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¡¡Prepotente!! - Soberbia por AthenaExclamation67

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¡¡Prepotente!!

By AthenaExclamation67

Corría y lloraba al mismo tiempo, uno de los discípulos de Aioria, llegó a mi templo desconsolado, roto de dolor, desolado, humillado por su mentor u.

-       Ulises, calma ¿qué te sucede? - pregunte asustado.

El pequeño muchacho no podía hablar de lo conmocionado que estaba, su aspecto era lamentable, tenía su cuerpo lleno de morados y su ropa rasgadas.

Lo tranquilice, dejé que de llorara para desahogarse, que durmiera un rato hasta que despertó y me relató todo lo sucedido con Aioria.

-       La letra con sangre entra, eso me decía mientras me golpeaba - explicó mientras se merecían sus ojos nuevamente - es muy prepotente Shaka, se cree que él es el más fuerte de todos, que todo lo sabe, mejor que nadie - añadió rompiendo a llorar.

Realmente sus palabras me sorprendían, no podía creer que hablará del mismo Aioria con el que decidí compartir mi vida, ese que me hacía sentir tan amado, querido y protegido en su compañía, esos brazos, en nuestra cama...

-       Tranquilo Ulises, hablaré con él y veré qué puedo hacer ¿de acuerdo?

Finalmente, el muchacho se marchó cuando estuvo más calmado, dejándome muy preocupado, bien sabía que Aioria era un poco creído, pero todo lo que Ulises acababa de decirme me alarmaba, extrañaba demasiado.

Camine tranquilo, adentrándome en su  templo después de descender del mío, alertándole que llegaba al aumentar mi como.

Salió corriendo abrazarme, a besarme como se perfila, consiguiendo que me sonrojara, no sabía por qué, pero cuando sus labios acarician los niños, cuando su lengua se deslizaba por su boca buscando la mía, no podía evitarlo, el rubor subía mis mejillas y no desaparecía hasta que me iba o él se marchaba.

Esa vez no fue una excepción, a pesar de que yo estaba decidido hablarle a preguntarle si todo lo que dijo el muchacha era cierto, no pude más que olvidarme por un momento mientras me dejaba besaba, mientras me hacía suyo de esa forma tan deliciosa.

Caímos desnudos en su cama, después de una dura batalla cuerpo, agotados, exhaustos por ese momento del que acabamos de disfrutar.

-       Aioria... - susurre acariciando su pecho - ¿qué ha sucedido con Ulises? Llegó corriendo a mi templo y... - trate de continuar, pero me detuve al ver que se apartaba de mi, rechazando el contacto del cuerpo sobre el suyo.

-       Shaka... - dijo enfadado - ese muchacho es un flojo, no le gusta entrenar, no quiere entender la suerte que tiene de que sea yo y no otro el que le entrene - se regodeó mientras hablaba.

Me incorpore, quede sentado en la cama, empezando a creer algunas de las palabras que Ulises pronuncio.

-       Aioria... no creas que eres mejor que nadie, la soberbia es un pecado muy grave. Ve con cuidado, un día podrías salir escaldado - refuté algo molesto - ¡JA! - río - quien mejor que yo para enseñarle a todos esos flojos - dijo sarcástico - tienen que saber quién manda - acabo.

La sorpresa se reflejaba en mi cara, no podía creer lo que veía, lo que oía, Aioria se pasaba, empezaba a pensar que no era la persona más indicada para enseñar al que sería uno de nuestros sucesores. Me vestí me fui de su templo, dejándolo con la boca abierta, enfadado por la prepotencia que mostraba sin ningún tipo de consideración.

Su orgullo, le impidió venir a buscarme, venir preguntar el motivo del enfado, dándome cuenta al día siguiente que para él fue como si no hubiese sucedido nada.

Los encontramos por la mañana y corrió a abrazarme, a besarme, pero lo rechace, no tenía ganas de besos y abrazos, menos después de escuchar todo lo de la noche anterior.

-       Shaka... ¿qué pasa? - preguntó pero nunca pude contestarle ya que Shion llegó y nos interrumpió.

No acudió sólo a buscarme, Ulises le acompañaba con su cara toda sucia, y sus ropas de nuevo rasgadas.

-       Shaka - dijo Shion - desde hoy encargarás tu entrenar a los futuros caballeros - Aioria, tú regresa a tu casa, vigilarla será única ocupación de aquí en adelante - acabó.

Nos miró con rabia todos y cada uno de los presentes, y se marchó. Quedándome mucho más preocupado cuando Shion me explicó el último incidente que había provocado.

No sólo había golpeado al muchacho con la excusa de hacerle más fuerte, sino que además le recordó una y otra vez la suerte que tenía de que el mejor la enseñara. Había rebasado el límite y con razón, Shion le relevó de esa obligación, dejándome a mí con la responsabilidad de enseñar a Ulises aparte de mi propio discípulo.

-       Ulises, ve a descansar, te hará falta, tu entrenamiento conmigo iniciará mañana, despeja tu mente y no te preocupes por nada.

