Pedirle perdón? -preguntó el pequeño ladeando la cabeza -Pero si tu nunca le pides perdón a papá, él es el que siempre te anda busque y busque.

Decía el pequeño moviendo sus manitas al ritmo de sus palabras.

 

-¿Es... en serio, Ben?- Preguntó Ed un poco sorprendido por lo que su hijo le había confesado, y no pudiendo evitar sentirse algo triste por ello.

 

-Sip, me da risa porque hubo una vez en la que se pelearon, yo no se porque, nunca me dicen, y dejaste a mi papá dormir en la calle, dijiste que se lo merecía, mi papá se resfrió -contó Ben sin poder evitar reír ante el recuerdo de ver a su papá sentado en el sillón, ya que ni en la cama Edward le dejaba estar, con la nariz roja y enfermo.

 

Edward se quedó boquiabierto al escuchar el relato de su hijo, ¿acaso habrían veces en las cuales él sería tan ruin con Roy tan solo por una pelea? Dios, pobre de Mustang.

-Y-ya veo...- Dijo Edward al rascarse la mejilla al imaginarse la escena que contaba Ben. -No sé como el Roy del futuro aguanta todas esas cosas...

 

-Yo le pregunté, porque una vez también me enojé contigo -dijo Ben sin ver directo a los ojos de su mamá, por la pena -Me dijo que... tu has aguantado más que todo el mundo junto... y que él no se puede quejar por como te enojas por cosas tontas. Pero no le entendí bien...

 

El alquimista de acero se quedó callado varios segundos mientras meditaba las palabras del pequeño Ben y los mensajes ocultos que había en ellas. Edward había sufrido mucho, era verdad... Su madre, la transmutación, los implantes de metal, ingresar al ejército y ver morir a mucha gente... De verdad que... en su vida se estaba guardando todo el dolor que en realidad sentía, descargándolo en peleitas

No pudo evitar sonreír. -Ben... tu papá me quiere mucho...

 

-Ya se -soltó el pequeño sin darle mucha importancia a las palabras de Edward -Ahora me queda muy claro -dijo agarrando su trenecito y mirando a Ed -¿Y papá?

 

Edward miró por encima de su hombro hacia la entrada de la cocina donde se podía ver claramente la sala y que en el sillón se encontraba Roy aún recostado probablemente en el quinto sueño. Sonrió.

-Aún dormido en la sala...- Susurró Ed al volver a mirar al pequeño que tenía sobre la mesa.

 

Ben se asomó inclinando todo su cuerpo hacia el frente mirando a su papá -Que raro, si siempre se levanta bien temprano -dijo el pequeño mirando a su mamá con ojos grandes -¿Y el desayuno?

 

-Ah, enseguida lo preparo...- Afirmó Edward juntando sus manos y caminando hacia la lacena en busca de algo que preparar, un desayuno para tres.

 

Ya era la tarde y la familia caminaba por los pasillos de una tienda enorme, viendo todo a su alrededor, la ropa nueva, juguetes para el pequeño que seguía con ellos, en fin, muchas cosas eran vistas por ellos, más nada era comprado.

Ben caminaba agarrado de las manos de su papá y mamá, dando de vez en vez brinquitos que se aguantaban en el aire por que Edward y Roy le ayudaban a saltar.

-¡Y brinca, que brinca, que brinca! -decía Ben con los ojos cerrados y una enorme sonrisa en la cara. Roy miraba al frente, siendo cuidadoso con el pequeño que ayudaba a elevarse, su parche estaba en su ojo izquierdo.

 

Edward reía al ver a su hijo disfrutar del momento, su cabello en una coleta se movía graciosamente con cada paso que daba. Enfocó su atención en Roy y lo miró con cautela.

-¿Estás bien?- Preguntó con su voz calmada. -Luces algo... serio.

 

Roy le miró con el ojo abierto ante la pregunta y enseguida negó con suavidad.

-Estoy bien, descuida -dijo dedicándole una sonrisa tenue, más enseguida se borró y continuó mirando al frente, Ben seguía saltando agarrado de las manos de sus papás.

 

-Pero...- Mas casi tropieza por el inesperado jalón en su mano por Ben y, al componerse, siguió hablando. -Roy, sabes que cualquier cosa puedes confiar en mí, lo que sea...

 

-Lo sé...-dijo sin mirarle.

Ben dejó de saltar y ahora veía a los demás niños de su edad siendo cargados por su papá. Se soltó de la mano de Edward y se puso frente a Roy.

-¡Papá, cárgame! -dijo el pequeño alzando sus manitas hacia Roy.

 

Edward miró la escena y dejó de caminar para sonreírle al pequeño Ben y esperar las acciones de Mustang.

 

Más Roy lo pasó de largo, pero no porque quisiera, Mustang lucía distraído y no había prestado atención al pedido del pequeño Ben.

El niño miró a su papá continuar con los ojos sorprendidos.

 

Extrañado por su comportamiento, Edward tomó la mano de Ben y siguió al pelinegro sin entender realmente que sucedía. -¿Roy?- le llamó. -Ben te pidió que si lo cargabas...

 

-¿Eh? -parpadeó al escuchar a Edward -¿En serio? -miró al pequeño agarrado de la mano de Ed, con un puchero y el cejo fruncido en enojo -Perdóname, Ben. No te escuché -dijo acuclillándose frente al pequeño y acariciarle la cabecita rubia.

Ben se cruzó de brazos y le volteó la cara.

 

-Oh, vamos...- Comenzó Edward acariciándole la cabeza con ternura a Ben en un intento de alentarlo. -Papá te cargará...

 

Ben miró a Edward y después a los niños que eran cargados por sus padres, él también quería presumir a su papá.

-Bueno -soltó el pequeño para rodear a Roy y subirse con esfuerzo a la espalda del pelinegro, y con ayuda de éste a sus hombros, agarrando con fuerza la frente de Roy, moviendo sin querer el parche.

-Espera, Ben...-se quejó Roy, intentando acomodarse el parche sin soltar al pequeño.

 

-Yo te ayudo.- Dijo el rubio posesionándose frente a Roy y acomodándole el parche gentilmente para así sonreírle a su pareja. -Listo.

 

Roy le devolvió el gesto y así continuaron caminando, Ben le sacaba la lengua a quien le viera en los hombros de su papá, presumiendo que estaba muy alto y que su papá era el mejor.

-¿A dónde quieren ir? -preguntó sin poder notar las caras del pequeño que de vez en vez movía sus piecitos en el aire.

 

Edward paseó su mirada alrededor de aquella tienda en busca de la salida y al encontrarla divisó frente ella una pista de patinaje sobre hielo donde se podía apreciar poca cantidad de personas disfrutando de aquella diversión que aquella pista les brindaba.

-Eso se ve divertido...- Soltó el rubio sin si quiera notar que su pensamiento había sido en voz alta.

 

-¿Vamos? -preguntó Roy a Edward, sin dejar caer al pequeño Ben, tomó la mano de Ed.

-¡Sí, vamos a patinar! -soltó el pequeño jalando el cabello de Mustang con suavidad. Roy asintió y caminaron hacia la caja en donde debían de pagar y tomar los patines alquilados.

