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FUTURE por Supa_Mame

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Notas del capitulo:

¡Minna! saben que sin su apoyo y lindos comentarios nosotras no seríamos nada, por eso les agradecemos de todo corazón que se tomen un poco de su tiempo y nos dediquen tan lindas palabras de apoyo (o de reproche XD), siempre dandonos una oportunidad para que las entretengamos con nuestras historias.

¡GRACIAS!

SupaMame team

El cielo azul claro con nubles blancas había empezado a oscurecerse de la nada, trayendo consigo nubes negras y pintando al cielo de gris, rayos de color morado aparecieron con fuerza, destellando e iluminando Amestris de un tono tenebroso.

Después de eso... una lluvia tranquila bajó en la ciudad, varias plumas empezaron a caer del cielo, dando un toque algo mítico a la extraña lluvia.

Unos pies pequeños corrían salpicando sus botitas de color azul, su pequeño cuerpo estaba cubierto por un impermeable rojo, lo que dificultaba ver su cara, se dirigía al hospital.

 

Edward se encontraba recostado en aquella cama blanca de hospital, viendo el techo con la mirada aburrida mientras una venda le envolvía la frente y, una que otra gasa, su rostro. Le dolía la cabeza como si un trailer le hubiese pasado encima, pero aquello no se comparaba con el dolor que sentía en el corazón. ¿Acaso Roy lo había empujado de las escaleras a propósito? ¿Acaso quería sacarlo de su vida de aquella manera? No, Roy no era así... ¿O sí?

 

Disgustado, se giró sobre su cuerpo y se acostó de lado mientras miraba la ventana y las gotas de lluvia que golpeaban el vidrio.

-Tal pareciera que el clima predice mis sentimientos...- Susurró para sí al entrecerrar los ojos.

 

Varias plumas se vieron sobre el cristal de la ventana y otro trueno morado partió el cielo, dejándolo con brillos violetas, para después oscurecerse enseguida.

Tocaron a la puerta con algo de fuerza. Más la persona no espero que le dieran autorización para entrar y se escuchó el rechinar de ésta, para después un azote fuerte.

 

Edward miró por varios segundos aquella pluma pegada en el vidrio por el agua que la forzaba a adherirse a ella. Escuchó aquellos golpes en la puerta y, con disgusto por ser sacado de sus pensamientos, se giró sobre su cama para ver quien era el chistosito que venía a molestarle cuando no estaba de humor. Pero claro, tenía idea de quien podía ser...

-Mustang, no estoy de humor para ver tu carota en este mo...- Pero el rubio calló al ver que no era Roy el que había abierto la puerta.

 

No había nadie ahí, salvo varios charcos de agua en el suelo y pisadas de lo que parecía ser de un pequeño.

 

-De acueeerdo...- Susurró el rubio extrañado por aquello e inspeccionando su habitación con su mirada cautelosa. La habitación estaba vacía, de eso creía estar seguro, y con algo de inseguridad se volvió a acostar en su cama. -Ya.... estoy alucinando cosas... Ese golpe en la cabeza me ha de haber afectado más de lo que creí...- Murmuró tapándose hasta los hombros con su cobija y abrazándose a si mismo debajo de las sábanas.

 

Tomó con manitas pequeñas las sabanas de la cama blanca, usándolas para poder subirse a la cama, jalándolas con fuerza, hasta que logró subirse y mover la cama un poco.

-¡Oye! -soltó una voz pequeña e infantil, pero llena de seguridad.

 

Edward parpadeó varias veces al escuchar aquella voz y en sus ojos abundaba la confusión. ¿Tan mal estaba su cabeza ahora que alucinaba voces? Pero es que el peso que sintió subirse a su cama y sus cobijas siendo jaladas, lo alarmaron más.

Rápidamente se levantó y quedó sentado en su cama para encontrarse con un pequeño frente a él.

-¿Eh...?

 

Rubio, con mechones que caían con gracia frente a su rostro, un pelito sobresaliente en estos, unos ojos algo rasgados y dorados como el oro.

El impermeable que traía puesto estaba tirado en el suelo y sus bracitos estaban cruzados frente a su pecho con un semblante enojado.

 

-¿Tu... que haces aquí, niño?- Preguntó Edward al mirar al pequeño de fácil cinco o seis años de edad sobre su cama.

 

-¿Niño? Mamá soy yo ¡Ben! -soltó el pequeño alzando sus bracitos pequeños y moviéndolos con fuerza de arriba a bajo.

 

-¿¡Ma-m-mamá?!- Preguntó Edward con un tic en el sus ojos y poniéndose como piedra ante las palabras del niño. Negó con fuerza para quitarse la tensión e intentar borrar las palabras que el tal ‘Ben' le había dicho para así mirar al niño con molestia.

-¿Pero de que rayos estas hablando, niño? ¡Yo no soy tu mamá!

 

-¡Claro que sí! -se quedó pensando un momento para después colocar un dedo en su mentón -¿O no? ¡Me equivoqué de mamá! -soltó el pequeño rubio.

 

Edward miró al pequeño frente a él con cara de ‘Este niño está loco.' y tan solo se limitó a llevarse su mano a la frente al quedar cabizbajo y negar con su cabeza de lado a lado.

-Dios, me debí de haber pegado muy fuerte en esa caída...-Susurró.

 

-¿Cómo te llamas? -preguntó el pequeño sentándose en las piernas de Edward y mirándolo fijamente.

 

‘Pero miren que tan rápido agarró confianza este niño...', pensó Edward al hacerse ligeramente hacia atrás. -Edward...-Soltó al usar sus dos manos como soporte para mantenerse sentado con su espalda derecha.

 

El pequeño notó el brillo en un brazo del rubio -¿Es tu brazo de color gris? -preguntó el pequeño mirando dicho lugar y parpadeando varas veces.

 

-¿Cómo que mi brazo de color gris? Es de metal.- Soltó Edward levantando su brazo y mostrándolo en forma de puño al pequeño frente a él. Fue allí cuando cayó en cuenta de lo que pasaba. -Niño, no debes de estar aquí. Es MI habitación y seguramente tu mamá te ha de andar buscando.

 

-Mi papá me contó que lo diste a cambio de algo -susurró el pequeño, tomando el brazo de Edward, era frío y pesado -Mi mamá no está aquí, bueno... no mi mamá, mamá... porque tu eres mi mamá, así que no me puedes estar buscando.

El pequeño se estaba confundiendo solo.

 

‘¿Pero como que su papá le contó sobre lo de mi brazo?', pensaba el rubio ahora confundiéndose él también. ‘Solo yo, Al, la abuela Pinako, algunos militares y Roy lo saben...'

-A-a-a ver niño, ¿Cómo que tu papá te contó lo de mi brazo?- Preguntó Edward rascándose su cabeza sin comprender lo que le sucedía aquel día loco. -¿Quién es tu papá? ¿Y como rayos sabe eso de mí? ¿Es mi acosador o qué?

 

-¡Mi papá es el mismísimo Fuhrer! -soltó el pequeño con orgullo en su voz e inflando su pecho -¡¿Cómo no te acuerdas de él, mami?! -preguntó el pequeño extrañado por la falta de memoria del rubio mayor.

 

-¿Eres el hijo del Fuhrer?- Preguntó Edward con asombro y mirando al pequeño frente a él con escepticismo. -¡Pero si no te pareces nada a él...! Y no soy tu mamá.

 

¿Ese niño era hijo del Fuhrer King Bradley? ¿Pero que hacía ese niño allí con él?

 

-¡Claro que sí! Bueno... tu le dices mucho a papá que si me parezco...-pensó otra vez el pequeño, viendo a Edward directo a los ojos -Mamá ¿no te acuerdas de papá tampoco? Si siempre te la pasas pegado a él como chicle y me prometieron ir al parque a jugar la próxima semana.

 

-Niño, que no soy tu mamá.- Soltó Edward algo molesto por la insistencia del niño y dejándose caer de espaldas a la cama para así mirar el techo con aburrimiento. -Ni nos parecemos y tampoco estoy casado con tu papá.- Dijo Edward para después suspirar con fuerza y llevarse su almohada al rostro, cubriéndose con ella. -Además soy hombre. No se puede tener dos papás.

 

El pequeño gateó encima de Edward, estándose en el pecho de éste -Claro que si nos parecemos, papá dice que somos... que somos... ¡Ah! Que somos como dos gotas de agua -soltó el pequeño con una sonrisa linda en la cara -Y yo no tengo dos papás, tengo a mamá y papá. Tu eres mi mamá y papá es mi papá.

 

-No es cierto.- Dijo con la almohada aún sobre su rostro y sin intención a quitársela de allí. -Me haz de estar confundiendo con alguna mujer de por allí.

 

‘¿Yo ser pareja del Fuhrer?', Pensaba Edward hastiado. ‘Ni loco, que asco.'

 

-¡Claro que no! -el pequeño retiró la almohada de la cabeza de Ed -¡Tu eres mi mamá! ¡El alquimista de Acero! -dijo a centímetros de la cara del rubio -¡Y yo soy tu hijo Ben Elric!

 

Edward le miró por varios segundos mientras parpadeaba de la sorpresa al tener aquel niño tan cerca de su cara donde pudo apreciar de mejor manera su rostro. Había algo familiar en aquella carita... Los ojos, el cabello, la expresión de enfado...