El chico, se marchó y preocupado, me fui al templo de Aioria, maldita la hora en que se me ocurrió, lo conseguí nada, sólo que discutiéramos acaloradamente en lugar de hablar que era lo que yo buscaba. No sólo no me regaló horribles palabras cuando estuve frente a él, sino que además, trato de provocarme, cosa que no logro.

-       Pobre muchacho - decía irónico - se echara a perder con tus enseñanzas, será un debilucho beatillo, adorador de estatuas barrigudas - añadió con recochineo.

Medir la vuelta, si continuaba allí acabaría golpeándole, así que me fui a mi templo para descansar, para aclarar mis ideas y tratar de buscar un remedio para esa situación tan absurda, tan extraña por la que Aioria nos hacía pasar.

Esa noche no pude dormir, estar así con Aioria no me gustaba, prefería disfrutar de sus caricias de sus besos y abrazos mientras me amaba, mientras nos preocupábamos solamente de hacerlos completamente felices, pero su actitud debía cambiar, debía darse cuenta de lo que podía llegarle pasar por creerse el mejor, por menospreciar a la otra gente.

Por la mañana, Ulises llegó con Teseo, mi discípulo y juntos salimos a entrenarnos. Me sentía muy cansado, agotado, haber dormido en toda la noche, tratando de hallar la solución a nuestros problemas. Empezamos a correr, descendiendo, atravesando el templo de Aioria que estaba allí presente, clavado cual estaca el suelo, rígido con un porte sonriente.

-       Vaya, las tres niñitas entrenándose - se burló - Ulises, lo sabes el error que acabas de cometer. Espero que te guste rezar, porque otra cosa no creo que vayas a aprender.

Sus palabras me ofendieron, pero no sólo logró eso, además, consiguió enfurecerme, provocarme de tal manera que yo mismo decidí enseñarle a pensar antes que hablar, a averiguar si realmente es más fuerte que la persona que tiene delante.

-       ¡Aioria! Cállate antes de que debas tragarte todas sus palabras - amenace.

-       ¡Jajajaja! No me hagas reír beatillo de Buda, de faltarían manos para tratar de golpearme.

Giré mi cara, gesto que mi discípulo entendió perfectamente y salió pitando del lugar, llevándose a Ulises con él.

-       Que pasa Shaka... ¿te da miedo que aprendan cómo defenderse? - se burló directamente de mi - verás Shaka tus oraciones no te protegerán siempre - añadió consiguiendo algo que jamás ocurría, sacarme de mis casillas.

Apreté mi mano y le golpee fuerte en la cara, haciendo que su labio sangrará, enfureciéndole, lanzando su ira contra mí para tratar de derribarme.

-       ¿qué pasa Aioria... no es lo que esperabas? - dije tomando uno de sus brazos, retorciéndolo, llevándolo a su espalda, empotrándolo con la pared mientras forcejeaba

-       Vaya. Parece que la niña rubia de los ojos azules sabe defenderse - río - pero eso no te servirá de nada Shaka.

Mi ira aumentó considerablemente, corría por mi cuerpo descontrolada, deseando salir, deseando enseñar a Aioria a callar cuando debía.

Empezamos a luchar, pero no logró soltarse de mí agarre, sólo se retorcía al tiempo que trataba de golpearme. Cosío girarse, haciendo nos caer al suelo, provocando que su cara golpeará contra el suelo. Lo empuje fuerte y apoye mi rodilla sobre su espalda, retorciendo más fuerte su brazo, fuera de mis cabales, dispuesto rompérselo si hacía falta.

-       ¡¡ARGHHH!! - grito - ¡detente Shaka! - rogaba.

-       Aprende a ser más humilde Aioria - conteste, inclinándome para hablarle al oído - piensa que quizás el próximo que quiera darte una lección no se detendrá porque te ama.

De pronto, ceso cualquier acción, no forcejeaba, no se movía, tan sólo sus ojos se abrieron de par en par al oír mis últimas palabras, cerrándolos lentamente, respirando agitado.

-       Lo siento - dijo con la voz entrecortada - disculpable Shaka, se que te lastimé - apretó sus ojos, pudiendo ver cómo caían algunas lágrimas.

Lo solté y me senté a su lado, creo que era la primera vez que lo vi llorar desde que murió su hermano. Eso hizo que cesara mi ira, la rabia que sentía en ese momento, queriendo entender que había comprendido lo que quería mostrarle, que la soberbia, no le llevaría a ninguna parte.

Me incliné y le besé, quise relajarle, tranquilizarle como él siempre hacía conmigo, demostrarle que me preocupaba por él.

-       No importa Aioria, espero no haberse lastimado yo sólo quería entendieras que... - quise continuar pero me lo impidieron sus labios que se posaban sobre los míos.

-       La letra con sangre entra Shaka, gracias por hacer entender - continuó besándome, acariciándome, haciéndome sentir es el más amado sobre la faz de la tierra, feliz de poder estar de nuevo él.

 

- Fin -

 

 

 

 

 


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