-Oye, Edward ¿Tu sabes patinar? -preguntó Roy pagando los patines de los tres.

 

-Jamás lo he intentado pero...- Miró a su alrededor, a las personas patinando como si fuera la cosa más fácil del mundo y disfrutando de ello. Ed sonrió con confianza y miró a Roy con su típica sonrisa llena de seguridad. -...ha de ser sencillo.

 

Roy sonrió con cierta maldad en su mirada -Claro, sencillo -repitió y terminó de pagar para darle sus patines correspondientes a cada uno, Ben estaba en la silla con unos patines pequeños amarrándoselos con dificultad.

-Mami, no puedo, ayúdame -pidió el pequeño con sus patines sin abrochar y hechos nudo. Roy terminó de ponerse los suyos.

 

-Espera un segundo.- Pidió Edward mientras terminaba de amarrarse los suyos pero, al intentar parase, sus pies tambalearon y casi se va de bruces al suelo puesto que alcanzó a tomarse de la silla en la que momentos antes estaba sentado.

Sudó una gota y a pasos difíciles caminó hacia Ben para así colocarse a como pudo de rodillas frente a él y le amarró las cintas.

 

Ben esperó a que terminaran de ajustarle los patines y después se paró con agilidad para caminar con prisa hacia la pista, sin ningún problema.

-¡Vamos, mamá! -soltó el pequeño con emoción.

Roy ya estaba listo y esperaba a que Edward le siguiera para adentrarse a la pista -Vamos, no es un reto para el alquimista de acero ¿o sí? -preguntó con cierta burla y mirando al rubio con una sonrisa de victoria.

 

-¿Esto? ¿Un reto para mí?- Preguntó Edward mientras caminaba con mucha dificultad hacia la pista y sosteniéndose de todo lo que pudiese y tuviera a su paso. Miró a Roy con ojos presuntuosos y como si a él nada se le dificultara en la vida. -¡Ja! Ni en broma...

 

-Aja -soltó para después caminar hacia la pista y comenzar a patinar con increíble destreza y habilidad, Ben también era bueno patinando, aunque de vez en cuando se tambaleaba, pero enseguida volvía al buen equilibrio.

 

 

Edward mordió su labio inferior al ver como aquel par patinaba y bajó su mirada para ver sus pies. -Muy bien...- Comenzó al meter un pie dentro de la pista sin soltarse del barandal que había en la entrada. -Si Roy puede y Ben también... Obviamente yo también tengo que poder.- Dijo para alentarse y meter el otro pie, tambaleando un poco, pero el agarre en el barandal le ayudaba a mantener su equilibrio

 

Ben apareció de la nada con un trenecito de amigos agarrados de la mano, conduciéndose entre todos. Las personas empezaban a llegar más y la pista se veía algo llena de parejas y niños patinando.

-¡Vamos, mami! -soltó el pequeño algo apartado de su mamá y papá.

 

Ed lo miró irse y tragó en seco. -De acuerdo, ya no se ve tan fácil...- Susurró sin soltarse del barandal y sintió un empujón en su espalda cuando un señor gordo ingresó a la pista de hielo.

-Muévete, niño.- Dijo el hombre con voz tosca y sonando molesto. -Estorbas.

Edward frunció el ceño y desvió su mirada para después soltarse del barandal rojo y dar un pequeño e indeciso paso hacia atrás. -Vamos, Ed, tu puedes...- se dijo a si mismo girando lentamente sobre su propio eje y con pasitos tontos y de un notable primerizo. -Esto no es un reto para mí...

Y así Edward se aventuró a deslizar su pie lentamente hacia el frente, sintiendo como el hielo hacía que su pie se deslizara un poco más de la cuenta y que aquello se tornara en un problema para el rubio que se vio obligado a mover su otra pierna sobre el hielo y con el mismo destino pero esta vez llegando más lejos.

-¡Waaah!- Se quejó al "patinar", sus pasos volviéndose involuntarios y en menos de cinco segundos, saltó en el aire y calló de espaldas en el suelo helado.

 

-¡Edward! -soltó preocupado Roy al ver al rubio en el suelo, patinó con gracia hacia él y se acercó -¿Estas bien? -preguntó con el cejo fruncido hacia arriba.

Varios miraban con gracia y burla el destino de Edward.

 

Edward parpadeó varios segundos estando recostado y, al ver a Roy, rápidamente se sentó sobre el hielo. -¡C-claro que estoy bien..!- dijo algo avergonzado por todas las miradas que sentía sobre él. -Solo me tropecé.- Mintió en un intento de pararse del suelo.

 

Roy le miró sudando una gota, pasando su mirada por toda la pista y encontrando a Ben jugando, un poco más tranquilo miró a Edward de nueva cuenta, esperando el momento indicado para poder ayudarle.

 

Se paró con algo de dificultad sintiendo toda su espalda mojada por el hielo y comenzó a literalmente caminar sobre el hielo hacia la pared de la pista. -Dicen que todo experto comienza su rutina de patinaje al caminar por las orillas de la pista...- Mintió en un tono de sabelotodo e intentando no quedar en ridículo con su pareja. Sus pasos eran pesados por los zapatos que llevaba, y de vez en cuando resbalaba, pero Edward encontraba la forma de mantenerse de pie y seguir caminando graciosamente.

 

Roy sudó una gota al ver a Ed en un intento fallido de superioridad -Lo que digas, Edward -soltó para comenzar a patinar de nueva cuenta lejos de Ed y esperar a que la mascarada de superioridad chistosa se le pasara al chico y le pidiera ayuda.

La gente se empezó a acumular.

 

-A un lado.- Le dijo una chica rebelde al alquimista principiante, pasando a una velocidad extrema en frente de Edward y haciendo que este tabaleara un poco hacia atrás.

-Muévete, enano.- Un chico alto soltó molesto al ver como Edward obstruía su camino y tuvo que darle la vuelta para seguir con su camino.

-¡NO SOY ENANO!- gritó Edward sin esperar segundo alguno y girando rápidamente sobre su eje sin esperar lo resbaloso del suelo y terminando en el suelo de sentón. -Eso dolió...- susurró sobándose su trasero mientras cerraba un ojo.

Un grupo de niñas pequeñas se detuvieron frente el rubio, riendo sobre el tropezón que había tenido el chico. Edward de inmediato frunció el cejo y comenzó a gatear hacia la pared que ya se encontraba muy cerca de él.

-A un lado niñas, la técnica de los chinos expertos en el patinaje es gatear sobre el hielo.- Inventó un tanto avergonzado y ya malhumorado.

 

Los patines se deslizaron con suavidad tras el alquimista de acero y sin pedir autorización tomó al chico con cuidado de los hombros para poder ayudarle a estar de pie.

-¿No te dolió? -preguntó una voz un tanto juvenil más la madures estaba en ciertas notas de la frecuencia.

 

Edward miró sobre su hombro y encontró a un hombre sosteniéndole ya estando de pie. Se sorprendió por aquello más el tipo se veía como buena persona y Ed no le recriminó nada por ayudarle así que solo asintió ante su pregunta. -Un poco...

 

El hombre sonrió y sin soltar a Edward de la cintura, lo apegó más a él -Sí gustas, yo puedo enseñarte a patinar, lindura -coqueteó reafirmando su agarre y sonriendo de modo sensual.