Fue allí cuando las palabras del niño entraron de golpe a su cabeza. -¿C-cómo sabes que mi nombre de alquimista es "Acero"?- Preguntó Edward, aquella situación le estaba comenzando a dar miedo. -¿Y Elric? ¿T-te apellidas "Elric"?

 

-¡Daa! -soltó burlón el pequeño -Papá siempre te llama "Acero" cuando pelean o se enoja contigo y yo le pregunté porque y me dijo que así te decían en la milicia, hasta que papá te hizo renunciar por mi hermana Aru y sí, mi apellido es Elric... eso si no se porque... o no lo entiendo bien... tu no me dices mucho, mamá.

 

‘¿Renunciar a la milicia?', se preguntaba el rubio mayor sin quitar sus ojos de el pequeño encima de él. ‘Pero si no he renunciado... y ¿cómo que su papá me llama "Acero"?'

-¿Aru...?- Preguntó a si mismo para, segundos después, llevarse ambas manos a la cabeza y cerrar sus ojos con fuerza. -¡Waaaah! ¡Toda esta situación me provocó una jaqueca!

 

-¡Ay! -se quejó el pequeño ante el grito de su mamá -¿Qué es jaqueca, mamá? -preguntó el pequeño ladeando la cabeza y con intriga en la mirada.

 

-¡Es cuando te duele mucho la cabeza!- Se quejó sin darle importancia con el hecho de que el niño le llamara "mamá".

 

-¿Por qué me hablas tan feo? -preguntó el pequeño con ojitos llorosos viendo al rubio -Yo no hice nada malo... siempre me gritas por nada -el pequeño empezó a llorar con fuerza.

 

Edward abrió sus ojos al escuchar al niño de nombre "Ben" llorar de aquella manera. Bajó sus manos de su cabeza y sonrió nerviosamente al realizar que aquel niño lloraba por su culpa.

-O-oye Ben...- Dijo Edward al enderezarse en aquella cama y colocando su mano sobre el hombro del pequeño. -N-no es para que llores...

 

-¡Buuuaaa! ¡No me digas eso! -soltó quejoso el pequeño, señalando al que juraba era su mamá -¡Siempre dices que por lo que lloro no es razón y no se vale!

 

-P-pero...- Mas a Edward no se le ocurría que decir. Apenas y conocía al niño y ya se sentía responsable por él. Algo dentro de él se deprimía al verlo llorar y quejarse de lo injusto que todo era para él. Se mordió el labio inferior y, no supo como ni cuando, abrazó al pequeño en frente de él contra su pecho. -Lo siento, ¿esta bien, Ben?

 

El pequeño parpadeó en los brazos de Edward, incrédulo, para después abrazarle de vuelta y acurrucar su cabecita en el pecho de éste.

-Ves, como si eres mi mamá. Tienes su aroma y eres calido del pecho -soltó el pequeño aferrando sus deditos a la bata de Edward.

 

Edward decidió ya no decir nada, tan solo acariciaba la espalda del niño mientras dentro de sus pensamientos se preguntaba desde cuando tenía un lado sensible. Tenía que encontrar al Fuhrer y a la verdadera madre del niño pero primero tenía que calmar a Ben.

 

-Mamá ¿Y papá? -preguntó el pequeño rato después del silencio entre ambos rubios -Estas en el hospital y no te he preguntado el porque... ¿Qué te pasó, mami? -preguntó el pequeño tocando el vendaje de la cabeza del rubio. En verdad se podía leer la preocupación en los ojos dorados de Ben.

 

Edward frunció el entrecejo al recordar su actual enojo hacia Roy, su accidente y lo que pensaba ahora de su relación con el coronel. Por ello, Ed desvió la mirada.

-Un tipo me empujó por las escaleras...- Soltó luciendo molesto por ello, para después apretar sus labios cerrados.

 

-¡¿Te empujaron?! ¡¿Por qué?! -preguntó asustado el pequeño -¡¿Papá ya les dio su merecido, verdad?! ¡¿verdad?!

 

-No sé, me acabo de levantar.- Dijo el rubio sin darse cuenta que le estaba siguiendo el juego al niño que juraba ser su hijo. Apretó su puño de metal al tenerlo frente a él, lucía en verdad fastidiado por el hecho de estar en un hospital, el lugar donde menos le gustaba estar. -Pero espero que sí. Ese Mustang ya me tiene harto...

 

-¿Mustang?...-preguntó el pequeño ladeando la cabeza ante el apellido. En ese momento la puerta se abrió con fuerza.

-¡Edward, ya despertaste! ¿Cómo te sientes? -preguntó Roy asustado y muy preocupado por la salud de su pareja, se sentía tan responsable, más calló cualquier disculpa al ver a un rubio en miniatura en el regazo de Ed -¿Qué..?...

Ben abrió sus ojos emocionado -¡Papá! -gritó el pequeño saltando en la cama.

 

-¡¿P-papá?!- Edward preguntó realmente sorprendido por como el pequeño Ben había llamado al coronel que entraba en aquella habitación. -¿P-pero...?

 

Roy sudó una gota ante la palabra del chico -¡¿Qué?! ¡No, Edward! ¡Puedo explicar esto! ¡Este niño ni siquiera lo conozco, no tengo idea de donde habrá sacado lo de papá! ¡Es la primera vez que lo veo, yo soy inocente de todo! -se justificaba el pelinegro al ver la expresión de Edward. Ahora de seguro pensaba que lo estaba engañando ¡Y con un hijo!

 

Ben hizo un puchero ante el rechazo del pelinegro -¡Primero mamá y ahora papá me rechaza! ¡Ya no me quieren! -se volteó con Edward -¡Mamá!

Roy sintió que la boca se le hacía punto.

 

Edward miró al niño y luego a Roy mientras en su cara se le hacía notoria la confusión y la indecisión de qué hacer. Bajó la mirada hacia el pequeño Ben y aquella extraña sensación hacia el niño le hizo actuar nuevamente.

-C-claro que te queremos, Ben...- Soltó sin saber del todo por que sentía esa extraña simpatía por aquel niño que acababa de conocer.

 

-¡No me involucres en esta fea broma! -soltó Mustang señalando al pequeño con el dedo, Ben hizo un puchero y sintió más ganas de llorar.

 

Edward miró a Roy con enojo por aquel trato con el pequeño y él rápidamente habló.

-¿Pero que cosas dices, Roy?- Dijo Edward al rascarse la mejilla e ingeniárselas para actuar de modo maternal con el pequeño frente a él. -Ben es nuestro hijo, ¿qué no lo recuerdas?

 

Roy se puso azul de un momento a otro. Ben en cambio miró a Edward a la cara, sintiendo sus mejillas enrojecer y sonreír de modo abierto. Se acurrucó en el pecho de Ed, acomodando su cabecita.

-¡Mamá! -soltó el pequeño emocionado.

 

Edward abrazó a Ben y le dio ligeras palmaditas en la espalda del niño mientras en su rostro se reflejaba la duda de que si lo que hacía era lo correcto o no. Pero es que simplemente, ver al niño Ben triste, no le gustaba para nada.

Levantó la mirada y miró a Roy con una mirada de "Tenemos que hablar...", mientras se mordía el labio inferior.

 

Roy levantó una ceja en duda, más solo asintió ante la mirada de Edward, viendo al pequeño bien abrazado del rubio.

 

Ya habían pasado dos días desde aquel problema y desde la llegada del pequeño Ben, el niño que juraba ser hijo de Roy y Edward. Era sábado en la tarde y Edward se encontraba recostado en la cama matrimonial en el cuarto de Mustang, vestía sus piyamas color verde claro y su cabello estaba suelto sobre sus hombros. Su espalda se recargaba contra el respaldo de la cama y, acostado sobre sus piernas, estaba el pequeño Ben disfrutando de la tarde.

 

Ben jugaba con las sabanas entre sus dedos, con una sonrisa en su boquita, emocionado por que al fin su mamá y papá le habían hecho caso.

Sabía que ahora su papá le estaba preparando la comida a su mamá, así que solo estaban ellos dos en el cuarto.

 

Edward acariciaba los cabellitos dorados del pequeño que se encontraba recostado en sus piernas mientras lo miraba con ojos analizadores. Miraba cada facción del pequeño, su rostro, su cabello, sus ojos, su manera de actuar... buscaba en ese pequeño alguna relación consigo mismo o con Roy y hallando muchos parecidos indiscutibles que no quería admitir.

¿Cómo podía tener un hijo si él apenas tenía los dieciséis años de edad? Ese pequeño no podía ser suyo... Además él era "la mamá" en el asunto, y era hombre... No podía tener hijos por el sexo al que pertenecía...

Seguramente el pequeño Ben los estaba confundiendo con otra pareja extrañamente similar a él y a Mustang....

 

-Así me acaricias siempre que estás feliz, mami -soltó el pequeño, mirando el rostro de quien juraba era su mamá -¿Estas feliz? -preguntó con sus ojos grandes e inocentes.

 

Edward miró al pequeño y asintió. -Si Ben, estoy feliz.- Contestó Edward para complacer al pequeño.

‘Pero sabe de mi automail y sobre mi nombre de alquimista...', pensaba el rubio mientras seguía acariciando al pequeño. ‘¿Entonces...? No entiendo...'

