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Akuma por katzel

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Desalentado fui a dormir lo que quedaba de la noche en una hamaca colgada entre dos palmeras, justo al lado de mi cabaña.

La esposa del dueño apoyada en la puerta movió la cabeza de un lado a otro resignadamente.

- De modo que aún sigue aquí...

Estaba cansado y no necesitaba más enigmas ni posibles explicaciones así que sólo inclinando mi cabeza fui a descansar.

Extendí la manta entre las palmeras y la tensé adecuadamente para que el vaivén del aire no turbase mi sueño.

En mi hamaca no tardé en quedarme dormido.

El roce de sus dedos sobre mi piel... y su aliento que había probado en nuestro beso...

¿Seguía soñando?

Probablemente...

A la par que me internaba en su adorable paz mis nervios se iban destruyendo en una situación fuera de este mundo.

Ingresé a mi cabaña y me sorprendí con las marcas de garras que habían arrancado la cerradura haciéndola trizas.

Todo el equipaje estaba regado en desorden y el lugar parecía destrozado por algún animal salvaje.

Flores rojas en largos pétalos descansaban en el piso.

Era suficiente.

Evidentemente no tenía otra salida más que huir... si lo había retrasado por aquel encuentro anterior ya no pensaba hacerlo más...

Me remordía la conciencia por la forma en que había galanteado al muchacho misterioso... nuestro beso... y mi anillo de bodas en sus manos...

Pero quedarse no era una opción así que junté lo que pude y fui a cancelar mi cuenta.

La joven señora volvió a hacerme el gesto de la noche anterior.

-... ya verá cómo no puede irse...

Sus predicciones se hacían funestas y terribles así que me despedí de ella muy apresurado.

El viento empezó a soplar de inmediato apenas puse un pie afuera del alojamiento.

Eran ráfagas que sacudían las palmeras como si quisieran arrancarlas de raíz.

Luego, cuando divisé el aeropuerto tronó un rayo en los cielos y cayó la lluvia de temporal...

No podía creerlo... aquel clima bonacible y de eterno sol acababa de cambiar por completo.

Era de suponer que no existía manera de salir con semejante tormenta, ninguna línea se atrevería a partir arriesgando las vidas de sus pasajeros.

Atrapado... un ratón en la ratonera...

Pero yo no era tan fácil de apresar.

Empapado hasta los huesos pude ingresar bajo el arco del aeropuerto internacional dispuesto a conseguir lo que fuese, la forma más rápida posible de salida, aunque tuviese que rentar un aeroplano particular a la siguiente isla de embarque.

No estaban atendiendo.

De hecho nadie se encontraba allí.

¿Era que habían desaparecido?

Caminé entre las butacas de espera y la línea de embalaje...

Pasé a los sitios de las empleadas e intenté encender las computadoras sin éxito.

En la oficina de migraciones los cajones rebosaban de papeles pero no logré allí ni en otro sitio ver a otro ser humano.

¿La tormenta se los había llevado a todos?

¿Qué demoniaco tipo de apocalipsis sin sentido me estaba tocando presenciar?

Alguien cruzó furtivamente, desesperado la gran antesala saliendo hacia las calles llenas de lluvia.

Le vi de espaldas y le llamé.

Al oír mi voz se cogió la boca con ambas manos y estuvo a punto de morir de terror...

Sin mirarme continuó su viaje y desapareció en el arco.

Bajé de inmediato del descansillo y fui tras él.

Seguramente era una de las pocas personas que podían decirme qué había sucedido... que podía salvarme... con la verdad...

Llegué a la esquina y le vi doblar tras uno de los faroles que amenazaba con ser arrancado por la tormenta.

Corrí sin control dispuesto a alcanzarlo así se alejase infinitamente de mí.

Vacía...

Una ciudad vacía.

Ni un alma en las casas...

La luna se había esfumado de los cielos...

Volvimos a girar en esa persecusión y el hombre ingresó por un callejón.

La ruta era obvia... pero no me había dado cuenta...

Acababa de volver... a las cabañas...

El resto era una historia que ya había acontecido... hace años atrás...

El monstruo... estaba ahí... eso seguro... me había llevado de vuelta... para acabar conmigo como lo hizo antes con aquel extranjero... por que me había elegido desde el momento en que puse un pie en la isla... desde que había olido mi sangre y sentido mi presencia... ya estaba marcado...

Busqué entre mis bolsillos y mis manos se toparon con un cuchillo enclavado en diseños de oro. Era el que el día anterior me había mostrado la señora del puesto...
   ¿Quién...?

