Sé que es incorrecto amarte en la distancia
Pero es una locura inevitable
Y, al reconocer mi dolor,
¿serías quien me halle sano y salvo?
Al amor se lo pierde, no se lo encuentra...
Puede que me vuelvas a ver hoy y me preguntes cómo estoy. Radiante, siempre iluminado de fondo por el Sol y con el viento meciendo las hebras de cabello color miel; una textura que aún permanece entre mis dedos y contra mis mejillas cuando puedo recordarlo.
Me mostrarías todos los dientes perfectos en una sonrisa de calidad insuperable, mentirosa, como las fauces de una flor carnívora en pleno Octubre letal. Tus párpados oscurecidos por el maquillaje y vaya uno a saber cuántas cosas menos cotidianas, más trágicas. Pero siempre con el distintivo brillo en los iris, un resplandor tenue que nace de las mismas pupilas. Nunca reflejaste ninguna luz, siempre creaste la tuya propia.
Por eso, tu boca que estaba hecha de vidrio y cristales y nácares exóticos, resplandecía aún cuando nos envolvía el humo, la música, la oscuridad. No absorbías, exhalabas - despedías fragancias, escencias, una chispa especial. Y si me vieras hoy, si nos viéramos, seguirías igual que siempre, iluminando sin reflejar.
La forma en que te conducías tampoco habrá cambiado, estoy seguro - esa languidez mezclada con elegancia, queriendo dar la impresión de que el traslado del punto a al b es una tarea que debe realizarse con sumo cuidado y los cálculos bien hechos. Había que ser tú para poder moverse así, aspaventosamente y a la vez, sin exagerar. La curva de tu cadera, siempre angulosa y resaltando la longitud del torso flexible, aparecería desfachatadamente con el solo motivo de deslumbrar a quien te observe dar paso, tras paso, tras otro...
Si te viera hoy, si nuestros ojos volvieran a encontrarse, no me cabe duda de que toda la gloria que te caracterizó siempre seguiría intacta, como en una fría escultura de hielo y azúcar. Nada podía modificarte, nada te tocaba realmente, ni mi amor, ni mis caricias, ni mis palabras. Es que así te conservabas hermoso y fuerte, una orquídea mariposa dormitando con el tiempo detenido en un glaciar.
¿Es posible que la riqueza, la perfección y todas esas joyas inalcanzables de la vida que poseías, te hayan ennegrecido por dentro? La bailarina de porcelana que estaba a la vista nunca se oxidaba ni se manchaba, pero cada vez danzaba más lento. Imperceptiblemente.
Cuando nos separamos, pude ver claramente a través de las sedas, las piedras preciosas y el bourbon que componía tu persona - pude ver el miedo, la altivez sintiéndose amenazada por un monstruo desconocido. ¿Por qué, y esto es algo que nunca entendí, para alguien como tú era una novedad el afecto?
Si hoy te encontrara nuevamente, bajo el cielo encapotado de Marzo, quisiera verte sonreír, por única vez, desde el corazón. No espero una tensión de labios comprometedora, no espero verte sonreír de felicidad... Sino de emoción. ¿Me lo concederías? Y nuestros ojos que una vez fueron uno, en esos momentos de debilidad y fragilidad de la mente, estarían húmedos de nieve, de hielo, de agua cálida.
Si te viera hoy, Uruha... si te viera ser el mismo de siempre, pero con un dejo diferente de calor, brillando más fuerte que nunca...
Por favor, sonríe para mí.