 

-¿Y porque? -preguntó agarrando la camisa de la pijama del chico, jalándola ligeramente -¿Es porque papá te hace la cena? Tu acostumbras a cocinar, papá solo lo hace cuando te sientes mal, o es aniversario -se sentó en las piernas del rubio y continuó -O tu cumpleaños, o te quiere pedir perdón o porque estas cansado o...

 

-Por que estas conmigo, Ben.- Le interrumpió Edward en un intento no muy obvio de callar al pequeño. -¿Dónde estuviste todo este tiempo?- Preguntó en un intento de sacarle algo de información al pequeño.

 

-En el futuro -soltó el pequeño como si nada -Con mi mamá y papá.

 

-¿E-en el futuro?- Preguntó Edward confundiéndose el doble por aquellas palabras.

 

-Sí, yo no soy de este tiempo, vengo del futuro para ayudarlos a ti y a mi papá -soltó el pequeño haciendo ademanes con las manos -Es que tienen problemas y eso está afectando la historia de ustedes o algo así me explicó mi mamá.

 

¿Cómo que este niño venía del futuro? ¿Y cómo rayos sabía que él y Mustang tenían problemas en su relación? ¿Qué explicación lógica tenía todo el asunto de Ben?

-¿E-en serio?- Preguntó Ed sin creerle del todo al pequeño. -¿Cómo está afectando nuestra historia? ¿Qué efectos ocurren?

 

Ben bajó la mirada, poniéndose muy triste -No lo sé... mamá me dijo que es a lo que venía, saber que estaba pasando entre ustedes que no pasó antes y está evitando que se queden juntos y no crezca -soltó el pequeño lleno de miedo por no poder nacer en el futuro que le aguardaba a esa pareja.

 

Edward sintió como su corazón se le arrugaba al ver la tristeza y el miedo de aquel pequeño. Se mordió su labio inferior y le acarició la cabecita mientras desviaba la mirada.

‘Es verdad, antes del accidente, yo ya estaba pensando en dejar a Roy...', pensó el rubio involuntariamente para después abrir sus ojos enormes a realizar sus pensamientos. ‘¡Es imposible! ¡Lo que dice este niño de venir del futuro es imposible!'

 

-¿Qué pasó, mamá? -preguntó el pequeño -¿Por qué ya no quieres a papá? Papá es bueno y nunca te hace cosas malas. Quiero nacer en este mundo, mami -el pequeño miró con ojos llorosos al rubio, agarrando la camisa del pijama con fuerza.

 

-Tu papá es el que ya no me quiere, Ben...- Susurró el rubio mayor si saber que, sin darse cuenta, le había llamado "papá" a Roy. -Él es el que ya no me trata igual que antes... me hace pensar que ya no quiere nada conmigo... por eso... yo ya me iba...

 

-¡Pero papá te quiere mucho! -defendió el pequeño -¡Papá jamás te haría daño, el me lo ha dicho! -el pequeño en verdad no quería que aquella pareja se disolviera.

En ese momento entraron al cuarto, era Roy, con una bandeja de comida en las manos y un porte un tanto serio. Miró a Ben con reproche y el pequeño solo sudó una gota.

 

Edward, al ver que era Roy el que entraba a la habitación, desvió la mirada. Todavía estaba molesto con él por el accidente de la escalera...

 

-Hazte a un lado, niño -soltó osco el pelinegro acomodando la bandeja en las piernas de Edward. Ben enseguida se quito, jamás había sido un niño que causara problemas, no empezaría con sus papás del pasado.

 

-No le hables de esa manera a Ben que no te ha hecho nada malo.- Defendió el rubio que seguía con la mirada desviada y ahora con sus brazos cruzados sobre su pecho.

 

-¿Y a ti que te pasa? -preguntó Roy sin poder entender el comportamiento de Edward. Ben se había escondido detrás del rubio y miraba a ambos "adultos" discutir.

 

-Nada, solo que mi novio me tiró por las escaleras...-Soltó el rubio como si ese tema fuera de lo mas normal, solo quería fastidiar a su pareja. -Nada grave, ¿verdad?

 

Tiró el jugo que estaba en la bandeja, derramándolo en toda la comida recién preparada, los ojos de Roy temblaron ligeramente, para mirar casi enseguida al rubio en la cama.

¿Pensaba que él lo había tirado a propósito?... ¿Edward le creía capaz de semejante atrocidad?...

-¿Eso piensas? -preguntó evitando que su voz sonara dolida. Ben frunció el cejo en preocupación.

 

-Eso pasó.- Susurró Edward cerrando sus ojos y manteniéndose firme en sus palabras. -¿O no fue por eso que terminé en el hospital y con esto en la cabeza?- Preguntó al señalarse el vendaje en su frente.

 

Dejó la bandeja de mala gana en la cama y miró a Edward con resentimiento.

-Piensa lo que quieras -soltó sintiéndose traicionado por la persona que supuestamente le amaba, se dirigió a la puerta y nuevamente su ojo izquierdo empezó a fallarle, afiló la mirada, intentando enfocarla en la perilla y salir con dignidad de aquella recamara, lográndolo por segundos, ya que el tomar la perilla se le había dificultado en cierto modo.

Ben miró a su papá cerrar la puerta, sintiendo un peso horrible en el pecho.

 

-Idiota...-Susurró el rubio para si mismo, mirando el desastre en la bandeja que Roy le había dejado en sus piernas. Sintió un nudo en su garganta y se quitó la bandeja de sus piernas para bajarla al suelo. -¿Cómo quieres que piense lo contrario si por orgulloso te largas sin explicaciones...?

 

Se dejó caer pesado en el suelo de la cocina, con sus brazos recargados en sus rodillas flexionadas, miraba hacia la nada, pero pensaba en muchas cosas.

Jamás había pensado, si quiera pasado como una remota posibilidad que Edward le inculpara de algo de una manera tan segura. ¿Cómo podía si quiera intentar dar una explicación de lo que pasaba si ni el mismo lo sabía? Y eso le aterraba, ya que estamos hablando de la vida de Roy, su propia vida... algo estaba mal con él y no sabía que era... pero ya iban dos veces que Edward corría peligro por su culpa... y eso era algo que no se podía permitir...

Suspiró con frustración.

-¿Esto es el final? -se preguntó Roy, con su semblante triste.

 

Había pasado media hora y Edward se estaba muriendo de hambre en la cama, sostenía su estómago mientras se acostaba de lado, su cabeza sobre la suave almohada de plumas finas. Desde que Roy se había ido, Edward se había deprimido de una manera impresionare... Ya ni hablar quería y era que, ver a Roy molesto con él, le dolía como nadie se imaginaba.

Prefería tomar dos litros de leche que tener a un Roy que ni la palabra le dirigía...

 

Ben en cambio era otra historia, el pequeño cabeceaba de a ratos y sentía su cuerpo más liviano cada vez.

-Mamá...-susurró el pequeño que ya tenía rato de sentirse de aquella manera.

 

Edward levantó ligeramente la mirada al escuchar al pequeño que se había olvidado que estaba allí con él. -¿Mmm?- preguntó sin muchas ganas de hablar.

 

-No me siento bien...-susurró para después caer a la cama desmayado y con el cuerpo que parecía que se esfumaba en ciertos momentos.

 

Edward reaccionó al instante, levantándose de la cama, quedando de rodillas de manera rápida y sin estar conciente de cuando le había comandado a su cuerpo que tomara tal posición. -¡¡Ben!!- Se alarmó el rubio llevando su mano a la mejilla del pequeño y traspasándola. Sus ojos se abrieron amplios de sorpresa y su corazón se aceleró. ¡El niño de verdad estaba desapareciendo! -¡¡BEN!!

 

Roy escuchó el gritó hasta la cocina y rápidamente se paró alarmado por la seguridad de Edward, corrió escaleras arriba, tropezando por la falta de profundidad, hasta que por fin llegó al salón.

-¡¿Qué pasa, Edward?! -preguntó Roy entrando al cuarto, chocando con varias cosas que se suponía ya sabía donde estaban.

 

-¡El niño! ¡El niño se desmayó!- Contestó el rubio alarmado y mirando al coronel con sus ojos que no sabía por qué se estaban tornando acuosos. -¡Está desapareciendo!

 

-¡¿Qué?! -preguntó extrañado el coronel y se acercó al duo de rubios, sin embargo, su vista quiso jugarle chueco, oscureciendo de nueva cuenta su ojo izquierdo y nublando el derecho. Negó con fuerza, intentado enfocar la vista y poder ver al niño que supuestamente desvanecía, intentando palparlo con sus manos.

-Papá...-susurró el pequeño abriendo un poco sus ojos -Mamá... no quiero... no quiero desaparecer... mami... tengo miedo...

 

-¡Tranquilo, Ben!- Pedía Edward intentando tomarle la mano al niño más fallando de nuevo al traspasarla y sentir como sus pupilas temblaban por ello. -¡No v-vas a desaparecer! ¡No puedes...!

 

Roy seguía intentando ver a Ben, quien levantó la mirada y pudo ver directo a los ojos de Roy, no lo estaba mirando.

Con fuerza, logró sujetar la mano de Roy, indicándole donde estaba y llevarla a su pecho pequeño -Papá...-susurró el niño, Mustang sintió una especie de nostalgia llenar su interior al sentir aquella manita. Al parecer el pequeño había recuperado su cuerpo.

Ben cerró los ojos, quedándose dormido y sin problemas de desaparecer.