 

Un sonrojo no tardó en aparecer en su rostro y Edward rápidamente sintió los nervios invadirle su cuerpo. -N-no te preocupes, yo sé patinar.- Mintió sin si quiera haber analizado lo que decía.

 

-Pues a mi no me parece, andas tropezándote cada momento, vamos...-soltó acercándose más a Edward a su rostro -No muerdo...-murmuró a centímetros de los labios del chico, sin apartar su mirada de las del rubio.

 

-O-oye, enserio...- Comenzó Edward aún ruborizado al empujar al hombre un poco hacia atrás y sin ser brusco. -Mi novio me enseñará si se lo pido.

 

-¿Novio? -preguntó con algo de desilusión en la voz -Ya decía yo que era demasiado bueno que un chico tan lindo estuviera tan solo, que lastima -dijo soltando a Edward con cuidado y dejándolo bien sujeto a la pared para que no se cayera -Eso si que es mala suerte, ¿no? -dijo con un ligero rubor en las mejillas y una gota resbalando por su cabeza.

 

-Vamos...- Comenzó el rubio sintiéndose algo halagado por lo que el hombre le decía y sujetándose de la pared. -Apuesto que en esta pista te encontrarás a alguien más lindo que yo que esté disponible, arriba esos ánimos.

 

Una chica de cabello largo pasó a un lado del rubio y el hombre desconocido, más tropezó con un pequeño y cayó al suelo.

-Si, tienes razón -soltó el hombre patinando con velocidad hacia la chica y ayudarle a levantarla, se pudo escuchar con suma claridad -Si gustas yo puedo enseñarte a patinar, lindura -la chica se sonrojó, el tipo era un casanova.

 

Edward sudó una gota y suspiró. -Por un momento me sentí especial.- Dijo para si mismo y miró a su alrededor en busca de su pareja sin poder encontrarlo. -Me pregunto si Roy se burlará de mí si le pido que me ayude a aprender a patinar...

 

-No la verdad, es más burla verte intentarlo tan patéticamente -soltó Roy a espaldas de Edward. Ben seguía con los niños patinando -¿Quién era ese? -preguntó al ver al tipo que había sujetado a Edward como si le perteneciera. Frunció el cejo.

 

Volteó rápidamente sobre su hombro y sus ojos se toparon con los oscuros de Mustang.

-No lo sé, alguien amable que me levantó del suelo...- Contestó Edward sin poder evitar sonreírle al pelinegro tras de él.

 

-Ya veo -olvidó al tipo y dirigió su mirada a Edward con una sonrisa tenue en los labios -Entonces... ¿Quieres que te enseñe a patinar, amor? -preguntó Mustang con una voz que dejaba ver sensualidad y cierta picardía. Levantó su mano para que Edward la tomara.

 

-Hace mucho que no me decías "amor"...- Susurró el rubio tomando la mano de Mustang y asintiendo a su propuesta. -Encantado de aprender de ti, cariño.-Contestó con una sonrisa amorosa y cuidadosamente soltándose de la pared al sentirse ya más seguro por estar al cuidado de Roy.

 

-Lo mismo digo -susurró acercando más a Edward hacia sí, pasando su mano por la cintura de Edward y reafirmando su agarre.

 

Edward sonrió al sentir su cuerpo contra el de Mustang y sin dejar de mirarle. -Estoy listo.

 

Roy asintió con suavidad ante la iniciativa de Edward, justo cuando se separaron más lejos de la pared...

-¡PAPÁ, MAMÁ! -Ben se pegó con fuerza de la pierna de Roy.

-¡Wah! -haciéndolo resbalar y que cayera de espaldas con Ed encima de él. Ben se había echo a un lado, sudando una gota.

-Uy... perdón...

 

-Creo que ya me estoy acostumbrando a terminar en el piso en vez de patinar.- Confesó Edward cómodamente sobre el pecho de Roy.

 

Roy rodó los ojos, pues, claro a él le había dolido más, lloró cómicamente.

Después del altercado con Ben y pidiéndole que continuara patinando con sus amigos, Roy se había enfocado en enseñarle a Edward lo básico del patinaje y vaya que el chico era bueno aprendiendo.

-Vamos, ahora deslízate y date una vuelta para regresar -pidió Roy que ya no sostenía al alquimista, puesto que sabía muy bien mantenerse en pie.

 

-Una vuelta, de acuerdo.- Soltó el rubio que no tardó en patinar sin miedo y siguiendo las ordenes de Mustang para darse una vuelta y patinar hacia Roy. Al deslizarse hacia él, Edward tomó sus manos y lo miró con una sonrisa orgullosa en su rostro.

-¿Ves? Esto no es un reto para mí.- Dijo Edward con su actitud de "yo soy lo máximo" de vuelta.

 

Roy le metió un zape suave -No te confíes -dijo con voz estricta -Ahora... -sonrió con maldad -Si dices que no es un reto para ti -Patina hacia el frente da dos vueltas y un salto, pequeño, tampoco quiero terminar recogiendo tu cara del hielo.

 

-¿U-un salto?- Preguntó el rubio dudando secretamente de sus habilidades. -Pero si no soy una bailarina, ¿para que quiero saltar?

 

-Tampoco con gracia, si de lo que careces es de eso -se quedó pensando -Aunque también de estatura -murmuró solo para sí -Tu no sabes cuando vendrá un tipo feo y gordo a empujarte o algo, necesitas saber esquivarlo y más aún, después de esquivarlo viene un obstáculo pequeño (como Ben) debes saber burlarlo.

 

Edward lo pensó varios segundos para después fijarse una meta. -De acuerdo...- Soltó para después soltarse de Roy para comenzar con la rutina encargada. Patinó unos cuantos pasos a una velocidad media y dio la primera vuelta sin problema y después la segunda tambaleando un poco pero arreglándoselas para retomar el equilibrio.

 

Roy sudó una gota, había mucha gente, de seguro se terminaría golpeando con alguien -Mejor olvídalo, Edward -dijo Mustang ya un tanto arrepentido, además, empezaba a sentir hambre.

 

Pero Edward le ignoró y dio el salto. Pasaron varias personas a su lado al brincar pero no cayó al suelo sino se fue patinando con dificultad hacia Mustang y chocó con su pecho, sujetándose con fuerza de su pecho.

 

Roy se tambaleó ligeramente al recibir a Edward y sonrió -En verdad que no representa un reto para ti -halagó Mustang, pues sabía reconocer cuando Ed le cerraba la boca con sus habilidades.

 

Edward le miró por varios segundos y no tardó en sonreírle ampliamente para así brincar en sus brazos y robarle un beso en la mejilla. -Y quería aprenderlo para poder hacer eso.- Admitió con cariño.

 

Le sujetó casi por inercia de la cintura, al recibir el beso en su mejilla -Eres un niño -soltó rodando los ojos y después mirar fijamente el rostro de Edward, tomándole de la mejilla y acercándolo más hacia él, para poder robarle un beso en los labios, en esa pista de hielo.

 

Iba a quejarse, él NO era un niño, pero el beso que recibió en sus labios logró callarlo por sorpresa y Edward solo se dejó hacer al rodearle el cuello con sus brazos.

