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Atracón - Gula por AthenaExclamation67

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Atracón

AthenaExclamation67

Había llegado el evento, el cumpleaños de Milo se celebraba Aioria noche, así que se arreglaron para la ocasión.

Los caballeros dorados, fueron invitados a la celebración donde estaban seguros pasarían un buen rato ya que en ese tipo de celebraciones Milo, se encargaba conciencia, se preocupaba de que todo fuese perfecto.

No faltaba la bebida, comida, dulces o buena música que poder al bailar, cada uno de los cumpleaños Milo, jamás caía en el olvido ya que todos lo pasaban muy bien, y ese año no sería la excepción, ese año volvía tenerlo todo bien atado para que nadie se aburriese.

Lentamente, pasados escasos minutos del ahora que marcaba la invitación, fueron llegando al centro de escorpión donde ya se encontraba Camus, uno que había ayudado a Milo para organizar la todo.

Entregaron sus regalos al homenajeado y fueron entre entrando, empezando a charlar con sus compañeros, esperando los dos que faltaban para dar comienzo la celebración.

-       Sí que tardan- dijo Milo preocupado - Aioros ¿les habrá ocurrido algo?

-       Lo que preocupes, seguro que están a llegar, creo que Aioria estará tratando de hacer algo para qué Shaka controle esos impulsos que le dan por los dulces - contestó tratando de tranquilizarle.

Y así era, Aioria ascendió las escaleras junto con Shaka, y viendo que se controlará. Nadie entendía porque precisamente él, perdió los papeles cuando había dulces, pasteles o chocolates cerca de su alcance, se daba unos atracones espectaculares que quitaban el hambre al más glotón.

Para Shaka, de una bandeja llena de caramelos, o un pastel suculento era como subir al cielo y volver a bajar en segundos. Le encantaban, cuando tenía una tableta de chocolate en sus manos, no pagaba hasta que la devoraba por completo.

Estos incidentes, lo sucedían a menudo, sólo las grandes celebraciones, pero Aioria detenían algo preocupado, no entendía cómo el paciente sosegado Shaka, cuando veía un dulce en lo que fía y nada lo detenía hasta que detenían sus manos para poder devorarlo.

Aioria, tenía que un día se le fuera la mano, por más caballero dorado que fuera, su cuerpo, su estómago, debía saber cuando llegaba límite en lugar de seguir engullendo dulces y cualquier tipo de golosinas y control alguno.

-       Shaka por favor, controlate que hoy... ¿sí? - Le pedía con una sonrisa, tratando de no molestarle.

-       Aioria por favor, ni que no me conocieras, soy el que tiene más control de todos vosotros - le contestaba.

Aioria encajó una ceja y miró a Shaka de reojo mientras llegaban al templo de escorpión, negando con la cabeza, lo que podría llegar a suceder.

-       Hola muchachos - saludo Camus desde la puerta - al fin llegan - acoto.

-       Camus, disculpar retraso, es que debíamos hablar de algo - sonrió apenado.

Camus asintió, conocía o creía conocer el motivo de la charla, sólo esperaba lograr el mismo espectáculo en el cumpleaños de Dohko, a Shaka devorando la torta de cumpleaños sin dejar que los temas la probaran. Cuando entraron, todos les quedaron mirando, especialmente Shaka que ya miraba a todos lados con una sonrisa inmensa.

-       Feliz día Milo -le saludo - ¿qué te regalaron? - preguntó.

Milo sonrió, por un momento pensó que esa noche, Shaka se controlaría, pero aún no sabía a ciencia cierta, si eso ocurriría.

Camus fue con Aioria a por unas bebidas mientras Milo le enseñaba los regalos a Shaka que enseguida le dio el suyo, un precioso colgante de marfil blanco con forma de mano, algo que a Milo le gustó mucho, con un tierno beso en la mejilla.

La cena empezó un, ésta transcurría tranquila, con una charla amena sobre sus vidas, con anécdotas vividas, felices y otras no tanto, pero todas ellas con un significado en sus vidas.

Cada uno de los invitados, fue terminando los platos para llegar al momento que todos deseaban, cantar el cumpleaños feliz y a pagar las velas de la torta.

Camus se levantó y pidió ayuda Aioria que lo acompañó a la cocina para entender todas las velitas, cuando lo tuvieron hecho, hicieron una señal y Saga apagó la luz empezando todos a cantar el cumpleaños feliz.

Aioria y Camus, avanzaban espacio con la torta en sus manos, iluminando la habitación con la tenue de las velitas, dejándola frente a Milo, esperando a que las apagase.

-       Pide un deseo amor - susurró Camus besando después su mejilla.