 

Edward al instante se acercó al niño y le acarició el rostro para después llevarse esa misma mano a su pecho y sentir el alivio recorrer todas sus venas. -Ya está bien...-Susurró suspirando con consuelo y cerrando sus ojos. -Me asustó...- Pensó en voz alta.

 

Roy alejó su mano del niño, viéndolo con cierta incredulidad. Algo muy extraño pasaba en esa casa, con ese niño y lo peor del caso es que los involucraba.

Bajó la mirada sin poder entender, sintiendo después una molestia en el ojo izquierdo, llevándose una mano para rascarse con algo de fuerza. Sentía escozor y ardor.

 

Edward abrió sus ojos y miró al pequeño que dormía en la cama. Miró por el rabillo de su ojo como Mustang se rascaba el ojo y nuevamente miró al frente. -¿Te picaste el ojo?- Preguntó intentando empezar una conversación con el pelinegro que, no podía negar, seguía amando.

 

-No...-soltó continuando con la extraña comezón que no le dejaba en paz. Ben dormía con un respirar lento y calmado.

Le ardía y no sabía por que.

 

-¿Entonces por que te lo tallas tanto?- Preguntó al acariciarle la mejilla al niño que dormía. Aquella carita, aquella expresión del niño se le hacía tan familiar... ¿Pero donde la había visto antes...?

 

-Simple comezón -soltó sin darle importancia a la supuesta preocupación de Edward. Más dejó su tarea al sentir como de repente su mano se humedecía, dejó de rascarse y miró su mano.

‘¿Sangre?...' pensó al notar las manchas de sangre en su mano, se asustó ante esto y se paró con rapidez al baño del cuarto, tambaleándose ligeramente y chocando con varios muebles.

 

-¿Roy...?- Preguntó el rubio extrañado y siguiéndolo con su mirada, dándose cuenta lo torpemente que caminaba Mustang. Se mordió su labio inferior por ello, algo andaba mal... -¿Qué te pasa?- Y se paró de la cama para así seguirle al baño.

 

-Nada -soltó tajante mientras se escuchaba el correr del agua del lavamanos y como la puerta se cerraba con llave.

Observó su ojo después de lavarlo, más este no mostraba nada raro e inusual. Mejor así, no sabría como explicarle aquello a Edward.

 

Justo iba a tomar la perilla cuando la escuchó cerrarse y suspiró por ello al girarse sobre sus talones y recargando su espalda contra ella mientras cruzaba sus brazos frente su pecho. -Ya veo...- Soltó no muy convencido.

‘¿Por qué cerró la puerta con llave? Ni que tuviera algo que yo no hubiera visto ya...',pensó Ed con algo de indignación.

 

Revisó meticulosamente su ojo, de arriba abajo y de un lado a otro. Pero todo su ojo estaba normal, sin venas hinchadas, ni explotadas.

-¿Qué me pasa? -se preguntó viendo su reflejo en el espejo. Sentía miedo, su vista estaba fallando y no sabía que era, tendría que ir a revisarse y ver el modo de alejarse de Edward.

 

Ben se removió en la cama, quedando de pancita y con un hilito de baba cayendo de su boca.

 

‘¿Qué nos pasa...?', se preguntó el rubio aún recargado en aquella puerta de madera mientras cerraba sus ojos con algo de tristeza. ‘¿Por qué me duele tanto el pecho...?'

 

Suspiró con cansancio y se encaminó a la puerta, quitándole el seguro y abriéndola enseguida, un bultito de cabellera rubia cayó justo en su pecho, intentando mantener el equilibrio con éxito.

-¿Edward? -preguntó sujetándolo protectoramente con sus brazos. Parpadeó varias veces.

 

-¡W-woah...!- fue lo que salió de la boca del rubio al sentir como el soporte de la puerta desaparecía pero inmediatamente sintió unos brazos, que conocía muy bien, rodeando su cuerpo y cuidándole de caer.

Edward levantó la mirada, topándose con los orbes oscuras de Mustang y sonrojándose al instante de realizar en la posición que estaban. -R-Roy...- Susurró ruborizado de un carmín fuerte.

 

Sonrió con suavidad al ver la mirada del rubio sobre él -Teníamos rato de no tener un encuentro así -susurró el pelinegro, acercándose al rostro del chico para besarle los labios. Logrando oler el aroma de Ed, ese que tanto le gustaba y embriagaba... era como de fresas, pero no lo sabía con exactitud.

 

Edward sonrió en aquel beso mientras asentía tímidamente, llevando su mano izquierda a la mejilla del pelinegro y abriendo ligeramente su boca para darle más acceso al que seguía siendo su pareja.

 

Con mucho cuidado, volteó a Edward para que quedara de frente a él y poder besarle mejor, tomando la cintura del rubio con una mano y con la otra la mejilla tersa de moreno.

Profundizó en su boca, jugando con aquella lengua a la cual le había costado meses seguirle el ritmo y disfrutó de un beso que extrañaba ya.

 

El rubio alquimista de ojos cerrados llevó lentamente sus brazos alrededor de cuello del pelinegro al besarle. Parecía que, con aquel beso, la mente de Edward había sido bloqueada de cualquier pensamiento que pudiese detenerle o hacerlo pensar las cosas más de una vez.

 

Roy rompió el beso con suavidad y enterró su rostro en el cuello de Edward, abrazándolo con cariño y amor -Se que ahora te tengo olvidado y créeme que me odio por eso pero... eso no significa que no te ame y que lo que deseos es que ruedes por escaleras... Dios, Edward... no quise empujarte, yo...-pero calló en ese momento, no podía decirle lo de su ojo... ni el mismo sabía que le pasaba, tendría que primero ir a revisarse y después hablar con Edward.

 

Edward abrió sus ojos sorprendido por aquellas palabras al aún tener sus brazos en el cuello de su pareja. Le miró por varios segundos, desde su posición, y sus manos lentamente bajaron de su cuello a su pecho, abrazándole de vuelta.

Mustang se escuchaba arrepentido y más que nada incomprendido. Se mordió su labio inferior y meditó por varios segundos sus propios sentimientos...

-¿Fue un accidente...?- Le preguntó en aquel abrazo que sentía que le sanaba las heridas en su corazón. -¿Lo fue?

 

-¿En verdad me crees capaz de hacerte daño? -preguntó separándose de Edward y tomándolo de los hombros con suavidad -Pensé que me conocías... al menos hasta el punto de saber que haría y que no.

 

-Te conozco...- Contestó el rubio mirándole directamente a los ojos y ligeramente sus pupilas temblaron. -Es solo que... cuando caía... tuve mucho miedo y ya no sabía que pensar...

 

-Yo también tuve miedo, pensé que te perdía en ese momento -abrazó a Edward con cariño, aspirando el aroma del cabello de éste -Pero jamás te lastimaría por placer, Edward, jamás...-besó la coronilla del rubio y reafirmó aquel abrazo.

Su vista empezó a tornarse borrosa del ojo izquierdo, afiló la mirada ante esto. Tensando ligeramente el cuerpo.

 

-Roy... te amo- Susurró con pequeña sonrisa en su rostro ante el alivio que las palabras de Roy le daban. Se abrazó de él con fuerza y cariño pero le extrañó el sentirlo tan tenso.

¿Qué le pasaba?

-¿Todo... está bien?- Preguntó levantando un poco su mirada y toparse con la de Mustang.

 

Le veía ligeramente borroso, como si un pedazo de algodón cubriera su ojo, levantó su mano y acarició la mejilla de Edward con la yema de sus dedos, ya que no podía medir que tan lejos estaba el rubio de él.

¿Acaso... estaba perdiendo la vista? ¡No! Aquello debía ser una locura.

-Sí, Edward. Todo está bien -soltó sonriéndole y guardándose toda esa frustración en el pecho.

 

‘Pero no luce como si todo estuviera bien...', pensó Edward al cerrar uno de sus ojos cuando Mustang le acarició su mejilla. ‘¿Qué le estará pasando...? Hay algo... lo sé...'

 

Más Edward decidió callar y acurrucarse contra las caricias de Roy y cerrar ambos ojos.

-¿Entonces esto quiere decir que ahora... pasaremos más tiempo juntos?- Preguntó con cierta inocencia el alquimista de acero al dejarse perder en las caricias de su pareja.

 

Roy detuvo su caricia, ante las palabras de Ed y le miró por un momento, su ojo seguía en el mismo estado.

-Lo intentaré -soltó, alejándose de Edward y caminando fuera del baño.

 

Edward parpadeó varias veces y después siguió a Roy con su mirada cuando la confusión se dibujó en su rostro.

‘Algo anda mal...', pensó Edward aun de rodillas en el suelo y viendo como segundo a segundo Mustang se alejaba. ‘Pero... ¿qué?'

 

Fue allí cuando su estómago rugió con fuerza y Edward sudó una gota enorme. -Creo que... aún tengo hambre...

 

-Es cierto, derramé le jugo en tu comida -se dijo Roy pensando en el error de unos momentos atrás, para después mirar al pequeño que dormía cómodamente en la cama, giró sobre su hombro -¿Quieres que...? -más cayó al notar otra vez como su ojo izquierdo se tornaba completamente negro. Su mirada tembló ligeramente.

 

-¿Roy...?- Le llamó Edward estando una vez de pie y mirándolo algo extrañado por aquella pregunta incompleta.

 

-Me siento cansado, voy a acostarme -soltó sin dar explicaciones para mirar la cama y sudar una gota, la negrura seguía opacando su ojo -¿Qué hacemos con el niño?