 

-Mamá... tengo hambre, jaló el pequeño el pantalón de Edward, viéndolos con el cejo fruncido -Dejen de cortejarse y vamos a comer.

Roy se separó de Edward demasiado sonrojado -¿Co-cortejarnos? ¡¿Niño, quien te ha enseñado eso?!

-Pues tú, papá... siempre me dices lo mimos cuando hay una niña en el parque -imitando a Roy -"Vamos, hijo. Cortéjala o te la ganan" y ahí voy como burro a hacerte caso.

Roy sudó una gota -No hagas mucho caso de mis ordenes.

 

-Pues Ben no necesita de "cortejos" para que una niña se fije en él.- Comenzó Edward orgulloso de su hijo. -Es mi hijo y por eso TODAS las niñas estarán tras él.

 

-No, wakala! -soltó el niño con el cejo fruncido, y claro, a la edad de seis años, lo que menos quieren los niños son niñas y lo que menos quieren ellas, pues son a los niños.

 

Cinco de la tarde, el día muy tranquilo en la casa de los tres alquimistas. Edward caminaba por el pasillo que daba a su habitación con Mustang mientras se hacía la trenza en su cabello dorado.

 

Ben dormitaba su siesta en el sillón de la sala, había estado jugando con su tren de madera después del patinadero y había quedado exhausto en el sofá.

Roy en cambio estaba en el baño observado fijamente su reflejo en el espejo, palpando su ojo sin el parche, estaba rojo, cada vez se ponía peor y sin importar cuantas veces se pusiera el medicamento o el parche, su ojo parecía no querer sanar...

Lo que tenía no podía curarse...

 

Se escucharon dos golpeteos en la puerta del baño anunciando la llegada del alquimista de acero preocupado por su pareja. -¿Roy, puedo pasar?- preguntó educadamente y respetando la privacidad del moreno.

 

Se tapó con rapidez el ojo, a su parecer, demasiado grotesco para dejarlo ver así como así.

-Pasa...-soltó haciendo como si buscara algo entre las cosas del lavamanos.

 

La puerta se abrió lentamente, mostrando a Edward quien no tardó en adentrarse al baño y abrazar por detrás a Mustang, recargando su rostro sobre su espalda.

-Llevas aquí mucho tiempo...- Susurró con cariño.

 

-Sí, bueno...-sintió el calor del cuerpo de su pareja en su espalda -Solo estaba buscando unas cosas -mintió dejando de rebuscar sabrá él que.

 

-Ben está dormido, la casa esta bien callada...- Comenzó sin soltarse de su pareja. -Solo estamos tú y yo...

 

Roy sonrió con sensualidad ante las palabras de Edward -¿Me estás proponiendo algo, Edward? -preguntó acariciando las manos del rubio en su estómago.

 

-Quizás...- Susurró el alquimista acurrucándose en la espalda de su pareja. -Depende de que tengas en mente...

 

Roy sonrió ante las palabras de Edward y enseguida se volteó para quedar viendo al frente del chico, para sujetarle con fuerza y después sentarlo en el lavamanos y tenerlo un poco más a su altura.

-¿Tu que me sugieres?

 

Rió calladamente con complicidad y se acercó al oído de Roy para allí susurrarle coqueto: -Intentar hacer a Ben...

 

-Sería un tanto extraño, ya que hemos tenido relaciones por varios meses y nunca has quedado embarazado -medito Roy pensando que muy remotamente algo de alquimia tendría que ver en esto, pero crear órganos era un tanto peligroso.

 

-Nunca hace daño intentarlo...- Susurró con cariño el rubio y envolviendo con sus brazos el cuello de su pareja. -No perdemos nada.

 

Roy sonrió y empezó a besar la boca del rubio, siendo delicado, pasando sus manos por la espalda del chico e intentar quitarle la camisa que traía encima.

Con algo de ansia.

 

El trenzado le besó de vuelta al pasar sus manos por el cabello oscuro y siendo delicado al dar suaves estirones en sus flequillos.

 

Roy pasó a besar el cuello de Edward, mordiendo ligeramente la piel del chico, para después lograr quitar la molesta camisa y dejar al rubio solo con el pantalón, el cual fue enseguida desatado por las hábiles manos del pelinegro, quien seguía entretenido en el cuello del menor.

 

-Roy...- murmuró el rubio de los ojos cerrados con una mano colándose dentro de la camisa de su pareja y la otra abriendo los botones de esta.

 

Sus manos subieron por toda la espalda de Edward y con cuidado desataron la trenza que el chico llevaba, Roy pasó sus dedos entre el cabello del chico, desasiendo por completo la trenza y dejando la rubia cascada caer libre por los hombros de Ed.

Enterró su nariz en el cabello y aspiró su aroma...

Sí eran fresas... sonrió ante esto.

 

Edward sintió como sus cabellos se erizaban al sentir como Mustang aspiraba sobre su cuello, arqueándolo al instante y gimiendo calladamente. Jaló la camisa de Mustang y la retiró, tirándola al suelo donde la suya estaba.

Siempre le había gustado el trato que Roy tenía con él en aquellas ocasiones...

 

Se alejó ligeramente de Edward para poder verle de frente, aún con su parche en su rostro, acarició la mejilla morena con suavidad.

Viendo detalladamente cada parte del chico, memorizándola.

 

Notó la mirada que Roy tenía sobre él, no tardó en sonreírle con sinceridad y cerrando sus ojos al relajarse con aquella caricia que lo consentía.

 

-Sabes... no me seduce mucho tener relaciones en el baño -soltó arruinando la atmósfera sensual del momento y viendo las camisas tiradas en el suelo.

 

Edward abrió los ojos de inmediato y lo miró. -¿No?- preguntó como si dudara de lo que había escuchado.

 

-¿A ti sí? -preguntó con una ceja levantada a ante la duda de Edward -No te conocía ese lado picarón, Ed -soltó con una sonrisa cómplice en los labios.

 

El trenzado se sonrojó al instante. -N-no, es solo que... como ya estábamos aquí...y pues...- Pero ya no supo que decir por que el rubor de sus mejillas ya no le dejaba.

 

-Aja...-soltó posando sus manos a cada lado del cuerpo de Edward, recargadas en el lavadero, se acercó al chico y besó sus labios penetrando en ellos enseguida.

 

Abrió su boca ligeramente y le besó con sus labios inexpertos a comparación de los del pelinegro al rodearle el cuello con sus brazos y dejarse hacer.

 

-¡Ya los caché! -sonó la voz de Ben en el baño y con una sonrisa maliciosa.

 

-¡Wa!- Edward rápidamente rompió el beso y se separó de Roy con su rostro completamente enrojecido. -¡B-Ben!

 

-¡¿Qué demonios haces aquí?! -preguntó igual de rojo al pequeño y con miles de venas en la cabeza.

Ben frunció el cejo -A mi no me regañes, no es mi culpa que no cierren la puerta con seguro -les sacó la lengua y cerró la puerta del baño, dejando solo a los adultos.

El silencio reinó el lugar y Roy sudó una gota enorme.

