Siempre creí que los hermanos Gallagher escondían algo. Quizás algún sórdido secreto familiar que implicara muertes y crímenes pasionales cometidos en los suburbios de Manchester, o tal vez algo mas simple como la tarde en que Liam había golpeado con ira a Noel por haber roto su oso de peluche favorito. Incluso esperaba un recuerdo plasmado de emociones adolescentes como el que el mayor de los Gallagher se había tirado a la linda novia de su hermano, esa rubia de pecas que habitaba en el barrio.
Mi curiosidad se disparaba con todas aquellas reacciones inexplicables y esas miradas que se dirigían cuando pensaban que nadie les veía, todas esas canciones cantadas tras el sonido de la guitarra y sus ojos observándose mutuamente. Mi intuición me decía que el plan maestro se les fugaba de sus dedos mientras volvían a recitar “Please brother let it be, Life on the other hand won't let you understand”
Siempre supe que todas aquellas peleas, todos aquellos comentarios malintencionados y empapados en sarcasmo que llenaban las planas de las revistas musicales y alguna aburrida entrevista televisiva, tenía un doble sentido en sus vidas, un cauce nuevo, secreto, recóndito, casi sucio.
Pero jamás se me pasó por la cabeza algo como eso, nunca llegué a pensar que lo que las camisas a cuadros y el you’re my wonderwall dicho en un susurro significara tal suceso en las vidas plagadas de rock, drogas y recitales por doquier, en los hermanos Gallagher.
Mas lo vi con mis propios ojos, ese día se esclareció el misterio que los rodeaba al verlos abrazados o agotados luego de un concierto en alguna cuidad pequeña. Fue como esas visiones de las malas películas de romance, donde la pareja que parecían odiarse terminaban enzarzados en una lucha de besos y pasiones que hasta parece amor.
Fue luego de alguna tediosa tarde de grabación, la banda completa dentro del cubículo esponjado mientras sonaban los acordes que acompañaban las dulces letras de Noel. Los integrantes se veían con el ánimo desgastado luego de las horas de trabajo, solo pensaban en una cerveza fría en aquel pequeño bar de ladrillos rojos al que solían ir luego de los ensayos para criticar a la farándula inglesa, despreciar a la reina o maquinar la próxima balada, esta vez cantada por Noel.
Pero cuando llegada la hora de partir, mientras todos guardaban sus pertenencias, las baquetas quedaban solitarias sobre el amplificador del bajo de McGuigan, los últimos cables eran desconectados, el micrófono cerraba su transmisión y unos apretones de manos señalaban la despedida. Liam y Noel permanecieron ahí, sosegados en sus emociones y percepciones privadas, lanzando alguna furtiva mirada a la puerta que se cerraba con el último en salir.
Mientras solo se escuchaba el eco de las ropas al compás del movimiento, y un suspiro dejaba en evidencia al cansancio en los labios Noel.
El menor frunció el seño con lo que parecía ser molestia, y sin siquiera mirar a su hermano le reprochó con su suave voz alguna frase que hiciera notar que las composiciones de Noel bajaban en calidad y aumentaban sus líneas cursis.
El mayor solo lo miró con indiferencia, sabía que su hermano seguía enojado por aquel comentario transmitido en la BBC.
Quiso reír, Liam estaba siendo el rockstar de orgullo dañado que siempre le causaba gracia, pero esto solo hizo que aumentara la molestia en los ojos del más pequeño y se acercara con impetuoso paso al figura del mayor, y tomara con violencia el cuello de su camisa desgastada, para decirle a la cara algunos insultos que devolvieran el mal gusto en su boca.
Entonces sí obtuvo reacción.
Un certero empujón por parte del mayor, que terminó alejándolo y haciéndolo caer al alfombrado suelo. Como aquella vez en que se pelearon luego del concierto como dos leones que peleaban por territorio ellos se golpeaban por ganar el protagonismo que creía merecer sobre el escenario.
Mas esta vez las razones de su disputa estaban algo confundidas, quizás la frustración externas, y ese resquemor moral que los perseguía día tras día, estaba haciendo acto de presencia, y le cegaba mientras se daban puñetazos y soltaban sucias palabras con el afán de herir el orgullo ajeno.
Y entre todo aquel lío de cuerpos, mentes obnubiladas por algo que ni ellos mismos sabían definir, y la última creación de Noel, dedicada a una chica que extrañamente nadie conocía pero despertaba un sentimiento de incomodidad el menor, algo que no sabía clasificar, pero a lo que mucho llamarían celos.
El mayor en un último movimiento airado tomó a Liam por las solapas de su camisa y lo estampó contra la pared, e impidió cualquier movimiento por parte de éste, solo se le quedó mirando con los ojos desorbitados, la respiración agitada, los pensamientos confundidos y un labio roto. Liam que no se encontraba mucho mejor, sintió ese revolver de su estómago que hacía odiar el que existieran los sentimientos, pero que finalmente dieron el empujón para que aquello terminara como ambos deseaban secretamente.
Liam tomó con ímpetu las ropas de Noel y lo acercó violentamente hacia sí, con los latidos ensordeciéndole las venas y unas cuantas condenadas mariposas revoloteando donde no debían.
Y sucedió lo impensable, terminaron por reducir el nulo espacio que les separaba para besarse con pasión desmedida. Ya no razonaban, solo sentían.
Sentían como esos labios fraternales se iban poco a poco transformando en el rastro de un amante, y las lenguas jugaban en complicidad silenciosa, y algún gemido huía cuando aquella mano acariciaba su cintura con devoción.
Noel se pegaba al cuerpo del menor mientras una pierna se abría paso entre las piernas del menor, se escuchaba un suspiro mal disimulado que solo encendía mas sus emociones y lo hacían bajar su rostro al cuello de su hermano para morder con sed y escuchar con regocijo aquel Noel dicho con urgencia.
Liam solo se dejaba hacer con los ojos muy cerrados, sus manos en la espalda del mayor, intentado rasgar las vestiduras ajenas, y gimiendo como siempre deseó. Sin aquel yugo moralista surcándole los pensamientos, sin pensar en las habladurías del gentío normalista.
Solo sintiendo, experimentando, abrazando a su hermano, con furia, con deseo, ahogándose en lo que ambos producían.
Y mientras seguía sonando el delicioso murmullo de sus besos, sus nombres entre gemidos, y las manos aferrándose a las contrarias casi con amor. Supe que los hermanos Gallagher escondían un secreto, un muy dulce secreto…