 

-Que se acueste en mi lado...-Soltó el rubio con su mano sobre el estómago. -Los últimos dos días insistió en dormirse conmigo en el hospital así que... no hay problema...

 

-De acuerdo -soltó, tomando al niño en brazos, para poder acomodarlo mejor, más Ben se acurrucó en el pecho de Roy mostrando una tenue sonrisa.

-Papá...-susurró el niño apenas audible, Roy suspiró. Acondicionó al pequeño para que durmiera del lado de Edward y después destendió su lado de la cama el cual ocupó con rapidez y se tapó hasta las orejas.

-Descansa...-fue lo ultimo que soltó el alquimista de la llama, que rogaba porque su ojo estuviera bien para el día siguiente.

 

-Si...- Susurró Edward mirando al pelinegro con preocupación. -Tu también...

Y así el rubio de ojos dorados tomó la bandeja de comida del suelo y salió sigilosamente de aquella habitación. Se haría un emparedado, hacérselo no lo mataría... además Roy se veía como a alguien que le urgía una siesta y eso él no se lo iba a interrumpir.

 

Por fin era un nuevo día en Amestris, el sol brilló con fuerza en lo alto del cielo, dejando los charcos de lluvia que había caído ligeramente en central.

Roy abrió sus ojos con pesadez al sentir como la luz del sol se colaba en sus ojos cerrados, frunció el cejo ante su sueño espantado.

Notó que su ojo ya estaba bien, soltó un suspiro de alivio ante esto. Más un curioso olor le llegó a la nariz, olvidándose por completo de su problema ocular.

 

Unas risillas se escucharon del otro lado de la cama donde el alquimista del cabello dorado seguía durmiendo con su estómago descubierto y una pierna fuera de la cama.

-Allí no Roy, me haces cosquillas...- Decía entre sueños con un ligero rubor que decoraba sus mejillas tostadas.

 

Escuchó las palabras de Edward y sonrió a su modo, hasta en sueños podía volver loco a Edward, iba a darse la vuelta para poder abrazar al chico, más al su mano tocar la cama en el extremo opuesto, se sintió mojado.

Roy levantó una ceja ante esto, sudando una gota, para después sentir ese olor más fuerte que antes. Roy se puso azul.

-¡¡BEN!!

Fue el grito que se escuchó en toda la casa.

 

El pequeño estaba escondido tras Edward, quien ya estaba parado e igual de mojado que el pequeño rubio que miraba con miedo al pelinegro enojado.

-¡Mojaste la cama, pequeño malcriado! -soltó enojado Roy mostrando la parte húmeda del colchón.

 

Edward se mordía el labio inferior mientras tenía sus brazos extendidos de cada lado, como una manera de "proteger" a Ben del furioso Roy.

Su pantalón estaba mojado de la pierna izquierda y claro que eso a rubio mayor le fastidiaba pero...

-Estoy seguro que fue un accidente, Roy...-Dijo Edward en un intento de defender al pequeño que se escondía detrás de él. -A todos les pasa...

 

-¡¿A los seis años?! Creo que ya está bastante grandecito como para seguir teniendo este tipo de accidentes -soltó enojado Roy señalando la evidencia, sus sabanas nuevas mojadas y ni se diga del colchón, eso iba a apestar por días, si no es que meses.

Ben se aferró más al pantalón del rubio y sintió sus mejillas arder.

 

Edward bajó la mirada al sentir a Ben pegarse más contra él y sintió unas inexplicables ganas de defenderle.

-Pues Al, mi hermano, su último accidente lo tuvo también a esa edad.- Soltó Edward sin bajar sus brazos de la posición en la que los tenía. -Si tanto te molesta entonces yo te lavo las cobijas, el colchón tiene remedio con alquimia y fin del problema, pero deja de incomodar al niño...

 

-¡¿Por qué le defiendes tanto?! ¡No es nada nuestro! -soltó Mustang señalando al pequeño como una especie de intromisión.

Ben abrió sus ojos con sorpresa ante las palabras de su papá y sintió sus ojitos arder, se soltó del pantalón de Edward y corrió hacia el baño, empezando a llorar escandalosamente.

Roy sintió un extraño dolor al ver al pequeño llorar de aquella manera.

 

Edward dio dos pasos al frente y tomó a Roy de su brazo, jalándolo hacía si mismo sin aviso alguno.

-¡Ya lo hiciste llorar!- Se quejó el rubio al sentir un inexplicable enojo por la manera que su pareja había tratado al pequeño. -¡¿No puedes tener un poco de compasión por ese niño?! ¡Está perdido y cree que somos sus papás!

 

Se soltó de modo grosero del tosco agarrón de Edward -¡Chiflado es lo que ésta! ¡De seguro sus padres lo miman y jamás ha recibido mano dura! ¡Tuvo un error y tiene que aprender de él, no a costa de palabras bonitas, ni intentos fallidos! -le soltó Roy señalando la puerta del baño en donde estaba el pequeño escondido a un lado de la taza del baño.

 

-¡Pero es un niño y ni con gritos ni recriminaciones vas a sacar algo de bueno!- Sentenció Edward apretando sus manos en puños. -Yo no sé nada de cuidar niños pero mi madre jamás me gritó por los errores que cometí... Si funcionó con ella, funcionará con nosotros.

 

-¡No me voy a tomar la MOLESTIA de educar un hijo ajeno! -soltó Roy, cruzando sus brazos sobre su pecho -¡Hoy mismo lo llevamos a la delegación y lo reportamos! ¡Y fin del asunto! -sentenció Mustang mirando directo a los ojos de Edward, se podían seguir escuchando los sollozos del pequeño Ben.

 

-¿L-lo reportaremos...?- Preguntó Edward un tanto sorprendido y ligeramente angustiado por las palabras de su pareja.

 

-Sí, de nada nos sirve tenerlo aquí, de seguro sus padres andan frustrados porque no lo encuentran y nosotros aquí con el mocoso que moja la cama. Hoy mismo vamos a reportarlo, le compraremos ropa y lo mandamos a la policía.

Ben había dejado de llorar ante las palabras de su papá, para después sentir más ganas dentro de su pecho y sin medir su grito lloró con fuerza, mientras se le salían ligeros "Mamá" de la boquita.

 

Edward rápidamente giró su rostro hacia el baño sintiendo como si esas palabras se dirigieran a él. Dejó a Roy de un lado y a pasos rápidos se dirigió al baño donde encontró al pequeño Ben con su carita empapada en lágrimas. Verlo así solo causo que sintiera como su corazón era comprimido y una terrible culpa lo invadió.

Se acercó al pequeño y lo abrazó con cuidado contra su pecho.

-Shh... ya no llores, Ben...- Pedía el rubio.

 

Ben se agarró fuerte del cuello de Edward e intentó no llorar tanto.

-Mami yo no quería mojar la cama -soltó el pequeño con sus ojitos rojos por el llanto y moquito colgándole de la nariz.

Roy se asomó ligeramente al baño, más Ben no lo notó.

-Mi papá del futuro también se enoja cuando mojo la cama... pero ya le prometí que no lo haría, pero no puedo aguantar mami, me da miedo ir solo.

 

-¿Por qué no me despertaste?- Preguntó Edward acariciándole la espalda al pequeño con el cabello del mismo color que el suyo. -Yo te hubiera acompañado... y estoy seguro que si le pidieras a tu mamá del futuro, ella también te acompañaría...- Continuó sintiéndose un tanto tonto por decir las cosas esas del futuro como si fuera de lo más normal.

 

-¿Ella?... mi mamá es "él" -soltó el pequeño con la carita roja y separándose ligeramente de Edward, sin dejar de abrazarlo -Pero es que tu tienes sueño pesado, mami...-se quejó el pequeño -Y duermo solo, nunca van a verme en la noche y ya mojé la cama.

Roy seguía observando a Edward y Ben, eran como dos gotas de agua, difíciles de poder dar con diferencias.

 

Edward se rascó la cabeza ante las palabras del pequeño. -¿Y a tu papá?- preguntó aún con su otro brazo alrededor de Ben. -¿Por qué no lo despiertas a él?

 

-Papá me dice que ya soy grande y debo aprender a ir solo al baño...-el pequeñito se rascó el ojito con algo de fuerza -Pero me da mucho miedo y le digo pero solo me dice que tengo que ir... ¡Y tú lo apoyas, mamá! -se quejó el niño recordando a su mamá que siempre le daba la razón a su papá cuando mojaba la cama, no lo regañaba, pero si le daba la razón a su papá.

 

-Bueno, es que todos tenemos que aprender a ir solos al baño alguna vez...- Dijo Edward para después darse un zape mentalmente por andar apoyando a su yo "futuro" que ni si quiera creía que existiera. -No hay por qué tener miedo, no hay nada allá en la oscuridad. Solo están las mismas cosas que siempre han estado allí solo que a oscuras...

 

-A mi no me da miedo la oscuridad -soltó el pequeño viendo seriamente a los ojos de Edward, Mustang levantó una ceja ante lo dicho por el pequeño.

 

-¿Entonces...?- Preguntó Edward que ya no comprendía el temor del pequeño que le abrazaba.

 

Ben bajó la mirada, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban de la pena. Roy en cambió sudó una gota el prever lo que pensaba sería el temor del pequeño. No pudo evitar soltar una sonrisa tenue y cariñosa. El pequeño seguía con su carita baja y sin decirle a su mamá que le daba tanto miedo.