 

-C-creo que ya se perdió el encanto.- Dijo Edward sudando una gota igual de grande que la de Roy.

 

Roy asintió llorando con pena de un ojo y muchas almitas a sus lados.

 

Ben se sentó con dificultad en el sillón de la sala, agarrando su trenecito muy molesto -Pues si no quieren que los vea haciendo sus cochinadas pues no las hagan -jugó con la ruedita de su juguete y después sintió algo en el pecho -¿Y ahora? -se preguntó mirando sus manos al ver que empezaban a desaparecer con suavidad, pero aún podía palpar las cosas.

-¡Ah! ¿Ya... es hora de que me vaya? -su papá le había explicado que tendría dos modos de desaparecer del pasado, desapareciendo de modo impalpable y el palpable... si podía palpar todavía las cosas significaba que ya tenía que irse, miró al cielo.

Se empezó a tornar oscuro, con ligeros relámpagos rosas.

-Ya es hora... -se puso triste.

 

Salían del baño agarrados de las manos caminando al mismo ritmo y ambos mirando al otro. -Tendremos otra oportunidad después.- Comenzó Edward tratando de subirle los ánimos a su pareja mientras caminaban por aquel pasillo. -No te preocupes...

 

-Pero yo quería hoy, lucías especialmente, sensual -bromeó el pelinegro al rubio para que se sonrojara.

 

-¡P-pero que cosas dices!- Soltó Edward con las mejillas sonrojadas como Roy las quería ver.

 

Roy rió al ver la reacción esperada y miró después a Ben, quien miraba fijamente su trenecito -¿Ben? ¿Qué ocurre? -preguntó al pequeño que enseguida volteó a sus papás.

-¡N-nada! Estoy muy bien -mintió al bajar del sillón y correr hacia sus papás del pasado, el cielo siguió tornándose más oscuros y ahora los truenos silenciosos se paseaban por el cielo, dejando estelas púrpuras. Se abrazó a las piernas de Edward con fuerza -Los quiero mucho...

 

Edward bajó la mirada y sonrió para así ponerse de cuclillas a su lado y abrazarlo de vuelta. -Nosotros también te queremos mucho, chiquito.- Susurró el rubio cariñosamente al infante.

 

Ben bajó la mirada en el abrazo y asintió con miedo. Roy notó el cielo.

-Que raro se ha nublado -soltó corriendo las cortinas para dejar mejor la vista hacia la calle.

 

-Si...- Susurró Edward para después separarse ligeramente de Ben al sentirlo extraño. Le acarició la mejilla mientras la preocupación se dibujó en su rostro.-¿Qué ocurre, Ben? ¿Por qué luces tan... triste?

 

Ben levantó la mirada ligeramente sorprendido por la pregunta, más enseguida razón que Edward era su mamá en cierto punto, podía sentir el como estaba.

-Es que...-no sabía como empezar... todo había sido tan repentino. Roy ladeó la cabeza al ver al pequeño en ese estado.

 

-¿Qué cosa...?- Preguntó conservando su toque maternal e intentando alentar al niño a que les contara por que aquella tristeza le rodeaba.

 

-Es que...-apretó sus puñitos con fuerza, acercando más el trenecito a su pecho -¡Es que ya me tengo que ir a mi casa! -soltó el pequeño aforrándose al pecho de Edward.

 

Edward abrió sus ojos con sorpresa ante las palabras que salían de la boca del niño y al sentir como se aferraba a su pecho. -¿Y-ya...?- Fue lo que salió de la boca de Ed en un intento de procesar lo que escuchaba. No tardó en regresarle el abrazo y al tenerlo así, comenzó a acariciarle la espalda mientras miraba a Roy.

 

-Sí...-murmuró quedamente, para después ver a su mamá de frente -Pero no importa, ¿verdad? Es decir... mientras el cielo se mantenga oscuro puedo estar todo el tiempo que yo quiera aquí.

Roy ladeó la cabeza -¿Cómo está eso Ben? -preguntó intentando comprender.

 

-¿Mientras el cielo se mantenga oscuro?- Repitió Edward sin realmente entender las palabras del pequeño.

 

-Sí -el pequeño empezó a explicarle a sus papás lo que su papá del futuro le había dicho, ellos habían provocado con alquimia que Ben pudiera pasar de tiempo en tiempo, ¿piedra filosofal? Era algo que a Ben no le habían explicado, simplemente le habían dicho que había logrando burlar el intercambio equivalente y lograrían transportarlo hacia el pasado, pero en cuanto viera el cielo negro con brillos púrpuras significaba que la puerta había vuelto a abrirse para que Ben pudiera regresar.

-Creo entender -soltó Roy con una mano sobre su mentón.

 

-Entonces... nosotros en el futuro pudimos usar la alquimia para mandarte al pasado...- Formulaba el rubio al mirar al niño que aún se encontraba frente a él. -Y como todo está arreglado entre Roy y yo... tu misión se ha dado por hecha...

 

Ben asintió ante la conclusión de su mamá -Pero no importa, porque como dije -se alejó de su mamá unos pasos y posó sus manos tras su espalda y sonrió con júbilo -Puedo regresar cuando yo quiera.

-Pero Ben...

 

Ahora Edward estaba parado a un lado de Roy y ambos miraban al pequeño sonriente. -¿Cómo... lo harás?

 

-Sencillo, mis papás ahora están manteniendo la puerta abierta y no la cerraran hasta que yo pase por ella, así que... tengo todo el tiempo del mundo.

-Pero Ben... eso no es justo para tus papás...-explicó Mustang con algo de pena por las ideas de su pequeño -El poder mantener una puerta que traspasa el tiempo puede de seguro, ser muy agotador para ellos.

 

-Además estoy seguro que ellos te extrañan mucho como seguramente nosotros lo haremos...- Continuó Edward con una sonrisa algo triste por la inevitable despedida que habría en unos momentos. -Apuesto que están ansiosos por verte de nuevo...

 

Ben levantó las cejas en tristeza -¿Quieren que... me vaya? -preguntó el pequeño bajando la mirada y apretando los puños con fuerza.

-Debes de estar en el tiempo que te corresponde, Ben. Con tus verdaderos padres y las personas que te aprecian allá -soltó comprensivo Roy sonriéndole al pequeño para alentarle a una sonrisa.

Ben seguía con la mirada gacha.

 

-A nosotros nos toca ahora formarte en este mundo, para que nazcas y formes parte de nuestras vidas como lo haces ahora con tus papás del futuro...- Siguió Edward tomado de la mano de Roy. -Gracias a ti, tu papá y yo seguimos juntos y estamos totalmente agradecidos contigo.

 

Ben reafirmó sus puños, mordiendo con fuerza su labio inferior -¡Son unos tontos! -gritó Ben al correr hacia la puerta y salir por ella, perdiéndose en la negrura del extraño cielo.

 

-¿Pero qué...?- Fue lo que salió de la boca de Edward al ver como el niño salía corriendo de la casa. -¡Ben espera!

 

Se soltó de la mano de su pareja para salir y perseguir al pequeño que no comprendía por qué estaba molesto con él.

 

Roy también fue tras Ed, más enseguida se detuvo, miró el cielo y notó como se formaba un extraño brillo en cierto lugar en especifico.