¿Cómo había llegado a mí...?

Ya sabía que hacer...

Con paso seguro fui a la cabaña número diez.

"Crees que esto será suficiente para asesinarme... cómo se ve que eres un niño..."


La puerta cedió con sólo girar la manija.

Estaba escrito...

El lugar continuaba manchado de sangre.

Y esa sangre gritaba obnubilando mis sentidos y acallando mis propios pensamientos.

Yo iba a sobrevivir...

... esta vez era diferente... se trataba de mí... y yo no dudaría en el momento de enterrarle el acero en el pecho.

Mis manos tanteaban el filo esperando... esperando... esperando...

El muchacho apareció.

Entreabrió la puerta.

- Ryan...

Se veía inocente con las mejillas sonrojadas y los ojos más brillantes que nunca.

- Pregunté por ti en la recepción... y me dijeron que estabas en la número cinco... pero vi esta abierta... así que... aquí estás...

- Um...

Mis cabellos cubrían mis ojos.

- Yo... sé que te parecerá atrevido... yo... no creas que... tú... ohhh te olvidaste el anillo me pregunto si era un regalo o lo tomé sin querer...

- ...

- Ryan... estás muy callado...

Se colgó amigablemente de mi brazo y apoyó su frente caliente.

- Vine... por que me gustas - dijo dudosamente, con una voz muy tierna.

- Así que te gusto... - repetí mordiéndome el labio fuertemente conteniendo mi ira.

- Sí... - susurró - ... luego de aquel beso no he dejado de pensar en ti... por eso vine a... vine a...

Se abrazó fuertemente a mi cintura apoyando la cara sobre mi pecho.

- Y si te gusto tanto - dije apartando sus brazos de mi cuerpo - ... por qué estás tratando de matarme.

Lucía asustado.

- ... asesinarte...pero de qué estás hablando...

- ... tú eres quien habita el promontorio de piedras... ¿cierto?

- ... estás equivocado... tú estás...

- ... eres el demonio de las flores rojas que selecciona a sus víctimas... y luego las descuartiza sin piedad...

- ... no Ryan... no digas esas cosas - su risa era nerviosa y se cogía la cabeza con las manos - cómo podría yo ser...

- Akuma... ese es tu nombre... nunca me lo has dicho... pero yo lo sé...

- ¡Mentira!...

- Akuma - pronuncié con un énfasis sensual - ... eso es lo que eres...

Saqué la daga alzándola.

- Sólo que no soy la persona indefensa que tú esperas.

- Ya lo veo - dijo.

Su voz y su ánimo cambiaron por completo.

- La verdad, me ha sorprendido mucho que me llames por mi nombre si no lo has oido antes... si no lo has oído de nadie en esta isla...

Sus huellas se hicieron fosforescentes, los ojos rojos flameaban y los colmillos y las garras surgieron de sus lugares ocultos.

- No me devorarás...

- Es una lástima... en verdad es una lástima...

Estaba atento a sus movimientos.

Rápidamente como un haz de luz golpeó mi puño e hizo desaparecer la daga en el piso.

Cayó sobre mí obligándome con una fuerza sobrehumana a abrir los brazos que él sujetaba fuertemente contra el piso.

Mientras caía la voz del otro, del asesinado en tiempo pasado seguía llegando a mí impidiéndome pensar con claridad.

Veía su sangre pintando los muros y brotando sin cesar.

El Akuma gritaba y lo desgarraba por completo con sus manos.

Gritaba algo...

Gritaba algo que trataba de oír en el recuerdo...

En mi realidad el Akuma por alguna razón se mantenía expectante con sus ojos vidriosos manteniéndome extendido. Oliéndome a punto de saborear el festin de mis huesos...

- ... traidor... cobarde... dijiste que me amabas...


Eso había dicho el akuma al hombre anterior... a mí no me decía nada... sólo espiaba mi respiración.

Comprendí todo...

Ese hombre que gritaba y forcejeaba en el pasado... no era alguien que se parecía a mí.

Era yo.

El del pasado... el que descansaba luego de cinco años de intenso trabajo...

El que había sido asesinado...

Y había regresado engañándome a mí mismo... volvía al teatro de mi asesinato...

Por eso no avisaba a mis familiares... en realidad no existía nadie que pudiese escucharme...

... y la joven señora lo sabía también desde el principio... por eso me miraba aterrorizada...

... estaba perdido en una frontera sin fin entre los dos mundos y la única respuesta era...