 

-¿Ben...?- Preguntó Edward ladeando la cabeza en confusión.

 

-Es que...-empuñó sus manitas y la vergüenza se acentuó en sus mejillas con más fuerza.

-El baño no te hará nada malo, Ben -soltó Roy llegando al lado del pequeño e hincándose a un lado de Edward, Ben levantó la mirada ante las palabras de su papá y se sintió más abochornado -Es solo una taza -explicó el pelinegro.

-¡Pero es muy grande! ¡¿Y si me caigo?! ¡Ustedes no lo sabrían porque están dormidos! -se quejó el pequeño viendo a su papá con reproche.

-Nunca vas a saber si en verdad te puedes caer si no lo intentas Y si te caes ¿que? ¿Te vas a quedar ahí "nadando" hasta que alguien venga por ti?

Ben iba a quejarse, más enseguida se calló, bajando la mirada.

 

Edward volteó a mirar a Roy y una sonrisa se escapó de sus labios al ver lo que Roy hacía por el pequeño Ben.

‘¿Qué te costaba comprender al niño desde un principio, Roy? Lo haces muy bien...', pensó Edward mirando a su pareja con cariño.

Sus ojos se pusieron nuevamente en el pequeño y su mirada se volvió más cálida.

-Además, es solo una taza de baño.- Comenzó Edward. -Si te caes, te sales y no pasa nada...

 

-Pero...-el pequeño miró al baño y sintió miedo, agarrándose del pijama de Edward -Es muy grande...-repitió el pequeño con sus ojitos abiertos.

-Y cuando crezcas tú serás más grande que ella -repuso Mustang acariciando la cabecita rubia del niño, quien miró a los ojos negros de Roy -Pero para eso, tienes que aprender a no tenerle miedo al baño.

 

-Si.- Edward le dio la razón al pelinegro mientras le sonreía a Ben con cariño.

 

Ben miró al suelo con su boquita en puchero y después miró a sus papás para asentir ante lo que decían, no tan convencido.

-Bien... ahora tienes que bañarte para que te compremos ropa -soltó Roy acariciando la cabecita de Ben con cariño, quien sintió sus mejillas rojas y miró a su papá con una sonrisa bien abierta.

-¡Sí! -soltó el niño, que miró a su mamá ahora -¿Te bañas conmigo, mami? ¡Ándale, ándale!

 

Edward se sonrojó al instante, parpadeó varias veces ante aquella propuesta de parte del pequeño y miró a Roy estando inseguro de lo que debía hacer.

-B-bueno... yo...- Articuló el rubio de las mejillas sonrojadas.

 

-¡Si, vamos, vamos! -pidió el pequeño jalando la pijama de Edward para que ésta saliera por la cabeza.

Roy solo negó varias veces ante la insistencia del pequeño porque su mamá se bañara con él y con una caricia a la cabeza de Ben, salió del Baño.

-Iré a lavar las sabanas -soltó desentendido de lo que le pasaba al rubio mayor.

 

-E-espera...- Intentó detenerle Edward pero Mustang ya se había ido y el rubio solo apretó sus labios juntos y mirar al niño frente a él.

-Está bien, Ben.- Dijo el alquimista de acero haciendo a un lado la pena que en sus mejillas aún se veía presente. -De todas formas nos hace falta un baño a los dos...

 

Y después de decir aquello, Edward se retiró lo que faltaba de su pijama y comenzó a desvestir al pequeño Ben.

 

El pequeño ya una vez desnudo, se fue corriendo hacia la bañera de Roy, alzando las manitas para poder alcanzar las perillas del baño.

-¡Pon la bañera, mami, pon la bañera! -propuso Ben viendo con emoción a Edward.

 

Edward desvió la mirada para después rascarse la cabeza varias veces y asentir. -De acuerdo, de acuerdo...- Soltó caminando hacia la bañera y girando las perillas, abriendo el agua caliente y un poco de la tibia para que así ambos comenzaran con su baño.

-Mójate muy bien el cabello.- Dijo el rubio que hacía lo mismo con el suyo una vez dentro de la bañera.

 

Ben asintió, esperando a que el agua cubriera toda la bañera y se sumergiera bajo ella, mojando todo su cabello corto.

-¡Ya me mojé, mami! -soltó el niño que al salir del agua salpicó en el suelo, mojándolo con pequeños charcos.

 

Edward sintió el agua rebasar sus rodillas y decidió sentarse a un lado de donde estaba Ben jugando con el agua. Edward cerró sus ojos por varios segundos al sentir el agua tibia envolvía su cuerpo y lo relajaba.

-Pero qué bien se siente...- Susurró el rubio mayor hipnotizado por lo que el agua caliente le hacía sentir en su cuerpo.

 

-¡Mamá! -soltó el pequeño, saltando al pecho de Edward y abrazarlo con fuerza -¡Mami, lávame el cabello! -pidió Ben con su carita algo sonrojada por el calor del agua y sus ojos puestos en Edward.

 

-¿Que te lo lave?- Preguntó con su corazón acelerado por el susto que el niño le había sacado al saltar en su pecho tan inesperada y sorpresivamente. -Pero tu cabello se puede atorar en mi mano de metal. A mi me pasa mucho y duele mucho al intentar sacar tus cabellos con vida de esta mano.- Avisó señalando su automail con su dedo índice izquierdo.

 

-Pero tu te pones un guante, mami -soltó el pequeño -Siempre que te bañas conmigo te lo pones y me lavas el cabello, me gusta como lo haces tu, dale -soltó el pequeño dándose la vuelta y darle la espalda a Edward para que le lavara el cabello corto.

 

-Creo que esto servirá...- Pensó el chico colocándose el guante recién trasmutado y llevando sus manos al cabello del pequeño frente a él. Comenzó a masajear la cabellera de Ben siendo cuidadoso con sus movimientos, y un tanto cariñoso también.

 

Ben sintió el brillo alquímico tras él y miró emocionado a su mamá -¡Yo también puedo hacer eso, mamá! -soltó el pequeño, aplaudiendo y colocando sus manos en la pared, trasmutando una especie de fuente saliendo de la pared -¡Verdad que ya mejoré mucho! -se enorgulleció el niño.

 

-¡¿P-p-puedes hacer alquimia...?!- Preguntó Edward con sus ojos bien abiertos ante lo que veía de parte del pequeño rubio.

 

-¡Sí! -soltó emocionado, pero enseguida cayó encima de Edward, completamente agotado y con los ojitos semiabiertos -Pero me canso mucho -soltó con una risita tonta en la cara -Por eso casi no me dejas hacerlo, bueno, el que más se enoja es papá... -bostezó con fuerza.

 

-D-de seguro es por esto mismo.- Dijo Edward al cargar al pequeño en sus brazos y acariciarle la mejilla. -Estás muy chico para andar haciendo alquimia... y más sin un círculo de transmutación. Es obvio que te cansarás al hacerlo...

 

-Ah...-soltó el pequeño con la mirada aburrida y mirando a la nada, cerró sus ojitos y se quedó dormido en el baño.

 

-Que bueno que la alquimia se pueda usar como un método rápido de lavar ropa, ¿no?- Preguntó Edward acariciándole la mejilla al pequeño que dormía en la cama de la pareja y con su ropita sin ninguna mancha ni un olor extravagante. El rubio mayor no pudo evitar sonreír al mirar como Ben dormía tan relajado y con aquella expresión en su rostro que seguía haciéndosele tan familiar. -Así le hacía yo en mis viajes cuando no tenía ni tiempo de cambiarme de ropa...

 

Roy estaba recargado en la pared de la cocina, viendo a la nada y pensando en su ojo, por lapsos olvidaba al pequeño Ben y los problemas que a veces tenía con Edward, debía ir a revisarse, de momento tenía suerte, no había tenido ningún tipo de problemas, pero no se podía confiar, ahora tenía un niño que no le pertenecía y tenía que ser muy cuidadoso.

-¿Qué haré? -se preguntó tras tocar su ojo izquierdo, sentía miedo... no podía evitarlo, tenía que saber que demonios le pasaba -Entre más rápido, mejor...

 

-¿Entre más rápido, mejor qué?- Preguntaba Edward al entrar a la cocina vestido en sus ropas usuales y su cabello húmedo y suelto sobre sus hombros bien formados para su edad. -¿De que hablas?

 

Le miró por unos instantes y desvió la mirada -Llevar a ese niño a la policía -soltó Roy caminando hacia la nevera y sacar algo para desayunar, más nada se le apetecía.

 

-¿Qué?- Preguntó Edward sin agradarle del todo aquella respuesta. Negó varias veces con su cabeza mientras avanzaba hacia el pelinegro e intentaba mantenerse calmado.

-Roy, no podemos hacer eso...

 

-¿Por qué no? Ese niño no es nada nuestro, Edward. Haríamos mal el quedarnos con él -explicaba Roy sin hacer nada realmente en la nevera, solo gastando luz y energía.

 

-Pero hay algo extraño en ese niño, Roy. No podemos entregarlo.- Fue lo que le dijo Edward al agacharse a un lado de Roy y pasarse por debajo de sus brazos para sí meterse y pararse frente a Roy y con el frío de la nevera dándole en la espalda. -Ese niño sabe muchas cosas de nosotros y cuenta anécdotas sobre sus padres pero mencionándonos a nosotros como si fuéramos ellos...