-Ben...

 

El pequeño corría con fuerza hacia el brillo que estaba en el parque céntrico de la ciudad. Sus ojitos dorados estaban bañados en lágrimas.

-Ellos no saben como me siento, no puede entenderme, quiero estar con ellos, quiero estarlo...-el pequeño continuó corriendo hasta adentrarse en la frondosidad del ‘bosque' encontrando el extraño brillo que iluminaba parte del parque. Se detuvo con la respiración agitada. Miró el brillo y sintió sus ojos arder.

 

Edward no notó cuando Roy había dejado de seguirlo, siquiera notó cuando este mencionó el nombre del pequeño al detenerse. Edward corría a velocidad increíble adentrándose en aquel parque lleno de árboles. Miró al cielo y notó que aquel lugar era la fuente del brillo que había estado iluminando la ciudad desde momentos breves.

 

Vio un arbusto moverse y enseguida se apresuró para ir en aquella dirección. -¡Ben!- le llamó pasando por aquel arbusto y plantas.

 

Ben volteó a su llamado -Mamá...-susurró para después fruncir el cejo deprimido.

 

Edward dio unos pasos hacia el pequeño se colocó de rodillas a su lado para así acariciarle la cabeza con cariño. -Por favor no estés triste, Ben...- pidió el rubio mayor de manera cariñosa.

 

-Pero no quiero irme -soltó el pequeño, para después abrazarse a Edward con fuerza -¡Es que no es justo! ¡Yo todavía quería seguir con ustedes, no me quiero ir aún! -negó en el pecho de Ed, apretando la camisa de éste con sus pequeñas manitas.

 

-Pero si... tus papás del futuro y nosotros somos las mismas personas...- Continuó Edward al abrazarse de su pequeño y acariciándole la espalda con cariño. -Seguirás con nosotros aun que no estemos en el mismo tiempo...

 

-Es que no lo entiendes... son muy diferentes, quiero a papá y a mamá... pero... ustedes...-bajó la mirada y se separó de Edward con lentitud, dando dos pasos hacia atrás y después encarar el brillo del cielo, se tornaba violeta y en otras ocasiones azul -...Tengo que regresar con papá y mamá...-dio un paso al frente.

 

-¿Pero nosotros qué, Ben?- Preguntó Edward al atreverse a caminar varios pasos al frente y siguiendo al pequeño al querer saber que era lo que el pequeño tanto quería decirle...

 

El cuerpo de Ben empezó a desaparecer con lentitud, más el pequeño sonrió con sinceridad. Alzó su manita hacia Edward para que la tomara -Los quiero mucho.

 

-Nosotros... también te queremos, Ben...- Susurró el rubio sintiendo una especie de nostalgia al tener que despedirse del niño, su hijo. Tomó su mano y la acarició con su pulgar mientras sentía como sus ojos se tornaban acuosos y su labio inferior temblaba ligeramente.

 

-No llores, mamá... me lo acabas de decir, se fuerte -pero los ojos de Ben también se llenaron de lágrimas y sus deditos se cerraron en la mano de Edward, poco a poco el pequeño había empezado a desvanecerse más y más.

 

-Te quiero muchísimo...- Susurró Edward sin poder contener las lágrimas y dejando que aquellas se deslizaran por sus mejillas y empaparan su rostro. -Algún día nos volveremos a ver...

 

-¡Adiós, mamá! -soltó el pequeño y se desvaneció por completo... dejando la mano de Edward vacía, el cielo se removió ligeramente, más seguía oscuro, esperando a que las nubes violetas empezaran a desvanecerse.

 

Edward bajó la mirada y, la mano que aún estaba tibia por la mano de Ben, fue cerrada y llevada hacia su pecho sobre su corazón.

-Adiós...- Susurró cerrando sus ojos e intentando calmar su llanto. -...Ben.

Él sabía que tenía que ser así desde un principio... Ben no pertenecía a este tiempo ni a este mundo... tenía que volver a donde realmente correspondía por más que a él le doliese el ser abandonado por aquel pequeño que, desde conoció, se había robado su cariño...

 

-Edward...-se escuchó la voz de Roy. Más parecía un eco.

 

El rubio parpadeó varias veces al levantar su rostro y mirar a su alrededor. Se limpió sus lágrimas con la base de su mano y, curioso, siguió en su búsqueda por la fuente de esa voz. -¿R-Roy...?

 

-Edward... -las hojas del bosque se movieron con extraña suavidad.

 

-¿Roy...?- Preguntó el rubio a levantarse de su lugar y mirar hacia el cielo que cada vez se volvía más blanco y más brillante. -¿Dónde estás...?

 

-Edward...-la voz empezaba a tornarse en una suplica...

 

Se quedó varios momentos en silencio, parado en su lugar y realizando que ya nada a su alrededor se escuchaba... nada...

Ya no escuchaba el viento soplar, los pájaros cantar, los ruidos de la ciudad... nada se escuchaba... sólo su propio respirar y su voz.

 

Sintió como si una fuerza se postrara sobre su espalda y lentamente se giró hacia atrás.

 

-Roy...-

 

Todo se volvió negro.

 

Edward... despierta por favor... despierta... no me dejes así... por favor, no quiero estar lejos de ti, te necesito conmigo, despierta por favor...

 

... Edward...

 

En una cama de hospital, un chico rubio de cabellos dorados se encontraba reposando. Una venda le envolvía la frente con delicadeza al igual que una que otra gasa lo hacía en su rostro.

Su respirar era calmado pero su piel lucía un poco más pálida de lo que debía y acostumbraba a estar. Llevaba días o quizás ya varias semanas descansado sobre aquel suave lecho y su cuerpo ya estaba más que ansioso por despertar.

 

Fue allí cuando... sus ojos se abrieron con lentitud, sus dos orbes doradas se mostraron tan brillosos como siempre lo habían sido.

 

No pudo evitar mostrar una sonrisa al ver a la persona que más amaba despertar y sin poder evitarlo acarició el rostro del chico.

-Edward...-susurró sintiendo los ojos arder, más reteniendo las lagrimas.

 

‘¿Dónde estoy?', pensó Edward al momento de sentir aquella caricia en su rostro y girando hacia donde esta provenía.

-¿Roy...?- Susurró el rubio sintiendo su voz rasposa al hacerlo.

 

Posó dos dedos en los labios de Edward -No hables... todavía estás muy débil, Ed...-susurró con cariño y besando la frente vendada del rubio con amor -Estuviste inconciente por semanas... pero ahora ya despertaste...-hablaba sin separar sus labios de la frente del chico.

 

‘¿Semanas...?', se preguntó el rubio sin comprender del todo que era lo que le sucedía y pasaba a su alrededor.

-Pero...- Susurró, más sus ojos se enfocaron en otra cosa en el rostro galante del alquimista de fuego. El parche color negro que Mustang se había hecho costumbre de usar, tapaba el ojo del pelinegro con delicadeza.

 

Con sus pocas energías por la falta de actividad, Edward subió su mano lentamente hasta llegar a la mejilla de Roy y atreverse a tocar aquella tela con la punta de sus dedos.

