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Desvistiéndote por katzel

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Notas del fanfic:

Danna Eichmann: Caprichoso archiduque alemán que ha puesto su mira en el tutor.

Olivert Kenwood: Impasible (¿?) maestro inglés que soporta sin ceder su acoso y trata de corregirlo...

Danna abrió sus ojos a la hora del té.

Se la había pasado seco como un mapache fuera de combate por un largo tiempo.

Muchos signos de interrogación aparecieron sobre su preciosa cabeza de noblecito preguntándose cómo había llegado ahí.

Estaba entre un milagro cristiano de difícil aceptación como la traslación de cuerpos o la atrevida idea de que Olivert, maravillándose de su hermosura lo había subido escalón por escalón estilo princesa inalcanzable y cuidadosamente lo colocó entre las sábanas de seda, no sin antes darle un beso en la frente...

No hace falta decir cual de las dos opciones le pareció mas favorable al uke enamorado.

- kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Estaba a punto de babear toda la cama pensando en él mismo dormido y Olivert haciendo de príncipe azul.

- wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Escuchó el llamado de los criados para tomar el té y lo primero que se le ocurrió fue ponerse bonito para su amor.

Qué mejor manera que usar su querido vestido azul...

La doncella tocó la puerta preguntando si necesitaba ayuda.

Danna abrió preguntándole en voz muy baja si le podía ayudar con el cierre del vestido que había sido casi arranchado la última vez en la tienda...

Los ojos de la muchacha se pusieron grandotes y dijo que sí sonrojándose y pidiéndole permiso para llamar a las otras criadas.

El chico no entendía nada.

Desde que los habían visto juntos todas las sirvientas de la casa deseaban ardientemente un romance yaoi entre él y Olivert.

(Los hombres de la casa decían que eso les revolvía el estómago y sería una afrenta para su honor masculino... siendo Olivert un símbolo del caballero perfecto...)

Así que las muchachas en tropa se dedicaron con pasión a preparar a Danna para que tome el té.

Lo llevaron al cuarto de baño y le pasaron el estropajo por todos sitios.

(Puro amor al arte... no había mala intencion...)

Otras arreglaron el vestido de tul mientras un grupo especial preparaba la mezcla demoledora de siete perfumes que llevarían a Olivert a la locura.

Danna se sentía mimado por su corte femenina y listo para empezar su viaje en el mundo del romance.

La flor de tela en los cabellos... los guantes blancos... los zapatitos de princesa y el perfume perfecto...

Las maids juntaron sus manos lanzando un suspiro apasionado y deseándole mucha suerte.

- ¡Usted puede amito Danna! ¡Estaremos apoyándolo! ¡Arrase con él!

El alemancito hasta se atemorizó un poco por tanto entusiasmo...

- ¡Una cosa más...! ... no... haga... rabietas...

- POR SUPUESTO QUE NO VOY A HACER RABIETAS QUE SE CREEN QUE SOY UN IDIOTA, TORPE, CABEZOTA... ohhh... ya veo... lo intentaré...

Sujetando con gracia los bordes de su traje empezó a descender.

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Olivert estaba impecable para tomar el té.

Su camisa blanca y su chaleco de casimir de color negro calzaban exactamente con su cuerpo.

La corbata oscura con prendedor a 180 grados y los gemelos en los puños.

Todo un monumento rubio al buen gusto inglés.

Sentado con la espalda recta esperaba la bandeja con las tazas y la tetera para pasar un agradable rato disfrutando de una caja de aromático té chino que acababa de llegar directamente de dicho país.

Además deseaba por vez primera conscientemente atraer a Danna usando su atractivo para distraerlo mientras enviaba a alguno de los sirvientes a registrar su armario para quitarle el vestido azul que le pertenecía a miss Rose.

Necesitaba mandarlo a una megacosturera para arreglarlo y luego mandarlo con un ramo de flores a su dueña pidiendo disculpas por lo sucedido en la tienda.