Me relajé por completo y alzando la cabeza alcancé sus labios y le besé, incluso cortándome los labios con sus filosos colmillos. Entrelacé mi lengua con la suya en búsqueda de ese sabor deseado y nostálgico que alguna vez nos unió.

- Perdóname... - decía entrecortadamente.

El Akuma se detuvo impresionado.

- Ryan...

- Yo te rechacé aquella vez... ¿cierto?... vine aquí... te enamoré... tomé tu cuerpo... en ese lecho tibio y cálido  - ... Ryan...

Sí... nuestra ternura todavía estaba allí... reflejada en las flores rojas de sus pupilas...

- ... tenías miedo de decirme que eras un Akuma... pero estabas enamorado y necesitabas confesarme la verdad... y entonces... cuando te vi... me asusté... debió ser muy doloroso para ti...

- ... tú...

- ... te dije que eras un maldito monstruo... que jamás accedería a una unión semejante... intenté asesinarte con una daga comprada en un puesto tradicional... quise abandonarte como si nunca nos hubiésemos amado...

Los ojos del joven se llenaron de lágrimas que cayeron sobre mi rostro y bebí agradecido, acariciando al muchacho, consolándolo.

- ...

- ... y al clavarte el puñal sobre el hombro todo tu amor se convirtió en odio, por que la persona que más amabas era capaz de asesinarte sin pensarlo... y me asesinaste en esta sala...

- ... Ryan...

- ... y mi alma sin descanso vagó por la isla... y tus deseos de empezar de nuevo y los míos... fabricaron la ilusión nuevamente... y aquí estoy... pero esta vez... todo será diferente... no importa que soy  yo ahora... ni qué eres tú...

El joven se apretó con fuerza a mí.

- Mi Akuma... he sido tan cruel contigo... perdóname...

- Me has recordado... ¡me has recordado!... oh Ryan... tanto tiempo lleno de soledad... llamándote. arrepintiéndome del pasado... esperando que volvieras a mí... cuando te vi nuevamente...  - Así es... ahora sí estaremos juntos para siempre...

Todo era verdad... él era mío... mi pequeño Akuma... mi vida anterior se convertía en una pesadilla de recuerdos borrosos que se perdían... como si fuera la vida de otro... los momentos de otro... para mí en el mundo sólo estaba esa isla y en esa isla sólo estaba mi amado Akuma...

El de cabellos azules suspiró largamente.

- Pero puedo destruirte... ¿no tienes miedo de mí?

- Si me destruyes... sonreiré hasta el último momento...
Notas finales: Epílogo:


El Akuma miraba el amanecer desde el promontorio de piedras.

La anciana de largos cabellos plateados apareció.

- No le has dicho que él por tu causa es también un Akuma sin alma... que está atado a las sombras... has destruido su preciosa humanidad que tanto decías amar... para volverlo uno de los tuyos...

- Guarda silencio... su vida actual era triste... y no tenía ninguna persona que le ate al pasado... si hubiera tenido un hijo, lo habría dejado ir... pero estaba solo... mortalmente solo como yo...

- Tampoco le has dicho qué tipo de Akuma eres y por qué estás en esta isla... y qué haras cuando tu doble... que también lo ama, que lo recibió con flores... vaya a su encuentro... él no será fácil de vencer...  - Tú... no tienes derecho a juzgarme...

- ... qué haras cuando sepa que tiene que alimentarse de seres humanos para existir...

- Él lo aceptará... ahora está dispuesto... lo he perseguido por tres reencarnaciones suyas... él cree que la última vez que me vio fue hace algunos años... cuando han pasado ya sesenta... pero no importa... por fin es mío... mío... me pertenece... y disfrutaré de él sin reservas... para siempre...

- Los dioses no lo permitirán... Kanamaki-sama hundirá la isla en medio de funestas maldiciones.

- Hablas demasiado, vieja... ten cuidado conmigo... a diferencia tuya, yo conservo mis poderes y mi exquisita juventud... y tú ya no eres la misma de antes... tu poder se ha debilitado con los años... y ya no eres rival para mí...

Le ordenó con un gesto desaparecer y volvió a ser el muchacho adorable de cabellos azules.

Ryan apareció justo con los primeros rayos del sol.

Akuma estaba solo.

- Sabía que estarías aquí - le dijo.

- ¡Ryan!

Corrió hacia él y fue recibido con efusión.

Ambos se besaron entrelazando las manos sintiéndose unidos más allá de la muerte.

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