 

Roy entristeció la mirada al ver que Edward había caído en la cuenta de su parche -Es solo temporal... en lo que mi ojo se cura de una infección... no es nada grave -soltó para tomar la mano que Edward tenía extendida y besarla con amor.

 

-Yo estuve allí...- Susurró el rubio al sentir los besitos que su mano recibía de parte del pelinegro. -¿Ya te... pusiste tus gotas...?

 

-¿Qué? -preguntó Roy dejando de besar la mano de Edward y mirarle con intriga -¿Cómo sabes... lo de las gotas? Has estado inconciente desde que caíste, Ed...-soltó preocupado y algo asombrado por la pregunta del rubio.

 

-¿Desde que me... caí?- Preguntó el rubio sin entender del todo de lo que Mustang hablaba. -Pero si Ben y yo... fuimos contigo al doctor aquel día que... dejaste de ver...- Decía el rubio con algo de dificultad por su voz rasposa y reseca, más la insistencia era palpable en ella.

 

-¿Ben? ¿Quién es Ben, Ed? -preguntó Roy extrañado por el nombre escuchado -¿Edward, de que me hablas?

 

-Nuestro hijo...- Comenzó el rubio con un toque de insistencia al levantarse un poco de su lecho para quedarse sentado. -Del futuro, vino a ayudarnos y ha estado viviendo con nosotros desde hace varias semanas...

 

-¿Hijo? -levantó una ceja ante las palabras de Edward, acostó al chico un poco en la cama de nueva cuenta y tomó su mano -Ed... nadie vino de ningún futuro, ni nada por el estilo... estuviste inconciente varias semanas, de seguro lo soñaste...

 

-¿Q-qué?- Comenzó el rubio acostado de nueva cuenta en la cama y mirando con sorpresa al pelinegro. -¿Que lo soñé? Pero si... nosotros... Ben...

 

-Edward... no hay tal Ben...-dijo Roy acariciando la mejilla del pequeño con suavidad -Desde que caíste de las escaleras... has estado inconciente... semanas, casi se cumplía el mes, pensé que no ibas a despertar, pero... lo hiciste... fui a revisarme la vista, puesto que sabía que por mi culpa... estabas en cama... yo provoqué que cayeras de las escaleras por mi necedad de no ver que algo andaba mal con mi vista y... fue cuando me dijeron que mi ojo se estaba infectado, si no lo atendía ahora... me iba a quedar ciego... pero ya vez que no -se señaló el parche con una sonrisa triste -Me lo prometí... por ti sanaría, para cuando despertaras, poder disculparme... ¿lo entiendes, Edward?... todo lo que "viviste" fue un sueño nada más.

 

¿Entonces todo lo que había pasado desde que Ben había llegado a su vida... todas las cosas que habían pasado junto a Roy, los perdones dichos, los besos entregados, las cosas arregladas... las risas de Ben... había sido todo un sueño?

Sintió una tristeza invadirle sus sentidos al procesar aquellas palabras, bajó la mirada y se quedó en silencio por varios momentos.

¿Ben... había sido un invento de su propia imaginación?

 

-¿Edward?... ¿Qué ocurre, amor? -preguntó Roy alzando la mirada del rubio con sus manos y acariciarle la mejilla izquierda con cariño -No te pongas triste... me imagino... que debió haber sido un sueño hermoso... ¿verdad?...

 

-Un sueño muy bonito...- Admitió Edward levantando la mirada y poniéndola en los ojos oscuros de su pareja. -Tan bonito que... sería una bella realidad...

 

Roy sonrió ante las palabras de Edward, de modo cómplice, pero se podía ver cierta ternura en su ojo destapado. Besó la mejilla del chico.

 

Cerró sus ojos al recibir el beso y una sonrisilla se le escapó de los labios. -Roy, perdóname por todo lo que te he hecho cuando nos hemos enojado...- Su voz sonaba ya más activa, más fluida y normal como la acostumbraba tener.

 

Roy ladeó la cabeza ante las palabras de Edward -¿De que hablas, Ed? ¿A que viene eso? -preguntó casi con voz inocente.

 

-Me comporto como un niño mimado siempre que nos molestamos, me hago la victima y... hay veces que hago cosas tontas por caprichos...- Susurró algo avergonzado con sus labios algo resecos por el ambiente seco del hospital. -Perdóname...

 

Sonrió con cariño ante las palabras de Edward, besó su frente con amor -No tienes que disculparte de eso... hasta cierto punto... creo entenderte, y hago lo que pueda para que no sigas haciendo más corajes... pero gracias, por disculparte -besó superficialmente los labios del chico, sintiéndolos algo secos.

-¿Quieres agua?

 

-Si, por favor.- Sonrió el alquimista con algo de pena por las molestias que podía causarle a su pareja. -Pero tibia...- especificó después levantando su mano y un poco su dedo índice.

 

-¿Tibia? ¿Por qué? -preguntó Roy tomando la jarra que descansaba en el buró de noche a un lado de la cama de Edward, sirvió agua en un vaso de vidrio y mediando el calor con su guante de alquimia, empezó a calentar ligeramente el agua -Aquí tienes...

 

Tomó el vaso de agua con sus dos manos, notando que tenía una intravenosa inyectada en su mano humana pero decidió hacerle caso omiso y tomarse el agua, refrescándose.

-No lo sé.- Admitió después de darle los primeros cinco tragos a aquel vaso. -Sentí como si... bueno... fue un antojo...

 

Roy sonrió ante esto y acarició la cabecita rubia de Edward -Creo que me tendré que acostumbrar a eso...

 

-¿Por qué?- Preguntó sujetando su vaso con ambas manos y mirado con duda al pelinegro.- ¿Voy a estar en el hospital mucho tiempo o que?

 

Roy negó con suavidad -No, algo mejor -dijo para después pasar su mano por el estomago de Edward y acariciarle con cariño.

 

El rubio se extrañó al ver como Roy acariciaba su estómago y levantó una ceja al mirar a su pareja. -¿Qué...? ¿Por qué me tocas el estómago así?

 

-Edward eres un despistado -soltó el pelinegro con una gota en la cabeza -¿No te sientes extraño o algo? -preguntó, jugando con el pequeño de momento, sin dejar de acariciar su vientre.

 

-Bueno...- Comenzó Edward ladeando su cabeza un poco sobre su almohada. -Siento muchas ganas de comer cosas dulces... o algo por el estilo...- Soltó para después toser discretamente ya que su voz aún se estaba acostumbrando a ser usada después de mucho tiempo.

 

-¿Y no tienes ni idea del porque? -preguntó el pelinegro acariciar el cabello dorado del chico entre sus dedos y dejarlo caer entre sus dedos.

 

-¿Por haber estado inconsciente todo este tiempo...?- Soltó en forma de pregunta puesto que no estaba seguro de lo que alegaba afirmar, pero la forma en que Roy le preguntaba sobre lo que sentía, le extrañaba un poco y le hacía sentir que había algo que él no sabía.

 

-Edward...-empezó Mustang al ver que de plano su pareja no entendía a lo que se refería -Cuando te internaron en el hospital... el doctor te hizo una revisión completa para ver que no hubieras sufrido ningún daño interno... pero descubrió algo...