La cara de Milo, reflejaba la felicidad, lo podía pedir más. Todos sus amigos a los cuales consideraba como su propia familia estaban reunidos con él, haciendo disfrutar de una velada, de un cumpleaños inolvidable.

Inspiró fuerte y llenó sus pulmones de aire apagando todas las velitas, escuchando se después los aplausos y vítores correspondientes por la hazaña.

Todos sus amigos sonreían, incluso Shaka que parecía muy tranquilo a pesar de la inmensa torta de chocolate algunos que otros dulces que sacaron para acompañarla.

Ninguno en ése momento tenía hambre, para, su trozo de ese pastel que se veía suculento, así que decidieron devolver los dulces y la torta a la nevera para bailar y reír un rato antes de comerla.

La música empezó a sonar, se oía por todo el templo de escorpión, pudiendo ver como todos bailaban, mientras Aioria le entregaba su regalo Milo, ya que no había tenido oportunidad de dárselo.

Sólo perdió de vista unos segundos a Shaka, justo tiempo necesario para que le pasara el regalo Milo, un abrazo muy sentido y volvía a girar su cuerpo para ver como el santo de virgo bailaba.

Pero en esos pocos minutos, Shaka desapareció, Aioria levantó la mirada y lo busco entre todos sus compañeros, pero sin obtener resultados, Shaka no estaba, se había esfumado como por arte de magia, pero pronto averiguó donde estaba.

-       ¡¡SHAKA!! - Grito Camus desde la cocina - ¿qué has hecho, qué te pasa? - decía al armado.

Aioria corrió hasta la cocina muy preocupado, y viendo una escena que todavía a la angustia más. Llegó hasta Shaka para abrazarle, para saber si se encontraba bien cosa que no era.

Rodeo del cuerpo de Shaka con sus brazos y lo arrolló en su pecho, viendo como Camus se marchaba.

-       Shaka - susurró haciendo que abriera los ojos - estás bien mi vida.

Shaka negó ese abrazo al cuerpo de Aioria temblando.

-       Perdóname - murmuró sonrojado - lo sé que me sucede con los dulces Aioria, cuando los reos siento la necesidad de acabármelos - explicaba empezando a llorar.

Sin que ninguno esperase Milo entre preocupado para ver si todo va bien.

-       Chicos... ¿estáis bien?

Aioria asintió abrazando Shaka más fuerte, protegiendo entre sus brazos.

-        Sí... Milo estamos bien - alzó su mirada - nos iremos, Shaka debe descansar, no se siente bien del estómago.

Milo entendió y ayudó a Aioria a salir por la puerta de su templo, regresando después a la fiesta.

Aioria sujeto a Shaka este estaba débil, sin fuerzas y se sentía mareado, sin ánimo de caminar.

-       Aioria, no puedo, todo me da vueltas - dijo Shaka parando en seco, mirando al suelo avergonzado.

-       Comiste demasiado, lo te preocupes, yo te llevo. Sujétate a mi cuello - dijo al tiempo que lo alzaba en sus brazos, sintiendo como Shaka apoyaba la cabeza en su pecho, cerrando sus preciosos ojos azules después.

Aioria descendía despacio hacia el sexto templo, sin dar muchos brincos mientras descendía las escaleras, pensando en cómo ayudar a  Shaka con su problema.

De había dicho que comía demasiado, Shaka ya estaba bastante apenado, avergonzado por su comportamiento, pero la verdad era que se había comido y engullido todo el pastel y las dos bandejas. No sabía porque a Shaka de apasionaban de ese modo los dulces, cuando los veía la gula lo dominaba y se los comía todos, sin compartirlos con otros amigos, perdiendo su carácter amable y se parecía un león que atacaba su presa cuando la devoraba sin compasión.

Sumido en sus pensamientos, Aioria llegó al templo de Shaka y se fue directo un a su habitación, donde lo recostó en la cama y lo desnudo para que pudiera dormir, dándose media vuelta para irse a la sala, pero Shaka lo agarró de su túnica.

-       Aioria... espera... Mmmm... no vayas - murmuró - quédate conmigo como siempre - pidió.

-       Tranquilo Shaka, sabes que jamás que dejaría, sé que no te lo digo mucho, te amo, lo sabes... verdad - pregunto sentándose en la cama, pegado al cuerpo de Aioria, abrazando su cuerpo, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban un por el modo en que Aioria le miraba.

-       Yo también te amo Aioria - susurró más sonrojado - nunca te vayas de mi lado - añadió escondiendo la cabeza en el pecho de Aioria.

Aioria sonrío tomando el menton de Shaka para alzarlo.

-       Jamás lo haré Shaka - susurró besando después sus labios.

 

-     Fin -

 

 

 

 

 

 

 

 


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