 

Roy parpadeó al tener a Edward entre la nevera y él, viendo al chico directo a los ojos, Edward era un chico muy lindo, no quería ni pensar en el echo de quedarse ciego y jamás volverle a ver.

-¿Y que quieres que hagamos? ¿Un interrogatorio? -preguntó Roy haciendo a Edward a un lado con cariño y continuar viendo en la nevera.

 

-Pues...- Comenzó Edward sin si quiera estar seguro que contestar y sonrojándose ligeramente mientras desviaba la mirada y jugaba con sus dedos nerviosamente. -El niño dice que es nuestro hijo...

 

-Lo cual es absurdo porque ambos somos hombres -soltó Roy viendo al chico sonrojado -¿Cómo explicas eso? Ninguno puede tener hijos. Te creo que sea algún hermano tuyo ya que están igualitos, pero eso de que sea nuestro hijo, ese niño necesita una historia mejor.

 

-Yo sé, yo sé...- Dijo Edward a sentirse un completo tonto por lo que decía. -Pero es que ese niño también se parece a ti, tiene tu misma manera de hablar, tú misma forma de mirar las cosas cuando le interesan y la misma expresión cuando duermes...

Edward miró a Roy directamente a los ojos con un ligero brillo de esperanza brotando de ellos. -¿Qué tal si en el futuro crearán una maquina con la cual los hombres también puedan embarazarse y tener hijos con otros hombres?

 

-Por favor, Edward. Eso es la cosa más estúpida que he escuchado en toda mi vida -soltó Roy cerrando la puerta de la nevera sin sacar nada de ella -Lo que pasa es que ese niño te a logrado convencer, por eso crees ver todas esas supuestas similitudes. Es imposible que en el futuro logren hacer una cosa como esa, es como si el hombre pudiera ir a la luna, completamente estúpido, y si ese fuera el caso, honestamente no me veo con una panza del tamaño de un balón.

 

-Pero si tú no serías el que lo cargaría...- Soltó Edward desviando la mirada y sonrojándose ligeramente más de lo que ya estaba. -Además... hay algo más que puede hacer ese niño y no tiene otra explicación más que ser nuestro...

 

Roy rodó los ojos, ese niño estaba logrando convencer a Edward y no le gustaba en lo absoluto, además, un niño no estaba en su plan de vida como pareja de Edward.

-¿Qué cosa puede hacer? -preguntó Roy sin mostrar interés en el tema.

 

-Alquimia.- Contestó el rubio con determinación. -Hace alquimia así, como yo, sin círculo de transmutación. ¿Cómo explicas eso?

 

-Tal y como me le explicaste tu hace cuatro años, una transmutación humana. Tú la hiciste a los diez, ¿Por qué no la puede hacer él a los seis años? De seguro la puerta esa se llevó su memoria o la confundió, yo que sé, el punto es que todo tiene una explicación lógica, ¡Por Dios, Edward, eres químico, todo tiene una explicación! Y ese niño también la tiene.

 

Lo que decía Mustang también le parecía una explicación lógica pero a su orgullo no le parecía suficiente, por alguna razón Edward quería seguir insistiendo que Ben realmente era su hijo del futuro.

-P-pero también sabía de mi automail y sobre mi nombre de alquimista nacional...- Siguió Edward siendo insistente. -Y dijo que era hijo del Fuhrer, algo que tú serás en cuestión de años. ¿No es así?

 

-Ya para este tiempo, creo que cualquiera sabe sobre el "Alquimista de Acero con brazo de metal" -soltó Roy con voz cansina por el tema -Me gustaría pensar que aquello sería cierto, pero no me confiaré por las palabras de un niño de seis, Edward, SEIS años. No puedo creer que te estés dejando engañar tan fácil.

Se quedó callado un momento -A menos que...

 

-¿A menos que qué?- Preguntó Edward con un ligero toque de esperanza en su rostro.

 

-Tu QUIERES que ese niño sea nuestro, esto es cosa tuya -soltó Roy a la conclusión que había llegado -Estas tan desesperado por hacer esta relación formal que quieres un hijo, Edward ¿Es eso? Cualquier pequeño que veas te mueve la fibra de madre, que no tengo ni idea de donde sacaste y lo quieres adoptar como tuyo.

 

-¿Qué...?- Preguntó el rubio cuyo labio inferior tembló un poco al escuchar lo que su pareja lo creía capaz de hacer. Claro, él si quería formalizar su relación con Mustang pero... no llegaría a tal extremo. No pudo evitar sentirse ligeramente ofendido. -¿M-me crees capaz de hacer semejante cosa para tan solo tener una relación formal contigo...?

 

-Me entendiste mal -soltó Roy negando varias veces -No digo que contrataste a un niño, solo que éste pequeño te confundió, te movió el corazón y ya con eso piensas que el niño es algo nuestro -explicaba Roy ante la supuesta acusación -Ed... si la familia del niño viene ¿Qué harás? Te estás ciclando mucho con él y no es sano.

 

Edward bajó la mirada y calló de inmediato al entristecer la mirada. ¿Qué haría? Ese niño había comenzado a robarse su cariño y amor... Hasta empezaba a acostumbrarse que le llamara "mamá"...

-Yo...- susurró afligido. -No sé...

 

-Edward... no puedo decir que te entiendo, pero, intento comprender el como te sientes. A veces también siento que falta algo en esta relación, pero no puedo caer en el hecho de que era un bebé, apenas tienes dieciséis años, ni siquiera eres mayor de edad. No es tiempo, no para nosotros.

Acarició la mejilla del rubio con cariño, para después besar su frente -¿Lo entiendes?

 

-Creo...- Susurró abrazando con cariño a Mustang y escondiendo instantáneamente su rostro en el pecho del pelinegro mientras así también escondía la inevitable depresión y decepción que se llevaba en aquel momento. -Es sólo que ya me había ilusionado...

 

Roy suspiró ante esto, también había sentido algo lindo cuando Ben había dicho "Papá" dirigido a él, pero no podía convencerse de eso, por que al momento de encontrar a los verdaderos padres, la separación dolería.

-Yo también...-confesó el pelinegro, para después besar la coronilla de Edward con cariño. En eso unos piecitos se escucharon caminar y llegar a la cocina.

-Mami, papi. Me quedé dormido -soltó rascándose un ojo con su manita derecha.

 

Edward se separó ligeramente del pecho de Roy y colocó sus ojos sobre Ben en la puerta de la cocina. -Ben...- Susurró intentando esconder como aquella palabra, con la que le llamaba el niño, le apretaba el corazón.

 

El pequeño caminó hacia la pareja y se abrazó a la pierna humana de Edward, recargando su cabeza en ella -¿Qué les pasa, mami? -preguntó el niño mirando a Ed a los ojos.

Roy miró al pequeño, era idéntico a Edward, una copia al carbón de éste. Pero no podían dejarse engañar nada más así.

-¿Ya me van a llevar a comprar ropa? La que traigo ya me aburrió.

 

Edward asintió al separarse de Roy y se colocó de rodillas frente al pequeño para así abrazarlo con cariño y besarle la mejilla varias veces. -Claro que sí, y después te compraremos un juguete...- Dijo Edward con cariño en su voz.

 

-¡Sí! ¿Lo puedo elegir, yo, mami? ¿Puedo? -preguntó el pequeño dando un brinquito y aferrando sus pequeñas piernas a la cintura de Edward en señal de que quería que lo cargara.

-Edward...-susurró Roy ante las palabras de su pareja.

 

Cargó a Ben en sus brazos con cuidado y se paró para así estar a un lado de Mustang. -Si, tú lo elegirás, Ben.- Dijo el rubio con cariño y acariciándole la mejilla al niño para así mirar a Roy y sonreírle con sus cejas encorvadas hacia arriba. 'No puedo evitarlo...', pensaba Edward.

 

Roy negó varias veces y tomó su gabardina negra -Vámonos entonces -soltó Mustang a ambos rubios, mirándolos con cariño a ambos.

Ben asintió y alzó los bracitos -¡Hazme caballito, papi! ¡Siempre me haces caballito!

 

Edward miró a Ben y luego a Roy esperando su reacción, una positiva si no era mucho pedir.

 

Roy negó varias veces ante la situación -Ven, pues -soltó levantando los brazos y tomando al pequeño, para después colgarlo en sus hombros.

-¡Wa! ¡Que alto! -soltó el pequeño agarrando los cabellos negros de Roy aferrándose a ellos -¡Camina, papi, camina!

-Despacio, Ben... no quiero problemas con tus verdaderos padres después -aclaró Mustang quien seguía sin creerle al niño.

-Mi papá del futuro dijo que jamás sería capaz de tirarme, así que tú no tienes porque dejarme caer, ¿verdad?

Vaya... el pequeño si que tenía lógica.

 

Edward los miró con una sonrisilla pequeña en su rostro.

‘Seríamos una familia perfecta...', pensó el rubio comenzando a caminar y siguiendo a Roy con Ben en sus hombros.

 

Caminaron hacia la calle, el carro de Mustang seguía dañado, así que les tocaba caminar, mejor para Roy ya que de momento su vista estaba en perfecto estado.

Ben miraba emocionado todo a su alrededor, con sus ojitos bien abiertos y señalando cosas que le llamaban la atención, como perros, pájaros, a otros niños, comida que tanto a Ben como Edward se les hacía agua la boca.

