Aquella tarde la casa de Sasuke estaba más tranquila que de costumbre. El padre, que tenía una tienda-bazar, había ido de compras; con él se había marchado la madre llevando a Itachi, hermano de Sasuke, para que lo viese el oculista, que debía operarle un ojo enfermo; pensaban regresar a la mañana siguiente.
Poco faltaba para la medianoche. La mujer que les prestaba servicio durante el día se había ido hacia el oscurecer. En la casa sólo quedaba Naruto (novio de Sasuke que vivía con él), con las piernas paralizadas, y Sasuke.
Faltaba poco para la medianoche; llovía y soplaba el viento. Sasuke y Naruto, todavía levantados, se hallaban en la sala. Sasuke había vuelto a casa sobre las once, después de pasar fuera muchas horas, y Naruto lo había esperado despierto, lleno de ansiedad, inmovilizado en unn ancho sillón de brazos en el que solía pasar todo el día y, amenudo, también toda la noche, pues la fatiga no le permitía estar acostado.
LLovía, y el viento lanzaba la lluvia contra los cristales. Era una noche muy oscura Sasuke había vuelto cansado, lleno de barro, con la ropa desgarrada y un cardenal en la frente, produciod por una pedrada; se había peleado con otros muchachos y, por añadidura, habíajugado y perdido todo el dinero que llevaba, dejando la gorra en una zanja.
Aunque la sala sólo estaba iluminada pr un quinqué semiapagado colocado en un extremo de la mesa junto al silló, el pobre Naruto había visto al momento el lastimoso estado en que se hallaba su novio, sabiendo todo lo sucedido en parte por haberlo adivinado y lo demás por la confesión que sacó a Sasuke.
Naruto quería con toda el alma al muchacho y, cuando se enteró de todo se echó a llorar.
-¡Ah, no!- dijo después de un largo silencio-; no tienes compasión de mí de lo contrario no te aprovecharías de la ausencia de la ausencia de tu madre para darme tantos disgustos. Ya ves, me has dejado solo todo el día. Debo advertirte, Sasuke, que has emprendido un camino que te conducirá a un triste fin. He visto a otros que comenzaron como tú y acabaron muy mal. Se empieza por salir de casa para pelearse con otros muchachos, jugarse el dinero, y luego, poco a poco, de las pedradas se pasan a las cuchilladas, del juego a otros vicios, y de éstos...¡al robo!.
Sasuke escuchaba a su novio de pie, a tres pasos de distancia, apoyado en un arca, con la barbilla sobre el pecho, el entrecejo arrugado y todavía encendido por la ira de la pelea. Sobre la frente le caía un mechón de hermosos cabellos negros, teniendo inmóviles sus también negros ojos.
-Del juego al robo-repitió Naruto llorando-. Piensa en eso Sasuke. Piensa en el botario del pueblo, en Orochimaru, que ahora vagabundea por la ciudad, que ha hecho morir de pena a su pobre madre, a la que yo conocía, que ha estado ya dos veces en la cárcel ¿acaso deseas ese fin?.
Sasuke guardaba silencio. No estaba pesaros, ni mucho menos. Suactitud obedecñia más bien al exceso de vitalidad y de audacia su padre le habria acostumbrado. Era rienda suelta, pero bueno, aunque apareciese en su corazón el arrepentimiento y dejase escapar de su boca las buenas palabras que nos inclinan a perdonar:"si no me he portado bien; no llo haré más, te lo prometo, ¡perdóname!". A veces se sentía embargado de ternura, pero su orgullo no se lo permitía manifestar.