Aquella fría mañana de invierno se encontraba cierto moreno de hermosos ojos negros y cabello corto en su casa tirado en su cama con unas cuatro cobijas para protegerse del clima (Ch: ¿Cuatro? ¿Pues duerme en la calle o qué? M: No, pero es tan flojo que no se quiere parar a encender la calefacción.), estaba ya en el quinto sueño cuando el sonido del timbre lo despertó.
-Mmm, ¿Quién demonios me molesta tan temprano en domingo? ¿¡Qué no ven que son las 11:00 de la madrugada!? -Aun con la pijama puesta y la baba escurriéndole de la boca bajó a atender al infeliz que lo despertaba.
-¿El señor Roy Mustang?
-Si, ¿qué quiere? -Dijo de mala gana.
-Entrega especial, firme aquí -El mensajero le da un formulario para que lo firme, le da el paquete y se retira.
-¿Qué rayos pasa?, yo no encargue nada.
Roy entró a la casa con el paquete en sus manos y fue hasta la amplia sala, ahí se dejó caer sobre uno de los mullidos sillones y se dispuso a abrir lo que le habían entregado momentos antes. Lo que había en el interior era un pequeño reloj de arena roja, la estructura era de plata pura y estaba grabado con hojas y enredaderas, lo que llamó la atención de aquel moreno era que por más que lo moviera o lo agitara la arena no caía.
-Maldita porquería.
Estaba a punto de arrojar el dichoso relojito cuando vio la tarjeta en el suelo.
¡Feliz cumpleaños Roy! Ya sé que debí de haberte mandado un bastón ya que no estas en edad de andar sin uno, pero pensé que esto te agradaría más. Es un objeto muy especial, si quieres saber el por qué mira la inscripción.
PD. A propósito, ¡Ya deberías casarte!
Atte.
Maes Hughes.
-Maldito Hughes. ¿Por qué mejor no me manda algo más útil?
Resignado decidió examinar el regalo que le había mandado su amigo, en la base había algo escrito con hermosas letras escarlatas.
-"Invoco al esclavo del tiempo para que cumpla mis caprichos, a cambio yo romperé con cada deseo satisfecho diez de los eslabones de su cadena" -Al terminar de decir aquellas palabras al aire el reloj comenzó a emitir una luz cegadora que hizo que Roy soltara el objeto, cuando al fin abrió los ojos se encontró con algo que no esperaba ver.
-¿Tú eres mi nuevo señor?
Frente al sorprendido moreno se encontraba una linda chica que se veía de unos diecisiete años, de cabello largo y oscuro recogido en una media cola, tenía una carita llena de alegría e inocencia, pero a su vez sus ojos denotaban el paso de los años y las experiencias difíciles que estos traen consigo (Ch: Se ve demasiado dulce como para ser su amiga. M: ...¿Quieres que te traiga a Envy verdad? Ch: No dije nada, mejor sígame contando. M: ...).
-¿Q-quién eres? -Esas palabras fueron el único sonido que salió de su boca temblorosa.
-¡Ah! Perdón por mi falta de educación, soy Cristal y estoy aquí para cumplirte diez deseos.
La casa quedó en silencio, los dos se miraban, pero ninguno atinaba a decir algo, ese molesto ambiente se rompió cuando Roy por fin pudo salir de la enorme sorpresa que se había llevado.
-¿Qué quieres decir? ¿De dónde saliste? ¿¡Qué fregados pasa!?
-¡No diga groserías por favor!
-Lo siento, pero comprende que no todos los días me aparece de la nada una chica (Ch: Pues yo diría que si).
-Bueno, te respondo lo que me acabas de preguntar: Tu me llamaste cuando leíste el conjuro del reloj en voz alta, y lo que quise decir es que te puedo cumplir diez deseos, lo que tu quieras.
-¿¡En serio!? Pues entonces quiero...-Roy ya estaba pensando en hacer que cierto alquimista rubio y chaparrito aceptara salir con él (M: Creo que no hace falta que les diga quien), tenía tiempo mandándole indirectas, las cuales Edward (Ch: Creo que ya les dijo quien de todos modos) no captaba y Mustang no quería decirle abiertamente por miedo a un rechazo. Estaba a punto de comenzar a pedir cuando la chica lo detuvo.
-Espera un momento, antes de pedir cualquier cosa, hay ciertas cosas que tengo que advertirte.