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Under the Darkness por Ankris y Sigurn

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Notas del capitulo: ¡Necesito reviews para saber si continuarlo o no!

Sonó la campana del recreo, y todos los alumnos de la universidad salieron para el descanso de la comida.

—¡Katagiri!— Mikou, una de las chicas más lindas de la universidad gritaba mi nombre. —¡Te estaba buscando! Tengo algo que decirte...— se sentó a mi lado, sobre el césped.

—Di... dime...— no tenía mucha experiencia con las mujeres, y además, era muy tímido.

—Estoy embarazada— me sonrojé al máximo. ¡Cómo me contaba esas cosas, sin pudor y yo apenas conociéndola! Solo hablamos a veces entre clases ya que se sienta delante mio, pero nunca hemos sido ni siquiera amigos —así que quiero que te hagas cargo.

Perdona... ¿¡Cargo?! ¿Cargo de qué? Entraba en pánico.

—¿Per... dona? ¿Cargo... de qué?— pregunté; me faltaba el aire.

—¡De tu hijo! Si no recuerdas mal, tú fuiste quién me embarazó.

—¡No te inventes cosas! Si es una broma pesada, ¡dejalo! Encima tienes novio, es alto, guapo y fuerte, y yo que no he ni hablado contigo unos cinco minutos seguidos, ¿me dices que tengo un bebé?— enfurecido, me levanté de golpe del cesped dejando tirado el tupperwear con el tenedor de plástico y me encaminé con la mochila a la espalda de nuevo al edificio.

—Para— Mikou dio una severa orden, y poniéndose delante de mí como si un clavo fuese, me miró con superioridad y odio. Medía mucho más que yo, ya que apenas mi altura rozaba el metro setenta. Su cabello blanquecino dentelleaba con la luz del mediodía, cegando mis delicados ojos azules. —Me vas a pagar la manutención, porque este hijo es tuyo. Si no me das 100.000¥ mañana, te las verás con la panda de mi novio— diciendo esto, se fue, dejandome perplejo y preguntándome el cómo aquella mujer podía ser tan puta. Ni de broma tenía yo ese dinero ni en tres meses, ¿qué se había creido? No me asustaba su amenaza en absoluto.

Tenía bastante con lo ocurrido, así que sin importarme las clases, me fui en mi coche a casa. Diez minutos de carretera es lo que me separaba de mi apartamento a la universidad.
Llegué, y exhausto dejé las llaves de casa encima de la primera mesa que ví y me lanzé contra el sofá para caer de tripa y descansar un rato. Me dormí.

Las siete y media... me dormí. Me levanté con prisa para llegar a las clases a tiempo, ni siquiera desayuné: ya comería algo en el descanso de la comida. Cogí la primera camisa que ví y, buscando donde habían caído mis llaves y maldiciendo el que las tirara siempre por cualquier rincón, las encontré. Fuí al parking del subsuelo y monté en mi coche. En diez minutos llegué a la universidad.

Pasaron las clases, y como un loco corriendo de una clase a otra choqué con alguien. Era Mikou.

—Ka~ta~gi~ri— arrastró cantarinamente las palabras. Quería el dinero y por supuesto, no me iba a dejar timar.

—Déjame en paz, llego tarde.

—¿No vas a ocuparte de tu hijo?

—¡No es mi hijo, joder!

—Ju, ju, ju... Así que mi plan no ha funcionado... Aun así, recibirás castigo. ¡Necesito dinero para irme de este asqueroso país!— diciendo esto, volteó y con una leve risa pude oir un 'hasta nunca'.

Pasó la hora de la comida, y sonó de nuevo el timbre. Corrí hasta el aula de latín, pero algo me golpeó en la cabeza y caí boca abajo, desmayado.

Me desperté muy confuso, y lo primero que vi fue una pared azulada con un espejo enfrente mia. No estaba muy oscuro ya que entraba un poco de luz por un pequeño ventanuco. Intenté incorporarme, pero alguien me cogió del brazo y del mentón. Abrí los ojos intentando enfocar, hasta que pude ver a un hombre arrodillado, moreno y con un piercing en el labio, vestido con una camisa abierta y unos vaqueros que llegaban hasta las rodillas. Tenía una muñequera negra con la mano que me sujetaba el brazo. Más atrás, en el pequeño cuartito habían tres hombres más: Zack, el novio de Mikou, que era el más alto y musculoso; Niwa, el chico con el que comparto clases de alemán, que tenía el pelo rosáceo, y Yuma, que hacía la carrera de publicidad, era bastante alto y tenía el pelo azul. Comparado conmigo, aquellos cuatro hombres eran armarios, ya que medían una cabeza más que yo.

—Zuhi, ¿se ha despertado?— dijo Zack, dejando la conversación con Niwa y Yuma de lado, fijándose en mí.

—Sí— Zack se acercó a mí, el resto de chicos profirieron una sonrisa.

—Así que no vas a pagar, eh...— se frotó un puño —será una pena para tu linda cara ser golpeada— se agachó y me metió un derechazo en la mandíbula, sin llegar a ser muy fuerte, pero rompiéndome el labio.

—¡Estás loco! ¡Gilipollas! ¡Soltadme!— conseguí liberarme de Zuhi, pero al ver que la puerta estaba cerrada con llave, me espanté. —Dejadme ir...