Hasta se sentía un poco malvado, preciosamente malvado por hacerle eso al caprichoso Danna... distraerlo... luego sonreiría cuando el muchacho se diese cuenta de la razón real...


Todos estos planes se evaporaron cuando Danna hizo su aparición triunfal.


Lo primero que debía haber cruzado la mente de Olivert era la llamada de atención más colosal que maestro alguno había dado hasta ese momento a un alumno desobediente.

Pero estaba completamente en blanco.

En shock.

Clavado en el piso, de pie ante Danna sin capacidad de reacción.

¿Cómo podía pasarle a él, amo y señor de todas sus emociones?

Era un hecho... Olivert no se recuperaba del impacto de la imagen de ensueño que ingresaba silenciosamente como si flotara.


Las criadas encaramadas al marco de la puerta se hacían señas de triunfo.


Olivert apretó sus puños y cerró los ojos.

La sangre volvía a correr otra vez por su cuerpo.

Su ceja iniciaba su arqueamiento de "me estoy enfadando con mucha educación"

Danna sintiéndose seguro extendió su mano para que se la besara.

- ... buenas tardes, Olivert... ¿te gusta como me veo?

La pregunta fue dicha en un tono dulce de miel derretida.

Lo que aumentó mil veces la cólera del maestro por que sacudía su cabeza para no verlo con brillitos flotando por todos lados.

"Crees que me vencerás de esta manera... niño malcriado..."

El rubio tomó aire y contó hasta diez.

- ... lo diré una vez y de la forma más sutil que puedo... QUÍTESE DE INMEDIATO EL VESTIDO AZUL...

- ... sexo en la primera cita... - Danna se cubrió el rostro - ... soy tan feliz...

Una mínima porción de tinte rosado vaciló en posarse sobre las mejillas de Olivert.

- Joven Eichmann ignoro de qué forma se ha golpeado la cabeza para decir semejante barbaridad... pero no deseo averiguarlo... ese vestido no es suyo...

- ¡Pero tú lo pusiste en mi guardarropa!... no te entiendo Olivert... por qué reaccionas así... luego de llevarme de esa manera a mi cuarto...

Danna creía que si él lo imaginaba ya era un hecho irrefutable.

- ¡Ponerlo en su...! ¡Llevarlo a...! ... mph... me temo que está en un error... en ambos casos fueron las doncellas... yo no soy responsable de esas acciones...

El alemán se puso rojo de ira y su cabeza giró hacia la puerta donde todas las criadas salieron volando a hacer sus labores a lugares lejanos de la casa.

- Mentira...

- Oh por favor, sea razonable... usted sabe que es la verdad...

- ¡HE DICHO MENTIRA! ¡Y EN ESTA CASA SE HACE LO QUE YO DIGO!

- Danna... Danna... - el dedo de Olivert se movía advirtiéndole.

Olivert empezaba a planificar imaginariamente los lugares donde podría evadir las cosas que ya morían por volar de sus lugares.

- ... ahora te daré solo una oportunidad para salvar la vida... descendiente de mapaches... si te arrepientes y me juras lealtad y amor eterno besando mi mano lo olvidaré todo... mira... aprovecha ahora... eres un hombre inteligente y sé que lo harás...

- ... esto es inconcebible... en mi propia casa... no puedo tener un momento de paz...

Rechazó la mano que se le tendía con una venia fría y contundente.

- ... tú lo has pedido... ahora sí no me quitaré este vestido NUNCA... hasta que se convierta en un harapo... hasta que desaparezca... ¡GOD DAM!

Se subió a la mesa y empezó a zapatear sobre los dulces de chocolate ensuciándose la parte inferior del traje y los zapatitos de princesa.

Y mientras la casa de Osten Square temblaba ya iba especificando Danna cómo Satanás iba a comer TODAS las partes del cuerpo de Olivert y sobre todo él se reiría cuando le arranque "algo" de raíz con un doloroso mordisco.