 

-¿Qué cosa...?- Preguntó el alquimista mirando a su pareja. -¿Estoy bien? ¿Qué tengo, Roy?

 

-Para nada...-dijo Roy mirando al chico directo a los ojos -Ed... estás esperando un bebé...-dijo intentando ser lo más sutil y amoroso en su respuestas, dos cosas que no se le daban muy seguido al momento de dar noticias.

 

-¿Un... bebé?- Susurró el rubio luciendo de verdad sorprendido ante lo que escuchaba y llegando a pensar que su mente le jugaba una broma. Sonreía pero aquella sonrisa se desvanecía segundo a segundo para después regresar, no sabía como reaccionar.

-¿P-pero... cómo...?

 

-El doctor dijo que ya tenías dos meses de gestación... y por lo que veo no lo sabías -aclaró el pelinegro, acariciando la mejilla del chico con cariño -El como creo que ya lo debes de saber... pero dijo el doctor que como no es nada común este tipo de casos... pues, tiene que tomarse muchas precauciones... ¿Qué tal la noticia, Ed? Vamos a ser papás...

 

Un cierto brillo apareció en los ojos dorados del rubio que miraba a Mustang sin poder ocultar la felicidad que comenzaba a sentir que le radiaba. -Papás...- Susurró para después llevarse su mano al vientre y postrarla sobre la de Roy. -¡V-vamos a ser papás!- Afirmó sonriendo ampliamente y olvidándose de el malestar que sentía en aquellos momentos para sentarse en la cama y hacerse hacia delante, terminando en un abrazo a Roy.

 

-¡Ed, tranquilo! -soltó Roy con una sonrisa igual de amorosa que la del rubio, mientras sujetaba al pequeño de la cintura y le reafirmaba el agarre.

 

Edward rió contento y abrazándose a su pareja con alegría. -¡Es que vamos a ser papás!- Contestó sin poder dejar de sonreír. -¡Tendremos una familia, Roy!

 

-Sí, Ed... la tendremos -rió ante las palabras, más enseguida se quedó pensando -¿Entonces tu no sabias que estabas esperando un bebé? Yo pensé que me estaba tomando el pelo con eso de que no sabías de lo que estaba hablando -ladeó la cabeza en duda ante el pequeño.

 

-No, yo no sabía...- Comenzó el rubio que miraba a su pareja aún con sus brazos rodeándole y con cierta inocencia. -No tenía ni idea...

 

-Entonces es una sorpresa mutua, Ed...-se recostó a un lado de Edward, para rodeare con su brazos encima de sus hombros y acercarlo a su pecho y con su mano palpar su vientre -Perdóname por empujarte... tuve miedo al verte en el suelo... pensé que...

 

-Fue un accidente.- Le interrumpió el rubio con una sonrisa mientras con su mano acomodaba los flequillos negros de Roy detrás de su oreja. -Estás usando tu parche, tomando tu medicamento, eso es todo... no tienes por que disculparte.

 

Besó con cariño aquella mejilla pálida. -Jamás harías algo así intencionalmente... yo lo sé.

 

Una semana había pasado para que a Edward le dieran de alta y por fin habían regresado a la casa que compartían ambos alquimistas.

Roy abrió la puerta de la entrada con el chico en brazos, simulando una parodia de luna de miel al entrar de aquella manera a la casa y Roy tambaleándose ligeramente por el peso de los automails, cerró la puerta con un empujón de su pie.

-Hemos llegado -dijo con emoción sin bajar el rubio.

 

Edward rió ligeramente y refirmando su agarre con sus dos brazos que se sujetaban alrededor del cuello de Roy. -Ya puedes bajarme...- dijo mirando al suelo.

 

-No, tenemos que cuidar de ese bebé -dijo Roy caminando hacia la sala para poder acomodar a Edward en el sillón, más, lo sentó en sus piernas.

 

-Pero si apenas tengo dos meses y medio de embarazo.- Comenzó el rubio sentado en aquellas piernas. -Todavía puedo caminar y hacer cosas, no estoy invalido.

 

-Yo se que no, pero quiero cuidar de todo a todo de ese bebé y de ti, claro está -dijo acariciando la pancita de Edward que ni si quiera se sentía gordita -¿Qué crees que sea? -preguntó besando la mejilla de Edward -Yo quiero una niña... ¿tu?

 

Edward sonrió con complicidad. -Y yo quiero un niño.- Confesó el rubio muy seguro con lo que decía. -Aunque falta esperar siete meses para ver quien de los dos estará en lo correcto.

 

-En eso tienes razón -miró el reloj de la sala -Ya es un poco tarde, iré a preparar algo para comer -dijo quitando a Edward con cuidado de sus piernas y sentándolo con suavidad en el sillón.

-Espérame aquí... -y se fue de la sala, dejando solo a Edward.

 

Edward asintió y suspiró al verse solo en aquella habitación. Se relajó y se recargó contra el respaldo de aquel sillón para así su cabeza descansarla de lado. Cerró los ojos momentáneamente y segundos después los abrió pero sus ojos sus ojos se abrieron ampliamente al toparse con un objeto que no esperaba encontrarse.

-Es... el trenecito de Ben...- Susurró al ver aquel juguete sobre la mesa que estaba a un lado del sillón donde Edward estaba.

 

El trenecito estaba en la mesita de centro de la sala, con un ligero rayo de luz bañándolo con suavidad, estaba de lado, y una llanta se movía como si hubiera estado en uso y lo dejaran con rapidez. La llanta chillaba silenciosamente, para después detenerse.

 

Sintió su corazón acelerarse, se paró sin dudarlo un solo segundo y caminó hacia aquel juguete para así tomarlo en sus manos y de allí mirarle con sus ojos sorprendidos. Miró a su alrededor y se encontraba solo. ¿Podía ser que... aquel sueño no había sido un sueño después de todo?

 

-¿Ben...?- Susurró el rubio que aún miraba a su alrededor con la esperanza en el rostro.

 

Pero el silencio reinó en la sala y Edward solo tomó aire y abrazó el juguete contra su pecho.

 

-¿Edward? -preguntó Roy al acercarse al chico con una bandeja con galletas y té -Que lindo trenecito, ¿es tuyo? -dejó la bandeja y miró el juguete y después a su pareja.

 

Edward se tomó su tiempo para levantar la mirada y negar varias veces con su cabeza para después sonreírle al coronel a su lado y hablar.

-No, este trenecito va a ser para nuestro bebé.

GENKI NO SHOWER: http://www.youtube.com/watch?v=bESznTrYYvc

 

Notas finales:

El Universo Cadenoso de SupaMame

¡PALO!

Bueno, FUTURE a llegado a su fin... como lo dijimos, es nuestra historia más cortita y tierna =DD.

En verdad esperamos que les haya gustado y de corazón, un fuerte abrazo a todos los que nos siguieron leyendo hasta el final >D, gracias por su apoyo y la proxima publicación es el final de VIH.

¡Gracias por apoyarnos en nuestro pequeño proyecto llamado FUTURE!

 

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A

HASAYA

HANEKO

DANKIE-SAMA/ELI ROCKS

SAMIYUMI

DARA LEE

SEIKETO NAYSET

KANARI_SAN

ARWEN

GRIN

¡GUBAI!

 


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