La noche todavía era joven y el se dirigía a Ni-chōme.
Aunque Ryutaro no ganaba un gran sueldo y en verdad vivía en un departamento de una pieza alejado de Shinjuku, iba por lo menos una vez cada dos semanas a esa pequeña parte de Shinjuku llena de clubes, bares, y otros establecimientos para personas como el y gastaba el poco dinero que tenia en encontrar a personas para pasar la soledad que la había causado conocer a el hombre del paraguas.
Habían pasado unos dos meses desde que se encontró con esa persona demasiado feliz para estar viviendo en Tokio por primera vez, y no podía parar de pensar en el. Quizás porque era la primera persona que lo notaba, alguien se preocupaba aunque fuera solo por unos minutos de el. Le dio un poco de esperanza por alguna razón tonta.
Lo que le había dicho de el destino hizo que pidiera a alguna fuerza invisible que lo ayudara a encontrarse con aquel hombre que ahora lo torturaba e invadía sus pensamientos cada cinco minutos.
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Al llegar a ese espacio lleno de gente iluminado y familiar, ya no podía escuchar nada. No entendía porque le pasaba, pero en todo el día su sentido del oído desaparecía de a poco. Hasta llegar al estado en que estaba ahora, en Ni-chōme, completamente sordo. Primero fue un pito, que retumbaba adentro de su mente hueca con un eco impresionante, después el pito paro, de ahí todos los sonidos se empezaron a mezclar y hacer uno. Mientras estaba en el metro sentado no podía pensar muy bien, el sonido de todo mezclado lo mareaba. En todo ese día no pensó en Akira, solo en el pito y después en la sopa de gritos, pitos, música, autos, niños, risas, y silencio.
El pelinegro ahora se sentía bien, en el silencio. Se sentía liberado de la presión, causada por todo lo exterior.
Entro a un bar y pidió un trago, en verdad no sabia si el que tomaba su orden entendía lo que el decía, Ryutaro solo veía como el otro movía los labios y después al ver que no respondía se iba, para pronto volver con su orden. Pago y el hombre que antes estaba al lado de el ahora estaba al otro lado del establecimiento. El hombre encontró eso un poco extraño ya que no recordaba que personas se pudieran mover tan rápido.
Después de terminar el vaso de cerveza que había pedido se sintió mas mareado de lo usual. No entendía porque todo lo raro le tenía que pasar hoy. Mejor no hubiera despertado. Estaba seguro ahora que algo malo iba a pasar.
Los colores se convertían en monstruos y el se movía pero no sabia hacia adonde, salía de el bar y ahora estaba en la calle, pero no era la misma calle de antes. Era mas gris de lo usual, y pequeños conejos brotaban del suelo. Habían hongos y gatitos, también vio a paraguas bailando. Todos se parecían al que Akira le había regalado. Tenia nauseas y no sabia hacia adonde se dirigía, solo que los conejos que brotaban del suelo empezaron a saltar hacia ese lugar.
Ya no podía soportar mas de la alucinaciones estúpida y le dieron ganas de vomitar. Empezó a escuchar lo que pasaba de nuevo, pero todavía no entendía lo que veía, y eso le molestaba un poco. Lo último que escucho antes de que todo se fuera en blanco fue.
“¡Pero si es el niño de la lluvia!”
Al despertar vio hacia el cielo, estaba oscuro. El pelinegro no recordaba nada de lo que había pasado después de escuchar la voz del hombre feliz. Ni siquiera sabia adonde estaba. Solo sabía que la noche todavía no terminaba y que no estaba adentro de ningún lugar ya que veía las luces neones junto al cielo negro. Escuchaba a personas pasar y hablar, a música en la distancia y muchas otras cosas que una vez pensó nunca escucharían de nuevo.
Le tomo un tiempo darse cuenta que había alguien al lado de el. Pronto se vio cara a cara con el hombre que lo atormentaba desde hace dos meses. Estaba arriba de el, fue tan repentino que Ryutaro no tubo tiempo ni siquiera para pensar en algo. En verdad el pelinegro casi se mea de susto al ver la cara bronceada del otro.
“¡Así que el destino quería que nos encontráramos de nuevo niño! Pero que forma mas rara de encontrarme de nuevo contigo, en Ni-chōme de todos los lugares en el mundo.” Akira rio y el joven pálido tubo que admitir que había secretamente rezado a dioses en que ni siquiera creía para poder escucharla de nuevo.
“Em… Si creo que si. En verdad no me hubiera imaginado, que te gustaran estas cosas en los cinco minutos que hablamos.” Se sintió un poco cansado después de haber hablado tanto. Desde cuando que se dejaba decir todo lo que pensaba. Después pensó que quizás mañana iba a haber un terremoto y todo Tokio quedaría destruido y que el haber hablado tanto con alguien que ni siquiera conocía pero añoraba era una advertencia de un dios extraño para que partiera corriendo de la maldita metrópolis.
“Bueno yo tampoco me lo esperaba de ti. Pero ahora que lo pienso de nuevo creo que si tiene sentido. ¿Que mujer estaría dispuesta a lidiar con una persona como tu? No lo digo de mala intención pero, he estado con algunas mujeres antes y creo que son un poquito mas difíciles de complacer.”
“Quizás tienes razón… ¿Pero podría pedirte que primero antes de seguir hablando te quites de encima? No eres muy liviano que digamos.” Ryutaro trato de sonar lo mas amable posible, que fue difícil, ya que después de tantos años de odio hacia todo lo existente a uno se le olvida como sonar como que le importa algo de lo que la otra persona esta hablando.
“¡Ahh lo siento! Creo que habían personas mirándonos raro así que quitarme de encima suena como una buena idea.” Hubo un silencio incomodo antes de que hablara de nuevo. “Estabas un poco extraño cuando te vi, te parecías a un amigo que tengo, y el tiene cara de drogado todo el tiempo, ¿no habrás estado drogado? Lo siento si suena muy intruso de mi parte…”
“Tu si que hablas demasiado… Y no creo que estaba drogado, estaba pasando por algo muy muy raro que no puedo explicar ahora. En verdad desde que te conocí todo ha estado raro…” Trago un poco de saliva y trato de pararse. Se sentía vulnerable en el suelo.
Cuando ya estaba arriba ayudo a Akira a pararse. El hombre moreno acepto sonriendo su ayuda y antes de hablar vio algo en su celular.
“Ojala que no sea raro en un sentido de que todo va mal… Oye, se que suena como de la nada pero estaba con unos amigos antes de encontrarme contigo y terminar aquí esperando a que te despertaras, ellos me están esperando en un bar de karaoke. Como ya sabemos que el destino quiere que estemos juntos ¿porque no vienes conmigo?”
Al escuchar la invitación Ryutaro solo pudo mirar a sus pies y sentirse incomodo. ¿Desde cuando las personas eran tan sociables? Quizás estar encerrado en su pieza en su tiempo libre, y solo socializar con otros por las noches en love hotels le había hecho pensar que a nadie le importaba nada. Para tratar de que sus pensamientos negros no invadieran su mente, que en el momento estaba complacida y si se pudiera decir un poco feliz decidió aceptar la invitación de Akira.