—¿O qué harás? ¿Gritar como una nena? ¡No me hagas reir! Estamos en el desván del ala sur, son las seis de la tarde y por este sector ya no pasa absolutamente nadie. ¡Nadie!— se echó a reir. —Jajajajaja...

Niwa se acercó a mí, relamiéndose el labio inferior. Yuma se arremangaba. Zuhi me cogió por la cintura arrastrándome hasta la pared donde desperté. Zack vino y me abrió la camisa blanca del tirón, rompiendo botones y dejando al fresco mi torso. Giré la cara para encontrarme con la de Niwa, muy, muy cerca de la mía. Me tiró al suelo y lamió toda la sangre que caía por la comisura del labio roto. Intenté apartarme, pero no me compares mi fuerza de mesita de noche con la de un armario de madera de roble.

Entre los cuatro me apresaron y toquetearon lo que quisieron. Yuma me sentó a la fuerza en el suelo, frente al espejo. Podía ver los arañazos que habían dejado en mi cuerpo, mi pequeña estatura, mis hermosos cabellos anaranjados...

Los tres chicos restantes quedaron tras Yuma, mirando fijamente el espejo. Me avergonzaba, y encima estaba furioso, pero como sabía que no podía hacer nada no opuse más resistencia. ¿Qué querían de mí? ¿Qué iban a hacer conmigo?

Zack se adelantó y se puso frente a mí. Me miró fijamente para que le mirara yo también, y en ese rato de confusión me quitara los zapatos,calcetines, pantalones y bóxer. Me cagué en él y en su puta madre, pero siguió haciendo lo que le venía en gana. Pataleé y le pequé un patadón en la tripa, así que se apartó. No le duró mucho el leve dolor porque en escasos segundos ya estaba tan enérgico como antes.

La situación era: Yuma sujetándome el cuerpo, tocando mi espalda con su torso. Zack mirando atentamente el espejo. Niwa lamiéndose un dedo y acercándose más a mí. Zuhi... semi tumbado encima de unas cajas, con un bulto entre las piernas, como el resto de people.

Niwa acabó por quedar a un lado, me cogó la mano y la llevó hasta su entrepierna. Por Dios, ¡qué asco! Indecorosamente frotando mi mano con su cosa... Puaj. Aparté la mirada para sentir menos el frotamiento, y me di cuenta de que, mirándome al espejo parecía un uke sonrojado esperando a que alguien me la metiese por el agujero del culo. ¡¿Pero cómo pudo ser?!

Cerré los ojos, apretándolos con fuerza. No podía permitir ver mi pequeño orgullo se viera desvancijado así, frente a un espejo.

Harto de esa situación y tortura mental, hice lo que debía hacer: colaborar para que todo acabar antes. Cuanto más rápido, mejor.

Con ganas, metí mi mano bajo el pantalón de Niwa, que comenzó a gemir. ¡La primera vez que oía a alguien gemir! Dios, que vergüenza. Oí que Zuhi ya comenzaba a tocarse, ya que con Niwa, Yuma y Zack al lado no podía verle ni por el espejo. A Zack le vino la inspiración y comenzó a besarme. Claro, yo no era un experto en besos. Yuma cogió la mano que me quedaba y, sujetándola todo el rato, me pajeó él o yo mismo, o las dos cosas. La temperatura iba aumentando y cada vez se veía menos en la pequeña habitación porque anochecía.

Sin aire ya para respirar por los largos besos de Zack y el estrés de estar usando las dos manos y lo bien que se estaba rodeado de hombres me hacían quedar en un estado de transición en el que ni yo sabía si me drogaban o era que lo disfrutaba. Notaba un dolor en el trasero; para cuando me dió a mirar me pregunté: '¿cómo coño se ha bajado Yuma los pantalones tan rápido y me la está metien...do?'.

—¡¡Ahh!!— no lo pude evitar, dolía, joder. Lo peor no era eso, sino que el muy bruto me tiró para delante, ganándose una queja por parte de Niwa y Zack. Al final les dio igual porque se lo montaron ellos dos aparte.

Yuma embestía fuerte y movía la mano igual. Estaba al borde de la muerte o del placer, quién sabe. No recuerdo el final, pero supongo que después de correrme perdí el conocimiento. Cuando desperté, estaba bajo un manto de estrellas y un gran árbol, en el jardín de la universidad. Me habían puesto los pantalones y atado lo que quedaba de camisa, pero aún se veían rasguños y chupetones. Intenté levantarme, pero... caí de culo. Me dolía a matar el trasero. Después de todo, habría sido mejor pagar los 100.000¥ que sufrir así.

Me cagué en mis muertos cuando ví que había una nota en el suelo. Textualmente ponía con muy buena caligrafía:

<<Akira Katagiri, has cumplido muy bien el castigo. Ya te solicitaremos más veces ;)
El castigo consistía en llevarnos tu coche si no pagabas, así que nos lo hemos llevado.
Lo otro... era un extra. Eres demasiado lindo, uke y moe :3
—Yuma Sakamoto>>

¡Violadoreeeees! ¡Mi cocheeeeeeeeeeeeeee!

Notas finales: Espero que os haya gustado n__n

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