Amando por Astrid3

El rocío de la mañana caía lentamente por las hojas de los árboles de un bosque.
Hacía mucho que no coincidían sus vacaciones y aprovechando la cercanía de la navidad decidieron ir a pasar las fiestas a las montañas, donde las estaciones de esquí estaban abarrotadas pero que, a pesar de todo, era un lugar acogedor.
El lugar no tenía un hotel en las cercanías, en cambio pequeñas cabañas estaban esparcidas por la zona.
En una de ellas un par de amantes dormían abrazados, felices de estar juntos de nuevo tras dos meses de separación a causa del trabajo que consumía su tiempo.

Nícolas, aunque todo el mundo le llamaba Nick, tenía el pelo oscuro, la piel morena y sus ojos parecían encerrar el invierno en ellos pues eran oscuros, a veces fríos, pero sin duda eran salvajes y hermosos. Abrazaba por la cintura a su amante, Carlos, un joven moreno, de piel tostada e hipnotizantes ojos color miel algo oscuros.
Habían pasado la noche entre jadeos, gemidos, deseos... La separación había sido demasiado para ellos y lo único que quisieron en aquel momento era demostrarse que solamente su alma tenia un dueño, que sus cuerpos nada más pertenecían al ser amado y que la abstinencia había hecho estragos.
Carlos despertaba abrazado, cansado pero feliz, más feliz de lo que había estado en mucho tiempo. Se levantó con cuidado de no despertar a Nick y fue a preparar el desayuno para los dos.


-¡Ocuh!-se quejó Carlos-Demonios...,duele...-dijo masajeando la zona dolorida.

Nick despertó por los quejidos de su amor y al verlo así, tan indefenso, desnudo en su cama, tan apetecible..., sin siquiera darle tiempo al otro para q se diera cuenta de que despertó, lo tumbó en la cama y lo beso con su característica pasión.

-Buenos días...-dijo Carlos en un susurro mientras su chico recorría su cuerpo entre caricias y besos.


-Buen día, amor...-saludó Nick después de un largo beso.-Tengo hambre...,¿sabias? Ayer no cené lo suficiente..., y creo que tu tampoco...


Sin dar tiempo a contestar su boca degustó todo lo que aquel cuerpo ofrecía. Los pezones fueron lo primero en ceder a las atenciones del seme que los endureció mientras acariciaba los muslos internos de su amante con ansias, deseando fundir sus manos y su cuerpo a aquel ser que se le antojaba un pecado perfecto.


-¡AH!¡NICK!-gimió Carlos cuando su glande fue succionado de repente mientras sus testículos eran masajeados.

-No te imaginas lo que te amo, lo hermoso que eres, lo que te deseo...Lo que lamento no poder estar contigo más tiempo...-dijo Nick con voz ronca por el placer.

-Shh...-tomó la cabeza de su amante y la instó a que tragara aquel miembro, duro y palpitante que deseaba sentir en la boca del otro.

Nick inmediatamente obedeció a los deseos de su uke y con suavidad subía y bajaba por el miembro mientas el suyo la empezaba a expulsar presemen.

-Nick...Ya...no aguanto más...Hazme tuyo...No quiero correrme antes que tú...- dijo Carlos sonrojado, agarrando fuertemente las sábanas intentando contenerse.

Nick sonrió. Llevó dos dedos hacia la entrada para preparar a Carlos pero éste no lo dejó continuar y con agilidad quedó encima, entrando por sí mismo, mientras Nick apenas creía lo que sentía y Carlos a su vez desfallecía. Todavía le dolía de la noche pasada pero lo deseaba con más fuerza de lo que esperaba.

Sobra decir que Carlos era tan o más apasionado que su seme y que subía y bajaba con increíble energía. Nick tenía los ojos cerrados y simplemente se dejaba hacer por una vez..., por lo general el marcaba el ritmo pero la apabullante pasión de su amante bastó para que cediera y disfrutara de los movimientos del otro chico.

Los gemidos recorrían el lugar, los jadeos resonaban en el aire, el sonido del choque de caderas les excitaba mucho y lo que sentían hacia que temieran morirse en el orgasmo que se aproximaba con intensidad.

Carlos no aguantó más y Nick al notarlo tomó el control rápidamente penetrando, como estaba, dando profundamente en la próstata y logrando que Carlos tocara el cielo y gimiera como si la vida se le fuera en ello, curvándose hasta lo inimaginable mientras se corría entre grandes convulsiones.

La estrechez del ano de Carlos aumentó con el orgasmo y Nick le siguió gimiendo tanto como el otro y corriéndose en su interior mientras el otro chico lo besaba aun estando exhausto y con un grito ahogado por el orgasmo dijo: ¡Te amo Carlos!

-Yo también, Nick...-dijo Carlos colocándose a su lado y cayendo al instante dormido.

No se sabe dónde, ni cuándo, ni cómo...Siquiera se sabe el por qué, pero ellos se amaban, superaban la distancia, las posibles desconfianzas surgidas de esta y ante todo disfrutaban con su mutua presencia.

Simplemente un beso en la palma de la mano bastó que diera para que, como una gota de rocío, una lágrima cayera por sus hermosas facciones por que era feliz.

Estaba con quien amaba y éste aguantaba todo por amor y le era fiel a pesar de todo; lo notó la primera noche al tener dificultades para entrar.

Sin duda, si las paredes hablaran, si el bosque nos contara..., nos dirían que en ellos se sentía una fuerza más allá de lo que nadie creería que es cierto.

¿Acaso es posible amar tanto?