-Bueno... creo que primero desayunamos algo -soltó Roy harto de que se estuvieran deteniéndose en cada puesto de comida.

-¡Sí! -soltó Ben levantando las manos emocionado.

 

-¡Me parece perfecto!- Anunció el alquimista imitando a Ben y con ambas manos alzadas mientras reía de buen humor. Miró a su alrededor después de bajar sus brazos, inspeccionado con su mirada los locales que estaba cerca de su posición. En el aire se podía oler inmensidad de comidas exquisitas, desde las comidas más dulces hasta las más saladas.

De inmediato miró a Roy al portar una sonrisa de oreja a oreja. -¿Qué podemos desayunar?

 

-Pues...-Roy también dirigió su vista hacia los locales, nada le llamaba la atención. Ben miraba también con sus ojitos dorados.

-¡Ahí! -soltó el pequeño Ben con su manita señalando un local -¡Papá me contó que en ese restaurante te dijo que te quería, mami!

Roy sintió los ojos en blanco ante las palabras del niño. Era verdad, aquel restaurante costoso era donde le confesó a Edward que le amaba.

 

Edward se quedó mirando el restaurante por varios segundos y, después de que sus mejillas se tiñeron de rojo, volteó a mirar a Roy. -¿E-en serio le conteste sobre aquella vez?- Preguntó el alquimista de acero a su pareja.

 

-¡A nadie le he dicho nada de lo nuestro! Es mandarme a mi mismo a la horca -soltó Roy mirando al niño que ya había quitado de sus hombro y lo sujetaba con fuerza frente a él -¿Y tu? -preguntó mirando a Edward.

 

-T-tampoco, yo sé que es un riesgo para nosotros que alguien más se entere de nuestra relación.- Confesó Edward con una mano sobre su corazón y mirando directamente a su pareja.

 

Roy sabía que podía confiar en Edward, más no en el niño que juraba era su hijo.

-¿Cómo sabes eso niño? Y quiero la verdad -soltó Mustang mirando al pequeño directo a los ojos dorados. Ben ladeó la cabeza.

-Ya te dije, papi... tú me dijiste....

Roy se enojó -¡No quiero mentiras! -soltó enojado Roy, Ben se encogiera de hombros asustado.

 

-Roy...- Edward no tardó en llamarle la atención a su pareja por el volumen y el tono que usaba con el pequeño.

 

-¡Ah, esto es el colmo! -soltó Roy haciendo a un lado a Ben de un modo un tanto tosco, el pequeño casi pierde el equilibrio más había logrado mantenerse en pie. Se pasó una mano por el cabello y resopló molesto, en eso, su ojo había empezado a molestarle de nueva cuenta, empezando a rascárselo con tosquedad.

 

Edward caminó hacia el pequeño y colocó sus manos en cada un de sus hombros mientras miraba a Roy. -Déjate el ojo, rascártelo así solo lograrás que te arda más...- Aconsejó el trenzado.

 

-Déjame en paz -soltó enojado Roy sin ver a Edward y continuando con su tarea de rascarse. Ben miró aquello y caminó hacia su papá.

-¿Y tu parche, papi? -preguntó el pequeño, tomando el pantalón de Mustang y jalándolo un poco -El doctor dijo que no te lo quitaras.

Roy se sorprendido ante las palabras del niño y le miró con interés -¿Qué demonios dices? -preguntó el pelinegro.

 

-Qué bonita forma de hablarle a los que se preocupan por él.- Susurró Edward para si mismo al cruzar sus brazos y desviar la mirada, no dándole interés a la platica de Ben y Roy.

 

-El doctor, papá -soltó el pequeño, mientras seguía a su papá con la mirada ya que se había agachado para quedar a la altura del menor -Me dijiste que tu ojo estaba mal -explicaba el niño tocando el ojo izquierdo de Roy -Y que por eso te pusieron un parche.

-¿Voy a perder el ojo, niño? -preguntó con algo de miedo en la voz, sin poder ocultarla, más todo era murmurado, no quería que Edward se enterara.

-No lo sé, papá... tu no me dices mucho... casi ni hablas conmigo de eso.

 

-La próxima vez que me pida un beso le voy a decir "Déjame en paz" a ver si le gusta...- Seguía susurrando el rubio para sí mismo, quien ya estaba perdido en sus pensamientos en voz alta y no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

 

Ahora si que no sabía que pensar, ni como actuar... ese niño le había dicho algo sobre su ojo, nada bueno cabe agregar, ¿lo iba a perder?...

¡¿Pero que estaba pensando?! ¡Ese niño no podía saber nada de eso! ¡De seguro lo estaba inventando (aun que nadie podía negar que el niño era bueno en historia), no podía creerle nada más porque soltó algo, ligeramente, convincente! Estaba delirando...

Negó varias veces y miró al pequeño Ben a los ojos.

-No quiero seguir escuchando más mentiras, niño -soltó Roy entre dientes -Así que ¿O me dices quien diablos eres en verdad o juro que voy y te dejo en la primera delegación que vea?

Ben abrió sus ojos con miedo ante la amenaza de Roy.

-Es la verdad...-susurró con miedo -Yo soy... soy hijo de los dos...

-¡YO NO TENGO HIJOS! -gritó con fuerza al tomar el brazo del pequeño.

 

Edward fue sacado bruscamente de sus pensamientos al escuchar tremendo grito salir de la boca de su pareja. Ver como Mustang tomaba al niño del brazo logró abrirle los ojos ampliamente por la sorpresa y Edward no supo cuando ni como ya estaba con sus brazos alrededor del niño mientras Roy le sujetaba aún del brazo a Ben.

-¡¿Qué tienes?!

 

-¡¿Qué que tengo?! ¡Enojo! ¡Ya estoy harto de las mentiras de este niño, de sus estúpidas historias y de que caigas como idiota en cada palabra que dice! -bramó Mustang señalando a ambos rubios y jalando a Ben hacia él, logrando soltarlo de los brazos de Edward -¡Ya es todo, lo llevaré con la policía!

Y empezó a caminar hacia la estación más cercana que tuvieran. Ben abrió sus ojos atemorizado, y tropezándose ligeramente por las zancadas de Mustang.

 

-¿Q-qué?- Las pupilas del rubio temblaron bruscamente ante tales palabras y su cabeza comenzó a negar involuntariamente mientras sus pies se movían a prisa y siguiendo a Roy y a Ben. -¡No Roy, espera por favor!- Pedía el alquimista de la mirada sorpresiva. -¡No te lo lleves!

 

-¡¿Por qué no?! -preguntó mirando por encima de su hombro a Edward, más sin dejar de caminar. Ben intentaba soltarse de la mano de Roy, si lo llevaban con algún policía o algo, no podría prevenir la separación que arruinaría su nacimiento.

 

Edward se las ingenió en avanzar a prisa y colocarse frente a Roy, poniendo ambas manos frente el pecho del pelinegro en un intento de detenerlo. -¡Porque no quiero, Roy!- Contestó Edward ejerciendo su fuerza contra el pecho de Mustang. -¡Basta ya! ¡Deja que el niño se quede con nosotros si realmente me quieres!

 

Tomó las manos de Edward con brusquedad y lo alejó de él -Deja de chantajearme con eso. Más bien tú deja que me lleve al niño si en verdad dices sentir algo por mi -e ignoró a Edward continuando con su caminar rápido con el niño.

 

Edward se quedó quieto varios segundos, pensando en las palabras que Roy le había dirigido y el chantaje que él había utilizado ahora estaba en su contra. Apretó sus puños al escuchar los pasos de Roy y Ben alejarse de él, sintió una enorme impotencia en su pecho y se giró sobre sus talones para así mirar la espalda de Mustang.

-¡Eres un tonto! ¡Un cabeza hueca!- Insultó el rubio gritando con fuerza. -¡Idiota! ¡Insensible! ¡No te quiero ver!

Y tras decir eso, Edward salió corriendo a toda velocidad de aquella acera donde estaban caminando. Corrió sin saber a donde pero su único objetivo sería alejarse de Roy, al menos hasta que dejara de sentir todo ese enojo y peso sobre su pecho.

 

-¡NO MAMÁ! -gritó el pequeño alzando la manita viendo como el rubio se detenía -¡No te vayas, no odies a papá! O voy a desaparecer...-murmuró lo ultimo con mucho terror en la voz. Roy rodó los ojos ante las palabras de Edward. Claro, cuando se trataba de él, si podía hacer lo que quisiera, porque llorando el niño todo lo solucionaba, más cuando era Mustang el que pedía algo, ni quien se molestara en concedérselo, porque se hacía la revolución en su contra.

GENKI NO SHOWER: http://www.youtube.com/watch?v=bESznTrYYvc

 

Notas finales:

El Universo Futuresco de SupaMame

¡PALO!

Venimos actualizando rapidín porque como se dijo anteriormente, el reloj quiere aplastar a Syao y Akia. Gracias como siempre por sus lindos comentario y por darle una oportunidad a FUTURE, ya que es nuestr bebito más pequeño.

Pasamos ahora a lo que las alegra tanto, los agradecimientos.

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A

CALITA^^

SAMIYUMI

DARA LEE

SEIKETO NAYSET

MABELING

NECROMANCERDOLL

SABAKU NO HYUUGA

SOGUI CHAN

DEBBY

VALERINA

GRIN

HASAYA

HANEKO

¡GUBAI!

 


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