Estaba lloviendo y Ryutaro contemplaba el cielo gris. Sentía como las pequeñas gotas de agua corrían por su cara, a veces pensaba que las gotas se deslizaban por su piel a una velocidad más alta de lo normal porque hasta ellas querían alejarse de su personalidad destructiva. Tratando de alejar esos pensamientos negativos de su mente el hombre cerró sus ojos. No solo porque no le gustaba pensar en lo patético que era su vida sino también porque las malditas gotas de agua le entraban en el ojo. No obstante se dio cuenta que al cerrar los ojos no cambiaba nada, se sentía y pensaba lo mismo, es mas ahora no veía el cielo gris melancólico sino que veía un negro vacio y intimidante que le hacia erizar los pelos de los brazos por una razón que todavía no podía descifrar ya que le pasaba cada vez que cerraba los ojos. Esto significaba que tampoco dormía mucho, y se notaba en sus ojeras oscuras que parecían moretones que pintaban a la cara pálida y tímida de Ryutaro.
Los pensamientos del pelinegro fueron interrumpidos cuando noto que ya no caía agua sobre su cara y solo por su cuerpo. Ahora si que me volví loco. Eso fue lo único que pudo pensar el hombre cuando escucho una voz demasiado feliz para su gusto.
“¿Que haces aquí tú tirado, no sabes que esta lloviendo?” dijo la voz demasiado feliz para su gusto.
“Déjame solo que estoy ahogándome en lo penosa que es mi vida.”
“¡No creo que te ahogues con solo pensar en eso tonto!” El hombre que tenia la voz demasiado feliz para su gusto se río. Era una risa alegre pero al mismo tiempo burlona. Si Ryutaro no estuviera ahogándose en sus pensamientos profundos de sufrimiento y odio le hubiera mordido el pie o algo por el estilo.
Decidió abrir los ojos y tratar de espantar al hombre. Al abrirlos lo primero que vio fue un paraguas negro, se veía nuevo, y le gusto mucho. Después vio la cara sonriente del señor que era feliz. Le daba asco esa cara, quemada por el sol y completamente normal, no parecía salaryman eso si. Su cara era como la de un hombre que veía todos los días en el metro de la casa al trabajo. Odiaba a ese tipo de cara. Bueno no exactamente odiar pero si sentir una punzada en el corazón que le hace preguntarse, ¿porque no soy así?
“¿Como te llamas niño de la lluvia y miseria?” Ahí va con sus preguntas estúpidas de nuevo el hombre estúpido. ¿Como le decía niño? ¿No le veía la cara de adulto joven decepcionado con lo que la vida le ha dado? Se ve muy a menudo en Tokio. O por lo menos eso pensaba Ryutaro y se lo repetía todos los días para deprimirse mas.
“Ryutaro…Y no soy un niño.” No tenia idea porque le respondió a ese despreciable ser humano del paraguas negro y sonrisa amable pero al mismo tiempo burlona.
“Bueno yo me llamo Akira y creo que debes ser mas joven que yo así que tengo el derecho de decirte niño. Además me gustaría agregar que si sigues en la lluvia deprimido por cosas estúpidas que no valen la pena te vas a resfriar.” Como odiaba al tal Akira de el paraguas negro. El hombre con unas palabras ya lo hacia sentir como la mierda mas grande y apestosa del mundo. Un total estorbo.
Ahí fue cuando decidió pararse y lo primero que hizo después de eso fue ver al hombre directamente a los ojos. Akira miro para el otro lado, obviamente no acostumbrado a que las personas lo miraran a los ojos.
“Bueno, si tu lo dices Akira…” Noto que Akira se empezaba a reír de nuevo.
“Ya no seas así, nunca pensé en mi vida que conocería a alguien que se odiara tanto, y solo te he conocido por unos 5 minutos máximo. ¡Como serás todos los días! Eres interesante Ryutaro. “
La forma en que dijo su nombre lo hizo sentir incomodo, como si me hubiera conocido desde que estaba en la primaria y usaba esos gorritos amarillos horribles.
“Me tengo que ir niño de la lluvia, quizás nos encontremos un día, quizás no, dudo que lo hagamos ya que Tokio es una ciudad extraña y gigante adonde todos están perdidos. ¿Encontrarse a uno ya es difícil no? Encontrarte a ti de nuevo niño de la lluvia será imposible a menos que por algo del destino nos encontremos de nuevo.”
“Hablas demasiado Akira, pensé que hablar tanto con extraños era imposible.” Eso fue lo único que podía responder a lo que me dijo aquel hombre. Trato de ser igual de familiar con el pero sintió como si le hubiera salido fingido.
“Si es que tu lo dices Ryutarou. Toma mi paraguas, yo vivo cerca de aquí y tengo mas así que no te preocupes. Por lo menos acuérdate de lo que te dije y no seas tan pesimista que pude sentir tus malas vibras desde que salí del metro.”
Después de aceptar el paraguas el se fue. Y Ryutaro quedo ahí, en la vereda. No había tantas personas como usualmente, era Golden Week y la mayoría iba a ver a sus familiares. Aunque esto era Tokio así que nunca estaba tan vacio, era extraño que nadie hubiera notado a Ryutaro antes. Todavía le costaba acostumbrarse a que nadie le importara lo que el hiciera. En fin, pensando en visitar a su familia le daba al pelinegro no les había informado que se había retirado de la universidad y trabajaba en una tienda de videos porno. Creía que si supieran ya ni siquiera seria parte de la familia.
Camino hasta la entrada de la estación de metro.
Mientras miraba el paraguas ahora delgado casi como un palo en sus manos, Ryutaro pensó en cuanto odiaba a el que le regalo el paraguas. Lo odiaba porque de cierta manera todo lo que le había dicho era cierto.