En ese momento se le ocurrió entrar a un criado con la bandeja de porcelana y el té.

Olivert le hizo un gesto para que se retirara pero Danna llegó antes y empezó a arrojarle la fina tetera con agua caliente que casi se lo lleva al otro mundo.

Cuando terminó con eso volaron las sillas y hasta le tiró al criado que salió por la puerta hacia el recibidor.

Rozado por el agua caliente y ya exhausto de la absurda pelea Olivert se irguió.

- Vamos a terminar con esto de una buena vez.

Echó los gemelos y arremangó los puños.

- Tienes el peor problema de actitud que he visto...

(Empieza el trato de "tú"... y no "usted")

El rubio subió a la mesa con unos ojos dominantes imposibles de ignorar.

Con esa mirada el alma se le encogía a Danna.

- Si crees que con eso me asustas ... - dijo el pupilo dudando.

El rubio lo sujetó de las muñecas y cayó sobre él largamente encima de la mesa.

- Olivert eres un...

Sus labios fueron mordidos sin compasión...

- ¡hummmm!

La voz que puso el de cabellos negros no tenía nada que ver con el enojo...

El tutor asaltaba su dulce boca sin dejarlo respirar. Algo estaba ya quemando entre ambos... ¿era que estaban tan entrelazados uno con el otro?

Danna sabía que no era solo el por que al contacto con el cuerpo de Olivert todo ese calor podría fundir el ártico en un segundo.

Dejarse llevar era tan fácil...

Olivert acariciaba el rostro de Danna mientras le besaba.

El roce sexy y romántico parecía un rastro de lluvia en la primavera.

Y ambos empezaban a ondular en un ritmo afín y extraño que conectaba su piel con espectacular simetría...

El rubio liberó los brazos del muchacho que se sujetó con fuerza de su camisa, temblando... lleno de deseo...

Los besos de Olivert bajaron hacia el cuello de Danna y se depositaron ahí devorándolo.

Luego fueron bajando con el vestido que iba saliendo de escena dejando desnudo a Danna.

Éste sólo pronunciaba en todos los tonos el nombre de su rubio amante.

Las manos del tutor se apoderaron de la intimidad dulce de su pupilo acariciándola lentamente haciéndolo sufrir en su roce-

- Noooooooooooooooooo... para... voy a explotar... Olivert... hummmmmmmmmmmm

Los dedos hurgaban de tal forma que sólo con eso el alemán ya estaba a punto de llegar al éxtasis.

Fue allí cuando algo reaccionó en Olivert y dimensionó la terrible situación.

Tenia nada menos que a Danna desnudo y muy excitado siendo tocado por él.

Ni un vulgar casanova lo habría hecho mejor... y él se pasaba de todo límite conocido...

Olivert Kenwood, de treinta años de edad e irreprochable trayectoria como educador estaba jugueteando con su discípulo... en una relación prohibida por muchas razones... ambos eran hombres... Danna era noble... y encima menor de edad...

Se detuvo.

- Que pasa... sigueeee... por qué te detienes...

Olivert sintió que su rostro estaba rojo y se dio la vuelta.

- ... espero...que haya aprendido la lección...

- ... la... ¿qué?

Como en la tienda de damas se quitó la camisa y lo envolvió abotonandolo hasta el cuello.

- ... disculpe... yo...

Luego cogió el vestido y se retiró en silencio sintiéndose el más miserable de todos los mortales.

Fue a su cuarto a ponerse una nueva camisa y un sombrero.

Iba a salir con carácter de urgencia de Osten Square.

Danna seguía en la mesa con las piernas colgando y sólo con la camisa de Olivert encima viendo cómo éste tomaba su bastón y su abrigo del armario de visitas y salía sin mirar atrás.

Quería llorar.

Estaba solo en medio del desastre otra vez.

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Olivert terminó de escribir con la caligrafía bella el nombre de lady Rose en la tarjeta de disculpa que acompañaba a las flores, y al eternamente manosado vestido azul que estaba en la megacosturera.

Con la consciencia un poco más calmada pasó por el bar "Mister Kenwood" en la avenida central.

Cuando su padre, de una antigua familia de viñateros le dio a elegir entre seguir la tradición familiar y estudiar para maestro no lo dudó dos veces.

En cierta manera el bar representaba para él una profesión no muy honorable.

Y solía evadirlo cada vez que podía, porque adentro... estaba...

Pero esta vez sentía verdadera necesidad de una copa para olvidar algunas cosas...

Apenas traspasó la entrada escuchó el grito de triunfo de un joven conocido.

- Ohhhhhhhhhh pero vaya y que hace Su señoría en mi bar de mala muerte... pero cómo el fino visitante se ensucia los pies al venir aquí...

- Basta... me iré ahora fue un error...

- ¡No! ¡no! ¡no!... el rey de Saba se queda... y bebe una copa que yo invito...

- No la necesito...

- Si has venido aquí claro que la necesitas... vamos, no seas tímido... venga, es por cuenta de la casa.

Era casi de su misma estatura pero con cabellos castaños.

Los ojos eran del mismo azul profundo y la contextura masculina pero un poco mas rústica por su vida disipada.

- ¿No saludas a tu hermano menor Oli? ... donde andarán los modales de los que tanto te ufanas...

- Buenas tardes... Bryan Kenwood... - dijo dubitativo Olivert, sentándose en la barra.

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Las criadas terminaron de vestir nuevamente a Danna consolándolo y dándole los mejores augurios para la vuelta de su maestro a quien ya habían bautizado como "el ardiente" por que andaban espiando por las cerraduras tooooda su sesión de sexy amansamiento.

Tocaron el timbre dos veces.

Danna, abrazado aún a la camisa de Olivert se mantuvo en pose de espera.

¿Podría hablar con él?... estaba loco por decirle muchas cosas...

El sombrerito alto y los aleros de encaje le sonaron mal y mucho más tratándose de miss Dummkof (estúpida)... Rosse.

Venía a buscar al rubio a la casa, también a espiar cuál era la relación que tenía con Danna.

- Olivert no está... así que será mejor que te vayas...

- Jovencito... buenas tardes... si no está le esperaré... tengo la tarde libre...

Danna no la invitó a sentarse ni le hizo gesto alguno.

Ella carraspeó un poco esperando...

El jovencito se abrazó más a la camisa blanca que exudaba un aroma seco y delicioso que no pasó desapercibido para la señorita.

La lady trató de disimular mirando los retratos de la sala de estar muy atentamente.

- Seré directo contigo - dijo Danna levantándose - ... Olivert es Meine Liebe (mi vida) y no me lo vas a quitar por mucho que lo intentes.

Los ojos de ella se abrieron sorprendidos por la claridad con la que decía esas palabras.

- ... pero tú eres un hombre... y él...

- ¿Crees que eso tiene alguna importancia?... aunque todo el mundo me diga que es lo correcto que esté contigo y no conmigo... él me pertenece...

- Estás confundido... la admiración que sientes hacia Olivert...

- ... una mujer tonta como tú... no puede comprender lo que siento... cuando él me abraza... y me besa... cuando él me toca... siento que voy a morir de felicidad... y besa endemoniadamente bien...

- ... joven Eichman no diga esas cosas...

Danna aspiró el perfume de la camisa ruidosamente.

- ... ohhh y su aroma es tan varonil... que avasalla...

La muchacha no pudo soportar más.

- Veo que ya es algo tarde, así que me retiraré... por ahora... mañana... volveré a ver a Olivert... y pasado también... y pasado... hasta que te des cuenta... del error en el que estás...

Salió con paso apresurado y gran indignación.

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